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jueves, 15 de diciembre de 2016

Sobre La Reelección: Tú derecho y tu deber.


El tema de la reelección sigue viento en popa. El pueblo hondureño se vuelve cada más polarizado con respecto a qué posición tomar. Una de las cosas que ha hecho este proceso más polémico es que el actual presidente Juan Orlando Hernández Alvarado ha sido inscrito para ser parte del proceso electoral. Esto ha venido a estremecer la institucionalidad gubernamental, o lo que queda de ella, en nuestro país. Pues, el artículo 239 de la Constitución establece que tal cosa no puede ser posible.

"Cada cabeza es un mundo" dice el refrán. Y en temporada de elecciones políticas esto no puede ser más cierto. Todos tenemos una manera muy particular de ver el mundo. Y esto incluye la forma en como nuestro país debe ser administrado y por quien debe ser administrado.

Incluso, las personas que dicen no inmiscuirse en asuntos de política están tomando una postura, aunque ellos no se den cuenta. Están siendo políticamente indiferentes y apáticos.

“La iglesia no se debe meter en esto.”
En la diversidad de la flora y fauna que existe dentro del sistema ecológico evangélico, muchos enseñan que la iglesia debe estar fuera de asuntos que tengan que ver con la política. Porque es algo demasiado "impuro." Por eso, según piensan algunos, lo mejor que podemos hacer es lavarnos las manos, como Pilato. Y dejar que el mundo sea gobernado según sus patrones. Pues, nosotros "gobernamos desde las alturas" (lo que sea que eso signifique).

Esta alternativa puede sonar noble y muy espiritual. Pero, no es la más sabia ni la más saludable. Por varias razones.
En primer lugar, es un tanto ingenuo pensar así. Es imposible separar la fe de la política. El pensamiento religioso casi siempre está concatenado al actuar político. Cuando se hace bien, la reflexión teológica es el fundamento del activismo político coherente, en el mejor de los casos. La primera iglesia se fundamentaba sobre un enunciado en medio de la persecución que sufría: "Jesús es Señor y el César, no."

Este enunciado no está exento de implicaciones políticas sobre quién debe poseer nuestra lealtad suprema. De la misma forma cuando nosotros hoy cantamos sobre el establecimiento del trono de Dios eso significa que todos los demás tronos, o sillas presidenciales, son pequeñas en comparación con el gran Trono Celestial en el que está sentado nuestro Señor.

En segundo lugar, esta forma de pensar no es cristiana. Sino más bien, influenciada por el dualismo platónico. El filósofo griego Platón enseñó, y estoy sobre generalizando aquí, que el mundo de las formas o de las ideas (inmaterial) era superior al mundo material. Algunos pensadores intentaron sintetizar el pensamiento cristiano con el pensamiento platónico y concluyeron que el mundo espiritual (religión/inmaterial) es superior al mundo material (política/todo lo "secular"). 

Pero, hay algo que derriba este paradigma pagano: el milagro de la Encarnación. El hijo de Dios (verbo inmaterial) se hizo carne en Jesús (hombre físico/material). Por consiguiente, cuando enseñamos que la iglesia no debe meterse en asuntos “impuros” como la política porque es menos espiritual y es una actividad menos sublime entonces no estamos siendo coherentemente cristianos sino parcialmente platónicos.

Y en tercer lugar, si la iglesia de veras no tiene nada que hacer metiéndose en asuntos políticos, entonces ¿por qué la iglesia si se metió algunos años atrás en materia política reclamando y denunciando el intento de reelección de parte del presidente en gobierno durante la crisis del 2009? ¿Por qué lo que antes era condenado como un pecado y delito de traición a la patria ahora tiene una respuesta de silencio otorgador? ¿Acaso la moralidad muta con el pasar de los tiempos y de los gobiernos?

A lo que tienes derecho y a lo que no tienes derecho.
En vista que cada ciudadano hondureño tiene su propia opinión al respecto, mi interés no radica en persuadir a las personas a cambiar su manera de pensar, sino más bien a reflexionar sobre cómo expresan su forma de pensar hacia aquellos que no la comparten.

Como ciudadano hondureño tienes el derecho de tener una de las dos opiniones predominantes en la población actualmente. Puedes estar indignado porque sientes que la constitución está siendo pisoteada. Puedes estar molesto con todos los líderes políticos y religiosos que años atrás a viva voz condenaban todo acto de reelección pero en la actualidad han decidido quedarse callados o hacerse de la vista gorda. Puedes sentirte incluso desesperanzado porque la institucionalidad de nuestro país cada vez está en mayor decadencia. Puedes sentir una gran desconfianza hacia nuestros líderes porque hacen lo que dijeron que no harían. O no hacen lo que dijeron que sí harían. Es tu derecho sentirte así. También es tu derecho de expresar tu opinión. Y esto, también puede incluir el activismo no violento a través de manifestaciones o marchas. 

