lunes, 24 de abril de 2017

El verdadero dilema sobre el aborto



Imagina que un día decides enseñarle a tu hijo a cazar. Así que empacas tu rifle, sombreros, tienda de campaña y demás, los subes al carro y salen de viaje. Tú y él. Nadie más. Piensas que será un buen tiempo entre padre e hijo para crear vínculos fuertes a través de un fin de semana de cacería. ¡Como no! Como no, de todos modos pocas cosas son tan satisfactorias como padre e hijo construyendo recuerdos juntos.

Sin embargo, después de unas cuantas horas te topas con la realidad que tus instintos de padre son mejores que tus habilidades, o la falta de ellas, como cazador. La aventura, aunque divertida, no trajo ninguna presa. Al no cazar nada, se resignan y duermen un rato. Ya es madrugada.

De pronto, un ruido te despierta. Abres tus ojos. Y te fijas que tu hijo no está al lado tuyo. Salió, tal parece. Nervioso y pensando lo peor, dejas la tienda de campaña para ir a buscarlo. Observas las huellas de sus pisadas alrededor del lugar en donde cenaron. Cuando, de repente, escuchas su voz diciéndote: "Papá..."

El lugar está oscuro. Tú no miras mucho. Por eso, te detienes a identificar bien de donde proviene el sonido de su voz. Justo cuando te das cuenta que está detrás de ti, él te dice: "No voltees a ver, sólo dime si puedo matar esto que encontré."

Pausa. ¿Cuál sería tu respuesta? ¿Qué le dirías a tu hijo? ¿Le darías permiso de matar eso (lo que sea que eso sea)?

La respuesta es clara: no hay ninguna respuesta. No, al menos hasta que sepas bien a que exactamente se refiere tu hijo cuando te dice: "me encontré esto." No puedes otorgarle o negarle a tu hijo el permiso de matar "esto" si primero no sabes que diantres es "esto."

Por ejemplo, si tu hijo tiene enfrente a un pequeño escorpión, que de picar al niño, lo podría enfermar, entonces le dirías: "Sí, claro. Mátalo, antes que te pique a ti."

Pero, si por el contrario te fijas que tu hijo está apuntándole a otro niño, casi de su misma edad, pero que se encuentra perdido y que no sabe hablar tu idioma, entonces correrías a quitarle el rifle. Porque es la vida de un ser humano la que está en juego.
Y nadie debe, intencionalmente, quitarle la vida a un ser humano.

En esto, ni más ni menos, se centra el debate sobre el tema del aborto. No gira, o no debe girar, al menos, en torno a si las mujeres tienen autonomía sobre su propio cuerpo. La mayoría estamos de acuerdo en que las mujeres deben tener derechos sobre sus propios cuerpos. 

El asunto está en que primero se debe clarificar si existe otra persona, u otra vida, involucrada en ese proceso de hacer lo que quieran con sus cuerpos.

La controversia tampoco gira entorno a cuál es el camino moral en lo que respecta a embarazos ectópicos. Aunque con justa razón deben ser considerados este tipo de casos especiales.

No. La verdadera pregunta sobre la cual la temática de la despenalización o no del aborto debe girar es esta: ¿Qué exactamente es el feto? ¿Es nada más una amalgama de células? ¿Una bola de tejidos con órganos en formación, sin ningún derecho ni libertad? ¿Es el feto un sub-humano?

¿O acaso el feto es una persona humana? ¿Es un individuo con derechos y libertades, al igual que los de la mamá? Más importante aún, ¿es el feto una persona poseedora de un alma?

Si tu respuesta es la primera: el feto no es una persona. Entonces, cabe hacerse la pregunta: ¿por qué el feto no es una persona? Y de paso, ¿qué exactamente, entonces, es lo que constituye a una persona?

