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viernes, 10 de junio de 2016

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador



Hace algún tiempo me preguntaron cuál era el mejor regalo que se le puede dar a un predicador. Es una interesante pregunta. Nunca me había puesto a pensar en algo así. Bendecir a quien te instruye en La Palabra no es sólo una buena práctica sino un mandato bíblico (Gal. 6:6; 1 Tim. 5:17; 1 Tes. 5:12-13). Puede que tú aprecias a tu pastor o a alguien que predica la Palabra de Dios y quieres regalarle algo, pero no estás tan seguro que debes darle. En verdad, hay muchas cosas buenas que se le pueden dar a un predicador.

Tal vez estás pensando en regalarle un libro. Por lo general, a los predicadores nos gusta leer. Regalar buenos libros siempre es una buena idea. Herramientas como comentarios bíblicos, enciclopedias o diccionarios enriquecen el estudio de un predicador.

Puede que estés pensando en regalarle corbatas, trajes o zapatos. De todos modos, el pastor siempre está en bodas, funerales, graduaciones, etc. y en otros eventos que requieren una vestimenta formal.

Tal vez has pensado en bendecir a un predicador económicamente. Eso está bien. Contrario a la idea popular que mucha gente tiene acerca de los predicadores, casi nadie está en este asunto por ganar dinero fácil. Claro, hay lobos vestidos de oveja y asalariados que explotan al pueblo de Dios. Pero, la gran mayoría de predicadores que conozco personalmente han incluso renunciado a trabajos bien pagados por dar su vida a la proclamación del evangelio. Créeme, hay maneras mucho más rápidas y menos complicadas de hacer grandes sumas de dinero que predicar el evangelio y cuidar del rebaño del Señor.

Todos estos son buenos regalos. Pero, hay algo aún mejor. El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es algo intangible. No es material ni físico. No se usa para vestir ni comer ni conducir. Y es algo todos tenemos de sobra. Nunca se acaba. Y sé que tenemos de sobra porque ya la estamos dando a muchas personas en varios lugares.

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es tu atención mientras él está predicando.

Tal vez no lo creas así, pero tu atención es importante para nosotros. Incluso, estamos dispuestos a hacer cosas que nunca nos imaginamos con el fin de comunicar bien un punto. ¿Alguna vez has estado en algún culto o en algún evento en el que sentiste que el predicador fue un poco excéntrico o cruzó la línea? Sin ánimos de excusar o justificar su error, estoy seguro que lo hizo por una razón noble: captar tu atención.

Estar atento no significa estar de acuerdo con todo lo que el predicador dice. Donde la Biblia es silenciosa, es normal que haya espacio para diferir sobre algunos artículos. Ningún predicador serio desea que su congregación deje su cerebro en la entrada al templo. En lo personal, siempre me halaga que alguien se acerque para discutir algún punto sobre algo que prediqué. Porque eso significa que al menos pusieron atención.

Si te preguntas porque esto parece ser tan importante para nosotros, déjame explicarte. Si tu pastor o algún predicador que conozcas ama a Dios y ama a las personas es seguro que antes de pararse detrás del púlpito pasa mucho tiempo orando y preparándose. Ora por La Palabra. Y ora por ti. Específicamente, ora para que la Palabra haga efecto en ti a través del Espíritu. Lucha con el pasaje para entender su idea central. Consulta comentarios y compara interpretaciones. Y sigue orando por ti un poco más. Cuando llega el momento de servir la Palabra se siente, aunque le cueste admitirlo, vulnerable. Y hasta desnudo. Todo predicador honesto consigo mismo y consciente sobre la enorme carga de predicar La Palabra siente algún grado de inseguridad. Aunque tenga 20 años de predicar o haya comenzado la semana pasada. 

Por eso cuando estamos predicando y tú estás más interesado en el celular, lo notamos. Cuando estamos predicando y aunque tu cuerpo esté ahí pero tu mente está en la deliciosa cena que vas a comer después del culto, también lo notamos. Cuando bostezas y miras el reloj, también lo notamos. Cuando tu mirada está perdida y estás haciendo un esfuerzo desmedido por bloquearte, también lo notamos. Y porque nos sentimos vulnerables en ese momento eso tiende a hacernos sentir inseguros.

¿Quieres bendecir a un predicador y ayudarle a predicar mejor? Bendícelo con tu atención.

Pero, hay algo más por lo que tu atención es importante para nosotros. Este, en realidad, es el verdadero porqué.

Los predicadores fieles creemos que la Biblia es La Palabra de Dios. Es autoritativa. Es definitiva. Es suficiente. Como estamos persuadidos de esto, tenemos la convicción que la gente necesita escuchar lo que la Biblia dice. Porque Dios habla a través de la Biblia. Si nos paráramos a hablar por 45 minutos acerca de nuestras opiniones políticas, nuestros estereotipos y gustos, entonces merecemos ser ignorados. Total, no somos tan interesantes. Pero, es precisamente por el hecho que Dios habla cuando exponemos fielmente la Palabra que esperamos la atención de las personas que están ahí.

George Whitefield fue uno de los predicadores más poderosos de los últimos siglos. Dios lo usó como un catalizador para iniciar el segundo gran avivamiento en Inglaterra y el este de Estados Unidos. Era un orador prodigioso. Un actor británico contemporáneo solía decir que estaba dispuesto a matar por poseer la misma elocuencia que Whitefiled desplegaba al decir palabras como "Mesopotamia." 

