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viernes, 3 de marzo de 2017

Predicación expositiva: El antídoto para la adoración anémica


Los cristianos evangélicos han estado especialmente atentos a la adoración en años recientes, iniciando un renacimiento en pensamiento y conversación acerca de lo que la adoración en realidad significa y cómo debe llevarse a cabo. Aún cuando este renovado interés ha resultado en lo que algunos han llamado "guerras de adoración" en algunas iglesias, parece que lo que A.W. Tozer llamó "la joya perdida" de la adoración evangélica está siendo recuperada.

Sin embargo, aunque la mayoría de evangélicos estarían de acuerdo que la adoración es central para la vida de la iglesia, no habría consenso para una pregunta que no puede ser evadida: ¿Qué debe ser central en la adoración cristiana? Históricamente, las iglesias más litúrgicas han argumentado que los sacramentos forman el corazón de la adoración cristiana. Estas iglesias argumentan que los elementos de la Santa Cena y el agua del bautismo presentan el evangelio de una manera más poderosa. Entre los evangélicos, algunos claman que el evangelismo es el centro de la adoración, planeando cada faceta del culto-canciones, oraciones, el sermón-con la invitación evangelística en mente.

Aunque la mayoría de evangélicos mencionan la predicación de la Palabra como una parte necesaria y común de la adoración, el modelo prevaleciente de adoración en las iglesias evangélicas está continuamente siendo definido por la música, junto con formas innovadoras de presentaciones de video y dramas. Cuando la predicación de la Palabra se retira, un gran número de innovaciones de entretenimiento tomarán su lugar.

Las normas tradicionales de la adoración ahora están subordinadas a una demanda de relevancia y creatividad. Una cultura de medios dirigida por las imágenes ha reemplazada la cultura centrada en las palabras que dio a luz a las iglesias de la Reforma. En algún sentido, la cultura dirigida por las imágenes del evangelicalismo moderno es una recepción total de las mismas prácticas rechazadas por los Reformadores en su búsqueda por una adoración bíblica.

La música llena el espacio de la mayoría de la adoración evangélica y mucha de esta música viene en la forma de coros contemporáneos marcados por poco contenido teológico precioso. Más allá de la popularidad de los coros como forma musical, muchas iglesias evangélicas parecen intensamente enfocadas en replicar presentaciones musicales de mucha calidad de estudio.

En términos de estilo musical, las iglesias más tradicionales presentan coros grandes-en algunos casos con orquestas-y puede que a veces canten los himnos establecidos de la fe.  Las contribuciones corales son a veces masivas en escala y profesionales en calidad. En cualquier evento, la música llena el espacio y dirige la energía del servicio de adoración. Una planeación intensa, inversión financiera y prioridad en la preparación están enfocadas en las dimensiones musicales de la adoración. Un staff profesional y un ejército de voluntarios gastan gran parte de la semana en ensayos y sesiones de práctica.

Todo esto no es perdido en la congregación. Algunos cristianos deciden optar por iglesias que ofrecen el estilo de adoración y experiencia que encajan con su expectativa. En la mayoría de comunidades, las iglesias son conocidas por sus estilos de adoración y programas musicales. Aquellos que no están satisfechos con lo que encuentran en una iglesia rápidamente pueden moverse a otra, algunas veces usando el lenguaje de auto-expresión para explicar que la nueva iglesia "llena nuestras necesidades" o nos "permite adorar."

Una preocupación por la adoración bíblica verdadera estaba en el corazón de la Reforma misma. Pero, aún Martín Lutero, quien escribió himnos y requirió que sus predicadores fueran entrenados en canto, no aceptaría que esta preocupación moderna con la música sea legítima o saludable. ¿Por qué? Porque los reformadores estaban convencidos que el corazón de la verdadera adoración bíblica era la predicación de la Palabra de Dios.

Gracias sean dadas a Dios, que el evangelismo se lleva a cabo en la adoración cristiana. Confrontados por la presentación del evangelio y la predicación de la palabra, los pecadores son atraídos a la fe en Jesucristo y la oferta de salvación es presentada a todos. De la misma manera, La Cena del Señor y el bautismo son honradas como ordenanzas por el mandamiento mismo del Señor y cada uno encuentra su lugar en la verdadera adoración.

Más aún, la música es uno de los regalos más preciosos de Dios a su pueblo y es un lenguaje por medio del cual podemos adorar a Dios en espíritu y en verdad. Los  himnos de la fe transmiten confesiones y contenido teológico robusto y muchos coros modernos recuperan un sentido doxológico perdido en muchas iglesias evangélicas. Pero, la música no es el acto central de la adoración cristiana, y tampoco lo es el evangelismo y los sacramentos. El corazón de la adoración cristiana es la predicación auténtica de la Palabra de Dios.

La predicación expositiva es central, irreducible y no negociable hacia la misión bíblica de brindar adoración auténtica que agrada a Dios. La declaración simple de John Stott enuncia el asunto con denuedo: "La predicación es indispensable para el cristianismo." Más específicamente, la predicación es indispensable a la adoración cristiana y no sólo indispensable, sino que central.

La centralidad de la predicación es el tema de ambos testamentos de la Escritura. En Nehemías 8 encontramos que el pueblo le pedía a Esdras, el escriba, que sacara el libro de la ley para la asamblea. Esdras y sus colegas se paraban en una plataforma y leían el libro. Cuando el abría el libro para leerlo, la asamblea se ponía de pie en honor a la Palabra de Dios y respondía: "Amen, amen."

Interesantemente, el texto explica que Esdras y los que le ayudaban "leían del libro de la ley de Dios, explicando todo lo que decía de manera que la gente entendiera lo que leían" (Neh. 8:8). Este texto sorprendente presenta un paisaje de la predicación expositiva. Una vez que el texto era leído, era explicado detalladamente a la congregación. Esdras no coordinaba un evento ni orquestaba un espectáculo-él simplemente y cuidadosamente proclamaba la palabra de Dios.

