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sábado, 10 de septiembre de 2016

¡Ayuda!: Una respuesta cristiana hacia el bullying



Yo también ví el video. Y sentí la misma ira que cualquiera con una pizca de sentido de justicia sintió. Lo primero que pensé cuando vi al joven con la camisa del futbol club Barcelona golpear de forma repetida al jovencito delgado y menos corpulento es: “No me quiero imaginar cómo se sintieron los padres del jovencito abusado cuando vieron el video.”

El video sólo nos mostró una realidad que no es ni nueva ni inusual. El tipo de abuso que se lleva a cabo en su mayoría en centros educativos, conocido como bullying, es un fenómeno que ocurre a lo largo y ancho de las escuelas y colegios del país.

Pero, a todo esto: ¿Qué es el bullying? El término se ha popularizado recientemente. En especial, en el contexto de centros educativos. Por definición, el bullying es un acoso físico o psicológico al que es sometido un alumno por sus compañeros, de manera sistemática y continua. Es importante enfatizar el hecho que para que el bullying esté presente, el abuso debe ser realizado forma sistemática y continua.

¿Qué lo causa?
Los aspectos que generan o que están relacionados con el bullying pueden ser varios. Por un lado, cuando la agresión que los niños manifiestan en los primeros años de edad no es bien controlada entonces ese niño es un posible "bully" (abusador).  También, en muchos casos, los niños abusadores, o “bullies” estén imitando el comportamiento que ven en casa, por parte de las personas que están encargadas de él. O están canalizando hacia los demás el abuso que están recibiendo.

Es posible, también, que un “bully” esté abusando en respuesta a su propia inseguridad. La incomodidad que los abusadores sienten consigo mismos hacen que ellos busquen personas más “débiles” a quien maltratar para así sentirse poderosos o fuertes. En realidad, los bullies no son fuertes. Son internamente débiles y por eso hacen bullying.

Si bien es cierto, estos factores contribuyen e intensifican la problemática. Sin embargo, la causa definitiva del bullying es el pecado que radica en el corazón de cada adulto, joven y niño. Desde Caín rebelándose contra Dios matando a su propio hermano, nosotros abusamos a nuestro prójimo de diferentes maneras y en las diferentes etapas de nuestras vidas.

¿Cómo detectarlo?
Es muy común que los niños o adolescentes en el colegio estén siendo abusados y sus padres no se dan cuenta. En el caso de los niños que están sufriendo abuso, una señal es que tengan miedo de ir a la escuela. Normalmente, pocos niños están entusiasmados de ir a clases, por las implicaciones obvias de levantarse temprano y hacer tareas. 

Pero, cuando un niño o adolescente está sufriendo bullying es como si todos los días se levantara temprano para ir camino a una tortura. También, cuando las cosas como lonchera, ropa, utensilios, comienza a desaparecer misteriosamente, es probable que el niño esté siendo abusado y prefiera guardar silencio.

Una respuesta cristiana
Una forma efectiva no sólo de combatir el bullying sino de prevenirlo es desarrollar lazos de confianza con su hijo(a), de manera que él se sienta cómodo contando las dificultades que atraviesa en la escuela. Puede ser que si le preguntas a un niño de manera directa si está siendo abusado no responda nada. Pero, es importante aprender a leer el lenguaje corporal. El silencio después de tal pregunta revela más que las palabras.

Porque amamos a las personas, los cristianos debemos odiar el bullying. Y la razón por la que amamos a las personas es porque Dios ama a las persona. Y cada ser humano es un portador activo de la imagen de Dios. Cuando Dios creó a los seres humanos decidió depositar en nosotros su imagen (Génesis 1:26). Esto se conoce como la doctrina de la imago Dei, o la imagen de Dios.

Si Dios puso su imagen en cada persona que habita sobre la faz de la tierra, eso significa que cada vez que una persona es abusada, explotada, insultada o denigrada, la misma imagen de Dios en ese individuo está siendo explotada, insultada, denigrada y abusada. Cuando un niño está siendo abusado por un bully, la imagen de Dios en el niño está siendo abusada también. La doctrina de la imagen de Dios nos hace odiar al bullying. Pero, la doctrina de la gracia de Dios nos lleva a buscar restauración tanto en abusados como en abusadores.

