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miércoles, 28 de diciembre de 2016

¿Qué hiciste este año?


Unos días atrás, mi equipo de líderes en la iglesia y yo hicimos una especie de ejercicio espiritual. Si es que se le puede llamar así. Pues, en realidad no fue algo innovador o fuera de serie. Simplemente, nos preguntamos dos cosas con el fin de reflexionar cerca del fin de año. La primera pregunta fue: ¿Qué metas personales nos propusimos al inicio de año, que por alguna razón, no se dieron? Y la segunda: ¿cómo contribuimos nosotros a este resultado?

Las respuestas fueron variadas. En especial, porque las preguntas no se limitaban a las "cosas espirituales" sino a la vida en general. Algunos quisieron aprender a ejecutar un instrumento, pero no se pudo. Otros mencionaron que querían viajar, pero tampoco se pudo. Alguien incluso dijo que este año quería ser papá, pero su esposa perdió el bebé. Ese fue, sin duda alguna, el "no se pudo" más doloroso.

Comienzo fresco y reflexión continua
La mayoría de nosotros comenzamos el año con iniciativas frescas. Con deseos de cambiar nuestras vidas. La víspera de año nuevo siempre es un tiempo favorable para dar lugar a cambios. O al menos de hacer el intento. Por eso, las dietas se vuelven populares y los dueños de gimnasio hacen mucha plata en enero. Muchos incluso quieren que el año termine pronto. Porque el que viene, sin duda, será "mejor." Según como se entienda "mejor."

Pero, si somos honestos, muchos de nuestros deseos al iniciar el 2016 no se cumplieron. Por cualquiera que sea la razón. En algunos casos, los factores externos pudieron haber tenido mucho que ver. Ya sea cosas como la economía nacional o tendencias globales que están más allá de nuestro círculo de control.

Pero, también, si queremos crecer, de verdad, es importante reconocer que algunas veces, nosotros fuimos los responsables de porqué las cosas no se cumplieron. A lo mejor hay muchas cosas malas que hicimos. O muchas cosas buenas que dejamos de hacer.

Cualquiera que sea el caso, es importante que encontremos un tiempo y espacio, en estas fechas, para sentarnos a reflexionar. Esto no siempre es fácil. Muchos viven intencionalmente huyendo de tiempos así. Temen meditar sobre lo que hacen porque quieren seguir bajo la falsa ilusión de qué estar ocupado significa ser productivo. En lo personal, conozco demasiadas personas que tienen una fascinación con hacerles ver a todo mundo que pasan bien ocupados. Porque así engañan a muchos haciéndoles creer que en realidad están haciendo algo sólo porque andan “de aquí para allá.”

El peligro de reflexionar
Con todo y esto, meditar en el logro de nuestras metas a veces puede ser peligroso. Pues, por lo general, una de dos cosas usualmente ocurre en nuestros corazones que tanto necesitan de la gracia santificadora de Dios.

En primer lugar, si hemos alcanzado lo que nos propusimos, es difícil evitar que el orgullo toque la puerta de nuestra alma. Siendo la arrogancia algo tan sutíl, a veces, es complicado identificar su multiforme manifestación. Y nos podemos volver más arrogantes al compararnos con personas que hacen lo mismo que nosotros, pero que tuvieron un muy mal año. La comparación es siempre tóxica. Y puede envenenar nuestro espíritu si continuamente nos ponemos al lado de quienes consideramos como "menos exitosos."

Pero, lo contrario también es igualmente peligroso. Si después de examinar nuestros resultados, nos damos cuenta que no hemos logrado, básicamente, "nada" entonces nos hundiremos en las arenas movedizas de la desesperación. Poco a poco. Y la frustración será mayor si piensas más en cómo tu pequeño negocio vendió en comparación con la gran empresa, de tu mismo rubro, en la ciudad.