Whitefield estaba seguro que Dios habla a través de la exposición de la Escritura. Tan convencido estaba de esta realidad que mientras estaba predicando en una iglesia alguien en las primeras filas comenzó a dormirse. Al ver esto, Whitefield golpeó el púlpito y le dijo: "Si viniera a hablar de mis opiniones, tendrías el derecho a dormirte. Pero, vengo a dar un mensaje de parte de Dios. Y por lo tanto, debo ser escuchado y seré escuchado."

Si alguien predica un mensaje de parte de Dios a través de la Biblia y en el poder del Espíritu, esa persona espera tu atención porque merece tu atención. Tal vez tu predicador o pastor no sea Spurgeon. O Whitefield. O John Piper. Puede que no cautive contando una historia. Tal vez tenga una muletilla incómoda. Pero si durante el tiempo que predica está exponiendo la Escritura con fidelidad él es la boca de Dios hacia el pueblo. Y por lo tanto, debes estar atento.

¿Quieres darle el mejor regalo a un predicador? Dale tu atención mientras él está predicando.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 9 de junio de 2016

Si no oras, te mueres


 
Mucho puede decirse sobre la oración. Podemos mencionar todas las razones para orar. Podemos experimentar con diferentes métodos para que no se vuelva monótono. Incluso, podemos reflexionar sobre las ocasiones en las que Dios parece no contestar nuestras peticiones de la manera en que queremos. Pero, en el análisis final, por nuestra propia cuenta, debemos caer a la realidad que si no oramos nos morimos.
 
Tim Keller en su libro "Prayer: Experiencing Awe and Intimacy with God" relata la manera en que él llegó a esta conclusión. Mientras pasaba una temporada tumultuosa en su matrimonio, su esposa Kathy sugirió orar juntos todos los días. Tal vez eso podría rescatar su unión matrimonial. Él estuvo de acuerdo. Pero, preguntó qué pasaría si alguno de ellos, por alguna razón, simplemente no podía orar con el otro. Ya fuera porque ambos estaban de viaje y el cambio de horario se interpusiera. O porque estaban tan enfocados en algo, como en un proyecto de la iglesia,  que causaría que pasarán por alto su compromiso. Todas estas eran razones entendibles.
 
Kathy presionó un poco plasmando la idea que ella quería comunicar de la siguiente manera: "Imagina que tienes una enfermedad terminal. Pero, un día vas al médico a tu chequeo rutinario, sabiendo que te quedan pocos días para vivir. De repente, tu doctor te dice que hay una pastilla que puede salvarte por completo. Puede curar la enfermedad. Pero, hay un inconveniente: tienes que tomarte esta pastilla todos los días. Si comienzas el tratamiento y lo interrumpes, la recaída será peor. Y si dejas de tomártela por una tan sola vez, eres un hombre muerto."
 
En verdad que eso suena extremo. Pero, ¿cuál crees que serían las implicaciones? Por una parte, pase lo que pase, nunca olvidarás beberte la pastilla. Aunque estés haciendo muchas cosas a la vez siempre recordarás que debes tomártela. Tu vida depende de ello. También, nunca estarás demasiado ocupado haciendo algo más como para no beberla. Siempre encontrarás tiempo para hacerlo. Tu vida depende de ello. ¿Por qué tu agenda y prioridades ahora giran alrededor de tomar esa pastilla? Porque la realidad te ha atropellado como un camión Mack: si no tomas la pastilla, estás muerto. Tu vida depende de ello.
Cristiano, si tú no oras, estás muerto. No quiero decir que si dejas de orar un día irás al infierno. Tampoco quiero decir que si oras más Dios te amará más. O si oras menos Dios te amará menos. El amor de Dios hacia ti no está condicionado en base a tu desempeño, sino al desempeño de Cristo en su vida y obra. Pero, lo que si ocurrirá si dejas de orar es que poco a poco tu espíritu se irá debilitando. Poco a poco, tu alma se irá marchitando. Poco a poco tu corazón encontrará deleite en ídolos falsos en lugar de Jesús.
 
Lo espeluznante de esto es que serás tentado a fingir que nada está pasando y todo marcha en orden. Puede que estés tan ocupado sirviendo que todo mundo te considere en buen estado. A lo mejor estás tan involucrado en la iglesia que a nadie se le ocurre que estás en problemas. O tal vez estás liderando un ministerio tan activo que todo mundo asume que tu corazón está en el lugar correcto. Pero, si tienes algún tiempo de estar en la iglesia, tú y yo sabemos que puedes liderar un ministerio muy activo con un corazón muy seco.
 
Ahora, sólo el Espíritu Santo puede implantar esta convicción en lo más profundo de tu ser. Nadie más puede hacerlo. No es la habilidad retórica o elocuencia inteligente lo que puede bendecir a alguien con una dosis tan cargada de esta realidad sino el Espíritu Santo. Sólo Él puede soplar vida y despertar tu distraído corazón al hecho que: si no oras te mueres.
 
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Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 8 de junio de 2016

La (posible) causa de tu falta de oración. Y qué hacer al respecto.


Puede que no te conozca. Pero, me atrevo a decir algo acerca de ti. Cada 1ro de enero cuando estás pensando en tus metas para el próximo año estoy casi seguro que no dices algo como esto: "El año pasado oré demasiado. Este año me voy a calmar un poco."