Algunos responderán diciendo que alguien es "una persona" por su facultad de razonar. Es decir, para ser denominado "persona" entonces se debe tener un funcionamiento neurológico apropiado. Como el feto no puede razonar, por lo tanto, el feto no es una persona.

Entiendo, pero ¿qué hay entonces de aquellos individuos con problemas mentales tan severos que no tienen un funcionamiento neurológico apropiado? ¿Qué hay del niño con un cromosoma menos cuyos procesos cognitivos son afectados a tal punto que no tienen "una capacidad de raciocinio" como la de la persona promedio? 

¿Merecen ellos la misma suerte que un feto abortado, entonces?

Otros responderán diciendo que lo que hace a alguien en "una persona" es su capacidad de contribuir al bien común.

En ese caso, ¿qué hay de aquellas personas en nuestra sociedad, que por una u otra razón, no "contribuyen al bien común"? ¿Qué pasa con el empleado que sufrió un accidente laboral quedando cuadripléjico y necesita ser atendido por su familia, tal vez por el resto de su vida? 

¿Qué pasa con la persona que tuvo un derrame cerebral que atrofió sus habilidades motoras a tal grado que no puede desempeñarse integralmente en un trabajo normal?

Siguiendo esa línea de pensamiento, ¿entonces las personas en discapacidad también merecen el destino de un feto abortado, también?

Tal vez otros contestarán que una persona se vuelve persona cuando está fuera del vientre, simple y llanamente dicho. Siendo así, ¿qué proceso especial ocurre para que el feto pase de ser un simple conjunto de tejidos y se convierta en una persona humana con dignidad y derechos en el mismo instante que sale del conducto vaginal? 

¿Entonces la característica determinante que establece si alguien es persona o no es el lugar en donde se encuentra? ¿Por qué el feto no es persona dentro del vientre pero si fuera de el, entonces?

Estas son preguntas serias que las personas a favor de la despenalización del aborto en Honduras deben contestar.

Porque, si por otro lado, lo que la mujer embarazada lleva dentro de sí es una persona humana, con dignidad y derechos; si aquello que se está gestando en el vientre es un individuo que merece igualdad de oportunidades y posee un alma, entonces el acto del aborto es un crimen de lesa humanidad en contra del segmento más desprotegido en nuestra país: el embrión.

Y si un embrión, entonces, es una persona y tiene vida, en tal caso, el aborto, sin más ni más, es el acto intencional de quitarle la vida a una persona en contra de su voluntad.

Ya hay un nombre para eso: asesinato. En conclusión, despenalizar el aborto equivale a despenalizar el asesinato.


-Luís Luna Jr.

jueves, 20 de abril de 2017

El poder de la manada


Lucas, el médico, relata un episodio en el que Jesús ora por la fe de Pedro. Específicamente para que Dios la fortaleciera. Jesús, en su atributo de omnisciencia, sabe que Pedro lo negara, y tal vez en parte por esto decide orar por su seguidor. Pero, hay algo interesante aquí: Jesús no ora por el resto de sus discípulos.

¿Por qué hace esto el Maestro? Él también pudo haber orado para que Dios fortaleciera la fe de los demás. Pero, sólo ora por Pedro. Lucas, después, nos dice en el mismo pasaje, que Jesús ha orado por Pedro, para que "una vez que él haya vuelto, fortalezca a los demás."

Jesús entonces oró por los demás. No para que Dios los fortaleciera directamente Él, sino para que fueran fortalecidos indirectamente por Dios a través de Pedro.

En repetidas ocasiones, en nuestro caminar con Jesús, Él nos fortalecerá directamente a través de los medios ordinarios de gracia como la meditación de la Palabra, la oración y el ayuno. Pero, también, en la mayoría de los casos, me atrevería a decir, en el día a día, Dios nos fortalece nuestra fe a través de otros. Con las palabras y actos de gracia de parte de  ellos hacia nosotros.