El mensaje del evangelio de la gracia es tanto para aquellos que han sido víctimas como para, y esto es lo radical del asunto, aquellos que son victimarios. El evangelio de Jesús es para los abusados y también para los abusadores. El mismo Dios que defiende a las potenciales víctimas de abuso diciendo: “Ay de Aquel que haga tropezar a uno de mis pequeñitos…” (Mateo 18:6) Es el mismo Dios que se acerca a un victimario y abusador llamado Zaqueo diciendo: “Hoy es necesario que pose yo en tu casa.” (Lucas 19:5)

Esto no significa que los “bullies” o abusadores están exentos de recibir castigos por su comportamiento de abuso hacia otros. Es imprescindible poner límites y enseñarles a respetar la dignidad humana en cada persona. Pero, lo que sí significa es que sus pecados, si se arrepienten y creen en Jesús, han sido pagados por el abuso que Jesús recibió en el Gólgota.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba

jueves, 8 de septiembre de 2016

Buenas noticias: Jesús no es tu coach


Ya varias veces he intentado ser parte de la cultura fit que se ha apoderado del mundo. Con pena, admito que no he podido. Mi pancita es evidencia empírica de ello. Un tiempo atrás probé ingresar a un gimnasio. “De todos modos”, solía decirme a mí mismo, “no es algo que parezca tan difícil. Sólo voy, hago mi rutina y me largo.” Eso era lo que yo creía. Los veteranos del gym han detectado esta misma ingenuidad en los novatos que se inscriben la primera semana de enero de todos los años.

Entré pensando que como yo sabía el resultado que quería alcanzar, no necesitaba de alguien que me dijera lo que tenía que hacer. Pasó poco tiempo para reconocer lo equivocado que estaba. Me di cuenta que, por mucho que no quisiera, necesitaba de un coach, o instructor o de gimnasio cuyo nombre fuera Mike, Tony o Charlie. ¿Alguna vez se han preguntado porque casi todos los entrenadores de gimnasio llevan nombres como esos?

En fin, nos guste o no, en el gimnasio en particular y en la vida en general necesitamos de coaches o entrenadores que nos ayuden a tomar decisiones correctas.
Necesitamos coaches, por ejemplo, en nuestras finanzas. Tal vez tienes metas financieras grandes. Pero, ¿adivina qué? Hay personas que ya han logrado los objetivos que tú recién te acabas de poner. Y una de las mejores cosas que puedes hacer es acercarte a estas personas para invitarles un café, hacerle buenas preguntas y luego callarte la boca para aprender acerca de cómo han logrado lo que han logrado.

Necesitamos coaches que nos ayuden a llevar buenas relaciones interpersonales. Si analizamos bien nuestras vidas nos daremos cuenta que una causa común de los problemas que cargamos son conflictos no resueltos que involucran las relaciones más cercanas y significativas que tenemos. Pero, hay personas que han sabido caminar el a veces espinoso trecho de las relaciones humanas y pueden guiarnos para que seamos saludables en esta área.

Estos sólo son algunos ejemplos, pero podemos seguir nombrando áreas en las que necesitamos la retroalimentación y el consejo de aquellos que ya han estado en donde nosotros queremos llegar. Y que pueden guiarnos hasta ahí, en lugar de cargarnos hasta ahí. Después de todo, los mejores coaches son aquellos que nos guían acerca de qué hacer en lugar de aquellos que hacen las cosas por nosotros.

Y por muy novedoso que se pueda escuchar el concepto de tener un coach, no es algo innovador en la Biblia. Pablo aconseja a Timoteo para que enseñe a los hombres y mujeres mayores de la iglesia en Éfeso a que puedan ayudar a madurar a aquellos que están más jóvenes dentro de la congregación. Pero, por mucha ayuda que es tener un coach hay momentos en nuestras vidas que necesitamos algo más que mera instrucción y sabiduría práctica. A veces los consejos no son suficiente. Porque hay momentos en nuestra vida que necesitamos más que sólo buenos consejos y buenos instructores. 

