lunes, 16 de mayo de 2016

Dios te ha llamado a cosas pequeñas



Yo era el tipo de joven que se acercaba al predicador en el tiempo de ministración para averiguar mi futuro. Quería escuchar acerca de los estadios en los que iba a predicar y acerca de los libros que iba a publicar. Básicamente, yo quería saber acerca de las "cosas grandes" que Dios haría conmigo.

Los humanos amamos la grandeza. Incluso, en el grupo de Jesús, dos discípulos le preguntaron quien estaría sentado a su derecha y a su izquierda en el cielo. Cuando el resto escuchó eso, se enojaron. Y si has leído sobre los discípulos, podrás sacar la conclusión que se enojaron no tanto por la ambición de Juan y Jacobo, sino que su molestia fue porque ellos dos se adelantaron a pedir grandeza.

Hacer cosas grandes no es malo. No quiere decir que tengamos un corazón ávaro o lleno de ambición desmedida. Al contrario, nuestras aspiraciones reflejan el concepto que tenemos de Dios. Si creemos en un Dios limitado y desinteresado en intervenir en su creación, siempre seremos pasivos, conformistas y apáticos. Pero, si confiamos en un Dios grande, infinito en amor y en recursos, entonces haremos planes que desafíen el status quo.

El problema no es aspirar a hacer cosas grandes. El problema radica en desear los derivados que vienen como resultado de hacer cosas grandes.

No hay nada de malo en hacer una iniciativa evangelística que alcance las multitudes. Lo peligroso es hacerlo con el único fin de recibir la admiración de tus colegas ministeriales.

No hay nada de malo en hacer una gran obra social. Lo peligroso es desear las entrevistas y notoriedad que traen consigo.

Porque cuando estás demasiado consumido en los derivados que resultan de hacer cosas grandes puedes despreciar las "cosas pequeñas."

Como cuando estás demasiado ocupado siendo un gran predicador que no tienes tiempo para escuchar a una pequeña oveja herida.

Como cuando estás demasiado ocupado levantando una gran empresa que no tienes tiempo para ayudar a tu hijo de 7 años con su pequeña tarea de matemáticas.

Cuando haces las "cosas pequeñas" con una actitud agrandada es señal que necesitas examinar tu corazón. Pues nadie nunca se gradúa de hacer "las cosas pequeñas."

Y la actitud con la que haces las "cosas pequeñas" en gran parte determina cuanto tiempo Dios te permitirá estar haciendo las "cosas grandes."

Porque la manera en que haces las cosas pequeñas refleja tu grado de humildad y sencillez. Y no hay nada más grande que un corazón humilde y sencillo.

Así que Dios te ha llamado a cosas grandes. Dios también te ha llamado a cosas pequeñas. Y si amas a Dios, no habrá ninguna diferencia en la actitud con la que haces las dos.

En lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré. - Mateo 25:23

Si te gustó este artículo: ¡Compártelo!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

domingo, 8 de mayo de 2016

¡Gracias, mamá! 4 agradecimientos hacia mi madre.

Hoy se celebra el día madres en mi país Honduras. Y aunque todos los días son especiales y oportunos para reflexionar sobre la bendición que significa tener a una madre abnegada, este es un día aún más especial para mí personalmente.  Soy un hijo bendecido por tenerla. Si volviera a nacer y pudiera elegir, ciegamente la elegiría a ella.

Hay un millón de cosas por las que estoy agradecido con mi mamá. Pero, hoy quiero nombrar sólo cuatro.

1. Gracias por orar por mí
Estoy joven. Tengo 24 años. Pero, Dios ha sido bueno y por su gracia he visto su fidelidad en cientos de maneras. Una gran parte de eso lo atribuyo a las oraciones de mi mamá. Mi mamá es una mujer que ora. Siempre que salgo en la mañana hacia la universidad ella está de rodillas orando. Cuando predico en algún lugar y almas se convierten o Dios hace algo sobrenatural, sé que las oraciones de mi mamá tuvieron mucho que ver.

El poder de una madre que ora es grande.

Gracias por siempre orar por mí.

2. Gracias por ser abnegada
Mi mamá ha sido una mujer abnegada por su familia. Ella decidió dedicarse a cuidar a mi hermana y a mi. Estoy muy consciente que la realidad económica actual obliga, en ocasiones, a que ambos trabajen. Pero, estoy agradecido porque mi mamá decidió así. Ella siempre ha sido muy especial hacia mi papá, mi hermana y yo. Aún en los detalles pequeños. 