Esta es la razón, probablemente, por la que el Nuevo Testamento se encuentra plagado de referencias que hablan sobre "los unos a los otros." Porque la semejanza a Cristo no ocurre en el aislamiento, sino en la comunidad con otros. Jesús fortalece a algunos, para que después nosotros seamos fortalecidos a través de ellos. Y así también nosotros podemos fortalecer a otros. Los fortalecidos se convierte en fortalecedores. Para que luego nosotros también nos volvamos en fortalecedores.

En una de las mejores películas que ví el año pasado, "El libro de la selva", Mowgli, el niño criado por los lobos, repite el mantra que debía guiarlo por el resto de su vida: "La fortaleza del lobo está en la manada."

De igual forma, se podría decir que la fortaleza del cristiano está en su comunidad de fe. 

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 17 de abril de 2017

Cuando Jesús aparece


El Domingo de Resurrección es especial para los cristianos. Hay muchas razones para esto. En primer lugar, la resurrección marca el inicio de la instalación de un nuevo y diferente Reino. Jesús irrumpe el viejo orden del mundo. Paulatinamente desplazado por su nuevo gobierno. También, en la Resurrección, Dios Padre vindica a Su Hijo. Ray Ortlund dice: "En el viernes santo, Jesús exclama: Consumado Es. En Domingo de Resurrección, el Padre afirma: "Amen a eso."

Por esto y mucho más, podríamos argumentar que este día es el más importante para el cristianismo. Ya que nuestra fe está centrada en el acto de la Resurrección. Y sus implicaciones para nosotros. Debemos, entonces, estar agradecidos por la oportunidad de celebrarlo con libertad.

Sin embargo, pocos se preguntan o sienten curiosidad por inquirir en las cosas que Jesús hizo o la gente con la que él se encontró después de haber resucitado. Entre el día de Resurrección y su ascensión pasaron aproximadamente seis semanas. ¿Qué hizo Jesús en este tiempo? Una de las cosas, al menos, que se puede observar es que hay un golfo de separación entre los relatos pomposos y espectaluares del nacimiento de Cristo y las historias sobre las apariciones del Jesús resucitado. El Nuevo Testamento registra alrededor de diez apariciones del Mesías. Según algunos comentaristas, la mitad de estas apariciones fueron en casi un día, durante unas breves horas de tiempo.

Imagina, por un momento, que tú eres Jesús. Has resucitado. ¿Que harías? ¿Qué sería lo primero en lo que te enfocarías después de haber regresado de la muerte? ¿De qué forma comunicarías tu mensaje que estás "de regreso"? Es probable que te fueras a un lugar muy transitado y deslumbraras a todos con un milagro llamativo. O tal vez entrarías caminando arrogantemente a la casa de Anás y Caifás para decirles que has venido por ellos. A vengarte. Harías algo en un lugar en donde todo mundo te viera. Para que sepan que venciste a la muerte. Y ahora vives.

Pero, Jesús no hace eso.

El Cristo resucitado tuvo apariciones extrañas. Contraproducentes, incluso. ¿Por qué? Bueno, Jesús se apareció a personas normales en situaciones ordinarias.

Se apareció en una cena privada con discípulos temerosos, a dos hombres desencajados que iban por el camino a Emaús, a una mujer que se encontraba en un jardín y a un grupo de pescadores frustrados en un lago.

De hecho, pareciera que a simple observación, Jesús prefería aparecésele a pequeños grupos de personas en lugares pocos visibles. Y luego se iba. El Cristo resucitado, el primero de los frutos de la nueva humanidad, se le aparece a personas ordinarias en circunstancias corrientes.

Creo que esto significa algo para ti.

Así como Jesús se apareció a muchos mientras realizaban labores ordinarias, el Cristo resucitado aparece en tu vida cuando menos lo esperas. Y donde menos te imaginas. Porque donde sea que Él llega, todo cambia.