Todo lo contrario. Casi todos  estamos conscientes que debemos orar mucho más. De manera ideal, reconocemos la necesidad de la oración. Pero, en la realidad tal vez no oramos como sabemos que debemos.

Entonces, si sabemos que es importante, ¿por qué no lo estamos haciendo?

Claro, hay muchos factores. Intentar dar una respuesta definitiva sería simplista.
Pero, nuestra falta de oración es causada, en gran medida, por nuestra falta de planeación.

El pastor John Piper ilustra este concepto diciendo que las vacaciones que más se disfrutan en familia son aquellas planeadas con anticipación. Nadie con un salario promedio se levanta un día queriendo esquiar en los Alpes suizos y toma el vuelo con toda su familia.

En lo absoluto. Primero, busca hoteles. Cotiza precios. Planea el viaje. Se asegura que sus hijos estén fuera de colegio. Solicita las vacaciones en su empleo. Y luego emprende rumbo.

Entonces, si nuestros tiempos de mayor intimidad en familia son aquellos que han sido planeados con expectativa, ¿cómo esperamos rejuvenecernos en intimidad con el Padre orando nada más "cuando me quede tiempo durante el día."?

Por eso una pequeña decisión que puede revolucionar exponencialmente tus tiempos de intimidad con Dios es esta: Intenta poner una hora y lugar. Estudios recientes demuestran que es más probable que los seres humanos hagamos algo cuando establecemos la fecha, el lugar y la hora en que lo haremos a que sólo hablemos de manera general y ambigua.

Te lo pongo de esta manera. Imagina que tienes un sobrino que quiere un par de tenis nuevos. Tú eres el tío soltero con un buen corazón y le dices: "Yo te los compro." El niño te va a preguntar: "Sí, pero, ¿cuándo?" Amablemente vas a responder: "La otra semana." Insatisfecho, él te preguntará: "Sí, pero, ¿cuándo la otra semana?" Un tanto incómodo, vas a decir: "Ehh, el martes." Aún sin estar convencido, preguntará: "Sí, pero, ¿a qué horas el martes?" Ya medio sacado de onda y deseando no haber dicho nada tú vas a responder: "¡El martes al salir del trabajo, a las 5:30pm te los iré a comprar!" Ya tranquilo tu sobrino te dirá: "Gracias, tío. Por eso te amo." Y se irá saltando.

En una forma similar, hay un mundo de diferencia en decir: "Voy a comenzar a orar la siguiente semana." A que digas: "El jueves 9 de Junio comenzaré a orar de 6:30am-7:00am todos los días en el baño de mi oficina."

Sabes que debes orar. Sé que quieres orar. Tienes todas las buenas intenciones. Ahora, erradica las generalidades y ponle hora y lugar a tu tiempo de oración.

Puede que esto suene mecánico para quienes tienen una personalidad más bohemia. Tal vez eres de la idea que los mejores tiempos con el Señor son los espontáneos. Los que no son planeados. Hay algo de verdad en eso. La Biblia dice que el Espíritu Santo es como el viento (Juan 3:8). Nadie sabe de dónde viene. Nadie sabe hacia dónde va. Al final del día, cuando todo ha sido dicho y hecho, El Espíritu Santo es Soberano. 

Nadie puede torcerle el brazo con una fórmula mecánica. Orar a cierta hora en cierto lugar no garantiza que El Espíritu Santo se manifieste. Pero, tener al menos una estructura definida en tu tiempo devocional te posiciona bajo la catarata de la presencia de Dios.

Sí, orar es un deleite. Pero, también es una disciplina. Mejor dicho, orar es un deleite disciplinado.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 7 de junio de 2016

La oración no es como el portero gordito


Siempre me gustó jugar fútbol. Por eso, de niño siempre esperaba con ansias salir a recreo. Cuando sonaba la campana, todos salíamos al campo. Hacíamos una sola fila. Los capitanes, que eran los más habilidosos, elegían los jugadores de ambos equipos, uno por uno.

Hasta llegar al gordito menos habilidoso del grado. El niño que quedaba de último. Ninguno de los "capitanes habilidosos" lo quería en su equipo. Era, por así decirlo, como la última opción. 

Ya de perdida, alguien tenía compasión y lo elegía. Luego le decía una de las mentiras más grandes en la historia de la humanidad: "Ponte de portero. Y al gol cambiamos."

El gordito menos habilidoso siempre era el último en ser elegido.

Muchos de nosotros vemos la oración de la misma manera que los capitanes ven al gordito menos habilidoso.

Como la última opción en la lista de las posibles soluciones a un problema. Podemos decir mucho acerca de lo importante que nosotros creemos que la oración es. Pero, la manera en que nos referimos sobre la oración después que lo que intentamos no funcionó revela nuestras creencias fundamentales.

¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que decimos con respecto a la oración cuando después de intentarlo todo las cosas han fallado?

"Ya fui a todos los bancos a solicitar un préstamo y en todos me lo negaron. Ahora...lo único que queda es orar."

"Ya obtuve diferentes diagnósticos de diferentes médicos y no hay tratamiento para esto...lo único que queda es orar."

"Ya fui a los mejores consejeros y terapeutas sobre familia para rescatar mi matrimonio. Pero, nada ha funcionado. Creo que lo único que queda es orar."