Recuerdo cuando estaba en segundo grado, yo me sentía "grandecito" y no quería llevar lonchera sino dinero para comprar en la cafeteria. Un día mi mamá llegó a la escuela a hacer unas diligencias. Yo estaba en recreo y la fui a saludar.
Ella vio que estaba comiendo pizza (helada y dura) hecha en la cafetería. La probó y luego me dijo: "Es la última vez que comes esto." Y seguí llevando lonchera porque ella se levantaba muy de mañana para hacerme comida.

Gracias por ser como la mujer de Proverbios 31:15 "Se levanta aun de noche y da comida a su familia."

3. Gracias por castigarme
Yo no fui un niño fácil de criar. No voy a dar detalles. Sólo diré que nunca me gané un premio como el mejor portado en la escuela. Y en casa, digamos que la faja y yo nos encontramos repetidas veces. A lo mejor, el castigo físico suena radical y antiguo para muchos consejeros familiares modernos. Pero, no para el proverbista. Él dice "El que evita la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia." -Prov. 13:24. 

Los castigos de mi mamá funcionaron en mí. O al menos eso pienso. Creo que así fue porque mi mamá siempre me disciplinó en un contexto de amor. 

Cuando tenía 10 años me castigó por irme a jugar fútbol sin pedirle permiso. Yo me fui resentido a mi cuarto a llorar. No había manera que ella escuchara mis llantos silenciosos. Pero, en la madrugada ella llegó y me abrazó. Me aseguró que me amaba pero que no podía andar rebotando por la calle sin pedirle permiso y sin decirle hacia donde iba. Gracias por aplicarme la mano dura cuando tuvo que hacerlo. Lección aprendida.

4. Gracias por tener un buen sentido del humor
Yo amo estar en mi casa. Una de las razones es porque reimos mucho. Parte de eso es porque mi mamá tiene un gran sentido del humor. Siempre encuentra la manera de hacernos reir después de estar bajo un momento de estrés o tensión. Eso es bueno. Hay que tomarse la vida en serio. Pero, hay cosas que no tanto. Es saludable reir. Es aún más saludable reirse de uno mismo. Alguna gente opina que yo tengo un buen sentido del humor. No lo sé. Pero, si así lo es, lo obtuve de mi mamá. Gracias por que estar con usted alegra el corazón.

El corazón alegre hermosa el rostro. -Prov. 15:13

Pero, más que otra cosa, gracias por simplemente ser usted. ¡La amo!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 3 de mayo de 2016

Liderazgo según Claudio Ranieri, técnico del Leicester City



El mundo se alegra cuando el pequeño gana. Cuando el vencedor era último en las apuestas. Cuando los Seabiscuits terminan de primero en el Derby de Kentucky. Cuando David vence a Goliat. Y ahora, cuando el Leicester City Football Club gana el trofeo de la primera división de fútbol inglés.

Ciertamente, este equipo ha hecho historia. Y el mundo lo ha presenciado de primera mano. Como aficionado al deporte más hermoso del planeta, me uno a la alegría colectiva. Unos días atrás, el director técnico Claudio Ranieri escribió una carta abierta que captura la esencia de este equipo.

Aquí hay algunas cosas que los líderes podemos aprender de los Zorros de Leicester:

Trabajar duro en lugar de sólo soñar. 
Cuando la junta directiva se sentó con el italiano Ranieri no le pidieron que hiciera soñar a los aficionados. No le pidieron realizar ninguna proeza que fuera registrada como uno de los grandes relatos del fútbol. Sus instrucciones fueron simples: "Sálvanos del descenso. Logra 40 puntos. Y les darás a los aficionados la alegría de tener asegurada otra temporada más en primera división." Eso era todo. Estoy seguro que nadie se imaginó que LCFC se coronaría campeón. Claudio Ranieri dice que la gente en la ciudad de Leicester le dice: "Nos estás haciendo soñar." A esto, Ranieri siempre contestaba: "Ok. Ustedes sueñen por nosotros. Nosotros no soñamos. Nosotros trabajamos."

Todo mundo quiere soñar, pero pocos están dispuestos a sudar.

Muchos sueñan con escribir un libro, pocos están dispuesto a levantarse dos horas más temprano o acostarse dos horas más tarde para escribir 1,000 palabras al día.

Muchos sueñan con un buen matrimonio, pocos trabajan para poner límites que les aseguren pasar una buena cantidad de tiempo calidad con su conyugue.

Muchos sueñan en tener un gran equipo organizacional, pocos quieren hacer la, a veces tediosa labor de cultivar y discipular uno a uno a los miembros del equipo.

