Hace más de un siglo atrás,
dirigiéndose a la congregación más grande en toda la historia del Cristianismo
en ese entonces, Charles Spurgeon dijo, "Creo
que es anti-cristiano y en contra de la santidad que cualquier cristiano viva con
el objetivo de acumular riquezas. Tú dices, "¿No debemos de esforzarnos al
máximo para obtener la mayor cantidad de dinero que podamos? Claro que lo
puedes hacer. Y no dudo que en hacerlo puedes bendecir al servicio de la causa
de Dios. Pero, lo que dije fue que vivir con el objetivo de acumular riquezas
es anti-cristiano."
Lo que el predicador del
Tabernáculo Metropolitano de Londres estaba diciendo es que el dinero no es
malo. Todos lo necesitamos. Y debemos de trabajar por el. Pues quien no
trabaja, que no coma. Lo dañino para nuestros corazones es el amor al dinero,
es decir, la avaricia.
Pero, a través de los años, el
mensaje predicado en muchas de las congregaciones alrededor del mundo ha
cambiado. Un nuevo "evangelio" está siendo enseñado a muchas iglesias
en la actualidad.
Este mensaje ha sido
etiquetado como "el evangelio de la prosperidad", "enseñanza de
confesión positiva", "evangelio de tomar y arrebatar."
Sin importar el nombre, la
esencia sigue siendo la misma. En términos sencillos, el evangelio de la
prosperidad enseña que Dios quiere que todos los creyentes estén físicamente
sanos, materialmente ricos y completamente felices.
Y los pregoneros de esta
enseñanza instruyen a sus feligreses a orar, incluso demandar, a Dios por
bendiciones materiales.
A continuación veremos, tres
errores teológicos que los predicadores de la prosperidad cometen a menudo. Y
al discernir estos errores, espero que podamos ver los peligros de esta falsa
enseñanza.
1. El pacto Abrahamico como medio para herencia de
bendición material
El pacto Abrahamico (Gen.
12,15,17,22) es una de las bases teológicas para el evangelio de la
prosperidad. Es bueno, al menos, que muchos "teólogos" de la
prosperidad reconozcan que gran parte de la Escritura es el registro del
cumplimiento del pacto Abrahamico, pero está muy mal que ellos no mantengan una
perspectiva correcta de este pacto.
Ellos ven incorrectamente la
inserción del pacto; y de manera más significativa, ellos ven incorrectamente
la aplicación de este pacto.
En el libro "Esparciendo
la llama" (Zondervan, 1992), Edward Pousson estableció la postura de la
teología de la prosperidad con respecto a la aplicación del pacto Abrahamico:
"Los cristianos son hijos
espirituales de Abraham y herederos, por tanto, de las bendiciones de la
fe...Esta herencia Abrahamica quiere decir primordialmente bendiciones
materiales."
En otras palabras, el
evangelio de la prosperidad enseña que el propósito del pacto Abrahamico son
bendiciones materiales.
En el Antiguo Testamento, Dios
prometió bendecir materialmente a Israel pues estaba formando esta gran nación.
Dios prometió que si ellos le obedecían, Él les bendeciría con bienes y
riquezas y abundante prosperidad material.
¿Por qué? Porque Dios estaba
formando para sí mismo una nación que sería la demostración de su grandeza para
todas las demás naciones.
Para apoyar este enunciado,
los predicadores del evangelio de la prosperidad apelan a Gálatas 3:14, que se
refiere a las "bendiciones de Abraham que vienen sobre los gentiles en
Cristo Jesús."
Sin embargo, olvidan el contexto en el que Pablo está
recordando a los Gálatas de la bendición espiritual que es la salvación, no las
bendiciones materiales de la riqueza.
Con respecto a esto, David
Platt dice lo siguiente:
“Con la venida de Jesús el plan eterno de Dios se estaba
desarrollando y guiando hacia una nueva fase en la historia de redención, donde
se vería afectada la relación entre la fe y la bendición material.
Al comienzo de la nueva fase en la historia de la
redención, ningún maestro (incluyendo Jesús) en el Nuevo Testamento prometió
jamás la riqueza material como recompensa por la obediencia.
En lugar de ordenar a Su pueblo que construya un majestuoso
templo como lugar de culto, Dios le dice a sus hijos que ellos sean el templo,
el lugar de culto” (Radical: Rescatando la
fe del sueño americano, pg. 114)
2. La expiación de Jesús se extiende hasta el "pecado"
de la pobreza material
En su artículo de la
Bibliotecha Sacra, "Una evaluación teológica del Evangelio de la
Prosperidad", el teólogo Ken Sarles observa como el evangelio de la prosperidad
establece que "la bendición financiera ha sido proveída en la muerte de
Cristo."
