miércoles, 28 de diciembre de 2016

¿Qué hiciste este año?


Unos días atrás, mi equipo de líderes en la iglesia y yo hicimos una especie de ejercicio espiritual. Si es que se le puede llamar así. Pues, en realidad no fue algo innovador o fuera de serie. Simplemente, nos preguntamos dos cosas con el fin de reflexionar cerca del fin de año. La primera pregunta fue: ¿Qué metas personales nos propusimos al inicio de año, que por alguna razón, no se dieron? Y la segunda: ¿cómo contribuimos nosotros a este resultado?

Las respuestas fueron variadas. En especial, porque las preguntas no se limitaban a las "cosas espirituales" sino a la vida en general. Algunos quisieron aprender a ejecutar un instrumento, pero no se pudo. Otros mencionaron que querían viajar, pero tampoco se pudo. Alguien incluso dijo que este año quería ser papá, pero su esposa perdió el bebé. Ese fue, sin duda alguna, el "no se pudo" más doloroso.

Comienzo fresco y reflexión continua
La mayoría de nosotros comenzamos el año con iniciativas frescas. Con deseos de cambiar nuestras vidas. La víspera de año nuevo siempre es un tiempo favorable para dar lugar a cambios. O al menos de hacer el intento. Por eso, las dietas se vuelven populares y los dueños de gimnasio hacen mucha plata en enero. Muchos incluso quieren que el año termine pronto. Porque el que viene, sin duda, será "mejor." Según como se entienda "mejor."

Pero, si somos honestos, muchos de nuestros deseos al iniciar el 2016 no se cumplieron. Por cualquiera que sea la razón. En algunos casos, los factores externos pudieron haber tenido mucho que ver. Ya sea cosas como la economía nacional o tendencias globales que están más allá de nuestro círculo de control.

Pero, también, si queremos crecer, de verdad, es importante reconocer que algunas veces, nosotros fuimos los responsables de porqué las cosas no se cumplieron. A lo mejor hay muchas cosas malas que hicimos. O muchas cosas buenas que dejamos de hacer.

Cualquiera que sea el caso, es importante que encontremos un tiempo y espacio, en estas fechas, para sentarnos a reflexionar. Esto no siempre es fácil. Muchos viven intencionalmente huyendo de tiempos así. Temen meditar sobre lo que hacen porque quieren seguir bajo la falsa ilusión de qué estar ocupado significa ser productivo. En lo personal, conozco demasiadas personas que tienen una fascinación con hacerles ver a todo mundo que pasan bien ocupados. Porque así engañan a muchos haciéndoles creer que en realidad están haciendo algo sólo porque andan “de aquí para allá.”

El peligro de reflexionar
Con todo y esto, meditar en el logro de nuestras metas a veces puede ser peligroso. Pues, por lo general, una de dos cosas usualmente ocurre en nuestros corazones que tanto necesitan de la gracia santificadora de Dios.

En primer lugar, si hemos alcanzado lo que nos propusimos, es difícil evitar que el orgullo toque la puerta de nuestra alma. Siendo la arrogancia algo tan sutíl, a veces, es complicado identificar su multiforme manifestación. Y nos podemos volver más arrogantes al compararnos con personas que hacen lo mismo que nosotros, pero que tuvieron un muy mal año. La comparación es siempre tóxica. Y puede envenenar nuestro espíritu si continuamente nos ponemos al lado de quienes consideramos como "menos exitosos."

Pero, lo contrario también es igualmente peligroso. Si después de examinar nuestros resultados, nos damos cuenta que no hemos logrado, básicamente, "nada" entonces nos hundiremos en las arenas movedizas de la desesperación. Poco a poco. Y la frustración será mayor si piensas más en cómo tu pequeño negocio vendió en comparación con la gran empresa, de tu mismo rubro, en la ciudad.