Está bien sentarnos a reflexionar sobre lo que hicimos. O mejor dicho, sobre lo que quisimos hacer, pero no pudimos. Pero, la única manera de hacer esto sin que nuestro corazón caiga en el orgullo o en la desesperación es recordando no sólo lo que hemos hecho, o lo que quisimos haber hecho, sino lo que Jesús, por nosotros, ha hecho.

Sin importar cuan bien nos haya ido, debemos recordar que nuestra relación con el Padre no está determinada por nuestros buenos logros. Sino por mera gracia.

Al igual que debemos recordar, que sin importar los fracasos que hayamos tenido, nuestro caminar con Dios no está definido por las desilusiones que pasamos. Sino por mera gracia.

Está bien que reflexionemos sobre lo que hicimos o no hicimos para Dios. Pero, mayor es nuestro deber, y deleite, de considerar lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.

Está bien que hagamos un análisis de las cosas que hicimos o dejamos de hacer por Jesús; pero, mayor que eso es tener presente que la vida cristiana no se trata de hacer algo por Jesús, sino de hacer todo con Jesús.
Pues, lo paradójico del evangelio es que entre más reflexionamos sobre lo que Dios ha hecho por nosotros, más se enciende nuestro corazón para hacer cosas por Él.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Dilema: ¿Cristianos celebrando navidad?


Celebrar navidad puede volverse en un tema controversial. “¿Celebrarla o no celebrarla, Hamlet?” Ese es el dilema. Por una parte, es algo curioso que este sea un tema caliente. En especial, entre los cristianos. Digo, al menos debería haber consenso en la fecha de cumpleaños de quien fundó el movimiento del que eres parte, ¿no es cierto?

Sin embargo, con todo y esto, es importante aclarar que celebrar o no celebrar navidad no nos hace más santos o más paganos. Tengo buenos amigos que aman a Dios y a las personas que están en ambos lados de la opinión.

Pero, hoy veremos algunos argumentos usados por quienes deciden, en buena consciencia, no celebrar este día. Veamos algunos de ellos:

1. Jesús no nació en esta fecha
La mayoría de historiadores aseguran que Jesús no nació el 25 de diciembre. Sí, lo siento. Lamento romperte la burbujita. A mí me dolió también. De hecho, muchos estudiosos acuerdan que Jesús nació alrededor del primer cuarto del año. Casi por los meses de marzo y abril. ¿La razón? Esos son los meses equivalentes al tiempo en el calendario judío cuando se celebraba la fiesta de los tabernáculos. Todas las obras navideñas que has visto a Jesús salir en un pesebre cubierto de nieve a su alrededor son lindas…pero, equivocadas. Es poco probable que caiga nieve en lugares como el medio oriente. Como Jesús no nació en diciembre, entonces no debemos celebrar navidad, dicen algunos.

2. La navidad es una fiesta pagana.
Muchos registros históricos constatan que los cristianos del primer siglo querían apartar un día del año para celebrar el nacimiento de Jesús. Pero, como no estaban seguros de la fecha de nacimiento, decidieron tomar una fecha que todo mundo conociera y que fuera celebrada. Así que secuestraron el día apartado a Saturnalia y comenzaron a celebrar navidad en su lugar. Entonces, como navidad tiene un origen pagano, no podemos celebrarla ahora. Porque los cristianos no somos parte de cosas paganas…¿verdad?

3. La navidad es una fiesta de consumo.
La navidad es un tiempo en donde la gente se dedica a gastar dinero comprando cosas que no necesitan para sorprender a gente que ni siquiera les cae bien. El capitalismo consumista occidental ha colonizado la navidad y la ha convertido en una fiesta materialista. Y los cristianos no podemos ser parte del sistema. Pues, esto sería compartir los valores de una cosmovisión opuesta al sistema del reino de Dios, dicen muchos.

Entonces, ante esto, ¿qué hacemos? ¿Celebramos la navidad o qué? Bueno, déjame intentar responder a estas objeciones.