También tienes el derecho de estar contento. Porque piensas que el actual mandatario ha sido el mejor presidente que nuestro país ha tenido en toda la historia. Y por lo tanto, ya que el estado en el que se encontraba nuestra nación era tan deplorable, hace falta que alguien gobierne por más de cuatro años. Por eso, la idea de la reelección no es tan mala después de todo. Puedes estar rebosante de alegría porque el actual presidente es el David que nuestra nación tanto ha necesitado por varios días. Estás en tu derecho de pensar así y de expresar tu pensamiento. Esto incluye la manifestación de tu apoyo hacia la adminsitración actual por medio del voto. Tengo hermanos en Cristo que son mejores cristianos que yo que genuinamente piensan de esta forma. 

Pero, aunque tengamos estas libertades, hay algo de lo que sí no tenemos libertad. Hay algo de lo cual no tenemos el derecho de hacer. Hay algo que no se nos es permitido. Podemos pensar diferente. Pero, no podemos satanizar a aquellos que piensan distinto a nuestra manera de pensar. Y esto, claro está, incluye la expresión de nuestra opinión en cuanto a asuntos políticos. Los siguientes días estarán llenos de debates acerca de los acontecimientos que han rodeado el tema de la reelección. Pero, lo que debe primar por encima de todo es algo mucho más que la tolerancia y el civismo. Para los que seguimos a Jesús debe reinar un espíritu de amabilidad. Pablo nos enseña que el siervo del Señor no debe ser contencioso. En otras palabras, no debe pelear por el mero hecho de iniciar una pelea.

Ser amable y amoroso con aquellos que diferimos no significa que nuestras convicciones políticas deban languidecer. Podemos mantener firmeza en nuestras convicciones. Y amabilidad en nuestro trato con aquellos que no comparten nuestras convicciones. Una cosa no niega la otra. Ser brusco y tosco no es señal de tener solidez ideológica.

De hecho, la verdadera tolerancia política no es la ausencia de convicciones. Sino, más bien como tus propias convicciones te llevan a tratar a las personas que no comparten lo que tú crees. Hay mucho camino que recorrer, muchos temas que debatir y muchas acciones que tomar. Pero, por encima de todo esto, debe reinar algo que es mucho mayor que el mero civismo: hablar la verdad en amor. En conclusión, tu derecho a opinar no significa libertad para irrespetar. Tienes derecho a expresar tu sentir. Pero, tienes deber de, no sólo respetar, sino amar a aquellos que no comparten tu sentir.

-Luís Luna Jr

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 21 de noviembre de 2016

6 Estrategias Para Luchar Contra El Orgullo


Dios es quien se encarga de edificar Su obra. Y lo hace otorgando diferentes tipos de dones y habilidades a diferentes tipos de personas. Si por su gracia Dios te ha dotado sobrenaturalmente para algunas tareas específicas de Su Reino, las personas se acercarán para felicitarte y afirmarte. Y aunque este no sea el impulso que te mueve a hacer las cosas, es necesario que tu espíritu se mantenga vigilante a lo que puede ocurrirle a tu corazón al recibir aprobación humana.

No hay nada de malo en expresar admiración por lo que Dios hace a través de otros. Muchas veces siento que un sermón ha salvado mi vida. Y en la manera que puedo, intento expresar mi agradecimiento y admiración hacia la persona que Dios usó para edificarme.

Muchos obreros están haciendo una labor fenomenal. Pero, a la vez, caminan desanimados. Porque casi nunca reciben afirmación de parte de aquellos a quienes sirven fielmente. Por eso, cuando puedas, agradece y felicita a las personas que Dios usa para asistirte en tu caminar con Jesús.

Sin embargo, el fin de este artículo es ayudarte cuando recibas felicitaciones o afirmación de otros por lo que haces en el Reino de Dios. La aprobación humana puede intoxicar el corazón. Y al igual que muchas sustancias tóxicas, nos podemos volver adictos a ella si no tenemos cuidado. Una señal de esto, por ejemplo, es cuando sentimos que los demás están obligados a darnos un "like", "retweet" o una palmada en el hombro después de haber bateado lo que nosotros pensamos fue un "home run."

