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lunes, 17 de abril de 2017

Cuando Jesús aparece


El Domingo de Resurrección es especial para los cristianos. Hay muchas razones para esto. En primer lugar, la resurrección marca el inicio de la instalación de un nuevo y diferente Reino. Jesús irrumpe el viejo orden del mundo. Paulatinamente desplazado por su nuevo gobierno. También, en la Resurrección, Dios Padre vindica a Su Hijo. Ray Ortlund dice: "En el viernes santo, Jesús exclama: Consumado Es. En Domingo de Resurrección, el Padre afirma: "Amen a eso."

Por esto y mucho más, podríamos argumentar que este día es el más importante para el cristianismo. Ya que nuestra fe está centrada en el acto de la Resurrección. Y sus implicaciones para nosotros. Debemos, entonces, estar agradecidos por la oportunidad de celebrarlo con libertad.

Sin embargo, pocos se preguntan o sienten curiosidad por inquirir en las cosas que Jesús hizo o la gente con la que él se encontró después de haber resucitado. Entre el día de Resurrección y su ascensión pasaron aproximadamente seis semanas. ¿Qué hizo Jesús en este tiempo? Una de las cosas, al menos, que se puede observar es que hay un golfo de separación entre los relatos pomposos y espectaluares del nacimiento de Cristo y las historias sobre las apariciones del Jesús resucitado. El Nuevo Testamento registra alrededor de diez apariciones del Mesías. Según algunos comentaristas, la mitad de estas apariciones fueron en casi un día, durante unas breves horas de tiempo.

Imagina, por un momento, que tú eres Jesús. Has resucitado. ¿Que harías? ¿Qué sería lo primero en lo que te enfocarías después de haber regresado de la muerte? ¿De qué forma comunicarías tu mensaje que estás "de regreso"? Es probable que te fueras a un lugar muy transitado y deslumbraras a todos con un milagro llamativo. O tal vez entrarías caminando arrogantemente a la casa de Anás y Caifás para decirles que has venido por ellos. A vengarte. Harías algo en un lugar en donde todo mundo te viera. Para que sepan que venciste a la muerte. Y ahora vives.

Pero, Jesús no hace eso.

El Cristo resucitado tuvo apariciones extrañas. Contraproducentes, incluso. ¿Por qué? Bueno, Jesús se apareció a personas normales en situaciones ordinarias.

Se apareció en una cena privada con discípulos temerosos, a dos hombres desencajados que iban por el camino a Emaús, a una mujer que se encontraba en un jardín y a un grupo de pescadores frustrados en un lago.

De hecho, pareciera que a simple observación, Jesús prefería aparecésele a pequeños grupos de personas en lugares pocos visibles. Y luego se iba. El Cristo resucitado, el primero de los frutos de la nueva humanidad, se le aparece a personas ordinarias en circunstancias corrientes.

Creo que esto significa algo para ti.

Así como Jesús se apareció a muchos mientras realizaban labores ordinarias, el Cristo resucitado aparece en tu vida cuando menos lo esperas. Y donde menos te imaginas. Porque donde sea que Él llega, todo cambia.

Puede ser que muy de mañana estás preparando la merienda para tu hijo, en medio de lágrimas porque sientes que tu matrimonio cuelga de un hilo. Pero, ahí, de pronto el Cristo resucitado aparece para tomarte de la mano, acompañarte en tu dolor y ayudarte a seguir amando sacrificialmente.

A lo mejor, pasa que te quieres levantar para asear tu sala, pero rápido te topas con la realidad que tus energías no son las mismas después de atravesar muchas quimioterapias. En medio de la confusión que conlleva ajustarse a un nuevo estilo de vida, mucho más lento, el Cristo resucitado aparece dandote esperanza que un día tendrás un cuerpo glorificado. ¡No más cáncer!

O simplemente no quieres escribir el siguiente sermón. Porque estás en una temporada ministerial árida. La gente es malagradecida. Los corazones son duros. Los mensajes pasan por alto. Las oraciones no tienen efecto. Pero, de pronto el Cristo resucitado se te aparece para subirte a Sus grandes hombros. Y te recuerda que Él es el Buen Pastor. Y tú nada más un simple pastorcillo que también necesita ser guiado y pastoreado por Él.