Cómo cuando te encuentras tan cansado que no quieres seguir. Sabes que Dios te ha llamado. Pero, no sabías que la misión a veces puede drenar tu vida. Te sientes cansado. Pero, no sólo físicamente cansado. Sino un cansancio que va más allá. Del tipo de cansancio que no se arregla con dormir 20 minutos por la tarde.  Un cansancio de tanto hacer el bien. Cansado de ser el parachoques de la familia, del trabajo y de la iglesia. Cansado de ser el basurero emocional de la gente que te rodea. Un cansancio del espíritu que se manifiesta en el cuerpo.

O como cuando has sido traicionado. No de forma superficial. Sino traicionado de verdad. Por personas que jamás te lo imaginaste. Traicionado por aquellos en quienes tuviste el atrevimiento de poner tu confianza en las manos de otros. Y ellos la tomaron, la tiraron al suelo, la escupieron y la pisotearon. El puñal duele más cuando es clavado por aquellos que sostenían tu corazón.

O como cuando has perdido a un ser querido. Y el dolor es indescriptible. Si lo quisieras poner en palabras, dirías que la mitad de tu alma se está asfixiando. Porque la otra mitad se fue con la persona que te dejó. La soledad, el desamparo, la ira hacia Dios, y a veces, hacia el difunto. Tanto así que no puedes si quiera funcionar bien en horas laborales. Y estás ausente en horas familiares.

Es bueno tener un coach. Pero, en momentos en la vida como estos necesitas más que un instructor que te diga que hacer. Necesitas a alguien que no sólo te de consejos que lo único que revelan es que él o ella no ha pasado por lo que tú estás pasando. Necesitas a alguien que haya atravesado lo mismo que tú.
Necesitas a un salvador.  Necesitas a Jesús.  El problema central del hombre no es falta de instrucción. El problema central es un problema del corazón. El corazón de todo problema es un problema del corazón. Sólo Jesús puede sostener tu corazón y ayudarte en momentos que sientes que te ahogas y estás espiritualmente y emocionalmente agonizando.

Por eso, cuando estás recogiendo los pedazos que quedaron de tu alma después de haber sido traicionado por alguien que amabas, Jesús no viene a ti con el libro de Dale Carnegie sobre como “Ganar amigos e influenciar a las personas.” El viene a sentarse a tu lado y a decirte: “Me di cuenta que te hirieron.  Yo fui traicionado también por un amigo, sabes. Se llamaba Judas. Sé exactamente cómo te sientes. Y estoy contigo.” En Jesús, Dios ha sido traicionado. Al igual que tú.

Cuando estás atravesando los momentos más oscuros después de la pérdida de un ser querido, Jesús no viene a ti con una presentación de PowerPoint sobre las diferentes etapas del duelo y como atravesarlas de forma efectiva. Jesús viene a conversar contigo diciéndote: “Supe que perdiste a alguien que amabas. Yo también he llorado la muerte de un ser querido. Se llamaba Lázaro. Sé exactamente cómo te sientes. Y estoy contigo.” En Jesús, Dios ha sufrido duelo. Al igual que tú.

Cuando te encuentras a punto de tirar la toalla porque sientes que tu vida es una montaña rusa emocional y estás cansado de todo, Jesús no viene con el artículo más reciente de Harvard Business Review sobre los 5 secretos para incrementar tu productividad en horas laborales. Sino que Jesús viene a contarte acerca de la vez que el sol le fatigó tanto que tuvo que detenerse a pedir agua a una mujer samaritana de dudosa reputación que estaba cerca de un pozo. En Jesús, Dios se cansa y tiene sed. Al igual que tú.

Jesús no es tu coach. Claro, hay muchas cosas que Él tiene tiene que decir acerca de las diferentes áreas de nuestras vidas que debemos escuchar y obedecer. Pero, Jesús da mucho más que buenos consejos. Y es mucho más que un buen instructor. Jesús no es sólo buenos consejos. Jesús es buenas noticias. Jesús es mucho más que un instructor, Jesús es un Redentor. El sumo sacerdote que se compadece de nuestras debilidades porque las ha atravesado todas y ha sufrido de todo al igual que nosotros pero sin pecado.