1. Es cierto, la evidencia histórica en su mayoría indica que Jesús no nació exactamente la fecha del 25 de diciembre. Pero, que no sepamos la fecha exacta en que Jesús nació no debería impedirnos celebrar el hecho que él nació. Así que me imagino que puedes celebrar el nacimiento de Jesús alrededor de los meses de marzo o abril. No creo que mucha gente llegue a tu fiesta. Pero, puedes intentarlo, creo.

2. La segunda objeción puede ser un tanto más sensible ya que es muy probable que los primeros cristianos hayan empezado a celebrar la navidad secuestrando un festival con tintes paganos. Sin embargo, no todo lo que tuvo un origen pagano sigue teniendo la intención inicial en la actualidad. Por ejemplo, si tú manejas un volskwagen, entonces estás siendo partícipe del genocidio. Los carros volkswagen fueron concebidos por Adolfo Hitler, el canciller alemán responsable del asesinato de más de un millón de judíos. Piensa en eso la próxima vez que enciendas tu coche volskwagen. ¿Estás en pecado? ¡Claro que no! Porque la concepción ideológica inicial que tuvieron los diseñadores originales de esos carros ahora no es la misma. Esto es cierto también de la celebración de la navidad: que haya tenido un origen pagano no significa que tenga esa misma intención ahora. En este sentido, los cristianos redimimos la celebración de la navidad.

3. Sí, vivimos en un mundo obsesionado con las cosas. Y por eso, las tiendas en todo el mundo aprovechan este día para sacarle el dinero a la gente. Pero, no podemos exigir que el mundo se comporte cristiano. No deberíamos escandalizarnos que los mundanos se comporten como mundanos. Específicamente, que los paganos gasten su dinero como paganos. En realidad sólo están siendo coherentes con su manera de ver. O su manera de no ver las cosas, mejor dicho. Lo que sí debería preocuparnos es cuando la gente que está en la iglesia no se comporta como cristianos. Pablo aconseja eso a los corintios.

También, el abuso de algo no invalida su uso. Siguiendo el ejemplo de los coches, podemos concluir que muchos carros son mal usados: para atropellar a gente y salir huyendo de crímenes. Pero, eso no significa que debemos dejar de usar los carros en definitiva.

Similarmente, la celebración de la navidad puede ser abusada en términos consumistas. Pero, eso no quiere decir que debamos desecharla. Es más, los cristianos, más que nadie, debemos ser los primeros en dar a conocer al mundo el verdadero mensaje de la navidad: el milagro de la Encarnación. Dios decidió acercarse a nosotros tomando forma de hombre en Jesús. El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios. En Jesús, Dios ha decidido habitar entre nosotros. Ha tomado la determinación de mudarse a nuestra vecindad. ¡Que alegría más grande! ¡Eso es navidad!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 14 de julio de 2016

Predicador, eres un exégeta de la cultura



Uno de los aspectos básicos en la tarea de la predicación es aprender a estudiar el texto bíblico. Después de todo, como suele decir el pastor Tim Keller, debemos predicar la Palabra y no nuestras opiniones. La gente quiere escuchar lo que Dios tiene que decir. No tanto nuestros comentarios editoriales sobre los acontecimientos nacionales e internacionales.

El proceso de estudiar detenidamente un texto para extraer la idea central que el autor original quiso comunicar a la audiencia original es conocido como "exégesis." Esta palabra significa "sacar a la luz lo que ya estaba dentro." Los predicadores bíblicos no se afanan por decir cosas nuevas. Sino que buscan decir verdades eternas de manera fresca. Lo opuesto a la exégesis es la eiségesis. Esto significa ir al texto con ideas preconcebidas. Es básicamente, doblarle el brazo al texto para que diga no lo que está diciendo. Sino, lo que nosotros queremos que diga.

Algún tiempo atrás escuché a un predicador enseñar sobre los lujos que los cristianos nos debemos dar. El usó como texto base el pasaje que dice que el hijo del hombre no tiene lugar para recostar su cabeza (Mateo 8:20). Él después prosiguió a explicar que Jesús era tan lleno de glamour que no había ningún lugar tan fino en toda la provincia en donde el Creador del Universo recostara su cabeza.