Está bien sentarnos a reflexionar sobre lo que hicimos. O mejor dicho, sobre lo que quisimos hacer, pero no pudimos. Pero, la única manera de hacer esto sin que nuestro corazón caiga en el orgullo o en la desesperación es recordando no sólo lo que hemos hecho, o lo que quisimos haber hecho, sino lo que Jesús, por nosotros, ha hecho.

Sin importar cuan bien nos haya ido, debemos recordar que nuestra relación con el Padre no está determinada por nuestros buenos logros. Sino por mera gracia.

Al igual que debemos recordar, que sin importar los fracasos que hayamos tenido, nuestro caminar con Dios no está definido por las desilusiones que pasamos. Sino por mera gracia.

Está bien que reflexionemos sobre lo que hicimos o no hicimos para Dios. Pero, mayor es nuestro deber, y deleite, de considerar lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.

Está bien que hagamos un análisis de las cosas que hicimos o dejamos de hacer por Jesús; pero, mayor que eso es tener presente que la vida cristiana no se trata de hacer algo por Jesús, sino de hacer todo con Jesús.
Pues, lo paradójico del evangelio es que entre más reflexionamos sobre lo que Dios ha hecho por nosotros, más se enciende nuestro corazón para hacer cosas por Él.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Dilema: ¿Cristianos celebrando navidad?


Celebrar navidad puede volverse en un tema controversial. “¿Celebrarla o no celebrarla, Hamlet?” Ese es el dilema. Por una parte, es algo curioso que este sea un tema caliente. En especial, entre los cristianos. Digo, al menos debería haber consenso en la fecha de cumpleaños de quien fundó el movimiento del que eres parte, ¿no es cierto?

Sin embargo, con todo y esto, es importante aclarar que celebrar o no celebrar navidad no nos hace más santos o más paganos. Tengo buenos amigos que aman a Dios y a las personas que están en ambos lados de la opinión.

Pero, hoy veremos algunos argumentos usados por quienes deciden, en buena consciencia, no celebrar este día. Veamos algunos de ellos:

1. Jesús no nació en esta fecha
La mayoría de historiadores aseguran que Jesús no nació el 25 de diciembre. Sí, lo siento. Lamento romperte la burbujita. A mí me dolió también. De hecho, muchos estudiosos acuerdan que Jesús nació alrededor del primer cuarto del año. Casi por los meses de marzo y abril. ¿La razón? Esos son los meses equivalentes al tiempo en el calendario judío cuando se celebraba la fiesta de los tabernáculos. Todas las obras navideñas que has visto a Jesús salir en un pesebre cubierto de nieve a su alrededor son lindas…pero, equivocadas. Es poco probable que caiga nieve en lugares como el medio oriente. Como Jesús no nació en diciembre, entonces no debemos celebrar navidad, dicen algunos.

2. La navidad es una fiesta pagana.
Muchos registros históricos constatan que los cristianos del primer siglo querían apartar un día del año para celebrar el nacimiento de Jesús. Pero, como no estaban seguros de la fecha de nacimiento, decidieron tomar una fecha que todo mundo conociera y que fuera celebrada. Así que secuestraron el día apartado a Saturnalia y comenzaron a celebrar navidad en su lugar. Entonces, como navidad tiene un origen pagano, no podemos celebrarla ahora. Porque los cristianos no somos parte de cosas paganas…¿verdad?

3. La navidad es una fiesta de consumo.
La navidad es un tiempo en donde la gente se dedica a gastar dinero comprando cosas que no necesitan para sorprender a gente que ni siquiera les cae bien. El capitalismo consumista occidental ha colonizado la navidad y la ha convertido en una fiesta materialista. Y los cristianos no podemos ser parte del sistema. Pues, esto sería compartir los valores de una cosmovisión opuesta al sistema del reino de Dios, dicen muchos.

Entonces, ante esto, ¿qué hacemos? ¿Celebramos la navidad o qué? Bueno, déjame intentar responder a estas objeciones.

