jueves, 15 de septiembre de 2016

5 cosas que agradezco de Honduras



Al igual que en muchos países en América Latina, hoy se celebra el día de la Independencia en Honduras. Por eso, quiero compartir algunas cosas por las que estoy agradecido de mi país. Cualquiera leyendo esto puede pensar en alguna excepción que nulifique las razones que expongo. O puede ofrecer una perspectiva contraria igualmente válida. 

No estoy cerrando los ojos y negando la realidad. 

Muchas cosas están mal en el país. Cualquiera que tiene acceso a las noticias lo sabe. Pero, así como hay cosas malas que entristecen e indignan. Hay cosas buenas que me entusiasman y dan esperanza. Al fin y al cabo, ver con los ojos de Dios no significa sólo identificar lo que está mal.

Sino también observar aquello que por gracia de Dios está bien. Muchos se quejan sobre el puente que se cayó. Pocos agradecen por los que todavía siguen en pie. 

Aquí hay algunas cosas de mi país por las que estoy agradecido. No están categorizadas en ningún orden jerárquico o particular. Algunas pueden sonar medio esporádicas. Sólo son cosas que se me vinieron a la mente mientras reflexionaba un rato.

1. Agradezco por la libertad de religión. Jesús es predicado en nuestro país en escuelas, colegios y universidades. Eso es un privilegio. El secularismo y especialmente, la aversión hacia el cristianismo ha causado que esto sea prohibido en muchos países alrededor del globo. 

Por gracia de Dios, podemos proclamar a Cristo con libertad.  Sin temor a que nuestra vida o la de nuestra familia sea perseguida por las autoridades gubernamentales. 

Mientras en las reuniones del congreso invitan a pastores evangélicos o sacerdotes católicos a orar, muchos de nuestros hermanos cristianos al otro lado del mundo se reúnen en lugares clandestinos para alabar al Dios que nosotros proclamamos con libertad. 

Eso no significa que Honduras es un “país cristiano.” Pero, a la medida que exista libertad para proclamar el nombre de Jesús a las personas, estoy agradecido.

2. Agradezco que los hondureños son trabajadores. Demasiada gente acepta la suposición que "el hondureño es haragán." Esto no es cierto. Claro, siempre hay holgazanes. Como en todos lados. Pero, creo que hay más gente trabajadora. Soy parte de una iglesia conformada por gente que trabaja duro. 

Muchos de mis hermanos en Cristo trabajan incluso más de lo estipulado por la ley. Honestamente, conozco a muy poca gente desempleada que está cómoda de estarlo. La mayoría de gente en Honduras tiene ganas de trabajar. 

A los hondureños trabajadores que hacen que el país avance: ¡Gracias!

3. Agradezco a Dios por los equipos de respuesta ante las emergencias en nuestro país. Cuerpo de Bomberos, Cruz Roja y Policía. La mayoría de personas que sirven en estas profesiones son desapercibidas y poco valoradas. Sin mencionar el hecho que los últimos han estado involucrados en controversias en los últimos años. Sin embargo, eso no elimina la labor constante que este personal hace día y noche.

Este año estuve siguiendo la noticia de un joven de mi ciudad, Villanueva, Cortés, que falleció en el cumplimiento de su deber. Tuve el privilegio de conocer a este muchacho algunos meses antes de su partida. Jóvenes como él hacen, y continuarán haciendo, grandes a las instituciones que sirven a las comunidades hondureñas para hacerlas más seguras.

4. Agradezco a Dios por las madres hondureñas. Las estadísticas muestran con brutalidad que cada vez son más las mamás que hacen el papel de madre y padre en nuestro país. Esto no sólo dice mucho de la necesidad que los hombres hondureños tenemos de tomar un papel más trascendente en la formación de las familias que componen nuestra sociedad. Sino que también ejemplifica la valentía y gallardía de las mujeres que trabajan y se esfuerzan incansablemente para sacar adelante a sus hijos.

Sé que este es el día de la independencia, no el día de la madre. Pero, a todas las mamás que la hacen de MAPA (mamá y papá): Gracias.


5. Agradezco por la iglesia en Honduras. La iglesia tiene problemas porque está compuesta por personas. Y las personas estamos locas. Entonces siempre habrán cosas en que mejorar. Ese proceso se llama santificación. 

Pero, me entusiasma ver grandes sectores de la iglesia trabajando  no sólo para salvar a los perdidos, sino para alimentar a los hambrientos, brindar techo a los desprotegidos y luchar por justicia para los oprimidos. 

Muchas personas están haciendo una labor encomiable dentro de la iglesia, en los ministerios eclesiásticos. 