Puede ser que muy de mañana estás preparando la merienda para tu hijo, en medio de lágrimas porque sientes que tu matrimonio cuelga de un hilo. Pero, ahí, de pronto el Cristo resucitado aparece para tomarte de la mano, acompañarte en tu dolor y ayudarte a seguir amando sacrificialmente.

A lo mejor, pasa que te quieres levantar para asear tu sala, pero rápido te topas con la realidad que tus energías no son las mismas después de atravesar muchas quimioterapias. En medio de la confusión que conlleva ajustarse a un nuevo estilo de vida, mucho más lento, el Cristo resucitado aparece dandote esperanza que un día tendrás un cuerpo glorificado. ¡No más cáncer!

O simplemente no quieres escribir el siguiente sermón. Porque estás en una temporada ministerial árida. La gente es malagradecida. Los corazones son duros. Los mensajes pasan por alto. Las oraciones no tienen efecto. Pero, de pronto el Cristo resucitado se te aparece para subirte a Sus grandes hombros. Y te recuerda que Él es el Buen Pastor. Y tú nada más un simple pastorcillo que también necesita ser guiado y pastoreado por Él.

Por lo general, Jesús se aparece en circunstancias que menos te lo esperas. En las más ordinarias y normales. Jesús está ahí. Pues, en lo natural y común de la vida es donde presenciamos lo sobrenatural y trascendental de Dios. Porque cuando el Cristo resucitado se aparece, todo cambia.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

domingo, 16 de abril de 2017

La Resurrección de Cristo: Evidencia y Significado


Hoy se celebra en el calendario lo que se conoce como "Domingo de Resurrección." Pero, muchos incluso aquellos que provienen de un trasfondo cristiano ven este día como algo meramente simbólico. De la misma forma que sucede con todo lo demás en la vida, lo que es concreto se vuelve simbólico, para después convertirse en nada más que una leyenda. Muchos que profesan a Cristo creen que Él está vivo porque "vive en sus corazones." 

Aunque entiendo el sentir detrás de una afirmación como esta, es algo muy erróneo de creer. Pensar así contribuye a que tengamos ideas con matices más platónicos que cristianos sobre la resurrección. En lugar de sostener una firme, sólida e inquebrantable convicción que Cristo en realidad resucitó de entre los muertos. Física y corporalmente.

Comprender bien la resurrección de Cristo significa, primero, situar este acontecimiento en la categoría de pensamiento adecuada. Esto quiere decir, por ejemplo, que la resurrección no es un asunto filosófico. Aunque tenga muchas implicaciones acerca de la metafísica (el ser), la ética (el hacer) y la epistemología (el saber).

De la misma forma, que la resurrección tampoco es un asunto exclusivamente teológico. Quiero ser claro aquí. Es cierto que la resurrección tiene explicaciones teológicas. Muchas. Y no puede ser entendida apropiadamente en un vacío exento de una interpretación acertada de lo que Dios ha revelado. En la Escritura y en Su hijo. Pero, no es algo que sólo se circunscribe, en última instancia, al campo de la teología.

Sino, que para entender mejor la resurrección debemos saber que es un asunto, primordialmente, histórico. Claro, hay una relación estrecha entre la historia y la teología. Los actos históricos son la materia prima de la interpretación teológica. Aquello que ocurre es lo que genera teología. Y la teología explica aquello que ocurrió. 

"Cristo resucitó" es un hecho histórico. "Cristo resucitó para justificación de nuestros pecados" es una explicación teológica al hecho histórico. Por eso, sólo se necesita dar un breve repaso a los escritos contemporáneos del judaísmo del tiempo de Jesús para darse cuenta que una afirmación como la de "Cristo está vivo porque Él vive en mi corazón" sería un concepto muy lejano para alguien viviendo en la Palestina del siglo I.