1. Es cierto, la evidencia histórica en su mayoría indica que Jesús no nació exactamente la fecha del 25 de diciembre. Pero, que no sepamos la fecha exacta en que Jesús nació no debería impedirnos celebrar el hecho que él nació. Así que me imagino que puedes celebrar el nacimiento de Jesús alrededor de los meses de marzo o abril. No creo que mucha gente llegue a tu fiesta. Pero, puedes intentarlo, creo.

2. La segunda objeción puede ser un tanto más sensible ya que es muy probable que los primeros cristianos hayan empezado a celebrar la navidad secuestrando un festival con tintes paganos. Sin embargo, no todo lo que tuvo un origen pagano sigue teniendo la intención inicial en la actualidad. Por ejemplo, si tú manejas un volskwagen, entonces estás siendo partícipe del genocidio. Los carros volkswagen fueron concebidos por Adolfo Hitler, el canciller alemán responsable del asesinato de más de un millón de judíos. Piensa en eso la próxima vez que enciendas tu coche volskwagen. ¿Estás en pecado? ¡Claro que no! Porque la concepción ideológica inicial que tuvieron los diseñadores originales de esos carros ahora no es la misma. Esto es cierto también de la celebración de la navidad: que haya tenido un origen pagano no significa que tenga esa misma intención ahora. En este sentido, los cristianos redimimos la celebración de la navidad.

3. Sí, vivimos en un mundo obsesionado con las cosas. Y por eso, las tiendas en todo el mundo aprovechan este día para sacarle el dinero a la gente. Pero, no podemos exigir que el mundo se comporte cristiano. No deberíamos escandalizarnos que los mundanos se comporten como mundanos. Específicamente, que los paganos gasten su dinero como paganos. En realidad sólo están siendo coherentes con su manera de ver. O su manera de no ver las cosas, mejor dicho. Lo que sí debería preocuparnos es cuando la gente que está en la iglesia no se comporta como cristianos. Pablo aconseja eso a los corintios.

También, el abuso de algo no invalida su uso. Siguiendo el ejemplo de los coches, podemos concluir que muchos carros son mal usados: para atropellar a gente y salir huyendo de crímenes. Pero, eso no significa que debemos dejar de usar los carros en definitiva.

Similarmente, la celebración de la navidad puede ser abusada en términos consumistas. Pero, eso no quiere decir que debamos desecharla. Es más, los cristianos, más que nadie, debemos ser los primeros en dar a conocer al mundo el verdadero mensaje de la navidad: el milagro de la Encarnación. Dios decidió acercarse a nosotros tomando forma de hombre en Jesús. El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios. En Jesús, Dios ha decidido habitar entre nosotros. Ha tomado la determinación de mudarse a nuestra vecindad. ¡Que alegría más grande! ¡Eso es navidad!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Como usar tu dinero (sabiamente) en Navidad



Son muchas las opiniones que hay acerca de si es correcto que los cristianos celebramos navidad o no. Tengo buenos amigos que son mejores cristianos que yo que deciden abstenerse y no celebrarla. También, tengo buenos amigos que son mejores cristianos que yo que deciden participar de ella. En lo personal, creo que hay buenos argumentos en ambos lados de la opinión. Pero, decido celebrar la navidad. Porque es más un asunto de consciencia que algo doctrinal.

Sin embargo, cualquiera que sea tu postura con respecto a la celebración de la navidad lo que es casi seguro es que todos participamos del consumismo excesivo de la navidad. Ya sea que decidas no hacer tamales o que si decidas hacerlos (de ser así por favor avísame), ya sea que decores arbolito o que no porque las bolitas que cuelgan de los árboles representan las cabezas de los niños que Herodes mandó a decapitar, lo que es casi seguro es que terminarás gastando más de lo normal para estas fechas.

Esta es la razón por la que considero que el verdadero enemigo a luchar para esta temporada no son tanto los demonios que se pueden infiltrar a nuestras vidas por participar en estas fiestas sino más bien el ídolo del consumismo que podemos levantar en nuestro propio corazón.

Por eso quiero compartir tres consejos para reflexionar sobre cómo usar nuestro dinero en estas fechas.