En nuestro caminar, la clave para crecer más en conformidad a Cristo radica no en controlar o domesticar nuestro ego. Sino en atravesarle una espada para matarlo. Una y otra vez. Y las veces que sean necesarias. Al compartir este artículo, en ninguna manera pretendo haber vencido en totalidad este tipo de pecado. Pensar eso sería suicidio para mi alma. Sino que en mi lucha contra la arrogancia remanente en mi propio corazón, que no es poca, me encontré con las siguientes recomendaciones prácticas del pastor John Piper. Creo que son útiles. 

Si bien es cierto el orgullo se manifiesta de muchas formas, estas dagas son más efectivas contra la arrogancia naciente en un corazón que se quiere acostumbrar a ser alabado:

1. Recuerda que no eres auto-existente; sólo el Dios trinitario lo es. Sólo Dios es absoluto. Tú eres contingente. Recuerda que eres dependiente de Dios en tu origen, presente y futuro. Recuerda esto y medita en esta verdad.

2. Recuerda que eres por naturaleza un pecador depravado y que en todo tu pecado has tratado a Dios con desprecio, prefiriendo otras cosas en lugar de su gloria. Recuerda que no hay nada bueno que hayas hecho que no requiera arrepentimiento. Todas tus buenas obras están, de alguna manera, manchadas por el pecado. Cada una tiene algún grado de error porque Dios demanda perfección. Y por eso, Dios no te debe nada más que dolor en esta vida y en la venidera. Todo lo bueno que tienes a tu alrededor, entonces, es una obra de gracia y no por tu propio mérito.

3. Medita en la realidad que tú condición era tan desesperada que sólo pudo ser remediada por la horrible muerte del hijo de Dios, quien llevó tu pecado y proveyó tu justicia. Y gózate en el perdón y justicia que ahora es tuya en Jesús.

4. Renuncia a todos los deseos de fama y notoriedad cuando sientas que se levantan en tu corazón diciendo: "¡No! En el nombre de Jesús salgan de mi cabeza." Y voltea tu mente con frescura hacia la belleza, verdad y valor de Cristo.

5. Trata de recibir toda crítica, ya sea de amigo o enemigo, asumiendo que casi siempre hay algún grado de verdad del cual te puedes beneficiar. "Sé pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse." -Santiago 1:19.

6. Trata de acudir a escritores cristianos de siglos anteriores que conocían a Dios en profundidades que la mayoría de nosotros, gente moderna, somos incapaces de conocer.


*En lo personal, he sido redargüido, confrontado y edificado por los escritos de los Padres del Desierto del siglo IV y los predicadores puritanos del siglo 17.* 

-Luís Luna Jr. 
Pecador rescatado por Gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

Puedes encontrar todas las recomendaciones del pastor John Piper haciendo click aquí

viernes, 17 de junio de 2016

Piensa dentro de la caja




He escuchado muchos consejos y principios sobre liderazgo. La mayoría de ellos son muy buenos. Con el tiempo algunos prevalecen. Otros, no tanto. Entre aquellos que más he escuchado está el famoso: "Piensa fuera de la caja.” Esto puede ser traducido en las siguientes frases inspiracionales: "No te limites"; "No seas conformista"; "Piensa en grande."

En resumidas cuentas "pensar fuera de la caja" significa abordar un problema considerando alternativas externas o diferentes.

A lo mejor eres un emprendedor y pensar fuera de la caja, para ti, significa expandir tu visión a diferentes ciudades a lo largo y ancho del país.

Tal vez eres un líder de jóvenes y pensar fuera de la caja equivale a hacer uso de la materia prima extranjera que puede ayudar a tu ministerio de jóvenes.

Es probable que estés teniendo problemas con tu familia y pensar fuera de la caja es ver a un diferente consejero o terapeuta.

Para la mayoría, pensar fuera de la caja representa que eres una persona de visión. Es una señal de valentía. Es evidencia de un espíritu innovador y atrevido. Es un testimonio que estás dispuesto a mirar a los ojos al status quo y desafiarlo.

Pero, a veces, pensar fuera de la caja puede paralizarte en lugar de impulsarte. Ya que puedes estar demasiado enfocado en la solución que está "allá afuera" que pierdes de vista los recursos que ya están "aquí adentro."

Por eso, deja de pensar fuera de la caja. Y comienza a pensar “dentro de la caja.”

Para algunos esto puede sonar mediocre. Demasiado corriente. Porque están tan programados a ver la solución allá afuera que este tipo de lenguaje puede olerles a conformismo. Incluso, hay libros enteros diciendo que evadas este manera de pensar.

Pero, pensar dentro de la caja envuelve desarrollar la costumbre de inventariar las soluciones que pueden estar dentro en lugar de las ayudas que pueden estar fuera. Pensar dentro de la caja es trabajar con lo que tienes en lugar de analizar los recursos que quisieras tener. La práctica de pensar dentro de la caja no es un conformismo maquillado de psicología positiva. Sino que está firmemente arraigada en la convicción del carácter soberano de Dios.