Incluso, el mismo apóstol Pablo asevera contundentemente que las personas deberían sentir lástima por los cristianos si Jesús en realidad no resucitó. Porque si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Y también vana es nuestra predicación. Entonces aquel que con seguridad afirman que la única evidencia por la que Jesús vive es porque "Él vive en sus corazón" está consecuentemente socavando la misma fe que con ahínco ha decidido profesar.

El cristianismo está fundamentado principalmente en el acto histórico de la resurrección del hijo de Dios. Sin esto, nuestra fe sólo sería una forma ética de vivir con un par de recursos existenciales que ayudan a las personas a lidiar con el sufrimiento en el mundo.

La resurrección de Cristo es un elemento central en la buena noticia del Reino.

Lo que en verdad importa no es cuantos años tiene la tierra. Sino que Cristo resucitó. Lo esencial no es si los evangelios tuvieron o no el documento Q como fuente común. Sino que Cristo se levantó de entre los muertos. Es importante, entonces, que nos preguntemos: ¿En realidad fue la resurrección física y corporal de Jesús un acontecimiento que ocurrió dentro de la historia de la humanidad?

El historiador académico Gary Habermas comparte tres razones como explicaciones que así lo fue.

1. Los primeros testigos
Los relatos de los evangelios que registran la resurrección de Cristo afirman algo en común: los primeros testigos fueron mujeres. ¡Mujeres! Esto es un detalle importante. Pues, en esta época el testimonio de una mujer no se tomaba en cuenta. En ningún lugar. Mucho menos en una corte. Si la resurrección era un invento, estaba muy mal planeado desde el inicio. 

Según el apologista William Craig, el testimonio de las mujeres acerca de la resurrección de Jesús arruinaría la credulidad del mensaje para la audiencia original. Los discípulos tenían que haberse asegurado de registrar que los primeros testigos fueron hombres. No mujeres. A menos, claro, que en realidad Cristo haya resucitado. Y los biógrafos evangelistas nada más estaban registrando los hechos.


2. El lugar donde inició la predicación del evangelio
Lucas, el historiador, quien también era médico de profesión, relata que uno de los primeros lugares en donde se comenzó a predicar el evangelio fue en Jerusalén. ¿Qué tiene de importancia esto? Bueno, si tu mensaje es un cuento de hadas y puras patrañas, entonces lo más lógico es proclamarlo en un lugar lejos de los acontecimientos en los que tu mensaje se basa. 

Si todo es mentira, entonces lo normal sería comenzarlo a predicar en un lugar lejano en donde sería más fácil engañar a las personas. Pero, no. Los discípulos comenzaron a hablar del Cristo resucitado en aquellos lugares en donde Él había andado. Y específicamente en la ciudad en donde había sido brutalmente asesinado y muchos lo habían visto morir.

La explicación más viable de hacer algo tan sin sentido como proclamar acerca de una persona resucitada en el mismo lugar en donde fue asesinado es que, en verdad, esto ocurrió.

3. El origen de la iglesia.
Muchos críticos y escépticos afirman que la resurrección es nada más que un invento de los primeros cristianos para legitimar su fe. La iglesia, dicen, dio origen a la creencia de la resurrección de Jesús. Pero, esto es a la inversa. No fue la iglesia que originó, por así decirlo, la "idea" de la resurrección. 

Más bien, fue la resurrección como acto histórico que dio origen a la iglesia. Y que también sirvió como catalizador para la multiplicación tan rápida del cristianismo en el mundo entonces conocido.

Algunos observan que han habido relatos paganos similares a la resurrección de Jesús. En donde "hijos" de deidades paganos también regresan del más allá. Y esto influenció significativamente a los primeros cristianos de tal manera que adaptaron estos relatos paganos a la explicación de la historia sobre la resurrección. Pero, esto muestra un desconocimiento del judaísmo como religión. 

¿Por qué? Porque es necesario recordar que los primeros cristianos provenían de un trasfondo judío. Por tradición, los judíos son monoteístas. Es muy poco creíble pensar que una religión tan devota y celosa en mantenerse al margen de contaminaciones paganas sería fácilmente influenciada por estos relatos mitológicos de otros dioses. Tal cosa hubiese sido vista como una gran aberración hacia Yawheh.

