El tema de la reelección sigue
viento en popa. El pueblo hondureño se vuelve cada más polarizado con respecto
a qué posición tomar. Una de las cosas que ha hecho este proceso más polémico
es que el actual presidente Juan Orlando Hernández Alvarado ha sido inscrito
para ser parte del proceso electoral. Esto ha venido a estremecer la
institucionalidad gubernamental, o lo que queda de ella, en nuestro país. Pues,
el artículo 239 de la Constitución establece que tal cosa no puede ser posible.
"Cada cabeza es un
mundo" dice el refrán. Y en temporada de elecciones políticas esto no
puede ser más cierto. Todos tenemos una manera muy particular de ver el mundo.
Y esto incluye la forma en como nuestro país debe ser administrado y por quien
debe ser administrado.
Incluso, las personas que
dicen no inmiscuirse en asuntos de política están tomando una postura, aunque
ellos no se den cuenta. Están siendo políticamente indiferentes y apáticos.
“La iglesia no se debe meter en esto.”
En la diversidad de la flora y
fauna que existe dentro del sistema ecológico evangélico, muchos enseñan que la
iglesia debe estar fuera de asuntos que tengan que ver con la política. Porque
es algo demasiado "impuro." Por eso, según piensan algunos, lo mejor
que podemos hacer es lavarnos las manos, como Pilato. Y dejar que el mundo sea
gobernado según sus patrones. Pues, nosotros "gobernamos desde las
alturas" (lo que sea que eso signifique).
Esta alternativa puede sonar
noble y muy espiritual. Pero, no es la más sabia ni la más saludable. Por
varias razones.
En primer lugar, es un tanto
ingenuo pensar así. Es imposible separar la fe de la política. El pensamiento
religioso casi siempre está concatenado al actuar político. Cuando se hace
bien, la reflexión teológica es el fundamento del activismo político coherente,
en el mejor de los casos. La primera iglesia se fundamentaba sobre un enunciado
en medio de la persecución que sufría: "Jesús es Señor y el César,
no."
Este enunciado no está exento de implicaciones políticas sobre quién
debe poseer nuestra lealtad suprema. De la misma forma cuando nosotros hoy
cantamos sobre el establecimiento del trono de Dios eso significa que todos los
demás tronos, o sillas presidenciales, son pequeñas en comparación con el gran
Trono Celestial en el que está sentado nuestro Señor.
En segundo lugar, esta forma
de pensar no es cristiana. Sino más bien, influenciada por el dualismo
platónico. El filósofo griego Platón enseñó, y estoy sobre generalizando aquí,
que el mundo de las formas o de las ideas (inmaterial) era superior al mundo
material. Algunos pensadores intentaron sintetizar el pensamiento cristiano con
el pensamiento platónico y concluyeron que el mundo espiritual (religión/inmaterial)
es superior al mundo material (política/todo lo "secular").
Pero, hay
algo que derriba este paradigma pagano: el milagro de la Encarnación. El hijo
de Dios (verbo inmaterial) se hizo carne en Jesús (hombre físico/material). Por
consiguiente, cuando enseñamos que la iglesia no debe meterse en asuntos “impuros”
como la política porque es menos espiritual y es una actividad menos sublime
entonces no estamos siendo coherentemente cristianos sino parcialmente
platónicos.
Y en tercer lugar, si la
iglesia de veras no tiene nada que hacer metiéndose en asuntos políticos,
entonces ¿por qué la iglesia si se metió algunos años atrás en materia política
reclamando y denunciando el intento de reelección de parte del presidente en
gobierno durante la crisis del 2009? ¿Por qué lo que antes era condenado como
un pecado y delito de traición a la patria ahora tiene una respuesta de
silencio otorgador? ¿Acaso la moralidad muta con el pasar de los tiempos y de
los gobiernos?
A lo que tienes derecho y a lo que no tienes derecho.
En vista que cada ciudadano
hondureño tiene su propia opinión al respecto, mi interés no radica en
persuadir a las personas a cambiar su manera de pensar, sino más bien a
reflexionar sobre cómo expresan su forma de pensar hacia aquellos que no la
comparten.
Como ciudadano hondureño
tienes el derecho de tener una de las dos opiniones predominantes en la
población actualmente. Puedes estar indignado porque sientes que la
constitución está siendo pisoteada. Puedes estar molesto con todos los líderes
políticos y religiosos que años atrás a viva voz condenaban todo acto de
reelección pero en la actualidad han decidido quedarse callados o hacerse de la
vista gorda. Puedes sentirte incluso desesperanzado porque la institucionalidad
de nuestro país cada vez está en mayor decadencia. Puedes sentir una gran
desconfianza hacia nuestros líderes porque hacen lo que dijeron que no harían.
O no hacen lo que dijeron que sí harían. Es tu derecho sentirte así. También
es tu derecho de expresar tu opinión. Y esto, también puede incluir el activismo no violento a través de manifestaciones o marchas.
También tienes el derecho de
estar contento. Porque piensas que el actual mandatario ha sido el mejor
presidente que nuestro país ha tenido en toda la historia. Y por lo tanto, ya
que el estado en el que se encontraba nuestra nación era tan deplorable, hace
falta que alguien gobierne por más de cuatro años. Por eso, la idea de la
reelección no es tan mala después de todo. Puedes estar rebosante de alegría
porque el actual presidente es el David que nuestra nación tanto ha necesitado
por varios días. Estás en tu derecho de pensar así y de expresar tu
pensamiento. Esto incluye la manifestación de tu apoyo hacia la adminsitración actual por medio del voto. Tengo hermanos en Cristo que son mejores cristianos que yo que
genuinamente piensan de esta forma.
Pero, aunque tengamos estas
libertades, hay algo de lo que sí no tenemos libertad. Hay algo de lo cual no
tenemos el derecho de hacer. Hay algo que no se nos es permitido. Podemos pensar
diferente. Pero, no podemos satanizar a aquellos que piensan distinto a nuestra
manera de pensar. Y esto, claro está, incluye la expresión de nuestra opinión
en cuanto a asuntos políticos. Los siguientes días estarán llenos de debates
acerca de los acontecimientos que han rodeado el tema de la reelección. Pero,
lo que debe primar por encima de todo es algo mucho más que la tolerancia y el
civismo. Para los que seguimos a Jesús debe reinar un espíritu de amabilidad.
Pablo nos enseña que el siervo del Señor no debe ser contencioso. En otras
palabras, no debe pelear por el mero hecho de iniciar una pelea.
Ser amable y amoroso con
aquellos que diferimos no significa que nuestras convicciones políticas
deban languidecer. Podemos mantener firmeza en nuestras convicciones. Y
amabilidad en nuestro trato con aquellos que no comparten nuestras
convicciones. Una cosa no niega la otra. Ser brusco y tosco no es señal de
tener solidez ideológica.
De hecho, la verdadera
tolerancia política no es la ausencia de convicciones. Sino, más bien como tus
propias convicciones te llevan a tratar a las personas que no comparten lo que
tú crees. Hay mucho camino que recorrer, muchos temas que debatir y muchas
acciones que tomar. Pero, por encima de todo esto, debe reinar algo que es
mucho mayor que el mero civismo: hablar la verdad en amor. En conclusión, tu
derecho a opinar no significa libertad para irrespetar. Tienes derecho a expresar tu sentir. Pero, tienes deber de, no sólo respetar, sino amar a aquellos que no comparten tu sentir.
-Luís Luna Jr
Pecador rescatado por gracia.
Hijo eternamente amado por Abba.
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