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viernes, 31 de marzo de 2017

Tu pecado no es suficiente


Todos los pecados son ofensas delante de Dios. Pero, hay algunos que causan un impacto negativo mayor en las personas que nos rodean. Por ejemplo, no es lo mismo que un cristiano se pase un semáforo en rojo. A que un líder espiritual sea encontrado en una falta moral grave como el adulterio. Claro que uno causará mucho más escándalo que el otro. Por eso, si ha habido alguien que pecó de una forma tan públicamente escandalosa, ese fue el apóstol Pedro. La negación de Pedro hacia Jesús, según lo relatado por los biógrafos del Mesías, fue algo nefasto. Por muchas razones.

En primer lugar, Pedro fue muy cercano a Jesús. Durante el desarrollo de su ministerio, Cristo se convirtió en un líder popular. Las masas se aglomeraban para escuchar lo que él tenía que decir ya que la gente encontraba que enseñaba con una autoridad que parecía faltarle al resto de los rabinos contemporáneos. Así también, Jesús realizaba muchos milagros. Sanando enfermos y haciendo grandes prodigios. Por esto, las multitudes siempre estaban detrás de él en cualquier lugar que estuviera.

No obstante, aunque era muy seguido por muchos, Jesús eligió a doce hombres para compartir su vida y ministerio de una forma más íntima que con el resto. Si te tomas el tiempo de leer los evangelios, te darás cuenta que estos hombres no tenían nada espléndido. No eran la crema de la nata, ni mucho menos. Eran simples hombres comunes y corrientes que tenían trabajos sencillos.

Curiosamente, uno de los axiomas de liderazgo más populares es que si quieres llegar lejos debes rodearte de gente capaz con un buen pedigree. Tal parece que Jesús fracasó de acuerdo a la sabiduría convencional de los bestsellers modernos de liderazgo. Porque estos simples hombres eran nada más y nada menos que eso: simples hombres. Y dentro de estos doce discípulos, Jesús tenía un círculo más cercano aún, compuesto por tres de sus seguidores: Juan, Jacobo y Pedro. 

Es decir, Pedro era parte del grupo más íntimo con el que Jesús compartió. Y a pesar de esto, Pedro negó a Jesús.

En segundo lugar, Pedro fue de los discípulos que experimentó de primera mano muchas de las obras milagrosas del Maestro. Por ejemplo, cierta vez que Jesús se le apareció a un grupo de pescadores por la noche mientras caminaba por las aguas, Jesús invitó a Pedro a que hiciera lo mismo. Y por un breve momento de fe seguido de incredulidad, Pedro, al igual que Jesús, milagrosamente caminó por las aguas sin hundirse. 

Pedro también estuvo ahí cuando los panes y los peces fueron multiplicados delante de los ojos de la multitud. A sí mismo, Pedro estuvo en primera fila cuando Jesús sanaba a los paralíticos y daba vista a los ciegos. En definitiva, Pedro jamás podría argumentar que fue orillado a las periferias del ministerio por Cristo. Siempre tuvo acceso directo al Maestro. Y pesar de esto, Pedro negó públicamente al Salvador.

Y por si esto fuera poco, Pedro negó a Jesús en el momento en que su Maestro más necesitaba de los suyos. Antes que Jesús fuera apresado, él se retiró a orar en el monte Getsemaní. El escritor bíblico relata que la aflicción era tan grande en el corazón de Jesús que su sudor era tan denso como gotas de sangre. 

Estas fueron, muy probablemente, las horas más difíciles que Jesús tuvo que atravesar. Y cuando más Él necesitó de aquellos por los que estaba a punto de dar su vida, Pedro le dio la espalda. En el momento más vulnerable, el apóstol negó a Jesús.

Pedro fracasó de forma pública y escandalosa delante de muchos. Y puede que tú sientas que ese es tu caso también.

A lo mejor has amanecido demasiadas veces en la cama equivocada junto a la persona incorrecta.

