viernes, 18 de septiembre de 2015

Tres errores teológicos del evangelio de la prosperidad


Hace más de un siglo atrás, dirigiéndose a la congregación más grande en toda la historia del Cristianismo en ese entonces, Charles Spurgeon dijo, "Creo que es anti-cristiano y en contra de la santidad que cualquier cristiano viva con el objetivo de acumular riquezas. Tú dices, "¿No debemos de esforzarnos al máximo para obtener la mayor cantidad de dinero que podamos? Claro que lo puedes hacer. Y no dudo que en hacerlo puedes bendecir al servicio de la causa de Dios. Pero, lo que dije fue que vivir con el objetivo de acumular riquezas es anti-cristiano."

Lo que el predicador del Tabernáculo Metropolitano de Londres estaba diciendo es que el dinero no es malo. Todos lo necesitamos. Y debemos de trabajar por el. Pues quien no trabaja, que no coma. Lo dañino para nuestros corazones es el amor al dinero, es decir, la avaricia.

Pero, a través de los años, el mensaje predicado en muchas de las congregaciones alrededor del mundo ha cambiado. Un nuevo "evangelio" está siendo enseñado a muchas iglesias en la actualidad.

Este mensaje ha sido etiquetado como "el evangelio de la prosperidad", "enseñanza de confesión positiva", "evangelio de tomar y arrebatar."

Sin importar el nombre, la esencia sigue siendo la misma. En términos sencillos, el evangelio de la prosperidad enseña que Dios quiere que todos los creyentes estén físicamente sanos, materialmente ricos y completamente felices. 

Y los pregoneros de esta enseñanza instruyen a sus feligreses a orar, incluso demandar, a Dios por bendiciones materiales.

A continuación veremos, tres errores teológicos que los predicadores de la prosperidad cometen a menudo. Y al discernir estos errores, espero que podamos ver los peligros de esta falsa enseñanza.

1. El pacto Abrahamico como medio para herencia de bendición material

El pacto Abrahamico (Gen. 12,15,17,22) es una de las bases teológicas para el evangelio de la prosperidad. Es bueno, al menos, que muchos "teólogos" de la prosperidad reconozcan que gran parte de la Escritura es el registro del cumplimiento del pacto Abrahamico, pero está muy mal que ellos no mantengan una perspectiva correcta de este pacto.

Ellos ven incorrectamente la inserción del pacto; y de manera más significativa, ellos ven incorrectamente la aplicación de este pacto.

En el libro "Esparciendo la llama" (Zondervan, 1992), Edward Pousson estableció la postura de la teología de la prosperidad con respecto a la aplicación del pacto Abrahamico: "Los cristianos son hijos espirituales de Abraham y herederos, por tanto, de las bendiciones de la fe...Esta herencia Abrahamica quiere decir primordialmente bendiciones materiales."

En otras palabras, el evangelio de la prosperidad enseña que el propósito del pacto Abrahamico son bendiciones materiales.

En el Antiguo Testamento, Dios prometió bendecir materialmente a Israel pues estaba formando esta gran nación. Dios prometió que si ellos le obedecían, Él les bendeciría con bienes y riquezas y abundante prosperidad material.

¿Por qué? Porque Dios estaba formando para sí mismo una nación que sería la demostración de su grandeza para todas las demás naciones.

Para apoyar este enunciado, los predicadores del evangelio de la prosperidad apelan a Gálatas 3:14, que se refiere a las "bendiciones de Abraham que vienen sobre los gentiles en Cristo Jesús." 

Sin embargo, olvidan el contexto en el que Pablo está recordando a los Gálatas de la bendición espiritual que es la salvación, no las bendiciones materiales de la riqueza.

Con respecto a esto, David Platt dice lo siguiente:

“Con la venida de Jesús el plan eterno de Dios se estaba desarrollando y guiando hacia una nueva fase en la historia de redención, donde se vería afectada la relación entre la fe y la bendición material.

Al comienzo de la nueva fase en la historia de la redención, ningún maestro (incluyendo Jesús) en el Nuevo Testamento prometió jamás la riqueza material como recompensa por la obediencia.

En lugar de ordenar a Su pueblo que construya un majestuoso templo como lugar de culto, Dios le dice a sus hijos que ellos sean el templo, el lugar de culto” (Radical: Rescatando la fe del sueño americano, pg. 114)

2. La expiación de Jesús se extiende hasta el "pecado" de la pobreza material

En su artículo de la Bibliotecha Sacra, "Una evaluación teológica del Evangelio de la Prosperidad", el teólogo Ken Sarles observa como el evangelio de la prosperidad establece que "la bendición financiera ha sido proveída en la muerte de Cristo." 