La soberanía de Dios es tan grande que Él te ha dado todo lo que necesitas para hacer lo que Él quiere que hagas en este preciso momento. En ocasiones, lo que puede parecer un límite que te impide en realidad es una pista que te guía.

Detente. Y lee esas dos últimas líneas. Despacio.

Toma a Moisés por ejemplo. Dios lo llama a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Éxodo 4). Nada mal para un fugitivo de la ley que ahora es pastor de ovejas. Y que también tiene problemas para hablar. Cuando Moisés expresa su desacuerdo, Dios le hace una pregunta punzante: "¿Qué tienes en tu mano?" Este episodio es fascinante porque lo que Moisés tiene en su mano es una maravillosa e innovadora...vara de madera. Sí, una vara. ¿Acaso Dios estaba bromeando? ¿Cómo era posible que Moisés podía causar una revolución libertadora con un pedazo de madera? Digo, sería comprensible si lo que tuviera sería una especie de cetro. O al menos, una espada. Pero, ¿una vara?

Sí, una vara. Porque con esto, Dios le está diciendo a Moisés: la solución no está allá afuera. Sino, cerca de ti. En tu mano. La solución no está fuera de la caja. Sino dentro de la caja: tu vara.

Los relatos del Éxodo muestran más adelante que la vara de Moisés fue un símbolo de libertad e intervención divina (Éxodo 14:21).

En ocasiones, Dios hace más con los recursos dentro de la caja que con las opciones fuera de la caja.

Puedes pensar fuera de la caja y paralizarte. O hacer uso de la vara que está en tu mano, dentro de la caja, y accionar.

Cuando te preguntes: ¿Qué es lo que Dios quiere que haga en este problema?

Dios, irónicamente te contestará con otra pregunta: ¿Qué tienes en tu mano? ¿Qué hay dentro de la caja?

Antes de ver las opciones que están fuera, ¿ya te fijaste en los recursos que hay dentro?

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 14 de junio de 2016

Como estudiar teología sin morir (de orgullo) en el intento


Algunos sectores de la iglesia evangélica han estado marcados por la indiferencia teológica. Al menos por algún tiempo. Los cantos de las sirenas del pragmatismo ministerial han atraído a más de un pastor o líder evangélico a implementar lo que parece "tener éxito" en el momento. Aunque en ocasiones eso esté directamente en contra de enseñanzas bíblicas claras.

Las palabras “teología” y “doctrina” han tenido connotaciones no tan positivas. Vistas por muchos como cosas que traen división en lugar de unidad.  Algunos, por otro lado, sienten apatía doctrinal porque ven a la teología como un conjunto de postulados abstractos que no son pertinentes al día a día de las personas. Aunque, en cierto sentido, no hay nada más práctico que tener una buena y sólida teología.

Pero, con todo y esto, en la actualidad se respiran otros aires. Muchas personas laicas en general y jóvenes en particular muestran un creciente interés por entender mejor la fe que ha sido una vez dada a todos los santos (Judas 1:3).

Muchas organizaciones han usado las herramientas de la era de la informática para difundir diversos recursos provenientes de tradiciones teológicas robustas.

Casi siempre que predico en algún lugar hay personas que expresan su deseo de entender mejor a las Escrituras y al Dios de las Escrituras. Cuando alguien expresa un deseo genuino de entender mejor la revelación de Dios a eso digo: "Amen" con un corazón rebosante de alegría. Pues, Dios nos ha llamado a ser obreros que no tenemos nada de que avergonzarnos y que usamos bien la Palabra de verdad (2 Tim. 2:15).

Sin embargo, aunque toda esta resurgencia debe alegrarnos, es necesario reconocer que una de las tentaciones más grandes al estudiar teología ya sea formalmente en una institución académica o informalmente por medios autodidactas, es caer en orgullo intelectual.

El orgullo es un pecado sutil. Similar al mal aliento. Todo mundo sabe que está presente en una persona. Excepto aquel quien lo carga. Para ser justos, la arrogancia es una tentación para cualquiera en cualquier campo de desempeño. Un carpintero puede jactarse de hacer mejores sillas que los demás en su oficio. Pero, sumergirse en las mentes de los pensadores que han influenciado nuestro entendimiento de la fe cristiana puede intensificar exponencialmente nuestra tentación de caer en orgullo intelectual.  

Considerando que el orgullo puede ser difícil de detectar en uno mismo, aquí hay algunas señales que te estás volviendo arrogante a causa de estudiar teología.