Y fuera de ella, a través de ministerios paraeclesiásticos. A lo largo y ancho del país, el ejército de la iglesia evangélica en Honduras cuenta con soldados desinteresados en que su rostro figure en afiches de conferencias famosas. Haciendo una labor silenciosa. Sin bombos ni platillos. Pero, que sus vidas y testimonios tienen una estruendo ensordecedor en la eternidad. Por las iglesias que son sal y luz en nuestro país: ¡Gracias!

Estas sólo son algunas. Tengo muchas más razones que puedo mencionar. Pero, también hay muchas más cosas que tengo que hacer aparte de escribir este blog. ¡Ja!
Dios es soberano, y en su providencia, permitió que naciera en Honduras. Una tierra bella. Manchada, sí, por la sangre que corre por la violencia y corrupción. Pero, también manchada por la sangre que corrió en un madero en el Gólgota.

Así que, en palabras del trovador hondureño, Polache: “Mira Honduras con otros ojos, esta es tu tierra. Descubrí que al mirarla con otros ojos vas a merecerla. Mira a Honduras con otros ojos, tenés que quererla. Descubrí que al mirarla con otros ojos, vas a merecerla.”

Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací. Ajá, ¿y vos por qué estás agradecido de ser hondureño?  

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 13 de septiembre de 2016

Trastorno de bipolaridad eclesial: La Iglesia ante la reelección


"Nunca voy a probar el sushi", le dije a un amigo después de insistirme que comiera el tradicional platillo japonés. "Sólo son rollos de pescado crudo. ¿Quién en su sano juicio lo haría? ¡No importa lo trendy o chic que esté, no voy a comerlo!" Esa era mi postura firme. Antes de haber probado el sushi, claro está. De más está decir que cambié de opinión después de comer sushi por primera vez. Ahora, aunque a mi billetera no le parezca tanto, me fascina el sushi. (Acepto invitaciones. Nos podemos poner de acuerdo en la sección de los comentarios.)
Al igual que yo, estoy seguro que hay muchos que han cambiado su opinión sobre varias cosas con el pasar del tiempo.

Tal vez amabas la soltería. Y no entendías porque la gente se quería complicar la vida casándose. Pero, ahora estás casado. Y después de haber visto el ultrasonido de tu hijo(a) quieres retroceder el tiempo. Para decirle a tu "yo" de hace 5 años atrás que es un patán. Porque nada se compara con la alegría de saber que Dios te usó para concebir a un ser humano.

O puede ser que tenías una postura marcada frente a algunos temas considerados como dilemas éticos. Como la eutanasia o la pena de muerte. Y después de estudiar y reflexionar al respecto ahora razonas de manera diferente.  
Tener una perspectiva distinta acerca de un asunto con el pasar del tiempo no es algo inherentemente bueno. O necesariamente malo. No equivale a un relativismo de convicciones o a un fundamentalismo extremista. En ocasiones, puede ser una señal de humildad reconocer que no todo lo que pensabas acerca de algunas problemáticas estaba acertado.

Habiendo dicho esto, por otro lado, también pienso que hay algunos cambios de opinión general que pueden ser grandes y rápidos a la vez. Existen cambios radicales de proporciones épicas. Como, por ejemplo, el giro de 180 grados que ha dado un gran sector de la Iglesia evangélica con respecto al tema de la reelección presidencial.
Entiendo que hablar sobre eso puede causar controversia. Pero, quiero aclarar que no intento discutir si la reelección presidencial es ética o no. Personas entrenadas en la disciplina jurídica y además, mucho más inteligentes que yo, han determinado que ese es un caso juzgado.

Dejando a un lado el hecho que no todo lo legal es necesariamente moral, mi consternación no recae en decidir si la reelección es lo mejor para el país o no. Esas conversaciones se dan mejor en persona. Preferiblemente, con un café en medio. La iglesia es un solo Cuerpo en Cristo. Pero, eso no implica que todos vamos a pensar de la misma manera sobre todas las cosas. En especial, lo que concierne a temas en los que hay un espacio para el desacuerdo saludable.

A pesar de todo, no deja de ser un tanto bizarro la aparente bipolaridad repentina que un gran sector de la iglesia evangélica ha evidenciado con respecto a su postura hacia esta temática. Algunos años atrás, en el 2009 para ser exactos, las plazas y los parques estaban saturados de personas que querían a un país de paz. El mar de las camisetas blancas, símbolo de pureza, reclamaba que la Carta Magna de la nación no fuese reformada. ¡Que atentado querer cambiar los artículos pétreos! "Amo mi país y por eso defiendo mi constitución" clamaban a unísono. ¿Y quién no?