Eso es un claro y horrendo ejemplo de hacer eisegesis. Y si tú estás de acuerdo con esta interpretación estás haciendo eiségesis también. Porque estás poniendo tus ideas preconcebidas para que tus ideas guíen el texto. En lugar de que el texto guíe tus ideas. Por tanto, debes arrepentirte. O dejar de predicar. O las dos cosas.

Pero, con todo y el hecho que es importante hacer una lectura apropiada del texto y extraer la verdad central original hacia la audiencia original, la labor no termina ahí. Después de esta ardua tarea hay algo más que debemos estudiar: el contexto. Y no me refiero al contexto del texto. Me refiero al contexto de la audiencia a la que vamos a predicar. Hace algunos días atrás estuve en el país de El Salvador. Josué Campos, un amigo y líder de jóvenes salvadoreño apasionado por Jesús, me recordó acerca de la importancia de esto. Él continuamente decía en nuestras conversaciones: “Luís, quiero aprender a leer bien el contexto de mi ciudad y de mi país.”

Debemos estudiar cuidadosamente el texto. Pero, de la misma forma, debemos estudiar cuidadosamente el contexto que forma los corazones de las personas que nos escuchan. La cultura no determina lo que dice la Escritura. Pero, si nos informa en cómo vamos a decir lo que dice la Escritura. 

Lo que decimos no es más importante de como lo decimos. Pero, cómo lo decimos nunca ha sido tan importante.

Ahora, ¿cómo estudiamos la cultura? Hay mucho que se puede decir acerca de esto. Pero, quiero compartir dos preguntas que continuamente nos debemos hacer si queremos entender mejor la cultura a la que le predicamos.

¿Cuáles son las esperanzas más grandes de la gente a la que le voy a predicar?

Cada comunidad de personas ha depositado la esperanza de su corazón en algo particular y representativo de su entorno. Es cierto, la globalización ha permeado el mundo. Pero, en la mayoría de los casos un grupo demográfico puede tener esperanzas muy particulares y diferentes a las de otro grupo demográfico. Dicho de otra manera, ¿qué es lo que las personas a las que les predicas miran como "la tierra prometida"?

Un tiempo atrás estuve en una congregación en donde el pastor me compartió que la esperanza de los jóvenes en esa comunidad era obtener trabajar como marino en un barco. Trabajar como marino es la tierra prometida ahí. En otro lugar, una zona rural, la esperanza de los muchachos es mudarse a la ciudad. La vida metropolitana puede ser "la tierra prometida." ¿Cuál es la “tierra prometida” de la gente a la que le predicas?

La segunda pregunta es: ¿Cuáles son los temores más grandes de la gente a la que voy a predicar?

De manera similar, los temores que persiguen a un grupo comunitario son peculiares y distintos. A lo mejor el fenómeno de las pandillas es una realidad punzante en tu vecindario y la peor pesadilla de las madres es que sus hijos sean reclutados por estos grupos. 

Tal vez te encuentras en una zona agrario en donde la gente que asiste a tu congregación tema que el verano sea duro y cause que la cosecha se pierda. Puede que ser que la mayoría de personas en tu congregación teman al hecho de quedarse sin empleo. O probablemente lideras una comunidad emprendedora en donde su miedo sea siempre quedarse en el mismo empleo trabajando para alguien más.

En otras palabras, ¿cuál sería la peor pesadilla de alguien en tu comunidad? ¿Qué es lo peor que podría pasar a una persona representativa del entorno en el que ministras?

La razón por la que buscamos entender las esperanzas y los miedos de las personas a las que predicamos no es por acomodar el contenido del mensaje. Sino, más bien porque para confrontar efectivamente primero hay que conocer profundamente. Para confrontar al pueblo con el texto de la Palabra primero hay que conocer el contexto que forma las esperanzas y los miedos del pueblo. Sólo así podrán experimentar a Jesús como la única esperanza y su gracia es la cobija que nos arropa en la noche oscura del alma.