Tal vez estás atravesando la difícil etapa de un embarazo pre-matrimonial.

Es posible, incluso, que has consumido más droga de la que tu sistema tolera y tus recuerdos están llenos de remordimientos a causa de eso.

O probablemente tu hogar se está desintegrando delante de tus propios ojos...y de los ojos de los demás.

Puede que todo eso sea cierto y sea una verdad difícil de confrontar.

Pero, también, la buena noticia del evangelio es que tu pecado, por muy estrepitoso y público que sea, al igual que el de Pedro, no puede separarte del amor de Dios en Cristo.

En la biografía de Jesús escrita por Juan Marcos, en el capítulo 16, Dios permite que un muchacho se encuentre providencialmente con un par de mujeres que llevaban especies aromáticas para ungir el cadáver de Jesús. Y el mensaje que este joven les da es el siguiente (v.7): "díganle a los discípulos y a Pedro, que él (Jesús) va delante de vosotros a Galilea, ahí le veréis, tal y como él lo había prometido."  Ahora, bien, notemos que lo que este muchacho NO dice es: "Díganle a los discípulos, EXCEPTO al traicionero de Pedro." 

Él pudo haber dicho esto. De todos modos, había vasta evidencia para desechar a una sabandija cobarde como lo fue este hombre. Pero, el comunicado no fue así. De haber usado la palabra "excepto" el mensaje hubiese denotado exclusión. Pero, la palabra que usó el mensajero fue una llena de compasión sacrificial. Él dijo: "Díganle a los discípulos Y a Pedro." Esto denota inclusión, misericordia y gracia escandalosa hacia alguien que públicamente negó a Su Salvador.

Si alguna vez hubo alguien en la historia de la Iglesia cristiana con argumentos de sobra para ser excomulgado después de tocar fondo de una forma tan horrible, ese fue Pedro, el apóstol. Pero, las cosas no resultaron así. Porque tu pecado, tal como el de Pedro, es insuficiente para separarte del amor de Dios. Pues, el sacrificio de Cristo fue suficiente para reconciliarte con Dios.

Este amor no es barato. Todo lo contrario. Tiene un costo muy alto. Tu pecado fue tan grande que el hijo de Dios tuvo que morir por ti. Tu estado es peor de lo que crees. Pero, Su gracia es tan vasta que el hijo de Dios estuvo dispuesto a morir por ti.   Eres más amado de lo que imaginas. De hecho, las cicatrices de Jesús son fuentes inagotables de agua viva, que saben a gracia sacrificial y a misericordia fresca. 

Esto no quiere decir que tienes una licencia para seguir pecando. De todos modos, fue tu pecado lo que causó esas cicatrices. Sino, que ahora puedes correr libremente hacia el Trono. En donde siempre serás recibido por el Rey del Universo. El que murió por los cobardes que le han negado, como Pedro. Y como yo.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Tres errores teológicos del evangelio de la prosperidad


Hace más de un siglo atrás, dirigiéndose a la congregación más grande en toda la historia del Cristianismo en ese entonces, Charles Spurgeon dijo, "Creo que es anti-cristiano y en contra de la santidad que cualquier cristiano viva con el objetivo de acumular riquezas. Tú dices, "¿No debemos de esforzarnos al máximo para obtener la mayor cantidad de dinero que podamos? Claro que lo puedes hacer. Y no dudo que en hacerlo puedes bendecir al servicio de la causa de Dios. Pero, lo que dije fue que vivir con el objetivo de acumular riquezas es anti-cristiano."

Lo que el predicador del Tabernáculo Metropolitano de Londres estaba diciendo es que el dinero no es malo. Todos lo necesitamos. Y debemos de trabajar por el. Pues quien no trabaja, que no coma. Lo dañino para nuestros corazones es el amor al dinero, es decir, la avaricia.

Pero, a través de los años, el mensaje predicado en muchas de las congregaciones alrededor del mundo ha cambiado. Un nuevo "evangelio" está siendo enseñado a muchas iglesias en la actualidad.