En medio de los problemas, en medio de las crisis, en medio de las dificultades Jesús no viene a darte una promesa que todo saldrá bien, que todo pasará rápido o que todo se arreglará. Jesús viene a darte algo mucho mejor que eso. Jesús viene a darse a sí mismo. Jesús no siempre trae la solución. Al menos según lo que nosotros concebimos como solución. Pero, siempre trae Su presencia. Porque Su presencia es Su promesa.

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba

miércoles, 15 de junio de 2016

Cómo crecer en santidad (sin volverte un fariseo en el intento)

No soy el más indicado para escribir un artículo sobre “cómo ser santo.” Por gracia de Dios, Él me ha rodeado de personas espirituales que persiguen la santidad y me animan cada día a crecer en semejanza a Jesús. Y es, en parte, del aprendizaje de estar cerca de estas personas que comparte este artículo.

La santidad es un tema recurrente en la biblia. El libro de Levítico, con todo y sus pasajes difíciles de entender para una audiencia moderna, expresa la idea general que un Dios santo no acepta cualquier tipo de sacrificio. El profeta Isaías llama a Dios como el Santo de Israel (Isaías 43:3) e invoca diciendo que Él es tres veces santo (Isaías 6:3). Y porque Dios es santo, Él desea que nosotros, sus hijos, seamos santos también (1 Pedro 1:16). Debemos caminar en santidad para glorificar a Dios. De lo contrario, nuestra "santidad" puede ser causa de orgullo.

El orgullo tiene diferentes facetas. Una de ellas es el orgullo intelectual, como resultado de ver al conocimiento como un fin en sí mismo. La otra, es el orgullo espiritual, como resultado de cumplir las disciplinas espirituales como un fin en sí mismo también.

C.S Lewis describe que hay dos categorías de pecados, según él. La primera categoría es el "pecado animal." Son aquellas rebeliones impulsadas por nuestros instintos más bajos. Pecados como la lujuria, la lascivia, las adicciones, etc. Y la segunda categoría es el "pecado espiritual." Pecados como la envidia, los celos y el orgullo, respectivamente. Lewis, en esta categoría, tiene en mente el tipo de arrogancia que acompaña después de orar 3 horas al día o ayunar tres días a la semana.

El resultado de cometer pecados en la primera categoría es la culpabilidad. Porque nuestra consciencia reclama que hicimos mal. Pero, el segundo tipo de pecado es más sutil. Usualmente puede venir, incluso, después de ayunar 3 días a la semana. El orgullo espiritual puede residir en nuestro corazón sin siquiera nosotros darnos cuenta. Es por esto, que según Lewis, en ocasiones una prostituta llena de culpa por haber trabajado una noche entera puede estar más cerca de Dios que un pastor arrogante después de haber predicado un gran sermón.

Aquí hay algunas señales que debes examinar tu corazón en búsqueda de rastros de orgullo espiritual:

1. Cuando te sientes bien al comparar tu desempeño espiritual con el de otros. Dios quiere que vivamos en santidad. Que caminemos en oración. Que busquemos su rostro a través de la meditación en Su Palabra. Con el fin de deleitarnos en Él. Pero si te sientes mejor porque tú oras 4 horas al día en comparación con tu hermano que está luchando por orar 15 minutos diarios entonces necesitas examinar tu corazón.

2. Cuando quieres que un asunto de consciencia sea un dogma para todos. Recuerdo la primera vez que fui a un ayuno congregacional en la iglesia. Nunca antes había ayunado. Sabía que debía hacerlo. Pero, no estaba exactamente seguro de cómo hacerlo. En un tiempo de receso, fui a tomar agua. Una hermana de edad avanzada me quedó viendo con desdén mientras yo me hidrataba. Y me dijo: "¿Usted tiene el valor de ayunar bebiendo agua?" Sin saber que responderle, me quedé callado y después le dije que era mi primera vez ayunando. Ella procedió a explicarme que tomar agua mientras estaba en ayuno desagradaba a Dios y anulaba mi ayuno. Después me di cuenta que la Biblia tiene mucho que decir acerca de porqué ayunar. Pero, es un tanto silenciosa con respecto a cómo hacerlo. Este punto es la diferencia entre la santidad bíblica y el legalismo. Los legalistas son rígidos con otros, pero condescendientes consigo mismo, cuando incumplen asuntos de consciencia. Las personas que caminan en santidad bíblica son rígidos consigo mismo pero condescendientes con otros cuando incumplen estándares de consciencia o preferencia personal. Los legalistas son bulliciosos donde la biblia es silenciosa. Pero, son silenciosos en donde la Biblia es clara.