Por otro lado, es importante observar que los primeros cristianos sufrieron persecución. Del peor tipo. Directa e indirectamente. Aun así, la sangre de los mártires fue la semilla de la expansión de la iglesia. Los primeros cristianos estuvieron dispuestos a dar su vida. No podían callar. Y la razón por la que no podían callar no era por lo que habían sido enseñados o instruidos. Sino por lo que habían visto y oído (Hechos 4:20).

Ahora, es necesario que nos preguntemos: ¿qué es lo que significa la resurrección? No sólo como un acontecimiento histórico en una línea de tiempo. Sino, ¿cuáles son algunas de las implicaciones teológicas de ella, por así decirlo?

El mensaje del Cristo resucitado significa, entre otras cosas, que la oscuridad no triunfó. Porque la muerte no lo pudo contener. En la resurrección, Dios estaba vindicando a Su hijo. Al mismo tiempo que estaba justificando a aquellos que habían de arrepentirse y creer en Su hijo. La resurrección es el mensaje que Dios venció a los principados y a las potestades de las tinieblas.

El milagro de la resurrección es lo que hace que el evangelio sea mucho más que un conjunto de buenos consejos. Sino, un mensaje de buenas noticias. La palabra evangelio proviene del vocablo griego "euangelion." En la antigua Grecia era usado de varias formas. Pero, una de ellas, la más común, quizá, era cuando era pronunciada por un mensajero que venía del campo de batalla. 

Cuando los ejércitos iban a la guerra, siempre llevaban a un muchacho en forma, atlético, que sirviera como mensajero para reportar el desarrollo del conflicto a las personas que quedaban en el pueblo. Los habitantes podían darse cuenta, viendo aún desde lejos, si las noticias que el mensajero traía eran buenas o malas. 

Ya sea por su forma de correr o por el semblante de su cara. Si el ejército iba perdiendo, el venía corriendo lentamente, por lo general, con un rostro desencajado. Eso daba la pauta para que los habitantes, atemorizados, se prepararan y tomaran las precauciones necesarias.

Pero, cuando las noticias eran buenas, entonces el mensajero corría rápidamente hacia la plaza de la ciudad o a los lugares más concurridos. Buscaba el lugar más alto en donde ubicarse, sacaba una espada y la alzaba al mismo tiempo que gritaba: "¡EUANGELION! ¡EUANGELION! ¡NUESTRO REY HA VENCIDO!"

Ese es exactamente el mensaje de la resurrección: ¡Buenas noticias: El Rey Jesús ha vencido a los ejércitos del mal! Y ahora nuestro Rey ofrece misericordia y perdón a aquellos rebeldes que se arrepienten y ponen su fe en Él.

La resurrección de Cristo deja de ser un simple acontecimiento dentro de la historia de la humanidad. Sino que es el nacimiento y el punto de partida de la nueva humanidad. La resurrección del Hijo de Dios comienza el ordenamiento de una comunidad alternativa a la sociedad en la que estamos. 

Un Reino inconmovible que es de otro mundo y que no es intimidado por los señores de este siglo. Y que avanza para instaurar el gobierno del orden, paz y armonía de Dios en cada pulgada de la tierra. Como en el Edén. Consumado es. La cabeza de la serpiente ha sido aplastada.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.


martes, 4 de abril de 2017

Tu pasado no te excluye de servir a Dios


Muchas personas piensan que sus pecados pasados son lo suficientemente grandes como para impedirles que sirvan a Dios. Pero, esto no es cierto. Y lo podemos evidenciar a través de la vida del apóstol Pedro, quien después de pecar de una forma tan escandalosa y pública, Dios lo siguió usando. Tanto así que el historiador Lucas registra que Pedro predicó uno de los sermones más efectivos en el comienzo de la iglesia primitiva.