1. Te vuelves hipercrítico. Piensas que todo lo que se hace en tu iglesia local está equivocado. Y la culpa es de los hermanos ignorantes que no conocen los complejos matices de la teología de Barth. Permíteme ser claro aquí. Debemos asegurarnos que la sana doctrina sea predicada en nuestros púlpitos. Pero, también debemos reconocer que hay un espacio y tiempo para crecer y ser corregidos. De la misma manera, que Apolos un joven elocuente y poderoso en las Escrituras fue tomado a parte para ser instruido de una mejor manera en el camino de la fe (Hechos 18:24-28). Si todo lo que resaltas del sermón de otro es lo impreciso que fue doctrinalmente es probable que el verdadero problema no provenga del púlpito sino de tu propio corazón. Es tragicómico intoxicarse hablando de las doctrinas de la gracia en maneras que no despliegan gracia.

2. Siempre quieres tener la última palabra. La teología es una disciplina basada en argumentos. Quienes hacemos teología persuadimos a otros, en el poder del Espíritu, a través de argumentos. Sin embargo, esto se puede llevar demasiado lejos. Usar argumentos está bien. Volverse una persona argumentativa está mal. Algunos pueden ser tan argumentativos que no están dispuestos a perder ni la más mínima discusión sobre temas terciarios como el debate entre el supralapsarianismo vs. infralapsarianismo. Hay un serio problema en tu corazón si caminas por la vida queriendo corregir a todo mundo en cualquier conversación.

3. Quieres convertir a todo mundo. Hay personas que leen Mateo 28:19 de la siguiente manera: "Por tanto, id por todo el mundo y haced calvinistas...” o arminianos. O wesleyanos. Tanto así que se consideran más calvinistas que Juan Calvino. O más arminianos que Jacobo Arminio. O más barthianos que el propio Karl Barth. Es bueno ser parte de una herencia teológica. Pero, no perdamos de vista que en el amplio espectro del cristianismo hay personas que aman a Jesús profundamente y aman a las personas genuinamente pero no firmarían nuestra declaración de fe.

SUGERENCIAS
Reconozco que el título de este artículo es ostentoso. Cualquiera puede llevarse la impresión que estoy ausente de orgullo y he "logrado" la humildad. No es así. He nacido de nuevo. Pero, mi corazón tiene residuos de arrogancia. Más de lo que a veces estoy dispuesto a reconocer. Necesito con desesperación la gracia de Jesús. De hecho, la razón por la que conozco las características del orgullo intelectual no es tanto por que las he notado en otros, sino porque las he visto en mi propio corazón.

Más bien, estas sugerencias son consejos que uno de mis mentores compartió conmigo. Él es un pastor erudito. Con diversos postgrados de varias universidades y seminarios bíblicos. Tiene un vasto conocimiento acerca de Dios y la Biblia. Pero, lo que me sigue impresionando es su profunda humildad y gentileza. No doy su nombre porque seguro se incomodaría de leer que estoy escribiendo acerca de su humildad, atributo que él negaría tener.

En cierta ocasión, él me contó que cada vez que aprendía algo nuevo acerca de Dios, sentía la tentación dentro de sí de ver de manera condescendiente a aquellas personas que no tenían acceso a este tipo de estudio. De inmediato, él cerraba los ojos y oraba algo como: "Señor, gracias por enseñarme acerca de la igualdad ontológica entre las personas de la Trinidad. Ayúdame a amarte más. Y ayúdame a amar a las personas más a causa de esto. En el nombre de Jesús, amen." Orar en agradecimiento a lo que has aprendido acerca de Dios desciende el contenido de tu cabeza a tu corazón. Responder hacia lo que aprendes en oración es una manera de reconocer tu finitud ante un Dios infinitamente sabio.

También, él suele decir: “Asegúrate de oler a oveja.” Cuando Jesús inició su ministerio pudo haber elegido a la crema y nata del mundo teológico. Pudo haber elegido a los profesores de la ley y a los eruditos de ese entonces. Pero, en lugar de eso decidió pasar tiempo con un puñado de hombres que olían a pescado. Jesús siempre buscaba estar con su Padre y con la gente. Nuestro olor a personas debe opacar nuestro olor a libros. De hecho, la razón por la que pasamos tiempo en libros es para amar mejor a nuestro Padre y ayudar más a las personas.  


Tener acceso a recursos teológicos es una bendición. Pero, es un medio para un fin. La arrogancia intelectual es el resultado de mirar al estudio teológico como un fin en sí mismo. El fin es amar a Dios y amar a las personas (Lucas 10:27).

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-Luis Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.