3. Cuando crees que tu desempeño espiritual es la base para obtener favor de Dios. Algunas semanas obedecer a Dios parece que está a flor de piel. Y es tan natural como respirar. Pero, en otras temporadas obedecer a Dios requiere todo el esfuerzo de cada fibra de tu ser. Una señal de peligro es cuando crees que porque has tenido una buena semana en tu santificación Dios está obligado a actuar como tú quieres. O vas a tener más favor de parte de Dios. Eso, en realidad no es el evangelio. Eso es un sistema de religiosidad. Todas las religiones enseñan que primero debes obedecer para recibir aceptación y favor de parte de Dios. El evangelio es radicalmente diferente porque primero somos aceptados en Cristo y es en respuesta a esa aceptación que nosotros obedecemos con gozo y amor. Aún en nuestros mejores días de caminar en santidad, nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia delante de un Dios eminentemente santo. Es por eso que el favor de Dios hacia nosotros es el resultado de la doble imputación. Nuestros pecados imputados a Cristo. Y la justicia de Cristo imputada a nuestra cuenta. ¡Glorioso intercambio! (2 Cor. 5:21). Todas las bendiciones que provienen de la mano de Dios son obras de gracia. No de nuestro mérito. El reclamo jactancioso se disipa cuando nuestros ojos ven la obra de Jesús con claridad.

Esto no significa que es mejor dejar de caminar en santidad sólo porque la tentación de volverse orgullo está presente. Lo que sí significa es que Dios está más interesado en la transformación de nuestro corazón que en la modificación de nuestro comportamiento.

Si hemos detectado que el orgullo ha subido a nuestro corazón como resultado de cumplir con nuestros deberes espirituales debemos comenzar por arrepentirnos. Es interesante notar Jesús fue cálido con pecadores que no se parecían a él. Pero, directo y confrontativo con fariseos legalistas y arrogantes. Aun así, la gracia de Dios puede transformar al hijo pródigo depravado como al hermano mayor religioso (Lucas 15).


Corrijamos, también, el concepto primario que tenemos sobre Jesús. Tu perspectiva sobre Jesús determina tu abordaje a la santidad. Si miras a Jesús primordialmente como un ejemplo a seguir, entonces serás tosco y rígido con aquellos que tropiezan. Pero, Jesús no es sólo nuestro ejemplo a seguir. La humanidad caída no necesita un ejemplo a seguir. Necesita un Redentor. Un segundo Adán (1 Cor. 15:45). Ese es Jesús. El sustituto que vivió la vida que nosotros teníamos que vivir. Y murió la muerte que nosotros teníamos que morir. Sólo cuando ponemos nuestra mirada en él que seremos transformados de gloria en gloria (2 Cor. 3:18). Somos salvos por fe en la gracia de Dios. De la misma manera, que somos santificados por fe en la gracia de Dios.

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Tres errores teológicos del evangelio de la prosperidad


Hace más de un siglo atrás, dirigiéndose a la congregación más grande en toda la historia del Cristianismo en ese entonces, Charles Spurgeon dijo, "Creo que es anti-cristiano y en contra de la santidad que cualquier cristiano viva con el objetivo de acumular riquezas. Tú dices, "¿No debemos de esforzarnos al máximo para obtener la mayor cantidad de dinero que podamos? Claro que lo puedes hacer. Y no dudo que en hacerlo puedes bendecir al servicio de la causa de Dios. Pero, lo que dije fue que vivir con el objetivo de acumular riquezas es anti-cristiano."

Lo que el predicador del Tabernáculo Metropolitano de Londres estaba diciendo es que el dinero no es malo. Todos lo necesitamos. Y debemos de trabajar por el. Pues quien no trabaja, que no coma. Lo dañino para nuestros corazones es el amor al dinero, es decir, la avaricia.