Muchos sueñan con una iglesia saludable, pocos quieren sentar las bases sólidas para un crecimiento sostenible.

Muchos sueñan con independencia financiera, pocos están dispuestos a recortar las salidas a restaurantes.

No es en vano que la Biblia es clara cuando afirma: "Las manos diligentes prosperarán." -Prov.10:4


Trabajar en equipo en lugar de buscar la fama individual.
Los grandes jugadores ganan partidos. Los grandes equipos ganan campeonatos. Nadie hubiera pensado que este equipo seria campeón al sólo ver la lista de los nombres de sus jugadores. 

¿Qué niño hubiese desafiado a agentes de seguridad sólo por tener la camisa de Jamie Vardy? ¿Quién hubiese guardado para la posteridad la selfie con Riyad Mahrez? ¿Qué compañía de accesorios deportivos hiciera fila para hacerle una propuesta de contrato publicitario a N'Golo Kanté? 

El epicentro del Leicester City no es un jugador extraordinariamente mediático, sino un equipo ordinariamente trabajdor. 

Su técnico lo sabe. Claudio Ranieri hace referencia al equipo mucho más de lo que habla de sí mismo. De hecho, en su carta usa la palabra "nosotros" 32 veces. Eso es liderazgo. Cuando las cosas salen bien, los grandes líderes atribuyen el crédito al equipo. Cuando las cosas salen mal, los grandes líderes toman la responsabilidad por sí mismos.  Jim Collins, profesor en la escuela de Negocios de la universidad de Stanford, usa la analogía del espejo y la ventana. 

Los grandes líderes, los "Líderes Nivel 5", como él les llama, miran hacia afuera a través de las ventanas de la oficina cuando la organización es exitosa. Y miran hacia el espejo cuando las cosas no están yendo bien. 

Por el contrario, los líderes manipuladores y egocentristas siempre están mirando al espejo cuando las cosas salen bien.

"Fue por mí que la iglesia creció"
"Fue por mí que el ministerio se expandió"
"Fue por mí que la compañía logró los objetivos de utilidades"

Y miran a la ventana, hacia otros, cuando las cosas salen mal.

"Si tuviera mejor gente en mi iglesia..."
"Si estuviera en otra colonia..."
"Si me saliera una oportunidad en el norte"

El lenguaje del Nuevo Testamento para hablar sobre la iglesia siempre es comunal. La iglesia es el Cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27). El rebaño del Señor (Hechos 20:28). La familia de la fe (1 Tim. 3:15).

En ningún momento la Iglesia es una especie de plataforma para los delirios narcisistas de líderes inseguros.

El Leicester City Football Club ha logrado algo hermoso. Pero, con los años será olvidado. Siempre habrán estadígrafos como Alexis Andrés Tamayo (Mr. Chip) para recordar a las siguientes generaciones lo que este equipo hizo. Sin embargo, dentro de diez mil millones de años haber ganado el trofeo de la primera división inglesa no tendrá ninguna repercusión eterna.

Los equipos deportivos sólo apuntan a trofeos terrenales y medallas que son materia prima para una futura venta a coleccionistas en el mejor de los casos. Pero, la Iglesia del Señor corre por una corona incorruptible (1 Cor. 9:25).

Dios quiere que Su iglesia sea un sólo cuerpo. Una sola familia. Un sólo equipo. La gloria es de Cristo. La Iglesia refleja la gloria de Cristo. La iglesia no es un “one-man-show.” Es un equipo con una diversidad de dones pero con un solo fin: glorificar a Dios en toda su obra (1 Cor. 10:31).

La obra que Dios le dio a la iglesia tiene un significado trascendente. Y es por eso que trabajar duro y trabajar en unidad no es una opción.

Si te gustó este artículo: ¡Compártelo!

- Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 2 de mayo de 2016

3 Objeciones Comunes para no evangelizar...y qué hacer con ellas.



Evangelizar es tanto un deber como un privilegio. El problema radica en que una gran parte del pueblo de Dios no lo está haciendo. Me refiero específicamente a la obra de evangelismo personal y no a invitar gente a un evento evangelístico. Ambas son cosas buenas. Pero, creo que en ocasiones nos podemos escudar en invitar a alguien a la iglesia en lugar de presentarle el mensaje del evangelio. 