¡¿Cómo que lo único que queda es orar?! 

Podemos hablar mucho acerca de lo grande que nosotros creemos que Dios es. Pero, nada revela la verdadera convicción que alguien tiene acerca de Dios que la manera en que ora.

La oración no es el último recurso en el “arsenal” de resolución de problemas. La oración es la vía principal para la transformación.

Cada vez que Dios quiere hacer algo radicalmente nuevo en una persona, en una iglesia, en una organización, en un país o en un continente, Él lo hace a través de las oraciones de su iglesia.

Los avivamientos en la historia de la iglesia cristiana no fueron causados por las reuniones estratégicas de los líderes denominacionales en donde ideaban que método usar para atraer más gente. No, los grandes avivamientos en la historia cristiana iniciaron mientras la iglesia se volvía consciente de su pobreza espiritual y su inmensa dependencia en el Dios Todopoderoso. Los avivamientos, antes, al igual que ahora, siempre han iniciado de rodillas.

Es curioso que mientras los hombres buscan maneras trendy y “en vogue” para resolver problemas, Dios está buscando hombres acostumbrados a oler el piso de sus cuartos, con su rostro postrado en tierra en oración.

¿Lo único que queda es orar? Claro. Desde el comienzo, la única alternativa que ha quedado ha sido y será…orar.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 6 de junio de 2016

La oración es un acto de rebeldía



El corazón humano tiene una habilidad inusual para amoldarse. Por eso es común que lo que antes rechazamos ahora abrazamos.

Puede ser que considerabas la mentira como un mal horrible, pero ahora mientes más de lo normal para proteger tu reputación.

Tal vez tenías un celo evangelístico implacable, pero ahora justificas tu apatía diciendo que eso ya no es tu llamado.

A lo mejor eras un esposo que amaba a tu esposa de manera sacrificial, pero ahora te excusas diciendo que los tiempos han cambiado.

Cualquiera que sea el caso, el corazón humano se adapta con facilidad hacia la tendencia natural de la carne.

Es precisamente por esto que la oración es un acto de rebelión. Orar es expresar nuestra insatisfacción hacia la situación actual de las cosas.

La oración es rebelión en contra del status quo dentro de nosotros.

Cuando confesamos nuestros pecados a través de la oración estamos rebelándonos en contra del mal presente en nuestras vidas. Es fácil señalar y hablar sobre el mal dentro de nuestras escuelas.
Es fácil hablar sobre el mal que existe dentro de nuestras iglesias.
Cualquiera puede despotricar acerca del mal que existe dentro de nuestros gobiernos, en especial cuando los periódicos exponen algún caso polémico dentro del gabinete.

Pero, del mal que no hablamos es del que habita en nosotros. Dentro de las cámaras más profundas de nuestros corazones.

Ravi Zacharias cuenta sobre una vez que estaba evangelizando a un alto ejecutivo de una prestigiosa empresa. Este hombre se autoproclamaba ateo. Él decía que la razón de su secularismo era que había visto el mal de primera mano en diferentes lugares del mundo. "¿Cómo es posible que si Dios existe permita tanto mal en el mundo entero?" se cuestionaba.  Cada vez que Ravi intentaba penetrar su muro de incredulidad este hombre volvía a la piedra angular que lo sostenía: el problema del mal. Después de un tiempo de estar conversando, Ravi Zacharias le dijo: "Veo que estás muy atento y consternado ante el mal que está a tu alrededor, y tienes todo el derecho. Pero, ahora hablemos acerca del mal que hay dentro de tu corazón."

Por eso, arrepentirnos de nuestros pecados a través de la oración es rebelarnos en contra del mal latente no en nuestro exterior, sino en nuestro interior. Volvernos a Dios es rebelarnos en contra de nuestra rebelión. En este sentido, nuestra oración es un acto de contrainsurgencia.
Cuando pedimos a Dios que nos cambie es porque gritamos: ¡YA BASTA! a nuestra pasada manera de vivir.

Así también, la oración es rebelión en contra del status quo alrededor de nosotros.

Las personas conformes nunca cambian nada. Son aquellos que han sido bendecidos con un descontento santo que tienen la compulsión insaciable de ver la realidad de Dios invadiendo su entorno.

Sólo las personas inconformes con la perdición de su país son los que piden que Dios sane su tierra.

Sólo los esposos inconformes con la frialdad en su matrimonio son los que claman al Esposo que avive la llama del primer amor.

Sólo los ministros inconformes con la falta de devoción de sus feligreses son los que importunan a Dios pidiendo un avivamiento.

Los cristianos domesticados, adaptados al mal, hablan con los hombres acerca de los problemas de los hombres. Los cristianos "rebeldes", fastidiados del mal, hablan con Dios acerca de los problemas de los hombres.

Por esta razón, no hay un grito de guerra más grande hacia el reino de las tinieblas que el acto silencioso de apretar tus manos, doblar tus rodillas y orar: Padre, aquí vengo...

"Si ustedes no quieren que el bien se oscurezca y que el mal triunfe, junten de nuevo las manos, y en nombre del que por siempre vive para interceder, prevalezca una vez más en oración para que vuelva a descender la bendición. -"Charles Spurgeon

"Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración." -2 Cor. 1:11

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

sábado, 4 de junio de 2016

Que Hacer Cuando No Quieres Orar, parte 2.