Este texto es un juicio sobrio hacia una gran parte del cristianismo contemporáneo. De acuerdo al texto, una demanda de predicación bíblica hizo erupción en el corazón del pueblo. Ellos se reunieron como congregación y llamaron al predicador. Esto refleja un hambre intensa y una sed por la predicación de la Palabra de Dios. ¿Adónde se encuentra este deseo evidente en los evangélicos modernos?

En demasiadas iglesias, la Biblia se encuentra silenciada. La lectura pública de la Escritura ha sido removida de muchos cultos y el sermón ha sido puesto a un lado, reducido a un breve devocional que es más bien un apéndice a la música. Muchos predicadores han aceptado esto como una concesión necesaria a la era del entretenimiento. Algunos esperan dar un breve mensaje de ánimo y exhortación antes de terminar el servicio.

Como Michael Green lo dijo tan punzantemente: "Esta es la era de los sermoncitos. Y los sermoncitos hacen cristianitos."

La anemia de la adoración evangélica-poniendo la música y la energía a un lado-es directamente atribuible a la ausencia de predicación  expositiva. Tal predicación confrontaría a la congregación con nada menos que la palabra de Dios viva y activa. Esa confrontación moldeará mientras el Espíritu Santo acompaña la palabra, abre los ojos y aplica la palabra a los corazones humanos.

-Este artículo fue escrito por Albert Mohler, presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky.

Traducido por Luís Luna Jr.

viernes, 10 de junio de 2016

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador



Hace algún tiempo me preguntaron cuál era el mejor regalo que se le puede dar a un predicador. Es una interesante pregunta. Nunca me había puesto a pensar en algo así. Bendecir a quien te instruye en La Palabra no es sólo una buena práctica sino un mandato bíblico (Gal. 6:6; 1 Tim. 5:17; 1 Tes. 5:12-13). Puede que tú aprecias a tu pastor o a alguien que predica la Palabra de Dios y quieres regalarle algo, pero no estás tan seguro que debes darle. En verdad, hay muchas cosas buenas que se le pueden dar a un predicador.

Tal vez estás pensando en regalarle un libro. Por lo general, a los predicadores nos gusta leer. Regalar buenos libros siempre es una buena idea. Herramientas como comentarios bíblicos, enciclopedias o diccionarios enriquecen el estudio de un predicador.

Puede que estés pensando en regalarle corbatas, trajes o zapatos. De todos modos, el pastor siempre está en bodas, funerales, graduaciones, etc. y en otros eventos que requieren una vestimenta formal.

Tal vez has pensado en bendecir a un predicador económicamente. Eso está bien. Contrario a la idea popular que mucha gente tiene acerca de los predicadores, casi nadie está en este asunto por ganar dinero fácil. Claro, hay lobos vestidos de oveja y asalariados que explotan al pueblo de Dios. Pero, la gran mayoría de predicadores que conozco personalmente han incluso renunciado a trabajos bien pagados por dar su vida a la proclamación del evangelio. Créeme, hay maneras mucho más rápidas y menos complicadas de hacer grandes sumas de dinero que predicar el evangelio y cuidar del rebaño del Señor.

Todos estos son buenos regalos. Pero, hay algo aún mejor. El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es algo intangible. No es material ni físico. No se usa para vestir ni comer ni conducir. Y es algo todos tenemos de sobra. Nunca se acaba. Y sé que tenemos de sobra porque ya la estamos dando a muchas personas en varios lugares.

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es tu atención mientras él está predicando.

Tal vez no lo creas así, pero tu atención es importante para nosotros. Incluso, estamos dispuestos a hacer cosas que nunca nos imaginamos con el fin de comunicar bien un punto. ¿Alguna vez has estado en algún culto o en algún evento en el que sentiste que el predicador fue un poco excéntrico o cruzó la línea? Sin ánimos de excusar o justificar su error, estoy seguro que lo hizo por una razón noble: captar tu atención.

Estar atento no significa estar de acuerdo con todo lo que el predicador dice. Donde la Biblia es silenciosa, es normal que haya espacio para diferir sobre algunos artículos. Ningún predicador serio desea que su congregación deje su cerebro en la entrada al templo. En lo personal, siempre me halaga que alguien se acerque para discutir algún punto sobre algo que prediqué. Porque eso significa que al menos pusieron atención.

Si te preguntas porque esto parece ser tan importante para nosotros, déjame explicarte. Si tu pastor o algún predicador que conozcas ama a Dios y ama a las personas es seguro que antes de pararse detrás del púlpito pasa mucho tiempo orando y preparándose. Ora por La Palabra. Y ora por ti. Específicamente, ora para que la Palabra haga efecto en ti a través del Espíritu. Lucha con el pasaje para entender su idea central. Consulta comentarios y compara interpretaciones. Y sigue orando por ti un poco más. Cuando llega el momento de servir la Palabra se siente, aunque le cueste admitirlo, vulnerable. Y hasta desnudo. Todo predicador honesto consigo mismo y consciente sobre la enorme carga de predicar La Palabra siente algún grado de inseguridad. Aunque tenga 20 años de predicar o haya comenzado la semana pasada. 

Por eso cuando estamos predicando y tú estás más interesado en el celular, lo notamos. Cuando estamos predicando y aunque tu cuerpo esté ahí pero tu mente está en la deliciosa cena que vas a comer después del culto, también lo notamos. Cuando bostezas y miras el reloj, también lo notamos. Cuando tu mirada está perdida y estás haciendo un esfuerzo desmedido por bloquearte, también lo notamos. Y porque nos sentimos vulnerables en ese momento eso tiende a hacernos sentir inseguros.

¿Quieres bendecir a un predicador y ayudarle a predicar mejor? Bendícelo con tu atención.

Pero, hay algo más por lo que tu atención es importante para nosotros. Este, en realidad, es el verdadero porqué.