Por lo general, Jesús se aparece en circunstancias que menos te lo esperas. En las más ordinarias y normales. Jesús está ahí. Pues, en lo natural y común de la vida es donde presenciamos lo sobrenatural y trascendental de Dios. Porque cuando el Cristo resucitado se aparece, todo cambia.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Como luchar contra la pornografía



Hace algunas semanas atrás me alegré al leer que Playboy decidió no seguir mostrando desnudez en su revista. Pensé ingenuamente, "Que bueno.” Pero, me di cuenta que la razón detrás era alarmante. Para Playboy ya no es rentable mostrar desnudez en su circular porque ahora la pornografía gratis ha saturado el internet.

Es decir, Playboy abrió las puertas del diluvio en el que ellos mismos se ahogaron en términos comerciales. La pornografía está en todas partes.

Si bien es cierto, la pornografía es ese tipo de pecado al que muchos aman condenar en público y practicar en secreto. Y muchas personas sometidas en esta esclavitud lo consideran casi una adicción.

Pueden no estar tan equivocados. Pues, según Morgan Bennet, “la investigación neurológica ha revelado que el efecto de la pornografía del internet en el cerebro humano es tan potente--sino aún más--que sustancias químicas adictivas como la cocaína y la heroína.”

¿Cómo puede ser esto posible? En términos simples, la cocaína es una droga estimulante. Genera la producción de dopaminas (las hormonas que te hacen sentir “feliz”). Y la heroína en cambio, es un relajante. Una especie de opio.

La pornografía, sin embargo, se vuelve estimulante a través de la excitación, como la cocaína. Y se vuelve un relajante a través del orgasmo, como la heroína. Esto, la hace una “poli-droga” muy potente.

Sí, sé lo que estás pensando. “Entonces, no es mi culpa. Soy un adicto. No puedo decirle no la pornografía.”

Pero, esto no es la última palabra al respecto. La última palabra siempre la tiene Dios. La única persona que puede cambiar a otra persona es el Espíritu Santo. Y además, puede que a lo mejor tu adicción a la pornografía no sea “incontrolable.”

Imagina, por ejemplo, que estás solo en tu cuarto frente a tu computadora con acceso a internet a punto de ver pornografía. Y de pronto, entra un terrorista de ISIS arrastrando a tu mamá al cuarto con un cuchillo en su garganta y te dice: “Si le das click a ese video, le corto la garganta a tu madre.” ¿Qué pasará? De repente, como por arte de magia, te das cuenta que el miedo se sobrepone a tu lujuria. No mirarás el video.

Ahora, imagina otro escenario. Estás a punto de ver pornografía y de la nada entra un hombre con una bolsa llena de dinero diciéndote: “Si te rehúsas a ver esas imágenes, te regalaré 5 millones de dólares, ya.” ¿Qué ocurrirá? Simplemente, el deseo por dinero será más fuerte que el deseo por ver pornografía.

¿Cuál es el punto, entonces? La adicción a la pornografía no es tanto un problema biológico, sino un problema teológico.

El Dr.John Piper lo pone así: “Las personas que le dan lugar a la lujuria a través de la pornografía, fornicación y adulterio no están primordialmente controladas por su deseo sexual. Están controladas por aquello en lo que creen—lo que creen que pasará si actúan conforme a su lujuria o no.”

Nuestra petición debe ser que el Espíritu Santo nos muestre el peso de la realidad de las dos advertencias de Jesús:

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. – Mateo 5:29

El infierno es una realidad aún más atemorizante que cualquier atentado terrorista. Es mejor entrar amputado al cielo que entero al infierno.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. –Mateo 5:8

Ver la belleza y esplendor del rostro majestuoso de Jesús es una recompensa muchísimo mayor que cualquier cantidad de dinero…o cualquier intensidad de éxtasis.

C.S Lewis dijo: “Sólo los de limpio corazón verán a Dios porque sólo los puros de corazón desean verlo.”

Las falsas promesas de la pornografía no cumplen lo que prometen. Su recompensa es la culpa y vergüenza.