Pero, a través de los años, el mensaje predicado en muchas de las congregaciones alrededor del mundo ha cambiado. Un nuevo "evangelio" está siendo enseñado a muchas iglesias en la actualidad.

Este mensaje ha sido etiquetado como "el evangelio de la prosperidad", "enseñanza de confesión positiva", "evangelio de tomar y arrebatar."

Sin importar el nombre, la esencia sigue siendo la misma. En términos sencillos, el evangelio de la prosperidad enseña que Dios quiere que todos los creyentes estén físicamente sanos, materialmente ricos y completamente felices. 

Y los pregoneros de esta enseñanza instruyen a sus feligreses a orar, incluso demandar, a Dios por bendiciones materiales.

A continuación veremos, tres errores teológicos que los predicadores de la prosperidad cometen a menudo. Y al discernir estos errores, espero que podamos ver los peligros de esta falsa enseñanza.

1. El pacto Abrahamico como medio para herencia de bendición material

El pacto Abrahamico (Gen. 12,15,17,22) es una de las bases teológicas para el evangelio de la prosperidad. Es bueno, al menos, que muchos "teólogos" de la prosperidad reconozcan que gran parte de la Escritura es el registro del cumplimiento del pacto Abrahamico, pero está muy mal que ellos no mantengan una perspectiva correcta de este pacto.

Ellos ven incorrectamente la inserción del pacto; y de manera más significativa, ellos ven incorrectamente la aplicación de este pacto.

En el libro "Esparciendo la llama" (Zondervan, 1992), Edward Pousson estableció la postura de la teología de la prosperidad con respecto a la aplicación del pacto Abrahamico: "Los cristianos son hijos espirituales de Abraham y herederos, por tanto, de las bendiciones de la fe...Esta herencia Abrahamica quiere decir primordialmente bendiciones materiales."

En otras palabras, el evangelio de la prosperidad enseña que el propósito del pacto Abrahamico son bendiciones materiales.

En el Antiguo Testamento, Dios prometió bendecir materialmente a Israel pues estaba formando esta gran nación. Dios prometió que si ellos le obedecían, Él les bendeciría con bienes y riquezas y abundante prosperidad material.

¿Por qué? Porque Dios estaba formando para sí mismo una nación que sería la demostración de su grandeza para todas las demás naciones.

Para apoyar este enunciado, los predicadores del evangelio de la prosperidad apelan a Gálatas 3:14, que se refiere a las "bendiciones de Abraham que vienen sobre los gentiles en Cristo Jesús." 

Sin embargo, olvidan el contexto en el que Pablo está recordando a los Gálatas de la bendición espiritual que es la salvación, no las bendiciones materiales de la riqueza.

Con respecto a esto, David Platt dice lo siguiente:

“Con la venida de Jesús el plan eterno de Dios se estaba desarrollando y guiando hacia una nueva fase en la historia de redención, donde se vería afectada la relación entre la fe y la bendición material.

Al comienzo de la nueva fase en la historia de la redención, ningún maestro (incluyendo Jesús) en el Nuevo Testamento prometió jamás la riqueza material como recompensa por la obediencia.

En lugar de ordenar a Su pueblo que construya un majestuoso templo como lugar de culto, Dios le dice a sus hijos que ellos sean el templo, el lugar de culto” (Radical: Rescatando la fe del sueño americano, pg. 114)

2. La expiación de Jesús se extiende hasta el "pecado" de la pobreza material

En su artículo de la Bibliotecha Sacra, "Una evaluación teológica del Evangelio de la Prosperidad", el teólogo Ken Sarles observa como el evangelio de la prosperidad establece que "la bendición financiera ha sido proveída en la muerte de Cristo." 

Este malentendido proviene de dos errores que los proponentes del evangelio de la prosperidad hacen.

Primero, muchos que predican la teología de la prosperidad tienen una concepción fundamental equivocada acerca de la vida de Jesús. Por ejemplo, un predicador cierta vez dijo que "Jesús tenía una enorme casa, manejaba muchísimo dinero" y "usó ropa de diseñador."