El presidente de turno, anunciaban, quería cambiar este país y volverlo un enclave socialista. En donde las iglesias serían cerradas y se harían parques de diversiones en su lugar. Las biblias serían quemadas. Suplantadas por "El Manifiesto del Partido Comunista" de Karl Marx. Los maestros adoctrinarían a los alumnos. Diciéndoles que cerraran los ojos, pidieran un chocolate y que abrieran los ojos. Sólo para ver una barra de dulces en su pupitre que decía: "Este chocolate proviene del comandante en jefe, no del Dios de arriba." Así es como el proyecto de transformar a Honduras en una nación marxista-leninista tendría lugar. Honduras sería Bolivariana. Y el gran Chávez, en lugar del  Sabio Valle, aparecería en el billete de 100 lempiras. El presidente de aquel entonces era el anticristo. Y la reelección era un prototipo de la Gran Tribulación.

Pero, algunos años después, las cosas parecen haber cambiado. Bastante. Al menos según, la óptica de una parte de la iglesia. La reelección ya no es, tal parece, la gran tribulación. Sino, el reino milenial. Y el comandante en jefe ya no es el anticristo, sino un David. Quienes defendían la Constitución guardaron el escudo con el que la protegieron y ahora sacaron la pluma para editarla. Los artículos que antes eran pétreos, ahora son moldeables. Las camisas que antes eran blancas, ahora son beige. Eran los peores tiempos, ahora son los mejores tiempos.

Estamos en una época adecuada para que el escritor inglés, Charles Dickens, autor de la épica novela "Un cuento de dos ciudades" resucite para dar a luz a una narrativa que lleve por título algo como "Un cuento de dos iglesias." Una iglesia a lo Harvey Dent. Un extraño cuadro clínico que sugiere la presencia de un trastorno de bipolaridad eclesial.

Pero, tal vez, sobre esto, hay otro relato que sea pertinente a la actualidad. Como la historia que narra la Biblia en Números 22 y 23, por ejemplo. La trama gira entorno a un profeta llamado Balaam, la voz de Dios para el pueblo. Un día un rey llamado Balac le ofrece dinero al profeta para que maldiga a Israel. El profeta, Balaam, ensilla su burro decidido a tomar camino. De pronto, el burro se detiene porque ve a un ángel que impide su paso. Tanto fue el enojo del profeta hacia el burro terco que le pegó. Tanta fue la frustración del burro hacia el profeta que, sobrenaturalmente, le reclamó. Ante esto, el ángel que estaba en medio le dio a Balaam las instrucciones de lo que en realidad tenía que decir una vez estuviese parado ante el rey. 

¿La moraleja? El autor bíblico quiere ilustrar que nadie puede maldecir lo que Dios bendice. Y si esto es cierto, su corolario inverso también lo es: nadie puede bendecir lo que Dios maldice. El autor del libro de Números quiere dar un mensaje claro: la voz profética de Dios hacia una nación no se condiciona por ofertas de gobernantes. Y si eso es cierto para aquel entonces, también lo es para ahora.

Es sólo un relato. Y soy sólo yo pensando, o escribiendo, en voz alta. No condeno, ni apruebo el movimiento telúrico que ha causado el giro tectónico de la opinión de un sector de la iglesia hacia el asunto de la reelección. Sólo es algo que encuentro extrañamente fascinante. A lo mejor es porque estoy demasiado joven e ingenuo. Es probable que la razón sea que, en buen español, no le entiendo al trámite. O no sé "como corre el agua." Tal vez es porque soy un simple y obstinado...burro. Pero, considerando lo que hizo el burro sobre el que iba montado Balaam, tal vez eso significa que estoy en no tan mala compañía.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

sábado, 10 de septiembre de 2016

¡Ayuda!: Una respuesta cristiana hacia el bullying



Yo también ví el video. Y sentí la misma ira que cualquiera con una pizca de sentido de justicia sintió. Lo primero que pensé cuando vi al joven con la camisa del futbol club Barcelona golpear de forma repetida al jovencito delgado y menos corpulento es: “No me quiero imaginar cómo se sintieron los padres del jovencito abusado cuando vieron el video.”

El video sólo nos mostró una realidad que no es ni nueva ni inusual. El tipo de abuso que se lleva a cabo en su mayoría en centros educativos, conocido como bullying, es un fenómeno que ocurre a lo largo y ancho de las escuelas y colegios del país.

Pero, a todo esto: ¿Qué es el bullying? El término se ha popularizado recientemente. En especial, en el contexto de centros educativos. Por definición, el bullying es un acoso físico o psicológico al que es sometido un alumno por sus compañeros, de manera sistemática y continua. Es importante enfatizar el hecho que para que el bullying esté presente, el abuso debe ser realizado forma sistemática y continua.

¿Qué lo causa?
Los aspectos que generan o que están relacionados con el bullying pueden ser varios. Por un lado, cuando la agresión que los niños manifiestan en los primeros años de edad no es bien controlada entonces ese niño es un posible "bully" (abusador).  También, en muchos casos, los niños abusadores, o “bullies” estén imitando el comportamiento que ven en casa, por parte de las personas que están encargadas de él. O están canalizando hacia los demás el abuso que están recibiendo.