Ver la belleza de Dios en el rostro de Jesús, por otro lado, es un placer superior. Las cadenas de la adicción se rompen a través de la adoración. Es contemplando el rostro de Jesús que el control del pecado sobre nuestro corazón se disipa. Porque Jesús es mejor que la pornografía. 

¿Y tú? ¿Cuál es tu opinión al respecto? Déjanos tu comentario. Y si este artículo te gustó no olvides compartirlo.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 1 de julio de 2015

"Yo Soy Lo Que Logro"...y otros mitos.



La mayoría de los cristianos sufrimos de una patología llamada amnesia de identidad: creyentes que se vuelven infructíferos e inefectivos cuando olvidan quienes son y lo que han recibido en Cristo (2 Pedro 1:8-9).

Porque somos seres humanos con almas, naturalmente sentimos la necesidad de encontrar nuestra identidad en algún lugar, en algo o en alguien. Así que, cuando olvidamos que nuestra identidad se encuentra "en Cristo", estaremos yendo por defecto a una identidad sustituta.

Hoy, escribiré un reemplazo común: identidad en el logro.

Dios nos llama a ser efectivos y productivos, así que debemos estar interesados en nuestra cosecha y el retorno de nuestras inversiones. El éxito es un concepto bíblico y Dios quiere que hagamos grandes cosas para Su Reino, pero en el momento en que tomamos nuestros logros como la fuente de nuestra identidad, cosas peligrosas pueden pasar.

La experiencia me ha permitido ver tres tipos de personas que son víctimas de poner su identidad en sus logros.

Primero, está el "adicto al alto desempeño." Probablemente este seas tú. ¿Obtienes un profundo sentido de realización personal cuando te dan una promoción en el trabajo? ¿Te cuesta detenerte un poco y decir "no" a oportunidades en las que sabes que impresionarás a los demás? ¿Te irritas y te enojas cuando alguien o algo interfiere con lo que sea que estás tratando de lograr?

Dios considera el trabajo duro algo muy honroso, pero debido a nuestros corazones  errantes, es fácil perder la mirada de Dios y las prioridades bíblicas en medio de la búsqueda de logros personales y éxito. Tu identidad en la vida se encuentra en lo que Cristo hizo por ti en el Calvario, no en lo que tú puedes hacer por ti mismo o por Dios.

Segundo, está el "que rinde poco." A lo mejor este eres tú. ¿Sientes que no has logrado lo que has querido en la vida? ¿Sientes que la gente más joven está tomando más responsabilidad en el trabajo? ¿Estás consciente del éxito que tus amigos y tus compañeros tienen mientras tú pareces disfrutar muy poco?

Cuando ponemos nuestra identidad en el logro, y luego fallamos en tener éxito, nos desanimamos, deprimimos y amargamos, no sólo con los demás, sino frecuentemente, con Dios también. Tu identidad en la vida se encuentra en lo que Cristo logró en la Cruz, no en lo que tú puedes lograr en la tierra.

Finalmente, está el "cumplidor arrepentido." Puede que éste seas tú. ¿Miras atrás en tu vida con gran remordimiento sobre la manera en como el éxito y los logros te desenfocaron? ¿Ves evidencia de relaciones quebrantadas como resultado de tu búsqueda y quisieras retroceder el reloj para corregir las cosas?

Escucha: tu identidad se encuentra en la vida perfecta de Cristo, no en los acertijos llenos de errores que cometiste en el pasado y que ahora miras con dolor. Cristo, sin remordimiento, fue a la Cruz a cubrir todos los remordimientos que tendrías en el futuro. Y, el tiempo de Dios siempre es perfecto. En lugar de morar en el pasado, permite que Dios redima el resto de tu futuro aquí en la tierra, para Su gloria y para tu gozo.

Así que, si no lo he dicho suficiente, el logro es un lugar peligroso en donde depositar tu identidad. Te decepcionarás a ti mismo, otros te decepcionarán y tu lista de éxitos no podrá satisfacer los anhelos de tu corazón. Sólo la persona y la obra del Señor Jesucristo lo hará.


Bendiciones.


Este artículo fue originalmente escrito por el Dr. Paul David Tripp, "I am what I achieve."
Traducido por Luís Luna Jr.