Los predicadores fieles creemos que la Biblia es La Palabra de Dios. Es autoritativa. Es definitiva. Es suficiente. Como estamos persuadidos de esto, tenemos la convicción que la gente necesita escuchar lo que la Biblia dice. Porque Dios habla a través de la Biblia. Si nos paráramos a hablar por 45 minutos acerca de nuestras opiniones políticas, nuestros estereotipos y gustos, entonces merecemos ser ignorados. Total, no somos tan interesantes. Pero, es precisamente por el hecho que Dios habla cuando exponemos fielmente la Palabra que esperamos la atención de las personas que están ahí.

George Whitefield fue uno de los predicadores más poderosos de los últimos siglos. Dios lo usó como un catalizador para iniciar el segundo gran avivamiento en Inglaterra y el este de Estados Unidos. Era un orador prodigioso. Un actor británico contemporáneo solía decir que estaba dispuesto a matar por poseer la misma elocuencia que Whitefiled desplegaba al decir palabras como "Mesopotamia." 

Whitefield estaba seguro que Dios habla a través de la exposición de la Escritura. Tan convencido estaba de esta realidad que mientras estaba predicando en una iglesia alguien en las primeras filas comenzó a dormirse. Al ver esto, Whitefield golpeó el púlpito y le dijo: "Si viniera a hablar de mis opiniones, tendrías el derecho a dormirte. Pero, vengo a dar un mensaje de parte de Dios. Y por lo tanto, debo ser escuchado y seré escuchado."

Si alguien predica un mensaje de parte de Dios a través de la Biblia y en el poder del Espíritu, esa persona espera tu atención porque merece tu atención. Tal vez tu predicador o pastor no sea Spurgeon. O Whitefield. O John Piper. Puede que no cautive contando una historia. Tal vez tenga una muletilla incómoda. Pero si durante el tiempo que predica está exponiendo la Escritura con fidelidad él es la boca de Dios hacia el pueblo. Y por lo tanto, debes estar atento.

¿Quieres darle el mejor regalo a un predicador? Dale tu atención mientras él está predicando.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 9 de junio de 2016

Si no oras, te mueres


 
Mucho puede decirse sobre la oración. Podemos mencionar todas las razones para orar. Podemos experimentar con diferentes métodos para que no se vuelva monótono. Incluso, podemos reflexionar sobre las ocasiones en las que Dios parece no contestar nuestras peticiones de la manera en que queremos. Pero, en el análisis final, por nuestra propia cuenta, debemos caer a la realidad que si no oramos nos morimos.
 
Tim Keller en su libro "Prayer: Experiencing Awe and Intimacy with God" relata la manera en que él llegó a esta conclusión. Mientras pasaba una temporada tumultuosa en su matrimonio, su esposa Kathy sugirió orar juntos todos los días. Tal vez eso podría rescatar su unión matrimonial. Él estuvo de acuerdo. Pero, preguntó qué pasaría si alguno de ellos, por alguna razón, simplemente no podía orar con el otro. Ya fuera porque ambos estaban de viaje y el cambio de horario se interpusiera. O porque estaban tan enfocados en algo, como en un proyecto de la iglesia,  que causaría que pasarán por alto su compromiso. Todas estas eran razones entendibles.
 
Kathy presionó un poco plasmando la idea que ella quería comunicar de la siguiente manera: "Imagina que tienes una enfermedad terminal. Pero, un día vas al médico a tu chequeo rutinario, sabiendo que te quedan pocos días para vivir. De repente, tu doctor te dice que hay una pastilla que puede salvarte por completo. Puede curar la enfermedad. Pero, hay un inconveniente: tienes que tomarte esta pastilla todos los días. Si comienzas el tratamiento y lo interrumpes, la recaída será peor. Y si dejas de tomártela por una tan sola vez, eres un hombre muerto."
 
En verdad que eso suena extremo. Pero, ¿cuál crees que serían las implicaciones? Por una parte, pase lo que pase, nunca olvidarás beberte la pastilla. Aunque estés haciendo muchas cosas a la vez siempre recordarás que debes tomártela. Tu vida depende de ello. También, nunca estarás demasiado ocupado haciendo algo más como para no beberla. Siempre encontrarás tiempo para hacerlo. Tu vida depende de ello. ¿Por qué tu agenda y prioridades ahora giran alrededor de tomar esa pastilla? Porque la realidad te ha atropellado como un camión Mack: si no tomas la pastilla, estás muerto. Tu vida depende de ello.
Cristiano, si tú no oras, estás muerto. No quiero decir que si dejas de orar un día irás al infierno. Tampoco quiero decir que si oras más Dios te amará más. O si oras menos Dios te amará menos. El amor de Dios hacia ti no está condicionado en base a tu desempeño, sino al desempeño de Cristo en su vida y obra. Pero, lo que si ocurrirá si dejas de orar es que poco a poco tu espíritu se irá debilitando. Poco a poco, tu alma se irá marchitando. Poco a poco tu corazón encontrará deleite en ídolos falsos en lugar de Jesús.
 
Lo espeluznante de esto es que serás tentado a fingir que nada está pasando y todo marcha en orden. Puede que estés tan ocupado sirviendo que todo mundo te considere en buen estado. A lo mejor estás tan involucrado en la iglesia que a nadie se le ocurre que estás en problemas. O tal vez estás liderando un ministerio tan activo que todo mundo asume que tu corazón está en el lugar correcto. Pero, si tienes algún tiempo de estar en la iglesia, tú y yo sabemos que puedes liderar un ministerio muy activo con un corazón muy seco.
 
Ahora, sólo el Espíritu Santo puede implantar esta convicción en lo más profundo de tu ser. Nadie más puede hacerlo. No es la habilidad retórica o elocuencia inteligente lo que puede bendecir a alguien con una dosis tan cargada de esta realidad sino el Espíritu Santo. Sólo Él puede soplar vida y despertar tu distraído corazón al hecho que: si no oras te mueres.
 