-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba

viernes, 17 de junio de 2016

Piensa dentro de la caja




He escuchado muchos consejos y principios sobre liderazgo. La mayoría de ellos son muy buenos. Con el tiempo algunos prevalecen. Otros, no tanto. Entre aquellos que más he escuchado está el famoso: "Piensa fuera de la caja.” Esto puede ser traducido en las siguientes frases inspiracionales: "No te limites"; "No seas conformista"; "Piensa en grande."

En resumidas cuentas "pensar fuera de la caja" significa abordar un problema considerando alternativas externas o diferentes.

A lo mejor eres un emprendedor y pensar fuera de la caja, para ti, significa expandir tu visión a diferentes ciudades a lo largo y ancho del país.

Tal vez eres un líder de jóvenes y pensar fuera de la caja equivale a hacer uso de la materia prima extranjera que puede ayudar a tu ministerio de jóvenes.

Es probable que estés teniendo problemas con tu familia y pensar fuera de la caja es ver a un diferente consejero o terapeuta.

Para la mayoría, pensar fuera de la caja representa que eres una persona de visión. Es una señal de valentía. Es evidencia de un espíritu innovador y atrevido. Es un testimonio que estás dispuesto a mirar a los ojos al status quo y desafiarlo.

Pero, a veces, pensar fuera de la caja puede paralizarte en lugar de impulsarte. Ya que puedes estar demasiado enfocado en la solución que está "allá afuera" que pierdes de vista los recursos que ya están "aquí adentro."

Por eso, deja de pensar fuera de la caja. Y comienza a pensar “dentro de la caja.”

Para algunos esto puede sonar mediocre. Demasiado corriente. Porque están tan programados a ver la solución allá afuera que este tipo de lenguaje puede olerles a conformismo. Incluso, hay libros enteros diciendo que evadas este manera de pensar.

Pero, pensar dentro de la caja envuelve desarrollar la costumbre de inventariar las soluciones que pueden estar dentro en lugar de las ayudas que pueden estar fuera. Pensar dentro de la caja es trabajar con lo que tienes en lugar de analizar los recursos que quisieras tener. La práctica de pensar dentro de la caja no es un conformismo maquillado de psicología positiva. Sino que está firmemente arraigada en la convicción del carácter soberano de Dios.

La soberanía de Dios es tan grande que Él te ha dado todo lo que necesitas para hacer lo que Él quiere que hagas en este preciso momento. En ocasiones, lo que puede parecer un límite que te impide en realidad es una pista que te guía.

Detente. Y lee esas dos últimas líneas. Despacio.

Toma a Moisés por ejemplo. Dios lo llama a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Éxodo 4). Nada mal para un fugitivo de la ley que ahora es pastor de ovejas. Y que también tiene problemas para hablar. Cuando Moisés expresa su desacuerdo, Dios le hace una pregunta punzante: "¿Qué tienes en tu mano?" Este episodio es fascinante porque lo que Moisés tiene en su mano es una maravillosa e innovadora...vara de madera. Sí, una vara. ¿Acaso Dios estaba bromeando? ¿Cómo era posible que Moisés podía causar una revolución libertadora con un pedazo de madera? Digo, sería comprensible si lo que tuviera sería una especie de cetro. O al menos, una espada. Pero, ¿una vara?

Sí, una vara. Porque con esto, Dios le está diciendo a Moisés: la solución no está allá afuera. Sino, cerca de ti. En tu mano. La solución no está fuera de la caja. Sino dentro de la caja: tu vara.

Los relatos del Éxodo muestran más adelante que la vara de Moisés fue un símbolo de libertad e intervención divina (Éxodo 14:21).

En ocasiones, Dios hace más con los recursos dentro de la caja que con las opciones fuera de la caja.