En el día de pentecostés Pedro se pone de pie ante una multitud que no tenía idea alguna de lo que estaba pasando al ver personas bautizadas en el Espíritu Santo. Con mucho denuedo, Pedro prosigue a proclamar el mensaje del evangelio. Cualquiera diría que esto es un acto sorprendente. Considerando que un tiempo atrás, este mismo hombre había negado públicamente a Jesús. Y ahora se encontraba predicando con gran valentía, sin temor alguno a perder su vida, incluso.

Pensemos lo que pudo haber pasado por la mente de Pedro antes de pararse a predicar. Es posible que batalló entre si hacerlo o no. De todos modos, era muy probable que entre la audiencia reunida ahí se encontraba la criada que señaló a Pedro diciendo que él era uno de los seguidores del galileo, la noche que él negó a Jesús. ¿Qué tal si ahí estaban también las personas que insistieron esa fatídica vez reiterándole que él había andado con Jesús ya que su misma manera de hablar lo delataba? 

Era posible que el temor a que le sacaran a relucir su pecado pasado paralizara a Pedro. No obstante, él estaba confiado que su predicación no estaba fundamentada en su propia justicia, sino en la justicia de Cristo. De no haber sido así, entonces uno de los sermones más efectivos en la historia no se hubiera predicado.

Verás, Dios tiene la irresistible facultad de tomar tu fracaso y volverlo en un milagro. Eso fue exactamente lo que pasó con Pedro, el apóstol. Y es exactamente lo mismo que Dios quiere hacer contigo.

Los humanos no somos inmutables. Eso quiere decir que el estado en el que nos encontramos no necesariamente será el estado en el que permaneceremos. Si estamos en Cristo, debemos  parecernos más a Él paulatinamente. Ninguno de nosotros somos un producto terminado y empaquetado. Por el contrario, somos obras en proceso. Jarrones de gracia que estamos siendo moldeados por las manos amorosas del Alfarero. 

Es por eso, entre otras cosas, que amo la Biblia. Porque en ningún momento esconde los errores y tropiezos de sus personajes. Sino que los muestra con toda claridad para que nuestro ánimo en el Señor sea edificado.

Y esto desarrollo lo vemos en la vida de Pedro. El Dr. Steven Cole muestra cómo Pedro creció en tres diferentes maneras.

En primer lugar, al comienzo de su ministerio con Jesús, Pedro era una persona extremadamente arrogante. Podemos observar esto cuando Jesús predice que sus discípulos huirían negándolo. Pedro es el primero en decir que esto no sería así en el caso de él, ya que de ser necesario, estaba dispuesto incluso a dar su vida. Pero, jamás haría algo como dejar abandonado a Jesús. 

Esta arrogancia no debe confundirse con valentía. Pues, momentos después notamos que las cosas no fueron así. Sino que más bien, Pedro seguía a Jesús desde lejos y lo negó cuando las personas señalaron que él andaba con Cristo. Pero, años después, cuando Pedro escribió una de sus cartas, ahora con alguna experiencia sobre sus hombros, él aconseja con prudencia: "Vístanse de humildad y sírvanse unos a otros.” 1 Pedro 5:5.

El fracaso tiene una pedagogía fructífera: nos enseña a ser humildes. Así como se lo enseñó a Pedro. Por eso, siempre que te encuentres con personas que caminan por la vida llevándose a los demás con el pecho, estás viendo a alguien que va en el carril izquierdo dirigiéndose hacia un fracaso inevitable que terminará, en el mejor de los casos, con una severa dosis de humildad.

En segundo lugar, cuando Jesús pidió a tres de sus seguidores más cercanos que le acompañarán a orar, Pedro también estaba ahí. Pero, no pudo velar junto al Maestro en oración. Ni siquiera una hora. Al parecer, orar no era una de las prioridades en el ministerio de Pedro. Sin embargo, años después, Pedro en una de sus cartas, escribe que: "debemos velar y orar” (1 Pedro 4:7).