Es posible, también, que un “bully” esté abusando en respuesta a su propia inseguridad. La incomodidad que los abusadores sienten consigo mismos hacen que ellos busquen personas más “débiles” a quien maltratar para así sentirse poderosos o fuertes. En realidad, los bullies no son fuertes. Son internamente débiles y por eso hacen bullying.

Si bien es cierto, estos factores contribuyen e intensifican la problemática. Sin embargo, la causa definitiva del bullying es el pecado que radica en el corazón de cada adulto, joven y niño. Desde Caín rebelándose contra Dios matando a su propio hermano, nosotros abusamos a nuestro prójimo de diferentes maneras y en las diferentes etapas de nuestras vidas.

¿Cómo detectarlo?
Es muy común que los niños o adolescentes en el colegio estén siendo abusados y sus padres no se dan cuenta. En el caso de los niños que están sufriendo abuso, una señal es que tengan miedo de ir a la escuela. Normalmente, pocos niños están entusiasmados de ir a clases, por las implicaciones obvias de levantarse temprano y hacer tareas. 

Pero, cuando un niño o adolescente está sufriendo bullying es como si todos los días se levantara temprano para ir camino a una tortura. También, cuando las cosas como lonchera, ropa, utensilios, comienza a desaparecer misteriosamente, es probable que el niño esté siendo abusado y prefiera guardar silencio.

Una respuesta cristiana
Una forma efectiva no sólo de combatir el bullying sino de prevenirlo es desarrollar lazos de confianza con su hijo(a), de manera que él se sienta cómodo contando las dificultades que atraviesa en la escuela. Puede ser que si le preguntas a un niño de manera directa si está siendo abusado no responda nada. Pero, es importante aprender a leer el lenguaje corporal. El silencio después de tal pregunta revela más que las palabras.

Porque amamos a las personas, los cristianos debemos odiar el bullying. Y la razón por la que amamos a las personas es porque Dios ama a las persona. Y cada ser humano es un portador activo de la imagen de Dios. Cuando Dios creó a los seres humanos decidió depositar en nosotros su imagen (Génesis 1:26). Esto se conoce como la doctrina de la imago Dei, o la imagen de Dios.

Si Dios puso su imagen en cada persona que habita sobre la faz de la tierra, eso significa que cada vez que una persona es abusada, explotada, insultada o denigrada, la misma imagen de Dios en ese individuo está siendo explotada, insultada, denigrada y abusada. Cuando un niño está siendo abusado por un bully, la imagen de Dios en el niño está siendo abusada también. La doctrina de la imagen de Dios nos hace odiar al bullying. Pero, la doctrina de la gracia de Dios nos lleva a buscar restauración tanto en abusados como en abusadores.

El mensaje del evangelio de la gracia es tanto para aquellos que han sido víctimas como para, y esto es lo radical del asunto, aquellos que son victimarios. El evangelio de Jesús es para los abusados y también para los abusadores. El mismo Dios que defiende a las potenciales víctimas de abuso diciendo: “Ay de Aquel que haga tropezar a uno de mis pequeñitos…” (Mateo 18:6) Es el mismo Dios que se acerca a un victimario y abusador llamado Zaqueo diciendo: “Hoy es necesario que pose yo en tu casa.” (Lucas 19:5)

Esto no significa que los “bullies” o abusadores están exentos de recibir castigos por su comportamiento de abuso hacia otros. Es imprescindible poner límites y enseñarles a respetar la dignidad humana en cada persona. Pero, lo que sí significa es que sus pecados, si se arrepienten y creen en Jesús, han sido pagados por el abuso que Jesús recibió en el Gólgota.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba

viernes, 9 de septiembre de 2016

Lo que Satanás de verdad quiere


Cierta vez estaba me encontraba en una iglesia fuera de la ciudad. Cuando de pronto un ruido molesto que provenía del sistema de audio interrumpió el desarrollo del servicio. Era el micrófono del cantante principal en el equipo de alabanza. El ruido persistía y se volvía cada vez más incómodo.  El pastor pasó, y sin micrófono dijo lo siguiente en voz alta: “Iglesia, este es el diablo queriendo robarnos la bendición, el gozo y la paz. No le demos lugar al diablo. Reprendemos todo espíritu malo que quiera dañar el sonido.”

El sonidista, al escuchar esto, se me acercó y muy sinceramente me dijo: “Hermano predicador, tengo varias semanas de decirle al pastor que compre un nuevo cable. Ese ya días está dando problemas. Yo no sé mucho de la biblia. Pero, ¿verdad que el diablo no tiene nada que ver con esa mecha?”