Puedes pensar fuera de la caja y paralizarte. O hacer uso de la vara que está en tu mano, dentro de la caja, y accionar.

Cuando te preguntes: ¿Qué es lo que Dios quiere que haga en este problema?

Dios, irónicamente te contestará con otra pregunta: ¿Qué tienes en tu mano? ¿Qué hay dentro de la caja?

Antes de ver las opciones que están fuera, ¿ya te fijaste en los recursos que hay dentro?

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Esperanza ante el terrorismo: De Bruselas al Reparto Lempira


Un autor cierta vez dijo: La felicidad en el mundo es como un corto comercial en medio de una película de terror. La disfrutas mientras dura. Pero, de pronto el comercial termina y las cosas regresan a su programación habitual.

¿Demasiado Trágico? Tal vez. Pero, es probable que este fue el sentimiento general de las personas que sufrieron actos de terror en el aeropuerto de Bruselas en Bélgica y en la col. Reparto Lempira en San Pedro Sula el día de ayer.

En cierta manera, los actos de terror nos muestran que la naturaleza humana es muy ambigua. Por un lado, somos lo suficientemente creativos y buenos para construir orfanatos, hospitales y aeropuertos. Por otro lado, somos lo suficientemente ingeniosos y malos para hacer bombas y armas para destruirlos. 

Los humanos somos capaces de realizar gran bien. E infundir gran terror. El terrorismo, internacional y doméstico, nos muestra hasta donde el mal dentro del corazón humano puede llegar.

Y ante la existencia del mal, debemos lamentarnos. Un error común en gran sector del evangelicalismo moderno es enseñar directa o indirectamente que "los hijos de Dios no se deben lamentar." Esto es curioso. Y hasta irónico, pues la Biblia tiene un libro que se llama Lamentaciones. No sólo eso, sino que hay una sección entera de los Salmos que son “cantos de lamentaciones.” 

Parece que la psicología popular positiva ha influido tanto en el pensamiento cristiano protestante que pensamos que lamentarnos nos hace débiles.

Pero, esto proviene de una mala comprensión del lamento bíblico. Emmanuel Katongole lo describe de la siguiente manera: "Lamentarse no es desesperarse. Lamentarse no es quejarse. No es un llanto hacia el vacío. Lamentarse es un llanto dirigido a Dios. Es el llanto de aquellos que ven la realidad de las heridas profundas del mundo y el costo de buscar la paz. Es la oración de aquellos que están incómodos con la manera en cómo están las cosas. El viaje hacia la reconciliación está basado en la práctica de la lamentación."

El mal tiene diversas formas. Desde las personas inocentes corriendo por su vida ante el atentado en el aeropuerto Zavanteem en Bruselas; los vecinos de la comunidad Reparto Lempira empacando sus pertenencias para huir por sus vidas; los continuos atentados terroristas, que no son tan televisados, en Líbano y Siria; hasta las masacres en suelo hondureño que se dan con frecuencia. 

Ante esto, debemos clamar: “¿Hasta cuándo, Señor?” (Salmo 13:1)

Es por esto que el mensaje del evangelio es pertinente para las víctimas y victimarios. A los terroristas, internacionales y domésticos, Dios quiere decirles que a menos que se arrepientan, ningún sufrimiento que han causado a otros se compara con el verdadero terror y sufrimiento que experimentarán en el lago de fuego. 

A los víctimas aterrorizadas, Dios quiere que sepan que Él es un juez justo. 

Y aunque en este lado de la eternidad, la justicia humana ciertamente es imperfecta, Él un día vendrá a juzgar sin impunidad. Sin amnistía. Sin salvoconducto.

El ladrón que estaba al lado de Jesús, bajo los estándares de Roma era un terrorista del Medio Oriente, en su acto de fe no creyó que su salvación lo liberaba de dar cuentas por sus actos. Él confesó que su sentencia era justa. Y qué él estaba recibiendo "la recompensa debida por sus actos" (Lucas 23:41) aún mientras él clamaba a Jesús por una entrada misericordiosa al reino de Cristo.