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Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 3 de junio de 2016

Que Hacer Cuando No Quieres Orar


¿Te confieso algo? A veces no tengo el más mínimo deseo de orar. Tal vez has leído uno que otro artículo de este blog que te ayudó en tu vida espiritual y no esperabas leer algo como eso. De todos modos, soy un predicador y se supone que los predicadores siempre queremos orar, ¿verdad?

Pues…no es cierto. Al menos, no todo el tiempo. Hay días en los que simplemente no quiero orar. Esto no quiere decir que he perdido mi fe en Dios. Es sólo que la experiencia subjetiva de gozo en respuesta a la realidad objetiva de mi adopción no siempre está ahí.

Si tienes algún tiempo de ser cristiano estoy seguro que sabes a lo que me refiero.

Cuando tus oraciones se sienten más como un deber que un deleite; entonces, mejor revisas tú celular.

Cuando repites frases trilladas que no expresan con franqueza el estado de tu corazón; entonces, mejor te levantas a hacer cosas más “productivas.”

Cuando tus pensamientos distraídos, que varían desde la posible reelección del presidente hasta los nuevos pañales que tienes que comprar en la farmacia, entorpecen tus oraciones y mejor enciendes el televisor.

Cuando esto ocurre… ¿qué debemos hacer?

Aquí hay algunas sugerencias. Puede que no apliquen a ti. Pero, me han servido cuando orar no me sale tan natural.

1. Lee un devocional antes de orar.
El Dr. David Martin Lloyd Jones aconsejó a sus estudiantes leer un devocional antes de orar. Este hábito calienta el corazón y reagrupa nuestros pensamientos esparcidos enfocándolos en Jesús. La belleza de Dios en el rostro de Jesús puede derretir la cera de tu corazón endurecido. Por eso, asegúrate que la lectura devocional sea Cristo céntrica y no "selfie"-céntrica. Es decir, lee algo que enfoque la mirada de tu corazón en lo maravilloso que Cristo es en lugar de lo "fenomenal" que tú eres. 

Te sugiero "Lecturas de Mañana y Tarde" de Charles Spurgeon. O "En pos de lo supremo" por Oswald Sanders. O si sabes inglés, descarga la app Solid Joys de John Piper.

2. Cambia tu postura física.
La postura más común para orar es de rodillas. Ha sido la más usada porque externaliza el sentir de un espíritu humilde y postrado. Pero, no significa que sea la única forma de orar. En lo personal, arrodillarme a orar por las mañanas es una tentación para quedarme dormido. ¡Y vaya que sí ha pasado! Así que yo oro mientras camino dentro de mi pequeño cuarto. El movimiento hace que mi mente esté alerta. 

¡Un amigo pastor dice que sus mejores momentos de oración son mientras está corriendo o escalando una montaña! , la Biblia dice en 2 Samuel 7:18 que "David fue y se puso delante de Dios." En el idioma original, la palabra "puso" puede ser traducida también como "sentó." Es decir, David se sentó delante del Señor. Así que arrodillarse no es la única manera para orar.

Cada uno de nosotros está confeccionado de manera peculiar. Encuentra la forma en la que sincronices con Dios con mayor facilidad.

3. Grita: Ayúdame, Espíritu Santo.
Si estás indispuesto a orar, la exclamación más profunda que puedes hacer es: ¡Ayúdame a orar, Espíritu Santo!

La Biblia dice que el Espíritu Santo está intercediendo dentro de nosotros con gemidos que no se pueden describir (Rom. 8:26-28). No sé con exactitud la mecánica de cómo esto se desarrolla. Pero, parte de lo que significa es que cuando hacemos nuestras oraciones, a veces un tanto patéticas y superficiales. El Espíritu Santo las lleva delante del Padre y le dice: "Estas son las oraciones de Luís, tu hijo. Yo sé que no sabe lo que está diciendo. Está distraído y su corazón está divagando. Pero, lo que en realidad quiere decir es..."

¡Oh, sublime oración, hoy puedo hablar con Dios...orando!

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 1 de junio de 2016

¿Por qué orar?


Quisiera decir que soy un gigante en la oración. Pero, no es así.
Mis deseos e intenciones de orar se han quedado, demasiadas veces, precisamente en eso: deseos e intenciones. Siempre que escucho un sermón sobre la importancia de orar siento dos cosas al mismo tiempo. Primero, una convicción que debo orar. Y segundo, culpabilidad por no hacerlo como debo.

Puede ser que tú estés pasando por algo similar. A lo mejor te pusiste una meta de orar más tiempo este año y no lo estás haciendo. Tal vez, cuando te arrodillas a orar tu mente se convierte en una autopista de pensamientos distractores que van y vienen. O a lo mejor, reconoces la necesidad de orar pero sientes que tus días están saturados con compromisos por todas partes.

Incluso, estar en la era de la informática, muy característica de los “arreglos rápidos” con tan sólo dar un click, puede hacer que estemos siempre detrás de “la bala de plata” que hará que nuestro ministerio de jóvenes alcance “otro nivel.”

“Si cambiáramos la modalidad de los cultos seríamos más exitosos.”
“Si usáramos otro tipo de música alcanzaríamos más jóvenes.”
“Si cambiáramos la estrategia de crecimiento seríamos el ministerio de jóvenes más grande de la ciudad, etc.”

Todas estas son buenas ideas que pueden generar fruto cuantitativo. Pero, nada de esto puede sustituir a la búsqueda del rostro de Dios a través de la oración.

Ahora, puede que, al igual que todos los cristianos mortales como yo, sientas frustración cuando quieres orar pero tu mente y corazón están en otro lado. O a lo mejor, si eres honesto contigo mismo, ni siquiera estás completamente seguro del porque todo el asunto parece ser tan importante para Dios.

