Hoy se celebra el día madres en mi país Honduras. Y aunque todos los días son especiales y oportunos para reflexionar sobre la bendición que significa tener a una madre abnegada, este es un día aún más especial para mí personalmente. Soy un hijo bendecido por tenerla. Si volviera a nacer y pudiera elegir,
ciegamente la elegiría a ella.
Hay un millón de cosas por las
que estoy agradecido con mi mamá. Pero, hoy quiero nombrar sólo cuatro.
1. Gracias por orar por mí
Estoy joven. Tengo 24 años.
Pero, Dios ha sido bueno y por su gracia he visto su fidelidad en cientos de
maneras. Una gran parte de eso lo atribuyo a las oraciones de mi mamá. Mi mamá es una mujer que ora. Siempre que salgo en la mañana hacia la universidad ella está de rodillas orando. Cuando predico en algún lugar y almas se
convierten o Dios hace algo sobrenatural, sé que las oraciones de mi mamá tuvieron mucho que ver.
El poder de una madre que ora
es grande.
Gracias por siempre orar por
mí.
2. Gracias por ser abnegada
Mi mamá ha sido una mujer
abnegada por su familia. Ella decidió dedicarse a cuidar a mi hermana y a mi.
Estoy muy consciente que la realidad económica actual obliga, en ocasiones, a
que ambos trabajen. Pero, estoy agradecido porque mi mamá decidió así. Ella
siempre ha sido muy especial hacia mi papá, mi hermana y yo. Aún en los detalles
pequeños.
Recuerdo cuando estaba en segundo grado, yo me sentía
"grandecito" y no quería llevar lonchera sino dinero para comprar en la cafeteria. Un
día mi mamá llegó a la escuela a hacer unas diligencias. Yo estaba en recreo y
la fui a saludar.
Ella vio que estaba comiendo
pizza (helada y dura) hecha en la cafetería. La probó y luego me dijo: "Es
la última vez que comes esto." Y seguí llevando lonchera porque ella se levantaba muy de mañana para hacerme comida.
Gracias por ser como la mujer
de Proverbios 31:15 "Se levanta aun de noche y da comida a su familia."
3. Gracias por castigarme
Yo no fui un niño fácil de
criar. No voy a dar detalles. Sólo diré que nunca me gané un premio como el
mejor portado en la escuela. Y en casa, digamos que la faja y yo nos encontramos
repetidas veces. A lo mejor, el castigo físico suena radical y antiguo para
muchos consejeros familiares modernos. Pero, no para el proverbista. Él dice "El
que evita la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con
diligencia." -Prov. 13:24.
Los castigos de mi mamá funcionaron en mí. O al
menos eso pienso. Creo que así fue porque mi mamá siempre me disciplinó en un
contexto de amor.
Cuando tenía 10 años me castigó por irme a jugar fútbol sin
pedirle permiso. Yo me fui resentido a mi cuarto a llorar. No había manera que
ella escuchara mis llantos silenciosos. Pero, en la madrugada ella llegó y me
abrazó. Me aseguró que me amaba pero que no podía andar rebotando por la calle sin
pedirle permiso y sin decirle hacia donde iba. Gracias por aplicarme la mano
dura cuando tuvo que hacerlo. Lección aprendida.
4. Gracias por tener un buen
sentido del humor
Yo amo estar en mi casa. Una
de las razones es porque reimos mucho. Parte de eso es porque mi mamá tiene un
gran sentido del humor. Siempre encuentra la manera de hacernos reir después de
estar bajo un momento de estrés o tensión. Eso es bueno. Hay que tomarse la
vida en serio. Pero, hay cosas que no tanto. Es saludable reir. Es aún más saludable
reirse de uno mismo. Alguna gente opina que yo tengo un buen sentido del humor.
No lo sé. Pero, si así lo es, lo obtuve de mi mamá. Gracias por que estar con usted alegra el corazón.
El corazón alegre hermosa el
rostro. -Prov. 15:13
Pero, más que otra cosa, gracias por simplemente ser usted. ¡La amo!
-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.
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