Por tanto, no es contradictorio clamar para que Dios haga justicia interviniendo en grupos de terror como ISIS  y las pandillas. Y también, al mismo tiempo clamar para que tanto víctimas como victimarios puedan conocer la misericordia de Dios en Cristo Jesús. Esa oración no es incoherente porque está basada en la cruz.

La cruz significa que Dios es justo y no ignora el pecado. Por eso, Él lo castiga. Pero, la cruz también muestra a un Dios escandalosamente amoroso. Por eso, castiga el pecado...en Su Hijo. Esa es la cruz. Y los cristianos, somos el pueblo de la Cruz.

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-Luis Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.


jueves, 31 de diciembre de 2015

¿Cómo terminar bien el año 2016?



Hoy es último día del año 2016. Muchas cosas buenas han pasado. Y también muchas cosas no tan buenas. Algunos terminarán este año muy contentos y felices. 

Algunos otros, no tanto. Cualquiera que sea la situación, quiero compartir tres actitudes para terminar este año.

1. Sé agradecido

Las fiestas de navidad y fin de año a veces no son tan alegres para algunas personas. Puede que sea tu caso. A lo mejor, este año no salió como esperabas. 

El negocio que quisiste emprender no funcionó. Soñaste, planeaste, invertiste y fracasaste. 
Tu relación amorosa terminó mal. Te ilusionaste, confiaste, amaste y... ahora estás en un estado de coma a causa de lo que ocurrió
Perdiste a un familiar. Y esta temporada del año más bien intensifica el dolor de su partida.
Recibiste un diagnóstico médico negativo. No te lo esperabas. Peor en este momento.

Puede que un diluvio de problemas llovió sobre ti durante el 2016.

Y ¿sabes qué? te respeto lo suficiente como para no salirte con psicología popular barata diciendo: “Estás respirando. Estás vivo. Sigue adelante.” A lo mejor este año ha sido tan fatal que no quieres seguir adelante. Y pues, no se lo has dicho a nadie, pero a veces has meditado en si sería mejor no seguir vivo. 

Pero, a pesar de todo esto, creo que sí puedes ser agradecido. 

Agradecer a Dios en medio del desierto significa que confías en Su providencia más que en tu sabiduría. 

Agradecer a Dios en medio del desierto es creer por adelantado al propósito divino que sólo tiene sentido cuando lo ves en retrospectiva.

¿Quieres saber cuál es la voluntad de Dios para tu vida? Pablo, por fortuna, es bastante directo: Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. – 1 Tes. 5:18

Sé agradecido, no por lo que ocurrió. Pues muchas cosas pudieron haber sido malas. Sino agradece por la persona en quien Dios te está convirtiendo a través de este proceso de refinamiento.

 2. Sé reflexivo

El profesor Howard Hendricks solía decir: “La experiencia no te hace mejor. La experiencia evaluada es lo que te hace mejor.” El fin del año es un buen tiempo para reflexionar y evaluar. Toda acción debe estar acompañada de una reflexión. 

Estoy seguro que muchas cosas no salieron como esperabas. Claro, una opción es pretender que nada malo pasó. Pero, eso te robaría la oportunidad de crecer. O puedes pensar que meditar en el pasado traerá malos recuerdos. Hay una gran diferencia entre sentarse a lamentar y detenerse a reflexionar.

Reflexionar no significa llorar sobre la leche derramada. Ni tampoco revivir los momentos dolorosos para caer en una espiral de auto conmiseración. Reflexionar significa ver con sabiduría aquello que hiciste bien. Y aquello que hiciste mal. Con el único objetivo de aprender para crecer.

Me edifica mucho el salmo 90: 12: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.” Tu tiempo en este lado de la eternidad tendrá un fin. Eso no debe asustarte. Más bien, debe producir en ti un deseo de actuar con sabiduría. ¿Qué has hecho hasta ahora? ¿Qué legado estás dejando? ¿Qué estás determinado a cambiar?