Si así es el caso contigo, tengo buenas noticias: no eres el único que ha pasado por esto. De hecho, las personas que más cerca han estado de Dios, literalmente, los discípulos, no sabían cómo hacerlo. Uno de los pasajes más reconfortantes en toda la Escritura es cuando los discípulos le dicen a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Afortunadamente, nosotros tenemos las palabras que Jesús dijo acerca de la oración. En respuesta a la interrogante de sus discípulos, Jesús les enseñó un modelo para orar. Este modelo es conocido como el Padre Nuestro. Que no es un patrón para ser repetido verbatim (“palabra por palabra”). Sino que es una revelación del deseo del Padre en guiar a Sus hijos a tener intimidad con Él.

Por eso, quiero compartir tres propósitos que hacen la oración relevante a nuestras vidas a la luz del Padre Nuestro (Mateo 6:9-13).

1. Oramos para reconocer a Dios como Padre. “Padre Nuestro…”
Jesús le dice a sus discípulos que la manera principal en la que Dios quiere relacionarse con los que estamos en Cristo es como un Padre hacia un hijo. Este concepto puede sonar trillado para nosotros. Especialmente si tenemos algún tiempo de asistir a la iglesia. Pero, esta idea fue revolucionaria para su audiencia original. YAHWÉ, Elohim, el Dios de los Ejércitos, El Santo de Israel, El que sacó a su pueblo de Egipto con brazo fuerte, quiere que nosotros vayamos hacia Él con la misma confianza que un hijo tiene en su papá. 

La razón por la que nos dirigimos hacia Dios como Padre es a través de lo que Cristo hizo en la cruz (Gal.3:26) . Es la sangre de Cristo la que nos ha redimido de nuestros pecados. Y por eso, Dios teniendo todo el derecho de ser un juez que nos condena, si estamos en Cristo, Él es un Padre que nos abraza.

Uno de los padres de la Iglesia primitiva, Atanasio de Alejandría, solía decir: "El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios." 

Es nuestra adopción como hijos lo que nos garantiza un acceso ilimitado no sólo a las bendiciones de Dios, sino a algo mucho mejor: la persona y la presencia de Dios.

El pastor Tim Keller pinta esta imagen: "La única persona que puede entrar al cuarto de un Rey y levantarlo a las 3:00am para pedirle un vaso con agua es su hijo. Nosotros tenemos esa clase de acceso." Orar afirma nuestra identidad como hijos de un Padre amoroso.

2. Oramos para reconocer a Dios como Rey. “Qué estás en los cielos…”
Después de enfatizar que nuestra relación hacia Dios es como un hijo hacia un Padre, Jesús dice que nuestro Padre no es cualquier Padre sino que Él "está en los cielos." Este contraste es espectacular. Por un lado, Jesús enseña que Dios es accesible. Él es nuestro Papá. Podemos ir hacia Él en cualquier momento. 

Pero, si Dios  no es nada más que un ser espiritual benevolente, pero impotente ¿a quién acudimos cuando necesitemos ayuda? ¿A quién acudimos cuando las cosas se salen de nuestras manos? ¿A quién le pedimos cuando el diagnóstico muestra malas noticias? ¿A quién clamamos cuando nuestros hijos se han alejado?

Sin embargo, Jesús enseña que Dios no sólo es nuestro Padre sino que Él está en los cielos. No sólo es accesible sino que es poderoso. El poder y la bondad de Dios e complementan mutuamente y deben hacer que nuestro corazón salte de alegría. Si estamos en Cristo, tenemos acceso ilimitado y sin restricciones a un Padre que tiene poder ilimitado y sin restricciones.

E.M. Bounds solía decir que “la oración mueve La mano que mueve al mundo.”

La mayoría de los que están leyendo este artículo ministramos en Latinoamérica. La corrupción gubernamental existe en todo el mundo. Pero, es una realidad más intensa y más frecuente en gran parte de los países latinoamericanos. Muchos líderes políticos se autoproclaman los próximos libertadores de nuestros pueblos. Y así cautivan la conciencia de un pueblo harto. Por eso muchos, incluyendo cristianos, ven a su candidato político como el Mesías Redentor de la nación. Claro, es probable que ningún cristiano lo diría así. Pero, más de alguno lo cree así.

Dios a través de la oración dispersa la neblina de nuestro espíritu para confiar en Aquel que se sienta sobre el círculo de la tierra (Isaías 40:22) y en Aquel que pone y quita reyes (Daniel 2:21). Porque no importa quien está sentado en la silla presidencial, Dios sigue sentado en Su Trono y Él sigue siendo Rey.

Cuando oramos, Dios inclina su oído a nuestro clamor. El poder, la sabiduría y la majestad de Dios están más allá de lo que nuestra mente finita puede captar. Orar fortalece nuestra fe como hijos de un Padre Poderoso.

3. Oramos para glorificar a Dios como Santo. “Santificado sea tu nombre…”
Cuando reconocemos que Dios es nuestro Padre, y no sólo cualquier Padre, sino que es un Padre Poderoso que está en los cielos entonces nuestra respuesta natural a esta realidad es la adoración.

Jesús dice que oremos: “Santificado sea tu nombre.” Orar de esta manera significa pedirle al Señor que Él muestre su gloria al mundo de tal manera que las personas valoren a Dios con supremacía. Quienes tratan a Dios con desprecio y se mofan de Él nunca han visto su gloria con los ojos de su corazón. Porque cuando las personas ven a Dios verdaderamente como Él es, en lugar de como ellos piensan que es, no pueden responder de otra manera más que postrar su rostro en tierra y adorar diciendo: TÚ ERES SANTO.

Todos los seres humanos santificamos, es decir adoramos, algo o alguien. 

Santificamos nuestro trabajo cuando lo hacemos lo más valioso en nuestra vida.

Santificamos nuestros bienes cuando la marca del auto que manejamos es lo que nos da un sentido de valor propio.

Santificamos nuestras relaciones cuando la aceptación o el rechazo de otros es lo que nos edifica o destruye.