De manera similar, muchos de nosotros en ocasiones pensamos que el diablo tiene la culpa de todo lo malo que acontece en nuestras vidas. Cuántas veces no nos hemos encontrado diciendo cosas como: “el diablo está detrás de mi esposo; el enemigo quiere destruir mi matrimonio; satanás quiere destruir la iglesia; El diablo quiere dañar el cable del micrófono de la congregación.” Esto puede sonar como una herejía, pero a veces parece que el diablo sigue siendo diablo porque está resentido con todos los cristianos que le culpan de hacer cosas que en realidad él no tuvo nada que ver.

Claro, esto no significa que sea inocente. Y no lo estoy defendiendo. Yo también lo odio.  Al fin y al cabo, él anda como león rugiente buscando a quien devorar. Pero, Satanás no está detrás de la mayoría de cosas que nosotros pensamos que él quiere destruir. El enemigo está interesado detrás de algo mucho más profundo de lo que nosotros creemos.

Satanás está detrás de esto: tu fe. Lo único que el enemigo quiere destruir es tu fe. Satanás se alimenta de absorber tu fe. Él se fortalece de la fe que se drena de tu espíritu cuando atraviesas apuros y dificultades (Lucas 22:31-32; 1 Pedro 5:8-9).

El pastor John Piper dice que el diablo desayuna fe. Y almuerza fe. Y cena fe. Así que, cuando él ataca las cosas que te rodean, lo hace no porque está detrás de eso. Ya sea que “eso” signifique matrimonio, negocio, ministerio, visión, etc. Sino por cómo el ataque a “eso” puede debilitar tu fe.

Entonces, cuando el enemigo ataca tu matrimonio, lo hace no porque quiere destruir tu matrimonio. Sino porque quiere derribar tu fe. Y sabe que si destruye tu matrimonio entonces llegará a drenar tu fe. Satanás no está interesado en atacar a tus hijos. En realidad, él está interesado en comer tu fe. Y sabe que si ataca a tus hijos entonces te volverás vulnerable. Satanás no está tan interesado en atacar tu salud. Él ataca tu salud porque sabe que eso puede hacer que tu fe tambalee.

Por consiguiente, si el diablo busca destruir nuestra fe atacando las cosas a nuestro alrededor, entonces la única manera de tener una fe inquebrantable es depositándola en la manos de algo o alguien que no esté al alcance de él.

La única vía de asegurarnos que nuestra fe permanezca inquebrantable es depositándola en manos de Alguien que es inquebrantable. Esta es la razón por la que sólo cuando nuestra fe está puesta por completo en Jesús es que podemos atravesar los ataques que el enemigo hace a nuestras vidas, con el fin de quebrantar nuestra fe. Sólo cuando nuestra fe es sostenida por las manos cicatrizadas de Aquel que sostiene el Universo es que podemos permanecer firmes.

Porque la certeza de nuestra salvación no proviene de cómo confiamos sino en qué, o en Quien confiamos.

¿Qué es lo que esto quiere decir? Imagina que estás en un precipicio muy alto. A punto de caerte. Lo único que se interpone entre tú y una muerte segura al golpear el suelo desde 3,000 metros de altura una rama de la que estás sostenido. Tú confías y tienes una fe firme en que esa rama te sostendrá. Crees con todo tu corazón que esa rama evitará que mueras de forma instantánea. Pero, si esa rama es débil y a punto de quebrarse porque no puede sostener tu peso, no importa cuanta fe tengas, morirás. Tu fe, aunque firme, estaba depositada en un objeto débil.

Pero, si por otro lado, la rama de la que te encuentras sostenido es una rama robusta, grande y sólida que está anclada a sus raíces de 60 metros de profundidad, no importa si tu confianza en esa rama es débil, te salvarás. Porque tu salvación es determinada no por la fortaleza de tu fe sino por el objeto de tu fe. No en cómo crees sino en Quien crees.

Satanás está obsesionado por destruir tu fe. Ponla en las manos sólidas de Quien es la Roca de Nuestra Salvación. Pon tu fe en Jesús.

¡Gracias por compartir este artículo con los demás!

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Buenas noticias: Jesús no es tu coach


Ya varias veces he intentado ser parte de la cultura fit que se ha apoderado del mundo. Con pena, admito que no he podido. Mi pancita es evidencia empírica de ello. Un tiempo atrás probé ingresar a un gimnasio. “De todos modos”, solía decirme a mí mismo, “no es algo que parezca tan difícil. Sólo voy, hago mi rutina y me largo.” Eso era lo que yo creía. Los veteranos del gym han detectado esta misma ingenuidad en los novatos que se inscriben la primera semana de enero de todos los años.