Este mensaje ha sido etiquetado como "el evangelio de la prosperidad", "enseñanza de confesión positiva", "evangelio de tomar y arrebatar."

Sin importar el nombre, la esencia sigue siendo la misma. En términos sencillos, el evangelio de la prosperidad enseña que Dios quiere que todos los creyentes estén físicamente sanos, materialmente ricos y completamente felices. 

Y los pregoneros de esta enseñanza instruyen a sus feligreses a orar, incluso demandar, a Dios por bendiciones materiales.

A continuación veremos, tres errores teológicos que los predicadores de la prosperidad cometen a menudo. Y al discernir estos errores, espero que podamos ver los peligros de esta falsa enseñanza.

1. El pacto Abrahamico como medio para herencia de bendición material

El pacto Abrahamico (Gen. 12,15,17,22) es una de las bases teológicas para el evangelio de la prosperidad. Es bueno, al menos, que muchos "teólogos" de la prosperidad reconozcan que gran parte de la Escritura es el registro del cumplimiento del pacto Abrahamico, pero está muy mal que ellos no mantengan una perspectiva correcta de este pacto.

Ellos ven incorrectamente la inserción del pacto; y de manera más significativa, ellos ven incorrectamente la aplicación de este pacto.

En el libro "Esparciendo la llama" (Zondervan, 1992), Edward Pousson estableció la postura de la teología de la prosperidad con respecto a la aplicación del pacto Abrahamico: "Los cristianos son hijos espirituales de Abraham y herederos, por tanto, de las bendiciones de la fe...Esta herencia Abrahamica quiere decir primordialmente bendiciones materiales."

En otras palabras, el evangelio de la prosperidad enseña que el propósito del pacto Abrahamico son bendiciones materiales.

En el Antiguo Testamento, Dios prometió bendecir materialmente a Israel pues estaba formando esta gran nación. Dios prometió que si ellos le obedecían, Él les bendeciría con bienes y riquezas y abundante prosperidad material.

¿Por qué? Porque Dios estaba formando para sí mismo una nación que sería la demostración de su grandeza para todas las demás naciones.

Para apoyar este enunciado, los predicadores del evangelio de la prosperidad apelan a Gálatas 3:14, que se refiere a las "bendiciones de Abraham que vienen sobre los gentiles en Cristo Jesús." 

Sin embargo, olvidan el contexto en el que Pablo está recordando a los Gálatas de la bendición espiritual que es la salvación, no las bendiciones materiales de la riqueza.

Con respecto a esto, David Platt dice lo siguiente:

“Con la venida de Jesús el plan eterno de Dios se estaba desarrollando y guiando hacia una nueva fase en la historia de redención, donde se vería afectada la relación entre la fe y la bendición material.

Al comienzo de la nueva fase en la historia de la redención, ningún maestro (incluyendo Jesús) en el Nuevo Testamento prometió jamás la riqueza material como recompensa por la obediencia.

En lugar de ordenar a Su pueblo que construya un majestuoso templo como lugar de culto, Dios le dice a sus hijos que ellos sean el templo, el lugar de culto” (Radical: Rescatando la fe del sueño americano, pg. 114)

2. La expiación de Jesús se extiende hasta el "pecado" de la pobreza material

En su artículo de la Bibliotecha Sacra, "Una evaluación teológica del Evangelio de la Prosperidad", el teólogo Ken Sarles observa como el evangelio de la prosperidad establece que "la bendición financiera ha sido proveída en la muerte de Cristo." 

Este malentendido proviene de dos errores que los proponentes del evangelio de la prosperidad hacen.

Primero, muchos que predican la teología de la prosperidad tienen una concepción fundamental equivocada acerca de la vida de Jesús. Por ejemplo, un predicador cierta vez dijo que "Jesús tenía una enorme casa, manejaba muchísimo dinero" y "usó ropa de diseñador."