Pero, cuando oramos: "Santificado sea tu nombre" le decimos a Dios "Tú eres lo más valioso en el Universo. Ayúdame a verte así. Y a que todo el mundo te vea así y te valore así." Orar hace que nuestro corazón glorifique a Dios como el ser más valioso.

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-Luis Luna Jr. 
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 8 de marzo de 2016

Líder de alabanza: Tú no eres el próximo __________.



En el círculo de líderes de alabanza (y de predicadores también) es muy común escuchar cosas como:


"Él es el próximo Marcos Barrientos"

"Ella es la futura Christine D'Clario"

"Ellos son los próximos Miel San Marcos"

“Él es el próximo Lucas Leys.”

Entiendo, hasta cierto punto, que al decir esto mucha gente en realidad tienen buenas intenciones. Básicamente, las personas están diciendo que vas encaminado hacia la misma trayectoria que otros grandes hombres y mujeres de Dios.

Sin embargo, hay un problema con esto. De hecho, hay varios.

Por un lado, ya hay un Marcos Barrientos. Y Dios lo usa mucho.

Ya hay una Christine D'Clario. Y Dios la ha dotado con mucho talento y unción.

Ya hay una banda (ministerio, equipo, worship team, compañía de salmistas, arpas y copas, lo que sea) que se llama Miel San Marcos. Y Dios ha bendecido a las naciones a través de ellos.

Y cuando alguien te dice que tú serás el próximo "Ministro Fulano Famoso" entonces correrás el riesgo de querer encasillarte en un molde.

Y eso es lamentable. Porque eso nos roba de lo mejor que Dios nos puede dar a través de ti: TÚ.   

Tú con tus errores.

Tú con tus limitaciones.

Aclaro, a todos, predicadores o ministros de alabanza, de alguna manera u otra nos ocurre esto. Yo creo que Dante Gebel es un fantástico comunicador. Crecí admirándolo. Mejor dicho, imitándolo. Pero, concluí que los chistes que Dante cuenta suenan mejor con un acento argentino...que yo no tengo.

Ahora, por mucho que Dios esté usando a todos estos ministros, no necesitamos réplicas de ellos. Necesitamos más versiones genuinas de ti.

Por otro lado, hay un problema detrás del problema. Cuando tratas de ser alguien que no eres estás diciéndole a Dios que se equivocó en haberte diseñado tal como lo hizo.

Estás diciéndole al Creador que tú eres más sabio que Él con respecto a la identidad que debes tener. Estás diciéndole a Dios que tú eres un mejor creador. Y en realidad, la Biblia dice que tú eres pésimo jugando a ser dios.

Otro conflicto es pensar que si emulas la identidad y esencia del Ministro Fulano Famoso, entonces, tendrás como resultado la fama, influencia y favor del Ministro Fulano Famoso.

Mira, seré sincero. Es muy probable que tú no grabes un disco. Es muy probable que tus canciones no sean escuchadas en las radios. De hecho, es probable que no te inviten a dar conferencias en otros países y también es probable que tu "plataforma" no se extienda más allá de la iglesia local en donde ministras.

Y si en este momento te encuentras aterrorizado diciendo, "Luís, reprendo tus palabras. Yo VOY a salir a las naciones. Yo VOY a salir a ministrar a conferencias. YO voy a grabar discos."

Pues, al menos estás dándote cuenta que tu Dios no es Jesús sino la fama que adorar a Jesús te puede traer.

Unos días atrás, un pastor sabio y de muchos años platicaba conmigo y me decía: "Luís, vi a un joven ministro de alabanza con bastante unción. Pero, ¿sabes que es lo que más me movió? Que pude sentir que él no tenía la intención de ser el próximo Marcos Brunet. Sino que estaba contento con sólo ser él. Eso fue refrescante."


Alégrate con el simple hecho de ser tú. Porque Dios se alegra más cuando tú eres tú. Jesús no murió en la cruz por una versión tuya 2.0 de alguien más. Jesús murió en la cruz por ti.

-Escrito por Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 14 de septiembre de 2015

La Gracia de Dios y la Masturbación



Yo sé. Tema extraño. Créeme. Fue más difícil para mí escribirlo que para ti leerlo. De hecho, al terminar de haberlo redactado, estuve tentado a no publicarlo.

Pero, en palabras del polémico Dr. Stanley Hauerwas: "Toda religión, de alguna manera u otra, le dice a sus seguidores que hacer con sus genitales."

Y también considerando que las estadísticas indican que el 95% de las personas se masturban, y el otro 5% miente (es un chiste), creo que es necesario exponer esta problemática a la luz de la gracia y verdad de Dios.

¿Qué dice la Biblia?


Ahora, no le digan esto a sus adolescentes pero, la Biblia es silenciosa con respecto a esto. Es decir, no hay ningún pasaje que clara y explícitamente condene esta práctica.

El Dr. James Dobson, fundador de "Enfoque a la Familia", en una carta hacia una consternada madre de un adolescente, opina lo siguiente:

“Es interesante para mí que la Escritura no aborda este tema excepto en una sola referencia en el Antiguo Testamento en donde menciona a un hombre llamado Onan. 

Él interrumpió la relación sexual con su cuñada y dejó que su "semilla" (semen) cayera en el suelo y así evitar concebir descendencia para su hermano, lo cual era su "deber" de acuerdo a las costumbres de la época (Génesis 38:8). 

Aunque ese verso es con frecuencia citado como evidencia de la desaprobación de Dios con respecto a la masturbación, el contexto no parece indicarlo de tal forma."

¿Entonces, es pecado…?

Ahora, sé lo que están pensando. "Luís, ¿estás diciendo que la masturbación no es pecado?" Mi respuesta: Claro que no...estoy diciendo eso. Creo que sí es pecado.