1. Distingue entre necesidades y deseos.
A veces la manera en que hablamos muestra el razonamiento que usamos para tomar decisiones. No siempre. Pero a veces. Creo que este es el caso cuando nos referimos sobre compras navideñas. Usualmente, nos hemos encontrado a nosotros mismos decir cosas como: “Necesito ese par de zapatos. Y necesito que sean de esa marca.” Claro, puesto de esa manera entonces, la compra parece justificada. Pues, de todos modos es algo necesario. Pero, ¿en realidad es una necesidad o un deseo? 

Esto no significa que una sea más espiritual que la otra. O que el hecho que quieras algo sea inherentemente malo. Pero, lo que sí significa es que debes reflexionar entre aquellas cosas que sí requieres para tus quehaceres o para ser más efectivo y aquellas que nada más son deseos tuyos. Hace algunos días estuve a punto de comprar una computadora nueva. Cuando estaba casi decidido a desembolsar una cantidad considerable de dinero, al menos para mí presupuesto, me detuve a reflexionar: “Yo ya tengo una computadora. Y me funciona perfectamente bien para lo que yo necesito hacer. Yo no necesito una computadora nueva. Yo quiero una computadora nueva.” Con el fin de ayudarte a ser más sabio y no para hacerte sentir mal después de comprar algo, ¿por qué no pruebas hacerte esta pregunta antes de comprar?: ¿Necesito esto o deseo esto?

2. Prioriza experiencia sobre objetos.
Según estudios recientes, las personas más satisfechas consigo mismos y con la vida en general son aquellas que tienen un repertorio lleno de experiencias en lugar de un armario lleno de ropa. En otras palabras, la gente feliz es la que tiene más y mejores recuerdos en lugar de más ropa, zapatos y aparatos tecnológicos. Las experiencias quedan para siempre. Las cosas se vuelven, con el tiempo, obsoletas. El Smartphone que tanto amas y que te hace sentir una persona “trendy” en un par de meses estará desactualizado porque saldrá uno mejor. Pero, un viaje a la playa con tus amigos estará lleno de gratos recuerdos. Y algunos no tan gratos también.

Entonces, si vas a usar tu dinero, considera gastarlo en experiencias enriquecedoras con tus amigos y familia en lugar de llenar tu casa de cosas que no necesites que compraste con dinero que no tienes para sorprender a gente que ni siquiera te cae bien. Así que lo que esto puede significar, es que en lugar de comprar zapatos caros, puedes planear un viaje a la playa un 25 de diciembre con tu familia. Claro, escribo esto desde un país tropical cercano al ecuador en el que la idea de viajar a la playa en diciembre es viable. Pero, si estás en otro lado del mundo, entiendes el punto. Las personas son más importantes que las cosas. Los recuerdos que hacemos con las personas valen mucho más que los objetos que almacenamos. Prioriza personas en lugar de cosas. 

3. Usa tu dinero como medio de gracia
Muchos de nosotros queremos atribuirle a la temporada de la navidad significados que son nobles, pero no esenciales. Por eso hay personas que dicen: “este es un tiempo para compartir en familia, este es un tiempo para agradecer por todo, este es un tiempo para sentarse a planear para el futuro, este es un tiempo para ser generoso.” Todas estas cosas son verdades. Y muy nobles. Pero, ese no es el verdadero significado de la navidad. Lo que en realidad celebramos en estas fechas es que nuestra situación pecaminosa era tan desesperada que requería que el hijo de Dios tomara forma de hombre para vivir entre nosotros y morir por nosotros.

Porque Jesús vino a habitar en medio de nuestro desastre es que nosotros podemos tener esperanza en medio de los diferentes desastres de la vida. Porque Jesús vino a nacer en un pesebre siendo temporalmente excluido nosotros estamos seguros que somos eternamente recibidos en el abrazo del Padre. Jesús vivió la vida que nosotros teníamos que vivir. Y murió la muerte que nosotros teníamos que morir. Navidad es Jesús. Y el milagro de la Encarnación.