Entré pensando que como yo sabía el resultado que quería alcanzar, no necesitaba de alguien que me dijera lo que tenía que hacer. Pasó poco tiempo para reconocer lo equivocado que estaba. Me di cuenta que, por mucho que no quisiera, necesitaba de un coach, o instructor o de gimnasio cuyo nombre fuera Mike, Tony o Charlie. ¿Alguna vez se han preguntado porque casi todos los entrenadores de gimnasio llevan nombres como esos?

En fin, nos guste o no, en el gimnasio en particular y en la vida en general necesitamos de coaches o entrenadores que nos ayuden a tomar decisiones correctas.
Necesitamos coaches, por ejemplo, en nuestras finanzas. Tal vez tienes metas financieras grandes. Pero, ¿adivina qué? Hay personas que ya han logrado los objetivos que tú recién te acabas de poner. Y una de las mejores cosas que puedes hacer es acercarte a estas personas para invitarles un café, hacerle buenas preguntas y luego callarte la boca para aprender acerca de cómo han logrado lo que han logrado.

Necesitamos coaches que nos ayuden a llevar buenas relaciones interpersonales. Si analizamos bien nuestras vidas nos daremos cuenta que una causa común de los problemas que cargamos son conflictos no resueltos que involucran las relaciones más cercanas y significativas que tenemos. Pero, hay personas que han sabido caminar el a veces espinoso trecho de las relaciones humanas y pueden guiarnos para que seamos saludables en esta área.

Estos sólo son algunos ejemplos, pero podemos seguir nombrando áreas en las que necesitamos la retroalimentación y el consejo de aquellos que ya han estado en donde nosotros queremos llegar. Y que pueden guiarnos hasta ahí, en lugar de cargarnos hasta ahí. Después de todo, los mejores coaches son aquellos que nos guían acerca de qué hacer en lugar de aquellos que hacen las cosas por nosotros.

Y por muy novedoso que se pueda escuchar el concepto de tener un coach, no es algo innovador en la Biblia. Pablo aconseja a Timoteo para que enseñe a los hombres y mujeres mayores de la iglesia en Éfeso a que puedan ayudar a madurar a aquellos que están más jóvenes dentro de la congregación. Pero, por mucha ayuda que es tener un coach hay momentos en nuestras vidas que necesitamos algo más que mera instrucción y sabiduría práctica. A veces los consejos no son suficiente. Porque hay momentos en nuestra vida que necesitamos más que sólo buenos consejos y buenos instructores. 

Cómo cuando te encuentras tan cansado que no quieres seguir. Sabes que Dios te ha llamado. Pero, no sabías que la misión a veces puede drenar tu vida. Te sientes cansado. Pero, no sólo físicamente cansado. Sino un cansancio que va más allá. Del tipo de cansancio que no se arregla con dormir 20 minutos por la tarde.  Un cansancio de tanto hacer el bien. Cansado de ser el parachoques de la familia, del trabajo y de la iglesia. Cansado de ser el basurero emocional de la gente que te rodea. Un cansancio del espíritu que se manifiesta en el cuerpo.

O como cuando has sido traicionado. No de forma superficial. Sino traicionado de verdad. Por personas que jamás te lo imaginaste. Traicionado por aquellos en quienes tuviste el atrevimiento de poner tu confianza en las manos de otros. Y ellos la tomaron, la tiraron al suelo, la escupieron y la pisotearon. El puñal duele más cuando es clavado por aquellos que sostenían tu corazón.

O como cuando has perdido a un ser querido. Y el dolor es indescriptible. Si lo quisieras poner en palabras, dirías que la mitad de tu alma se está asfixiando. Porque la otra mitad se fue con la persona que te dejó. La soledad, el desamparo, la ira hacia Dios, y a veces, hacia el difunto. Tanto así que no puedes si quiera funcionar bien en horas laborales. Y estás ausente en horas familiares.

Es bueno tener un coach. Pero, en momentos en la vida como estos necesitas más que un instructor que te diga que hacer. Necesitas a alguien que no sólo te de consejos que lo único que revelan es que él o ella no ha pasado por lo que tú estás pasando. Necesitas a alguien que haya atravesado lo mismo que tú.
Necesitas a un salvador.  Necesitas a Jesús.  El problema central del hombre no es falta de instrucción. El problema central es un problema del corazón. El corazón de todo problema es un problema del corazón. Sólo Jesús puede sostener tu corazón y ayudarte en momentos que sientes que te ahogas y estás espiritualmente y emocionalmente agonizando.

Por eso, cuando estás recogiendo los pedazos que quedaron de tu alma después de haber sido traicionado por alguien que amabas, Jesús no viene a ti con el libro de Dale Carnegie sobre como “Ganar amigos e influenciar a las personas.” El viene a sentarse a tu lado y a decirte: “Me di cuenta que te hirieron.  Yo fui traicionado también por un amigo, sabes. Se llamaba Judas. Sé exactamente cómo te sientes. Y estoy contigo.” En Jesús, Dios ha sido traicionado. Al igual que tú.