El pastor John Piper, en su artículo "Misión y masturbación", explica por qué:

"¿Es la masturbación pecado? Déjame explicarlo, al menos para los hombres. No puedo imaginar el orgasmo sexual en las entrañas sin imágenes sexuales en la mente...Evidentemente, Dios ha diseñado la conexión entre el orgasmo sexual y el pensamiento sexual de tal manera que la fuerza y el placer del orgasmo sea dependiente al pensamiento o imágenes en nuestra mente.

Por tanto, para masturbarse es necesario tener pensamientos e imágenes vívidas y emocionantes en la mente. Esto puede ser por pura imaginación, imágenes, películas, historias o personas reales. Estas imágenes siempre involucran a las mujeres como objetos sexuales. 

Uso la palabra "objeto" pues para que una mujer sea un verdadero "sujeto" sexual en nuestra imaginación ella debe ser en realidad con la que estamos experimentando lo que estamos imaginando. Tal no es el caso en la práctica de la masturbación. Y por esto, es pecado."

Es decir, la razón por la que este hábito es pecado es porque el combustible que lo inflama son las imágenes mentales eróticas de una mujer, en el caso de los hombres, y viceversa en el caso de las mujeres.

Hasta el momento, no conozco a ningún sujeto que se emocione ante el pensamiento de elefantes hembra. Lo cual sería muy extraño y espero nunca conocerlo.

Pero,  Jesús fue muy claro con respecto a tratar a una mujer como objeto sexual, aún en nuestros pensamientos: "Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón" (Mateo 5:28).

¿Qué tiene de malo?

Pero, ¿cuáles son las consecuencias de vivir en este patrón pecaminoso?

Como aclaración, la mayoría de consecuencias físicas como la ceguera o lentitud mental, causados por esta práctica, son meramente mitos urbanos con el fin de asustar a los jóvenes para que dejen hacerlo. 

Hasta el momento no he leído o escuchado de ninguna investigación seria que respalde tales aseveraciones.

O a lo mejor pienses: “Pero, el acto de la masturbación es solitario y no daño a nadie más.”

Pero, más allá de los "posibles" daños físicos, los efectos espirituales son sumamente más profundos.

En una carta personal de parte de C.S Lewis a Keith Masson, en "Compilación de Cartas de C.S Lewis, volumen 3", él dice:

"Para mí el verdadero mal de la masturbación está en que toma un apetito que, en su uso apropiado, saca al individuo de sí mismo para completar y corregir su propia personalidad en la de otra persona y finalmente en hijos y nietos, y lo revierte: enviando al hombre en la prisión de sí mismo para mantenerlo en un harem (palacio lleno de mujeres) de novias imaginarias.

Y en este harem, una vez aceptado, trabaja en contra de su proceso de salirse de sí mismo y unirse con una mujer real. Pues, el harem siempre está disponible, siempre accesible, sin un llamado al sacrificio o hacer ajustes y dotado de atracciones eróticas y psicológicas con las que ninguna mujer real puede competir.

Entre este conjunto de novias oscuras él es siempre adorado, siempre el amante perfecto: ninguna demanda es hecha en su egoísmo, ninguna mortificación en su vanidad. Al final, ellas se vuelven el medio por el cual él incrementalmente se adora más a sí mismo.

Después de todo, la obra primordial de la vida es dejar de enfocarnos en nosotros mismos, fuera de nuestros títulos y de la prisión oscura en la que todos nacemos. La masturbación debe ser evitada, como todas las cosas que retardan este proceso. Pues el peligro es que se pueda llegar a amar la prisión."

Dios diseñó la sexualidad en el hombre y la mujer para que fuese disfrutada dentro de una relación matrimonial de pacto, compromiso, sacrificio y entrega mutua. 

Todo deleite sexual fuera de esta relación es prohibido no porque Dios sea un aguafiestas, sino porque nos ha diseñado en amor y sabe que la búsqueda de gratificación sexual antes de o fuera del matrimonio siempre resultará en quebranto, dolor y sufrimiento.

¿Cómo vencer?

Ahora, alguien que esté leyendo puede decirse a sí mismo, “Ok, Luís entiendo que la masturbación es pecado. Entiendo porque es dañina. Pero, simplemente parece que no puedo vencerla. No sé qué hacer. Ya intenté salir a hacer ejercicio. Ya intenté baños con hielo. Ya intenté todas las tácticas posibles para vencer, pero siempre soy derrotado.”

¿Entonces, qué hacer? Contemplar la gloriosa gracia de Dios en Cristo.

“¡¿Qué?! ¡¿Eso es todo, Luís?!”

Es aquí donde muchas personas trastornan su perspectiva sobre la gracia de Dios. Muchos están en contra de predicar sobre la gracia de Dios porque tienen temor que la gente siga pecando.

Una vez alguien se me acercó y me dijo: “Yo no hablo mucho de la gracia de Dios a mis jóvenes porque entonces van a pensar que tienen permiso para pecar. Entonces, mejor sólo les digo lo que está malo y que tienen cambiar.” 

Como alguien que trabaja con jóvenes en la Iglesia, entiendo muy bien esta manera de pensar. Pero, es una seria equivocación (Romanos 6:1).

Pues, la gracia de Dios no es una licencia para seguir pecando sino que es poder para hacer la voluntad de Dios y vencer al pecado. (Rom. 6:14)

De hecho, la gracia no es un concepto. La gracia no es un paradigma. La gracia no es un programa. La gracia es una Persona. La gracia es Jesús (Juan 1:14).

La única manera de experimentar la transformación de los impulsos sexuales es a través de la contemplación del rostro de Jesús en la Escritura y en la oración. 

El pastor Matt Chandler dice, “No nos volvemos santos tratando de ser santos sino contemplando la belleza de Dios.”

Cuando contemplamos, genuinamente admiramos, la magnitud y la belleza del Dios que se nos ha revelado en Jesús el poder del pecado se irá quebrantando en nuestros corazones.