El fracaso tiene el potencial de enseñarnos a depender más de Dios a través de la oración. Siempre que confiamos en nuestro repertorio de talentos, conexiones y recursos por encima de todo lo demás, Dios tiene el irresistible hábito de permitir que nuestros castillos de arena sean llevados por la marea alta de la vida. 

Para que así caigamos a la realidad que todo procede de Dios y debemos depender de Él. La vida cristiana no se trata de hacer algo por Jesús sino de hacer todo con Jesús. El fracaso nos enseña a depender más de Dios por medio de la oración. 

En tercer lugar, la noche que los soldados llegaron a traer Jesús para llevarlo preso, Pedro no soportó el hecho que su Maestro fuera tratado como un criminal. Habiendo sido miembro de la organización revolucionaria de los zelotes, cuya misión principal era liberar a Israel de las cadenas del imperialismo romano, Pedro se levanta con una espada y le corta la oreja a uno de los soldados. 

Sin embargo, un tiempo después, Pedro escribe en una de sus cartas que es necesario "padecer con paciencia en los sufrimientos pues sólo así tendremos una gloria segura." (1 Pedro 2:20).

El fracaso le enseñó a Pedro a ser paciente en la escuela del sufrimiento. De la misma manera que las lecciones aprendidas en la universidad del fracaso nos ayudan a confiar en Dios pacientemente en medio de las pruebas.

Pedro no fue valiente cuando negó a Jesús. Todo lo contrario, fue un acto de cobardía. Pero, cuando él se paró a predicar el evangelio en el día de pentecostés, Dios había usado su fracaso pasado para hacerlo un mejor hombre y un mejor seguidor de Jesús. Tu pecado podrá ser grande, oscuro, escandaloso y muchas cosas más. Pero, eso no significa que Dios no te pueda usar. Dios está interesado en restaurarte, no en reemplazarte.

En cierta ocasión, un hombre salió de vacaciones con su esposa e hijos en el carro de la familia. Poco tiempo después, el carro se averió y quedó varado en medio de la nada. Sin saber mucho que hacer, el hombre se bajó, levantó el capó e intentó repararlo. De pronto, un carro lujoso se detuvo. Y se bajó un hombre millonario vestido de manera muy elegante. Se acercó al dueño del carro malo y le ofreció ayuda. 

Éste, incrédulo, pensó: “¿Qué sabe un millonario de arreglar carros?” Pero, como estaba en apuros y no había nadie cerca, lo dejó que le ayudara. Después de hacer unos arreglos en el motor, el millonario le dijo al hombre: “Cuando yo le diga, enciéndalo.” El dueño, aún incrédulo, como no tenía nada que perder le contestó: “Sí, como usted diga.” “Ahora, enciéndalo.” Y de pronto, como por arte de magia, el carro encendió.

Muy sorprendido, el dueño del carro le dijo al hombre rico: "¡¿Cómo hizo eso?! ¡Por favor déjeme pagarle!" El magnate le contestó: "No se preocupe, señor, así déjelo. Además, como usted podrá ver, no necesito su dinero. Que tenga un buen viaje."-"¡No, señor, no puedo dejar que usted se vaya así por así. Al menos dígame porqué usted se detuvo en medio de la nada para ayudarme” replicó el dueño.

 -"Bueno, ya que insiste, buen hombre. Me detuve porque usted maneja un carro Ford. Y mi nombre es Henry Ford, por tanto, no puedo permitir que algo que yo diseñé no esté funcionando a la manera para la cual yo lo construí. Por eso tuve que restaurar mi creación."

Dios, tu Creador está interesado en restaurarte, no en reemplazarte. Tu pasado no significa que estés excluido de servir a Dios en el presente. Y en el futuro.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.