Incluso, una vez escuché a alguien enseñar que Jesús era tan rico que por eso no tenía un lugar en donde poner su cabeza. Pues, no había hostal que fuera lo suficientemente fino para Él.

Sí, lo sé. Yo también quedé con esa cara después de escuchar esa interpretación.
Es fácil ver como una atrofiada vista de la vida de Cristo puede llevar a una igual y atrofiada concepción de la muerte de Cristo.

El segundo error que lleva a una equivocada perspectiva de la expiación es malinterpretar 2 Corintios 8:9, que dice, "Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por nosotros se volvió pobre, para que a través de su pobreza fuésemos enriquecidos."

Si bien es cierto, una lectura superficial de este verso puede llevar a cualquiera a pensar que Pablo está hablando acerca de un incremento en la riqueza material, una lectura contextual revela que él en efecto estaba enseñando lo opuesto.

De hecho, Pablo estaba enseñando a los Corintios que en vista que Cristo logró tanto para ellos a través de su muerte, ellos deberían de vaciar sus riquezas en servicio del Salvador.

Esta es la razón por la cual cinco versos después Pablo insta a los Corintios a dar su riqueza a los hermanos en necesidad, escribiendo, "ahora en este tiempo vuestra abundancia puede suplir su necesidad" (2 Cor. 8:14).

3. Los cristianos dan con el fin de obtener compensación material de Dios

Una de las características más impactantes de los predicadores de la prosperidad es su enfoque en el acto del dar. Se nos insta a dar generosamente y somos confrontados con muchísimas frases para dar y sembrar. Aunque algunos de estos argumentos pueden parecer nobles.

La fuerza detrás de gran parte de la enseñanza del dar es lo que un predicador de la prosperidad se refirió como "La Ley de la Compensación." 

De acuerdo a esta ley, basada en Marcos 10:30, los cristianos deben dar generosamente a otros, porque cuando lo hacen, Dios les dará más de regreso. Esto, por su parte, lleva a un ciclo de prosperidad incremental.

Muchos pueden decir que Marcos 10:30 es una muy buena ganga. Una buena inversión. Es evidente, por tanto, que la enseñanza del dar del evangelio de la prosperidad está construida en motivos equivocados.

Mientras Jesús enseñó a sus discípulos a dar "sin esperar nada a cambio" (Lucas 10:35), los predicadores de la prosperidad enseñan a sus discípulos a dar para recibir mucho a cambio.

Nuestra generosidad para con Dios y los demás es como una respuesta hacia lo que generoso que Dios ha sido con nosotros y no una herramienta para torcerle la mano para que nos prospere.

Aclaro que la Biblia enseña principios para prosperar como la diligencia, el ahorro y evitar préstamos con intereses altos (Prov. 6:1-11; Prov. 10:4-5) y muchos más. 

Prosperar no es malo. Dios prospera a muchas personas para que puedan ser de bendición a quienes están a su alrededor. Lo peligroso es el énfasis exacerbado en la prosperidad. Pues, esto es una evidencia que el amor por las riquezas ha sobrepuesto nuestro amor a Jesús.

Si bien es cierto, considero que esta enseñanza es dañina, es necesario recordar que lo opuesto también puede ser contraproducente. Muchos en respuesta a la teología de la prosperidad han afirmado la “teología de la pobreza”, es decir que Dios quiere que vivamos pobres porque así se le sirve mejor a Dios.

Ambos excesos son dañinos y deben ser evitados.


Oremos para obtener la sabiduría del proverbista, “No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?” (Prov. 30:8).


-Luís Luna Jr.

La fuente para este post es el artículo "5 errors of the Prosperity Gospel" escrito por David W. Jones, tomada del sitio The Gospel Coalition. David W. Jones es Profesor de Ética Cristiana en Seminario Teológico Bautista del Sudeste en Wake Forest, Carolina del Norte. El artículo original en ingés puede ser encontrado aquí.