3. Sé optimista

También, procura ser optimista. No, no me refiero a negar la realidad. En la actualidad hay un serio problema con esto. Muchas personas tienen un falso concepto del optimismo que trae la fe. Algunas personas piensan que tener fe y ser optimista significa negar la realidad. 

Cuando, de hecho, eso no es cierto. La negación no quiere decir que tengas fe. Al contrario, negar tu situación actual es una forma de incredulidad. Es rehusarse a ver las cosas como son por temor a que Dios no quiera o no pueda cambiarlas.

Por otro lado, a lo mejor hay muchas cosas que Dios te quiere enseñar a través de la realidad que estás negando.

¿De qué sirve “decretar cancelación de deudas” si sigues gastando más de lo que ganas y comprando compulsivamente?
¿De qué sirve “decretar salud” si sigues sin comer, descansar y ejercitarte apropiadamente?
¿De qué sirve “decretar crecimiento y expansión” si no estás dispuesto a renunciar a paradigmas antiguos y métodos arcaicos?
  
La fe no significa negar la realidad sino verla desde la perspectiva de Dios. Con ojos de fe. Con ojos de esperanza. 
  
De hecho, aceptar la realidad, a pesar de como te sientas al respecto, es el primer paso para un optimismo dependiente de Dios.

Tim Keller dice: “La fe no es primordialmente una función de sentir. Sino de vivir, confiar y creer en lo que la verdad es, a pesar de como te sientes.”

Hace unas semanas leí una historia sobre dos de mis héroes en la fe. El pastor John Piper y el Dr. Wayne Grudem. En este año, el Dr. Wayne Grudem, teólogo, escritor y profesor en el seminario teológico de Phoenix, fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. Siendo amigos de décadas, el pastor John Piper se comunicó con el Dr. Grudem para fortalecerlo y animarlo ante tal noticia. Sin embargo, cuando el pastor John le preguntó: “¿Cómo estás?” El Dr. Grudem contestó esto: “La última vez que me fijé, Romanos 8:28 todavía estaba en la Biblia. Entonces, todo está bien. Estoy bien…

Romanos 8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

En este 2017, Dios seguirá sentado en su trono. Y Jesús seguirá siendo Rey. Eso significa que…al final, todo va a estar bien. No hay nada más optimista que eso.

Y tú, ¿cómo piensas terminar el año 2016? ¡Déjanos tu comentario!


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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

domingo, 19 de abril de 2015

"Rápido y Furioso 7" y La Débil Escatología Secular


El anhelo por eternidad que proviene desde el Edén y está impregnado en cada ser humano puede ser visto claramente en el final de "Fast & Furious 7" junto con la banda sonora "See you again."

Es lamentable que Hollywood y la perspectiva secular de vida solamente puedan ofrecer esperanzas vagas sobre realidades ásperas como la muerte y el más allá.

Sin embargo, es importante hacer notar que solo la cosmovision cristiana tiene respuestas claras a las preguntas sinceras que provienen de corazones en duelo.

Quienes han perdido familiares y seres queridos en Cristo pueden estar seguros del lugar en donde sus seres amados están: junto a Jesus.

En vez de usar especulaciones como "sé que su espíritu está por ahí en algún lugar..." O "cuando veo la luna me imagino que me escucha..." Y demás platitudes que pueden servir de consuelo, el cristiano tiene la firme certeza que su ser querido ha vencido y que en Aquel Gran Día, cuando todo lo triste desaparezca, verdaderamente se verán de nuevo para disfrutar juntos de la presencia de Cristo infinitamente en un cosmos materialmente restaurado. 

No existe una verdad escatológica más fascinante que esa. ¡ALELUYA!


Vos vas a pasar la eternidad en algún lado. ¿Ya decidiste adonde?

Por: Luís Luna Jr.