Y porque el milagro de la encarnación es el centro de la navidad, nosotros podemos usar nuestro dinero como un medio de gracia. Nuestras posesiones, entonces, se convierten en canales de redención para apoyar lo que Dios ya está reconstruyendo. Por eso, puedes usar tus recursos para alcanzar a más gente para Cristo donando y siendo parte de diferentes iglesias y ministerios transparentes que están haciendo una diferencia alrededor nuestro. El dinero sí puede traer felicidad, cuando lo usamos para ayudar a otros.

-Luís Luna Jr. 
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente por Abba.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sobre La Reelección: Tú derecho y tu deber.


El tema de la reelección sigue viento en popa. El pueblo hondureño se vuelve cada más polarizado con respecto a qué posición tomar. Una de las cosas que ha hecho este proceso más polémico es que el actual presidente Juan Orlando Hernández Alvarado ha sido inscrito para ser parte del proceso electoral. Esto ha venido a estremecer la institucionalidad gubernamental, o lo que queda de ella, en nuestro país. Pues, el artículo 239 de la Constitución establece que tal cosa no puede ser posible.

"Cada cabeza es un mundo" dice el refrán. Y en temporada de elecciones políticas esto no puede ser más cierto. Todos tenemos una manera muy particular de ver el mundo. Y esto incluye la forma en como nuestro país debe ser administrado y por quien debe ser administrado.

Incluso, las personas que dicen no inmiscuirse en asuntos de política están tomando una postura, aunque ellos no se den cuenta. Están siendo políticamente indiferentes y apáticos.

“La iglesia no se debe meter en esto.”
En la diversidad de la flora y fauna que existe dentro del sistema ecológico evangélico, muchos enseñan que la iglesia debe estar fuera de asuntos que tengan que ver con la política. Porque es algo demasiado "impuro." Por eso, según piensan algunos, lo mejor que podemos hacer es lavarnos las manos, como Pilato. Y dejar que el mundo sea gobernado según sus patrones. Pues, nosotros "gobernamos desde las alturas" (lo que sea que eso signifique).

Esta alternativa puede sonar noble y muy espiritual. Pero, no es la más sabia ni la más saludable. Por varias razones.
En primer lugar, es un tanto ingenuo pensar así. Es imposible separar la fe de la política. El pensamiento religioso casi siempre está concatenado al actuar político. Cuando se hace bien, la reflexión teológica es el fundamento del activismo político coherente, en el mejor de los casos. La primera iglesia se fundamentaba sobre un enunciado en medio de la persecución que sufría: "Jesús es Señor y el César, no."

Este enunciado no está exento de implicaciones políticas sobre quién debe poseer nuestra lealtad suprema. De la misma forma cuando nosotros hoy cantamos sobre el establecimiento del trono de Dios eso significa que todos los demás tronos, o sillas presidenciales, son pequeñas en comparación con el gran Trono Celestial en el que está sentado nuestro Señor.

En segundo lugar, esta forma de pensar no es cristiana. Sino más bien, influenciada por el dualismo platónico. El filósofo griego Platón enseñó, y estoy sobre generalizando aquí, que el mundo de las formas o de las ideas (inmaterial) era superior al mundo material. Algunos pensadores intentaron sintetizar el pensamiento cristiano con el pensamiento platónico y concluyeron que el mundo espiritual (religión/inmaterial) es superior al mundo material (política/todo lo "secular"). 

Pero, hay algo que derriba este paradigma pagano: el milagro de la Encarnación. El hijo de Dios (verbo inmaterial) se hizo carne en Jesús (hombre físico/material). Por consiguiente, cuando enseñamos que la iglesia no debe meterse en asuntos “impuros” como la política porque es menos espiritual y es una actividad menos sublime entonces no estamos siendo coherentemente cristianos sino parcialmente platónicos.