Cuando estás atravesando los momentos más oscuros después de la pérdida de un ser querido, Jesús no viene a ti con una presentación de PowerPoint sobre las diferentes etapas del duelo y como atravesarlas de forma efectiva. Jesús viene a conversar contigo diciéndote: “Supe que perdiste a alguien que amabas. Yo también he llorado la muerte de un ser querido. Se llamaba Lázaro. Sé exactamente cómo te sientes. Y estoy contigo.” En Jesús, Dios ha sufrido duelo. Al igual que tú.

Cuando te encuentras a punto de tirar la toalla porque sientes que tu vida es una montaña rusa emocional y estás cansado de todo, Jesús no viene con el artículo más reciente de Harvard Business Review sobre los 5 secretos para incrementar tu productividad en horas laborales. Sino que Jesús viene a contarte acerca de la vez que el sol le fatigó tanto que tuvo que detenerse a pedir agua a una mujer samaritana de dudosa reputación que estaba cerca de un pozo. En Jesús, Dios se cansa y tiene sed. Al igual que tú.

Jesús no es tu coach. Claro, hay muchas cosas que Él tiene tiene que decir acerca de las diferentes áreas de nuestras vidas que debemos escuchar y obedecer. Pero, Jesús da mucho más que buenos consejos. Y es mucho más que un buen instructor. Jesús no es sólo buenos consejos. Jesús es buenas noticias. Jesús es mucho más que un instructor, Jesús es un Redentor. El sumo sacerdote que se compadece de nuestras debilidades porque las ha atravesado todas y ha sufrido de todo al igual que nosotros pero sin pecado.

En medio de los problemas, en medio de las crisis, en medio de las dificultades Jesús no viene a darte una promesa que todo saldrá bien, que todo pasará rápido o que todo se arreglará. Jesús viene a darte algo mucho mejor que eso. Jesús viene a darse a sí mismo. Jesús no siempre trae la solución. Al menos según lo que nosotros concebimos como solución. Pero, siempre trae Su presencia. Porque Su presencia es Su promesa.

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba

sábado, 3 de septiembre de 2016

Si quieres reformar la iglesia primero necesitas saber esto


Si somos sinceros con nosotros mismos vamos a reconocer que los humanos a veces somos demasiado críticos de lo que está a nuestro alrededor. Por ejemplo, la selección nacional de fútbol de mi país Honduras recién acaba de jugar. Y cada vez que eso pasa muchos que jamás han puesto un pie dentro de un campo de fútbol de pronto se convierten en balones de oro y asistentes del director técnico. Yo he sido culpable de esto. 

Pero, el fútbol es sólo una de las tantas esferas en las que esto lleva lugar. También ocurre en otros asuntos.

Pueda  ser que algunos no tengan la menor idea de cómo calentar agua en un microondas en la cocina, pero pueden volverse un Gordon Ramsay en esteroides cuando prueban un plato que no estaba bien hecho. Al menos según el paladar de ellos.

A lo mejor algunos no son padres biológicos ni mucho menos son responsables de la crianza de alguien, pero tienen bastantes opiniones acerca de cómo los demás padres deben criar a sus hijos.

Tal vez algunos jamás han estado a cargo de nada, nunca. Pero creen que el presidente y todos los líderes del mundo libre harían bien en sentarse a escucharles por 15 minutos para corregir todo lo que está mal en materia de finanzas, educación y seguridad.

Claro, el problema no radica en tener una opinión crítica. Desarrollar un pensamiento crítico es importante para cada persona sin importar su credo religioso o afiliación política. Desafortunadamente, son demasiadas las personas que aprenden qué pensar, pero no aprenden a pensar. Nuestro aprendizaje no debe limitarse a memorizar información sino también debe incluir aprender a reflexionar. Habiendo dicho esto, creo que a veces confundimos un pensamiento crítico con un espíritu crítico. Está bien poseer un pensamiento crítico. Pero, no está bien ser poseído por un espíritu crítico. Y en más casos de los que deseamos, muchos con espíritu crítico trasladan su sentido nocivo de descontento a la iglesia bajo el título auto proclamado de reformador.

Por gracia de Dios, crecí en un hogar cristiano. Asisto a la iglesia desde que tengo memoria. Si quisiera mostrar mis credenciales, mencionaría el repertorio de canciones de Francisco Orantes que memoricé en escuela dominical. O la cantidad de veces que me dormí debajo de las bancas en el templo. Ahora ya casi no hay bancas en los templos. Pero, las personas que son lo suficiente viejas como para acordarse cuando habían bancas en los templos saben a lo que me refiero. O también mencionaría la cantidad de fogatas en campamentos para jóvenes en los que he estado. O las veces que me he escondido cuando ha llegado un predicador invitado con don de profecía y palabra de ciencia. 