La razón por la que la masturbación, y los demás pecados sexuales, pueden parecer invencibles es porque Dios no tiene peso en nuestros corazones. La grandeza de Dios debe ser mayor que nuestros impulsos; Su hermosura debe ser más atractiva que cualquier deseo de la carne.

En pocas palabras, dice el pastor J.D Grear, “Cedemos a la tentación no porque nuestros deseos por esos hábitos son demasiado grandes; sino que nuestro deseo por Dios es demasiado pequeño.”

El teólogo puritano del siglo 18, Thomas Chalmers, llamó a esto: “El poder expulsivo de una afección suprema.”

Es decir, nuestras afecciones por ídolos, incluyendo la masturbación, son transformadas cuando nuestro corazón es cautivado por una afección más encantadora y hermosa: el rostro de Cristo en el evangelio. Y el resultado de esta afección es el impulso de postrarnos en adoración y arrepentimiento ante Su belleza. Porque Jesús es mejor que el pecado.


Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu. -2 Corintios 3:18


-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 4 de agosto de 2015

Jesús, el Verdadero y Supremo Sansón

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En el camino a Emaús, Jesús explicó a sus discípulos como todo en el Antiguo Testamento, desde el libro de Moisés hasta los profetas, se trataba de él. A la mayoría de personas les cuesta leer el Antiguo Testamento de esa manera. Así que cuando llegan a un libro como Jueces se preguntan, "¿Qué tiene que ver Jesús en todo este desorden?"

Pero, las pistas están ahí sí sabemos cómo leerlas. Muchas de las historias del Antiguo Testamento proveen la sombra de la cual Jesús es la realidad. Ellas son el bosquejo, Él es la substancia. Lo que ellas comienzan, Jesús termina.

Recientemente, fui sorprendido mientras leía la historia del nacimiento de Sansón. Cuando un ángel viene a prometer sobre el nacimiento milagroso de Sansón, él dice que "Sansón comenzará a salvar a Israel de la mano de los Filisteos" (Jueces 13:5). 

Comenzará. Esa es una manera extraña de decirlo. ¿Quién lo habría de terminar? Sansón, después de todo, era el último juez en el libro. El autor intencionalmente nos está mostrando algo: para el final de esta historia, tienes que leer más allá del libro. Y para aquellos que sabemos el final de la gran historia, debe ser obvio: Jesús completa la salvación que Sansón nada más comenzó.

Esto puede ser visto aún en la historia del nacimiento de Sansón. Hay algunos paralelismos fascinantes: ambos nacimientos fueron prometidos milagrosamente; ambos fueron respuestas al cautiverio de Israel; ambas historias describen el nacimiento y luego la adultez, saltándose la parte de la niñez. Se puede considerar la historia de nacimiento de Sansón como una anticipación del verdadero y supremo Juez que habría de venir.

Los paralelismos entre el nacimiento de Jesús y de Sansón son impactantes, pero también hay una diferencia abismal. El nacimiento de Sansón traería gozo y honor a una mujer que, debido a que era estéril, vivía en medio de la vergüenza. Pero, el nacimiento de Jesús fue todo lo opuesto: trajo vergüenza a María y José, porque parecía que ellos habían concebido un hijo antes del matrimonio. 

La diferencia es crucial, porque nos muestra como el verdadero Salvador nos salvaría--no a través de poder y honor, sino a través de vergüenza y desgracia.

Desde el principio, la historia de Sansón apunta a más allá de Sansón. Apunta a Jesús, el verdadero y supremo Sansón, que triunfaría en cada lugar que Sansón había fallado. Al igual que Sansón, la fuerza de Jesús residía no en su contextura, sino en el poder del Espíritu. Pero, a diferencia de Sansón, Jesús nunca comprometería la ley de Dios. Él obedecería cada faceta de la ley.

A diferencia de Sansón, que fue controlado por sus impulsos, Jesús sería controlado por la voluntad de Dios. Después de ayunar por 40 días en el desierto, Él pudo resistir las tentaciones de Satanás diciendo, "No vivo por pan; vivo por la Palabra de Dios."

A diferencia de Sansón, que se volvió arrogante y egoísta, Jesús--quien sí tenía derecho a un trono--tomaría el rol de un siervo y se sometería a sí mismo a la humillación de la cruz.

Quedamos deslumbrados ante la fuerza de Sansón. Pero, yo quedo sorprendido ante la presencia de Jesús el Nazareno.

Vea, admirar a Sansón por su fuerza nos puede impresionar, pero nunca nos hará cambiar. Porque lo que más necesitamos no es un fuerte modelo y referente a seguir; lo que más necesitamos es un Salvador quebrantado, alguien que nos diera su fuerza y nos salve de nosotros mismos.

La ironía de Sansón radica en que él era fuerte exteriormente, pero terriblemente débil interiormente. En esa forma, él es como muchos de nosotros. Necesitamos alguien que empodere nuestros espíritus, no que simplemente inspire nuestras imaginaciones. Y cuando tú vez y crees lo que Jesús hizo por ti--que Aquel que era fuerte se hizo débil por ti; Aquel que era justo se hizo pecado por ti; que La Vida misma sufrió la muerte por ti...entonces, y sólo entonces, recibirás la fuerza moral para vivir de la manera que Sansón no pudo.


El objetivo de leer la Escritura--ya sea Jueces, Juan o Jonás--es la adoración. No se trata de aprender nuevos datos. No se trata de indagar pasos de acción. Se trata de adoración. Llega un tiempo cuando pones la pluma a un lado, tus ojos miran arriba y dejas de decir, "¡Ay Dios! Mira todo lo que yo he hecho por ti..." y tú dices, "¡Oh, Dios mío! Mira todo lo que Tú has hecho por mí."

Traducido por Luís Luna Jr. 
Este fue un extracto del Sermón "Cuando los débiles se convierten fuertes" del Pastor J.D. Greear, de Summit Church en Raleigh-Durham, Carolina del Norte. Puedes escuchar el sermón en inglés aquí