Y en tercer lugar, si la iglesia de veras no tiene nada que hacer metiéndose en asuntos políticos, entonces ¿por qué la iglesia si se metió algunos años atrás en materia política reclamando y denunciando el intento de reelección de parte del presidente en gobierno durante la crisis del 2009? ¿Por qué lo que antes era condenado como un pecado y delito de traición a la patria ahora tiene una respuesta de silencio otorgador? ¿Acaso la moralidad muta con el pasar de los tiempos y de los gobiernos?

A lo que tienes derecho y a lo que no tienes derecho.
En vista que cada ciudadano hondureño tiene su propia opinión al respecto, mi interés no radica en persuadir a las personas a cambiar su manera de pensar, sino más bien a reflexionar sobre cómo expresan su forma de pensar hacia aquellos que no la comparten.

Como ciudadano hondureño tienes el derecho de tener una de las dos opiniones predominantes en la población actualmente. Puedes estar indignado porque sientes que la constitución está siendo pisoteada. Puedes estar molesto con todos los líderes políticos y religiosos que años atrás a viva voz condenaban todo acto de reelección pero en la actualidad han decidido quedarse callados o hacerse de la vista gorda. Puedes sentirte incluso desesperanzado porque la institucionalidad de nuestro país cada vez está en mayor decadencia. Puedes sentir una gran desconfianza hacia nuestros líderes porque hacen lo que dijeron que no harían. O no hacen lo que dijeron que sí harían. Es tu derecho sentirte así. También es tu derecho de expresar tu opinión. Y esto, también puede incluir el activismo no violento a través de manifestaciones o marchas. 

También tienes el derecho de estar contento. Porque piensas que el actual mandatario ha sido el mejor presidente que nuestro país ha tenido en toda la historia. Y por lo tanto, ya que el estado en el que se encontraba nuestra nación era tan deplorable, hace falta que alguien gobierne por más de cuatro años. Por eso, la idea de la reelección no es tan mala después de todo. Puedes estar rebosante de alegría porque el actual presidente es el David que nuestra nación tanto ha necesitado por varios días. Estás en tu derecho de pensar así y de expresar tu pensamiento. Esto incluye la manifestación de tu apoyo hacia la adminsitración actual por medio del voto. Tengo hermanos en Cristo que son mejores cristianos que yo que genuinamente piensan de esta forma. 

Pero, aunque tengamos estas libertades, hay algo de lo que sí no tenemos libertad. Hay algo de lo cual no tenemos el derecho de hacer. Hay algo que no se nos es permitido. Podemos pensar diferente. Pero, no podemos satanizar a aquellos que piensan distinto a nuestra manera de pensar. Y esto, claro está, incluye la expresión de nuestra opinión en cuanto a asuntos políticos. Los siguientes días estarán llenos de debates acerca de los acontecimientos que han rodeado el tema de la reelección. Pero, lo que debe primar por encima de todo es algo mucho más que la tolerancia y el civismo. Para los que seguimos a Jesús debe reinar un espíritu de amabilidad. Pablo nos enseña que el siervo del Señor no debe ser contencioso. En otras palabras, no debe pelear por el mero hecho de iniciar una pelea.

Ser amable y amoroso con aquellos que diferimos no significa que nuestras convicciones políticas deban languidecer. Podemos mantener firmeza en nuestras convicciones. Y amabilidad en nuestro trato con aquellos que no comparten nuestras convicciones. Una cosa no niega la otra. Ser brusco y tosco no es señal de tener solidez ideológica.

De hecho, la verdadera tolerancia política no es la ausencia de convicciones. Sino, más bien como tus propias convicciones te llevan a tratar a las personas que no comparten lo que tú crees. Hay mucho camino que recorrer, muchos temas que debatir y muchas acciones que tomar. Pero, por encima de todo esto, debe reinar algo que es mucho mayor que el mero civismo: hablar la verdad en amor. En conclusión, tu derecho a opinar no significa libertad para irrespetar. Tienes derecho a expresar tu sentir. Pero, tienes deber de, no sólo respetar, sino amar a aquellos que no comparten tu sentir.

-Luís Luna Jr

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.