Aunque en Honduras sólo tengamos dos temporadas: calor con lluvia y calor sin lluvia, el planeta entero atraviesa por cuatro estaciones.

Lo mismo puede decirse acerca de nuestra vida en general y nuestra vida de oración en particular.

En algunas ocasiones, orar puede sentirse fácil. Tus deseos de orar se encuentran a flor de piel. Y cada vez que cierras tus ojos en oración tienes un momento significativo con el Señor. Podríamos llamarle a eso una primavera de oración.

Pero, puede ser que tu vida de oración esté tan seca como la árida tierra azotada por el fenómeno del Niño.

O a lo mejor tu corazón está frío como el duro invierno Siberiano.

Cuando estás en una temporada así, orar puede sentirse monótono y hasta intrascendente. Aquí hay algunas sugerencias que puedes seguir.

1. Ora Los Salmos.
Los niños aprenden a hablar escuchando a otros adultos. Los cristianos aprendemos a orar escuchando a grandes hombres y mujeres de Dios orando. En este sentido, los Salmos son una gran guía para nuestras oraciones pues expresan con franqueza la realidad del corazón humano. Los escritores de los salmos no esconden nada ni aparentan nada. Incluso, algunos salmos pueden parecer hasta ambiguos. "Señor, porque me has dejado?" "Señor, tú nunca me dejas."
Cuando se te haga difícil orar, toma la Biblia, abre un salmo y ora en respuesta a la revelación del carácter de Dios declarado en el Salmo.

2. Escribe tus oraciones en un diario.
Escribir enfoca tu mente en lo que quieres decir. Aquellas veces en que sientas que tu corazón está por todos lados como para tener un tiempo de oración poderoso, toma un cuaderno y comienza a escribir tus oraciones. Llevar un diario de tus oraciones también fortalece tu fe. Escribe las peticiones que le haces a Dios. Y también anota la fecha en que fueron contestadas. Pues cuando te encuentres en una situación en la que dudas de su bondad y soberanía, puedes regresar al diario y recordar las ocasiones en las que Dios intervino a tu favor.  

3. Ora a pesar que no tengas ganas.
Esto puede sonar contraproducente. De todos modos, el artículo se trata acerca de qué hacer cuando no tienes ganas de orar. Pero, podemos caer en el peligro de creer que la vida devocional se trata exclusivamente acerca de tener un éxtasis. Nuestro objetivo en la oración no debe ser sentir escalofríos en la espalda sino glorificar a Dios al conformar nuestro corazón al de Él. ¿De veras crees que el Dios todopoderoso, Creador de todo lo que hay decide manifestar su presencia sólo para darte "piel de gallina"?

Cuando los deseos de orar no estén a flor de piel, sólo hazlo y deja que los deseos te alcancen. Los predicadores puritanos aconsejaban a sus feligreses diciéndoles: "Oren hasta que oren." Suena redundante. Pero, lo que querían decir es que debemos orar hasta pasar el formalismo y la falta de realidad que experimentamos al comienzo de todo tiempo de oración.

El Dr. D.A Carson dice que el poder de Dios está ausente en aquellas oraciones que son como el típico niño bromista que sólo toca el timbre de una casa y sale corriendo.

Oremos hasta que oremos.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 3 de junio de 2016

Que Hacer Cuando No Quieres Orar


¿Te confieso algo? A veces no tengo el más mínimo deseo de orar. Tal vez has leído uno que otro artículo de este blog que te ayudó en tu vida espiritual y no esperabas leer algo como eso. De todos modos, soy un predicador y se supone que los predicadores siempre queremos orar, ¿verdad?

Pues…no es cierto. Al menos, no todo el tiempo. Hay días en los que simplemente no quiero orar. Esto no quiere decir que he perdido mi fe en Dios. Es sólo que la experiencia subjetiva de gozo en respuesta a la realidad objetiva de mi adopción no siempre está ahí.

Si tienes algún tiempo de ser cristiano estoy seguro que sabes a lo que me refiero.

Cuando tus oraciones se sienten más como un deber que un deleite; entonces, mejor revisas tú celular.

Cuando repites frases trilladas que no expresan con franqueza el estado de tu corazón; entonces, mejor te levantas a hacer cosas más “productivas.”

Cuando tus pensamientos distraídos, que varían desde la posible reelección del presidente hasta los nuevos pañales que tienes que comprar en la farmacia, entorpecen tus oraciones y mejor enciendes el televisor.

Cuando esto ocurre… ¿qué debemos hacer?

Aquí hay algunas sugerencias. Puede que no apliquen a ti. Pero, me han servido cuando orar no me sale tan natural.

1. Lee un devocional antes de orar.
El Dr. David Martin Lloyd Jones aconsejó a sus estudiantes leer un devocional antes de orar. Este hábito calienta el corazón y reagrupa nuestros pensamientos esparcidos enfocándolos en Jesús. La belleza de Dios en el rostro de Jesús puede derretir la cera de tu corazón endurecido. Por eso, asegúrate que la lectura devocional sea Cristo céntrica y no "selfie"-céntrica. Es decir, lee algo que enfoque la mirada de tu corazón en lo maravilloso que Cristo es en lugar de lo "fenomenal" que tú eres. 