En fin, las congregaciones de las que he sido parte han tenido un papel significativo en cada etapa de desarrollo en mi vida. El mundo relacionado con la iglesia universal tiene un lugar especial en mi corazón. Pero, a pesar de esto, no pretendo defender algunas prácticas presentes que están lejos de la idea que Dios tiene acerca de la iglesia en el nuevo testamento.

Sin embargo, paralelamente a eso, creo que debemos tener cautela hacia la gran muchedumbre contemporánea de personas que se autoproclaman reformadores. Y bajo ese título escudan muchas de las continuas granadas que lanzan hacia la iglesia. A veces pareciera que si alguien quiere tener un espacio en la farándula cristiana en la actualidad debe construir su nicho con las piedras que lanzara al cuerpo de Cristo.

Primero que nada, y al riesgo que esto sea tangencial, si en serio eres un reformador, permite que sean otros quien te asignen ese título. Es un poco raro y poco creíble cuando eres tú quien te lo asigna.

Y segundo, si en serio quieres causar una reforma en la iglesia, ya sea que tengas en mente a la iglesia como cuerpo de Cristo universal o a tu congregación local, el requisito indispensable para reformar la iglesia es, según el pastor Juan Sánchez, amar la iglesia. Nadie puede reformar una iglesia que primero no ama.

Porque si intentamos reformar la iglesia sin primero amar la iglesia terminaremos deformando la iglesia.

Deformamos la iglesia cuando nuestro deseo de "reformarla" proviene de un amor narcisista que quiere llenar templos con minions que emulen nuestras opiniones y gustos personales. Si es el caso contigo, eso no te hace un reformador. Eso te hace un líder egocéntrico e inseguro.  La verdadera reforma ocurre cuando nuestro deseo por hacer cambios sustanciales dentro de la iglesia proviene de una convicción profunda de trabajar por ver realidad todo lo que Dios ha dicho que la Iglesia es y debe hacer.

Antes de reformar la iglesia, primero debemos estar seguros que nuestro motivo para reformarla es porque la amamos. Y la razón por la que amamos la iglesia es porque Jesús ama la iglesia. El amor de Jesús hacia la iglesia no es un concepto vago, abstracto y un tanto nebuloso. La evidencia del amor de Jesús hacia la iglesia es un madero oliente a sudor y sangre; un par de manos y pies traspasados por clavos romanos y una tumba vacía.

Y porque Jesús ama la iglesia de manera sacrificial, nosotros también podemos y debemos hacerlo. Debemos amar la iglesia con sinceridad y con intensidad. Amamos la iglesia con sinceridad cuando la aceptamos tal cual es. El teólogo alemán y espía que intentó asesinar a Adolf Hitler, Dietrich Bonhoeffer, decía que muchos ministros sostienen una visión tan grande de la iglesia que desean tener que no aman la iglesia que en realidad tienen. Debemos amar la iglesia en la que Dios nos ha permitido liderar. No la que nosotros fantaseamos con liderar.

Pero, también debemos amar la iglesia con intensidad. Amamos la iglesia con intensidad cuando damos nuestra vida para que se convierta en la radiante novia que espera la venida de su Amado. Amamos la iglesia sinceramente, con manchas y arrugas. Pero,  amamos la iglesia intensamente. Trabajamos y damos nuestras vidas para que reciba a Su amado con esplendor, sin manchas y arrugas.

Estoy seguro que, al igual que yo, son muchas las cosas que te disgustan de la iglesia en la actualidad. Puede que te disgusten las cosas grandes y malas que ocurren en los lugares más altos dentro de ella. Su  aparente intoxicación por el poder político a través de la historia. O la corrupción de cuello blanco que en ocasiones hay dentro de círculos administrativos.
Tal vez son las cosas pequeñas las que te sacan de casillas. Como el hecho que el líder de alabanza sea desafinado. O que el pastor cuente los mismos chistes y las mismas historias en sus sermones.

A lo mejor tu malestar es porque tu iglesia es demasiado grande y lujosa. O demasiado pequeña y sencilla. Pero, cristiano, si en tu congregación, Dios y Su Palabra son imperfectamente exaltados, Jesús está ahí. Jesús está en tu congregación porque Él murió por tu congregación. Está bien si tienes una lista de las 95 cosas que deben cambiar en tu iglesia. ¿Quieres reformarla? ¡Excelente! Uno de los lemas en el tiempo de la reforma protestante en el siglo 16 era SEMPER REFORMANDA, que quiere decir: "Siempre reformando." Pero, ¿qué tal si antes de reformarla primero intentas amarla? De todos modos, sólo aquellos que han amado la iglesia profundamente han reformado la iglesia radicalmente.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.