Este malentendido proviene de dos errores que los proponentes del
evangelio de la prosperidad hacen.
Primero, muchos que predican
la teología de la prosperidad tienen una concepción fundamental equivocada acerca
de la vida de Jesús. Por ejemplo, un predicador cierta vez dijo que "Jesús
tenía una enorme casa, manejaba muchísimo dinero" y "usó ropa de
diseñador."
Incluso, una vez escuché a
alguien enseñar que Jesús era tan rico que por eso no tenía un lugar en donde
poner su cabeza. Pues, no había hostal que fuera lo suficientemente fino para
Él.
Sí, lo sé. Yo también quedé
con esa cara después de escuchar esa interpretación.
Es fácil ver como una
atrofiada vista de la vida de Cristo puede llevar a una igual y atrofiada
concepción de la muerte de Cristo.
El segundo error que lleva a
una equivocada perspectiva de la expiación es malinterpretar 2 Corintios 8:9,
que dice, "Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo
rico, por nosotros se volvió pobre, para que a través de su pobreza fuésemos
enriquecidos."
Si bien es cierto, una lectura
superficial de este verso puede llevar a cualquiera a pensar que Pablo está
hablando acerca de un incremento en la riqueza material, una lectura contextual
revela que él en efecto estaba enseñando lo opuesto.
De hecho, Pablo estaba
enseñando a los Corintios que en vista que Cristo logró tanto para ellos a
través de su muerte, ellos deberían de vaciar sus riquezas en servicio del
Salvador.
Esta es la razón por la cual
cinco versos después Pablo insta a los Corintios a dar su riqueza a los
hermanos en necesidad, escribiendo, "ahora en este tiempo vuestra
abundancia puede suplir su necesidad" (2 Cor. 8:14).
3. Los cristianos dan con el
fin de obtener compensación material de Dios
Una de las características más
impactantes de los predicadores de la prosperidad es su enfoque en el acto del
dar. Se nos insta a dar generosamente y somos confrontados con muchísimas
frases para dar y sembrar. Aunque algunos de estos argumentos pueden parecer nobles.
La fuerza detrás de gran parte
de la enseñanza del dar es lo que un predicador de la prosperidad se refirió
como "La Ley de la Compensación."
De acuerdo a esta ley, basada en
Marcos 10:30, los cristianos deben dar generosamente a otros, porque cuando lo
hacen, Dios les dará más de regreso. Esto, por su parte, lleva a un ciclo de
prosperidad incremental.
Muchos pueden decir que Marcos
10:30 es una muy buena ganga. Una buena inversión. Es evidente, por tanto, que
la enseñanza del dar del evangelio de la prosperidad está construida en motivos
equivocados.
Mientras Jesús enseñó a sus
discípulos a dar "sin esperar nada a cambio" (Lucas 10:35), los
predicadores de la prosperidad enseñan a sus discípulos a dar para recibir
mucho a cambio.
Nuestra generosidad para con Dios
y los demás es como una respuesta hacia lo que generoso que Dios ha sido con
nosotros y no una herramienta para torcerle la mano para que nos prospere.
Aclaro que la Biblia enseña
principios para prosperar como la diligencia, el ahorro y evitar préstamos con
intereses altos (Prov. 6:1-11; Prov. 10:4-5) y muchos más.
Prosperar no es
malo. Dios prospera a muchas personas para que puedan ser de bendición a
quienes están a su alrededor. Lo peligroso es el énfasis exacerbado en la
prosperidad. Pues, esto es una evidencia que el amor por las riquezas ha
sobrepuesto nuestro amor a Jesús.
Si bien es cierto, considero
que esta enseñanza es dañina, es necesario recordar que lo opuesto también
puede ser contraproducente. Muchos en respuesta a la teología de la prosperidad
han afirmado la “teología de la pobreza”, es decir que Dios quiere que vivamos
pobres porque así se le sirve mejor a Dios.
Ambos excesos son
dañinos y deben ser evitados.
Oremos para obtener la
sabiduría del proverbista, “No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Prov. 30:8).
-Luís Luna Jr.
La fuente para este post es el artículo "5 errors of the Prosperity Gospel" escrito por David W. Jones, tomada del sitio The Gospel Coalition. David W. Jones es Profesor de Ética Cristiana en Seminario Teológico Bautista del Sudeste en Wake Forest, Carolina del Norte. El artículo original en ingés puede ser encontrado aquí.
Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Prov. 30:8).
-Luís Luna Jr.
La fuente para este post es el artículo "5 errors of the Prosperity Gospel" escrito por David W. Jones, tomada del sitio The Gospel Coalition. David W. Jones es Profesor de Ética Cristiana en Seminario Teológico Bautista del Sudeste en Wake Forest, Carolina del Norte. El artículo original en ingés puede ser encontrado aquí.
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