Te sugiero "Lecturas de Mañana y Tarde" de Charles Spurgeon. O "En pos de lo supremo" por Oswald Sanders. O si sabes inglés, descarga la app Solid Joys de John Piper.

2. Cambia tu postura física.
La postura más común para orar es de rodillas. Ha sido la más usada porque externaliza el sentir de un espíritu humilde y postrado. Pero, no significa que sea la única forma de orar. En lo personal, arrodillarme a orar por las mañanas es una tentación para quedarme dormido. ¡Y vaya que sí ha pasado! Así que yo oro mientras camino dentro de mi pequeño cuarto. El movimiento hace que mi mente esté alerta. 

¡Un amigo pastor dice que sus mejores momentos de oración son mientras está corriendo o escalando una montaña! , la Biblia dice en 2 Samuel 7:18 que "David fue y se puso delante de Dios." En el idioma original, la palabra "puso" puede ser traducida también como "sentó." Es decir, David se sentó delante del Señor. Así que arrodillarse no es la única manera para orar.

Cada uno de nosotros está confeccionado de manera peculiar. Encuentra la forma en la que sincronices con Dios con mayor facilidad.

3. Grita: Ayúdame, Espíritu Santo.
Si estás indispuesto a orar, la exclamación más profunda que puedes hacer es: ¡Ayúdame a orar, Espíritu Santo!

La Biblia dice que el Espíritu Santo está intercediendo dentro de nosotros con gemidos que no se pueden describir (Rom. 8:26-28). No sé con exactitud la mecánica de cómo esto se desarrolla. Pero, parte de lo que significa es que cuando hacemos nuestras oraciones, a veces un tanto patéticas y superficiales. El Espíritu Santo las lleva delante del Padre y le dice: "Estas son las oraciones de Luís, tu hijo. Yo sé que no sabe lo que está diciendo. Está distraído y su corazón está divagando. Pero, lo que en realidad quiere decir es..."

¡Oh, sublime oración, hoy puedo hablar con Dios...orando!

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 2 de junio de 2016

Cuando Dios te deja "en visto."


La vida era bonita. Hasta que mis papás llegaron con una mala noticia: "Reasignaron a tu papá en el trabajo. Y nos vamos a mudar de ciudad."  Sé que no suena como un gran asunto para muchos. Pero, para un niño de 6 años lleno de inseguridad y dificultades para hacer amiguitos la idea de mudarme significaba estrés y ansiedad por ir a un ambiente desconocido

Como no sabía qué hacer, me puse a orar. Oraba todos los días. Por las mañanas, le pedía a Dios que no nos mudáramos. Por las tardes, se lo recordaba. Y por las noches, por si a Dios se le había olvidado, justo antes de dormirme, también le recordaba que por favor hiciera algo para que no nos mudáramos.

Y... ¿qué creen? ¡Siempre nos terminamos mudando!

Sentí como que Dios no escuchó absolutamente nada de lo que dije. Y si me escuchó, no me puso atención. A lo mejor Dios estaba demasiado ocupado intentando erradicar el hambre en el África o abogando por la paz en el Medio Oriente. ¿Quién sabe?

¿Alguna vez has sentido que le pides algo a Dios pero parece que Él no escucha?
A lo mejor has estado orando por un ascenso en el trabajo, pero parece que Dios te ha dejado "en visto."

Tal vez estás orando por un esposo o una esposa y sientes que Dios ha escuchado tu petición, pero te ha dejado con las dos flechitas en azulito.

Incluso, puede ser que has estado pidiendo por un milagro financiero en tu familia pero la respuesta no viene.

Y la interrogante debajo de todo esto es: "¿Por qué Dios no contesta mis oraciones?"

Todas estas son preguntas válidas que personas que aman a Jesús genuinamente se las están haciendo. Y en realidad no pretendo contestar todas las preguntas del porqué Dios no contesta algunas de tus oraciones.

Pero, sólo porque Dios no te haya contestado como tú esperabas no significa que Dios no te haya contestado en lo absoluto

Es decir, Dios contesta todas las oraciones. Sólo que algunas veces, la respuesta es "NO."  

Yo sé que esto es mucho más fácil hablarlo que vivirlo. Pero, la manera en que tú reaccionas cuando Dios no contesta tus oraciones como tú lo esperabas revela quien es el Señor de tu corazón. Si nuestro amor a Jesús está condicionado por la manera en como Él responde nuestras oraciones entonces no es a Jesús a quien adoramos sino a nosotros mismos.

En ocasiones nos gustaría que el Dios de la Biblia fuera como Jim Carrey, quien hace el papel de Dios en la película “Todopoderoso Bruce”, que después de pasar un día abrumado escuchando las peticiones de todo mundo, decide crear un software por medio del cual puede contestar: “SÍ” a todas las oraciones para no complicarse.

Pero, Dios no es negligente y perezoso. Él escucha todas nuestras plegarias. Y Él contesta todas y cada una de ellas. Pero, porque nos ama, a veces contesta de una manera que no nos parece. Porque, Él es un Padre sabio.

Al final, Dios contesta todas las oraciones de la manera en que nosotros quisiéramos que Él las contestara si nosotros supiéramos lo que Él sabe. 

Cuando sientes que Dios te deja “en visto” es porque tú no has visto lo que Él ha visto.

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 1 de junio de 2016

¿Por qué orar?