Este malentendido proviene de dos errores que los proponentes del evangelio de la prosperidad hacen.

Primero, muchos que predican la teología de la prosperidad tienen una concepción fundamental equivocada acerca de la vida de Jesús. Por ejemplo, un predicador cierta vez dijo que "Jesús tenía una enorme casa, manejaba muchísimo dinero" y "usó ropa de diseñador."

Incluso, una vez escuché a alguien enseñar que Jesús era tan rico que por eso no tenía un lugar en donde poner su cabeza. Pues, no había hostal que fuera lo suficientemente fino para Él.

Sí, lo sé. Yo también quedé con esa cara después de escuchar esa interpretación.
Es fácil ver como una atrofiada vista de la vida de Cristo puede llevar a una igual y atrofiada concepción de la muerte de Cristo.

El segundo error que lleva a una equivocada perspectiva de la expiación es malinterpretar 2 Corintios 8:9, que dice, "Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por nosotros se volvió pobre, para que a través de su pobreza fuésemos enriquecidos."

Si bien es cierto, una lectura superficial de este verso puede llevar a cualquiera a pensar que Pablo está hablando acerca de un incremento en la riqueza material, una lectura contextual revela que él en efecto estaba enseñando lo opuesto.

De hecho, Pablo estaba enseñando a los Corintios que en vista que Cristo logró tanto para ellos a través de su muerte, ellos deberían de vaciar sus riquezas en servicio del Salvador.

Esta es la razón por la cual cinco versos después Pablo insta a los Corintios a dar su riqueza a los hermanos en necesidad, escribiendo, "ahora en este tiempo vuestra abundancia puede suplir su necesidad" (2 Cor. 8:14).

3. Los cristianos dan con el fin de obtener compensación material de Dios

Una de las características más impactantes de los predicadores de la prosperidad es su enfoque en el acto del dar. Se nos insta a dar generosamente y somos confrontados con muchísimas frases para dar y sembrar. Aunque algunos de estos argumentos pueden parecer nobles.

La fuerza detrás de gran parte de la enseñanza del dar es lo que un predicador de la prosperidad se refirió como "La Ley de la Compensación." 

De acuerdo a esta ley, basada en Marcos 10:30, los cristianos deben dar generosamente a otros, porque cuando lo hacen, Dios les dará más de regreso. Esto, por su parte, lleva a un ciclo de prosperidad incremental.

Muchos pueden decir que Marcos 10:30 es una muy buena ganga. Una buena inversión. Es evidente, por tanto, que la enseñanza del dar del evangelio de la prosperidad está construida en motivos equivocados.

Mientras Jesús enseñó a sus discípulos a dar "sin esperar nada a cambio" (Lucas 10:35), los predicadores de la prosperidad enseñan a sus discípulos a dar para recibir mucho a cambio.

Nuestra generosidad para con Dios y los demás es como una respuesta hacia lo que generoso que Dios ha sido con nosotros y no una herramienta para torcerle la mano para que nos prospere.

Aclaro que la Biblia enseña principios para prosperar como la diligencia, el ahorro y evitar préstamos con intereses altos (Prov. 6:1-11; Prov. 10:4-5) y muchos más. 

Prosperar no es malo. Dios prospera a muchas personas para que puedan ser de bendición a quienes están a su alrededor. Lo peligroso es el énfasis exacerbado en la prosperidad. Pues, esto es una evidencia que el amor por las riquezas ha sobrepuesto nuestro amor a Jesús.

Si bien es cierto, considero que esta enseñanza es dañina, es necesario recordar que lo opuesto también puede ser contraproducente. Muchos en respuesta a la teología de la prosperidad han afirmado la “teología de la pobreza”, es decir que Dios quiere que vivamos pobres porque así se le sirve mejor a Dios.

Ambos excesos son dañinos y deben ser evitados.


Oremos para obtener la sabiduría del proverbista, “No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Prov. 30:8).


-Luís Luna Jr.

La fuente para este post es el artículo "5 errors of the Prosperity Gospel" escrito por David W. Jones, tomada del sitio The Gospel Coalition. David W. Jones es Profesor de Ética Cristiana en Seminario Teológico Bautista del Sudeste en Wake Forest, Carolina del Norte. El artículo original en ingés puede ser encontrado aquí.


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