Si preguntara a diez personas la causa por la que muchos cristianos no evangelizan es probable que tuviera diez diferentes respuestas. Sin embargo, en general, creo que  las objeciones más comunes para no evangelizar pueden resumirse en tres tipos. Kevin Mckay sugiere que son las siguientes:

1.Falta de información (No sé que decir): Esto ocurre cuando las personas quieren compartir el evangelio pero no conocen muy bien el contenido del evangelio. Y por eso se encuentran un poco inseguros acerca de su efectividad al evangelizar. Por otro lado, es común que las personas que no evangelizan a causa de esto no se atrevan a decirlo. Pueden sentir verguenza de ser parte de una iglesia y no "saber" el evangelio. 

Hay muchos así en casi todas las congregaciones. Cuando mucho, las personas así, en el mejor de los casos invitan a sus amigos a la iglesia. Lo cual es muy bueno. Pero, Jesús ordenó que todos sus discípulos compartieran el evangelio, no sólo los "profesionales que están en el púlpito."

¿Cómo tratar con esta objeción? Asegurarnos que cada persona que sea miembro de la congregación sepa el contenido básico del evangelio: Dios creó al mundo en amor. El ser humano pecó y se rebeló contra Dios. Y por eso vivimos en ruina. Jesús vino por primera vez a redimir al mundo. La única manera de ser salvo es poniendo nuestra fe en Jesús y arrepintiéndonos de nuestro pecado. Jesús vendrá por segunda vez a juzgar al mundo. El contenido del evangelio es algo que todo cristiano debe saber.

2. No sé que hacer (Falta de entrenamiento): Este el tipo de persona que conoce el evangelio, sabe explicarlo y quiere hacerlo pero su mente está muy programada a creer que la única forma de evangelizar es a través de eventos o programas. Entonces, si bien es cierto tiene el deseo de evangelizar pero está esperando a que haya un programa especial de la iglesia para ser parte de la obra evangelística. 

Incluso se puede sentir culpable, porque sabe sobre la responsabilidad de evangelizar y quiere hacerlo pero simplemente no encuentra el tiempo ni el espacio para liderar un programa o ministerio de evangelismo en la iglesia.

¿Cuál es la solución? Primero que nada, darnos cuenta que si bien es cierto los programas de evangelismo en una iglesia pueden ser muy efectivos, pero no debemos atar la obra evangelística exclusivamente a un conjunto de programas o ministerios dentro de la iglesia. Dios quiere que cada cristiano nacido de nuevo comparta su fe en el lugar en donde se encuentre. Una manera práctica de hacerlo es el ritmo de vivir las implicaciones del evangelio y explicar el mensaje del evangelio

¿Qué significa esto? Jesús dijo que las personas se darían cuenta que nosotros somos sus discípulos por la manera en como nos amamos los unos con los otros (Juan 13:34-35). Nuestra forma de vivir puede acercar o alejar a la gente de Cristo. Justo ayer, alguien en mi iglesia me estaba contando que su lugar de trabajo es un ambiente bastante cargado. Pero, una de sus compañeras se le acercó y le preguntó: "¿Verdad que usted es cristiana?" 

¡Gloria a Dios! Ya que esta persona había observado el testimonio de mi hermana en Cristo, ahora ella estaba interesada en escuchar la explicación de su mensaje.

Cuando las personas inconversas vean que lo diferente que nuestra vida es, estarán más propensas a querer escuchar lo diferente que nuestro mensaje es.

3. Falta de convicción (No quiero): Esta objeción proviene de personas que saben el contenido del evangelio. Entienden que es una responsabilidad pero simplemente no quieren hacerlo. Presentan una sólida apatía hacia la labor evangelística. Puede ser por diferentes razones. Esto puede generar malestar o frustración en pastores y líderes. Entonces, ¿qué hacer?

Primero que nada, reconocer que nosotros nos somos el Espíritu Santo. La única persona que puede cambiar a otra persona es el Espíritu Santo. Dios está más interesado en ganar almas que tú. Por tanto, oremos para que el Espíritu Santo toque y transforme los corazones de las personas apáticas hacia el evangelismo. Él puede cambiarlos. Él quiere cambiarlos.

Segundo, ser estratégico e intencional en enfatizar la importancia de compartir el evangelio a través de tus sermones y enseñanzas. No te limites a predicar de evangelismo sólo cuando estés en una serie sobre evangelismo. Si el texto del que estás predicando da la oportunidad de hacer recalcar este mandato y privilegio, pues hagámoslo.

Y tú, ¿cuál ha sido la objeción para no evangelizar que más has escuchado de parte de otros o incluso de parte de ti?

Si te gustó este artículo: ¡Compártelo!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.