Quisiera decir que soy un gigante en la oración. Pero, no es así.
Mis deseos e intenciones de orar se han quedado, demasiadas veces, precisamente en eso: deseos e intenciones. Siempre que escucho un sermón sobre la importancia de orar siento dos cosas al mismo tiempo. Primero, una convicción que debo orar. Y segundo, culpabilidad por no hacerlo como debo.

Puede ser que tú estés pasando por algo similar. A lo mejor te pusiste una meta de orar más tiempo este año y no lo estás haciendo. Tal vez, cuando te arrodillas a orar tu mente se convierte en una autopista de pensamientos distractores que van y vienen. O a lo mejor, reconoces la necesidad de orar pero sientes que tus días están saturados con compromisos por todas partes.

Incluso, estar en la era de la informática, muy característica de los “arreglos rápidos” con tan sólo dar un click, puede hacer que estemos siempre detrás de “la bala de plata” que hará que nuestro ministerio de jóvenes alcance “otro nivel.”

“Si cambiáramos la modalidad de los cultos seríamos más exitosos.”
“Si usáramos otro tipo de música alcanzaríamos más jóvenes.”
“Si cambiáramos la estrategia de crecimiento seríamos el ministerio de jóvenes más grande de la ciudad, etc.”

Todas estas son buenas ideas que pueden generar fruto cuantitativo. Pero, nada de esto puede sustituir a la búsqueda del rostro de Dios a través de la oración.

Ahora, puede que, al igual que todos los cristianos mortales como yo, sientas frustración cuando quieres orar pero tu mente y corazón están en otro lado. O a lo mejor, si eres honesto contigo mismo, ni siquiera estás completamente seguro del porque todo el asunto parece ser tan importante para Dios.

Si así es el caso contigo, tengo buenas noticias: no eres el único que ha pasado por esto. De hecho, las personas que más cerca han estado de Dios, literalmente, los discípulos, no sabían cómo hacerlo. Uno de los pasajes más reconfortantes en toda la Escritura es cuando los discípulos le dicen a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Afortunadamente, nosotros tenemos las palabras que Jesús dijo acerca de la oración. En respuesta a la interrogante de sus discípulos, Jesús les enseñó un modelo para orar. Este modelo es conocido como el Padre Nuestro. Que no es un patrón para ser repetido verbatim (“palabra por palabra”). Sino que es una revelación del deseo del Padre en guiar a Sus hijos a tener intimidad con Él.

Por eso, quiero compartir tres propósitos que hacen la oración relevante a nuestras vidas a la luz del Padre Nuestro (Mateo 6:9-13).

1. Oramos para reconocer a Dios como Padre. “Padre Nuestro…”
Jesús le dice a sus discípulos que la manera principal en la que Dios quiere relacionarse con los que estamos en Cristo es como un Padre hacia un hijo. Este concepto puede sonar trillado para nosotros. Especialmente si tenemos algún tiempo de asistir a la iglesia. Pero, esta idea fue revolucionaria para su audiencia original. YAHWÉ, Elohim, el Dios de los Ejércitos, El Santo de Israel, El que sacó a su pueblo de Egipto con brazo fuerte, quiere que nosotros vayamos hacia Él con la misma confianza que un hijo tiene en su papá. 

La razón por la que nos dirigimos hacia Dios como Padre es a través de lo que Cristo hizo en la cruz (Gal.3:26) . Es la sangre de Cristo la que nos ha redimido de nuestros pecados. Y por eso, Dios teniendo todo el derecho de ser un juez que nos condena, si estamos en Cristo, Él es un Padre que nos abraza.

Uno de los padres de la Iglesia primitiva, Atanasio de Alejandría, solía decir: "El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios." 

Es nuestra adopción como hijos lo que nos garantiza un acceso ilimitado no sólo a las bendiciones de Dios, sino a algo mucho mejor: la persona y la presencia de Dios.

El pastor Tim Keller pinta esta imagen: "La única persona que puede entrar al cuarto de un Rey y levantarlo a las 3:00am para pedirle un vaso con agua es su hijo. Nosotros tenemos esa clase de acceso." Orar afirma nuestra identidad como hijos de un Padre amoroso.

2. Oramos para reconocer a Dios como Rey. “Qué estás en los cielos…”
Después de enfatizar que nuestra relación hacia Dios es como un hijo hacia un Padre, Jesús dice que nuestro Padre no es cualquier Padre sino que Él "está en los cielos." Este contraste es espectacular. Por un lado, Jesús enseña que Dios es accesible. Él es nuestro Papá. Podemos ir hacia Él en cualquier momento. 

Pero, si Dios  no es nada más que un ser espiritual benevolente, pero impotente ¿a quién acudimos cuando necesitemos ayuda? ¿A quién acudimos cuando las cosas se salen de nuestras manos? ¿A quién le pedimos cuando el diagnóstico muestra malas noticias? ¿A quién clamamos cuando nuestros hijos se han alejado?

Sin embargo, Jesús enseña que Dios no sólo es nuestro Padre sino que Él está en los cielos. No sólo es accesible sino que es poderoso. El poder y la bondad de Dios e complementan mutuamente y deben hacer que nuestro corazón salte de alegría. Si estamos en Cristo, tenemos acceso ilimitado y sin restricciones a un Padre que tiene poder ilimitado y sin restricciones.