Incluso, una vez escuché a alguien enseñar que Jesús era tan rico que por eso no tenía un lugar en donde poner su cabeza. Pues, no había hostal que fuera lo suficientemente fino para Él.

Sí, lo sé. Yo también quedé con esa cara después de escuchar esa interpretación.
Es fácil ver como una atrofiada vista de la vida de Cristo puede llevar a una igual y atrofiada concepción de la muerte de Cristo.

El segundo error que lleva a una equivocada perspectiva de la expiación es malinterpretar 2 Corintios 8:9, que dice, "Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por nosotros se volvió pobre, para que a través de su pobreza fuésemos enriquecidos."

Si bien es cierto, una lectura superficial de este verso puede llevar a cualquiera a pensar que Pablo está hablando acerca de un incremento en la riqueza material, una lectura contextual revela que él en efecto estaba enseñando lo opuesto.

De hecho, Pablo estaba enseñando a los Corintios que en vista que Cristo logró tanto para ellos a través de su muerte, ellos deberían de vaciar sus riquezas en servicio del Salvador.

Esta es la razón por la cual cinco versos después Pablo insta a los Corintios a dar su riqueza a los hermanos en necesidad, escribiendo, "ahora en este tiempo vuestra abundancia puede suplir su necesidad" (2 Cor. 8:14).

3. Los cristianos dan con el fin de obtener compensación material de Dios

Una de las características más impactantes de los predicadores de la prosperidad es su enfoque en el acto del dar. Se nos insta a dar generosamente y somos confrontados con muchísimas frases para dar y sembrar. Aunque algunos de estos argumentos pueden parecer nobles.

La fuerza detrás de gran parte de la enseñanza del dar es lo que un predicador de la prosperidad se refirió como "La Ley de la Compensación." 

De acuerdo a esta ley, basada en Marcos 10:30, los cristianos deben dar generosamente a otros, porque cuando lo hacen, Dios les dará más de regreso. Esto, por su parte, lleva a un ciclo de prosperidad incremental.

Muchos pueden decir que Marcos 10:30 es una muy buena ganga. Una buena inversión. Es evidente, por tanto, que la enseñanza del dar del evangelio de la prosperidad está construida en motivos equivocados.

Mientras Jesús enseñó a sus discípulos a dar "sin esperar nada a cambio" (Lucas 10:35), los predicadores de la prosperidad enseñan a sus discípulos a dar para recibir mucho a cambio.

Nuestra generosidad para con Dios y los demás es como una respuesta hacia lo que generoso que Dios ha sido con nosotros y no una herramienta para torcerle la mano para que nos prospere.

Aclaro que la Biblia enseña principios para prosperar como la diligencia, el ahorro y evitar préstamos con intereses altos (Prov. 6:1-11; Prov. 10:4-5) y muchos más. 

Prosperar no es malo. Dios prospera a muchas personas para que puedan ser de bendición a quienes están a su alrededor. Lo peligroso es el énfasis exacerbado en la prosperidad. Pues, esto es una evidencia que el amor por las riquezas ha sobrepuesto nuestro amor a Jesús.

Si bien es cierto, considero que esta enseñanza es dañina, es necesario recordar que lo opuesto también puede ser contraproducente. Muchos en respuesta a la teología de la prosperidad han afirmado la “teología de la pobreza”, es decir que Dios quiere que vivamos pobres porque así se le sirve mejor a Dios.

Ambos excesos son dañinos y deben ser evitados.


Oremos para obtener la sabiduría del proverbista, “No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Prov. 30:8).


-Luís Luna Jr.

La fuente para este post es el artículo "5 errors of the Prosperity Gospel" escrito por David W. Jones, tomada del sitio The Gospel Coalition. David W. Jones es Profesor de Ética Cristiana en Seminario Teológico Bautista del Sudeste en Wake Forest, Carolina del Norte. El artículo original en ingés puede ser encontrado aquí.


jueves, 3 de septiembre de 2015

VIDEO: Doctrina de la Revelación y La Escritura



¡Bendiciones! Este video trata un poco sobre el rol de la Escritura como parte de la Doctrina de la Revelación. ¡Espero les sirva de edificación! Y si así fue, espero lo puedan compartir.