E.M. Bounds solía decir que “la oración mueve La mano que mueve al mundo.”

La mayoría de los que están leyendo este artículo ministramos en Latinoamérica. La corrupción gubernamental existe en todo el mundo. Pero, es una realidad más intensa y más frecuente en gran parte de los países latinoamericanos. Muchos líderes políticos se autoproclaman los próximos libertadores de nuestros pueblos. Y así cautivan la conciencia de un pueblo harto. Por eso muchos, incluyendo cristianos, ven a su candidato político como el Mesías Redentor de la nación. Claro, es probable que ningún cristiano lo diría así. Pero, más de alguno lo cree así.

Dios a través de la oración dispersa la neblina de nuestro espíritu para confiar en Aquel que se sienta sobre el círculo de la tierra (Isaías 40:22) y en Aquel que pone y quita reyes (Daniel 2:21). Porque no importa quien está sentado en la silla presidencial, Dios sigue sentado en Su Trono y Él sigue siendo Rey.

Cuando oramos, Dios inclina su oído a nuestro clamor. El poder, la sabiduría y la majestad de Dios están más allá de lo que nuestra mente finita puede captar. Orar fortalece nuestra fe como hijos de un Padre Poderoso.

3. Oramos para glorificar a Dios como Santo. “Santificado sea tu nombre…”
Cuando reconocemos que Dios es nuestro Padre, y no sólo cualquier Padre, sino que es un Padre Poderoso que está en los cielos entonces nuestra respuesta natural a esta realidad es la adoración.

Jesús dice que oremos: “Santificado sea tu nombre.” Orar de esta manera significa pedirle al Señor que Él muestre su gloria al mundo de tal manera que las personas valoren a Dios con supremacía. Quienes tratan a Dios con desprecio y se mofan de Él nunca han visto su gloria con los ojos de su corazón. Porque cuando las personas ven a Dios verdaderamente como Él es, en lugar de como ellos piensan que es, no pueden responder de otra manera más que postrar su rostro en tierra y adorar diciendo: TÚ ERES SANTO.

Todos los seres humanos santificamos, es decir adoramos, algo o alguien. 

Santificamos nuestro trabajo cuando lo hacemos lo más valioso en nuestra vida.

Santificamos nuestros bienes cuando la marca del auto que manejamos es lo que nos da un sentido de valor propio.

Santificamos nuestras relaciones cuando la aceptación o el rechazo de otros es lo que nos edifica o destruye.

Pero, cuando oramos: "Santificado sea tu nombre" le decimos a Dios "Tú eres lo más valioso en el Universo. Ayúdame a verte así. Y a que todo el mundo te vea así y te valore así." Orar hace que nuestro corazón glorifique a Dios como el ser más valioso.

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-Luis Luna Jr. 
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 7 de agosto de 2015

Una Oración para escuchar la risa de Dios en un mundo que te vuelve enojado


Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad. Los malvados conspiran contra los justos; les gruñen de manera desafiante. Pero el Señor simplemente se ríe, porque ve que el día de su juicio se acerca. –Salmo 37:10-13 (NTV)

Padre Celestial, anticipo mucho el día en el que te escuche reír--una risa que llenará las cortes de los cielos y las cámaras de la eternidad; porque ese será el Día en el que cada expresión de oscuridad y muerte, del mal y locura, mezquindad y maldad serán totalmente erradicadas. Es difícil imaginarse un mundo vacío de cada semblante de pecado y quebranto y lleno hasta rebosar de tu bondad, verdad y belleza; pero Tú has prometido ese Día y Jesús ha asegurado ese Día.

Aunque no tan rápido como nosotros quisiéramos, pero con mayor certeza de lo que nosotros nos imaginamos, el Día en donde todo será hecho nuevo viene pronto. Y así como lo resalta esta Escritura, no serán los poderosos y los arrogantes los que "poseerán la tierra y vivirán en paz", sino "los humildes." Por tanto, te adoro, Padre, por la mansedumbre y humildad de Jesús, que como un cordero (El Cordero) fue llevado a la cruz--tomando nuestro pecado (mi pecado), derrotando el mal, y asegurando la transformación de todas las cosas.

Es en unión con Jesús que, nosotros también, heredaremos la tierra--por muy alucinante y a la vez, sobrio, que sea ese pensamiento; y es en unión con Jesús que nosotros también nos convertiremos en mansos y humildes para ser así útiles en el servicio en tu Reino.

Padre, perdona mi cinismo incrédulo, mis deseos de venganza y mis preocupaciones amedrentadas. La venganza te pertenece a ti, no a mí. La maldad en mi merece tu juicio tanto como requiere tu gracia. Hazme un hombre manso que se entristezca ante el mal, pero que viva con esperanza--tu hijo y siervo, viviendo tu historia para tu gloria.


Así que cuando los planes malévolos y los gruñidos de los impíos parezcan estar en incremento y la justicia en déficit, por favor, Padre, permítenos escuchar Tu risa. Que tu gozo sea nuestra fuerza, tus promesas nuestra confianza, y tu tiempo sea nuestro calendario. Decimos amen en el tierno y triunfante nombre de Jesús.

Traducido por Luís Luna Jr.
Adaptado del blog  "Heavenward" del Dr. Scotty Smith, pastor de Christ Community Church en Nashville, TN. Puedes encontrar el post original aquí