Mostrando las entradas con la etiqueta espiritu santo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta espiritu santo. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de noviembre de 2016

Más que luces y humo: el requisito indispensable en el ministerio juvenil






Comencé a servir en el ministerio de jóvenes a temprana edad. Pero, rápido me di cuenta de las cosas, o las presiones, con las que un pastor de jóvenes tiene que lidiar de forma continua. Si has estado en el ministerio juvenil por algún tiempo, tienes una idea de las presiones que estoy hablando. Algunas de ellas, claro, no son exclusivas al ministerio juvenil, sino que toda persona que sirve de alguna manera en el ministerio de forma vocacional las atraviesa de manera regular. Pero, algunas son muy características de la pastoral de la juventud.

Por un lado, están los adultos, algunos amables y con buenas intenciones, que siempre quieren decirte lo que tienes que hacer con los jóvenes. Eso no está del todo mal. La biblia dice que muchos consejos traen sabiduría. Pero, pareciera que algunas personas simplemente nunca están satisfechas. O los jóvenes hacen muy poca acción social. O se proyectan demasiado con la comunidad. O son demasiado ruidosos. O no son lo suficiente “enérgicos.”

Por otro lado, está la presión de ser continuamente creativo e innovador. Dios no permita que lleves a cabo una actividad que has hecho tiempo atrás. Estás arriesgando la vida de tus jóvenes y orillándolos a que se vayan al mundo. O lo que es peor: a otra iglesia con un ministerio de jóvenes más "trendy."

Tal vez escuchaste que "debemos cansar a los jóvenes haciendo cosas buenas porque están llenos de energías que pueden usar en cosas malas." Reconozco la buena intención detrás de esta forma de pensar. Pero, si somos honestos, a veces, en respuesta este paradigma, los pastores de jóvenes queremos inventar el agua caliente en cada reunión, ¿no es cierto?

También, existe la presión de ser culturalmente relevante. Aunque este término suene atractivo, en muchos casos, lo que de verdad significa es que debemos tener luces y humo en el escenario. Y nuestros campamentos deben tener nombres en inglés que al resto le cuesta pronunciar.

La cultura contemporánea exige varios requerimientos de aquellos que tienen la gran tarea de liderar a la juventud en la iglesia local. No debemos quejarnos. Sino, aprovechar la oportunidad para adaptarnos y crecer. Los tiempos han cambiado. Y siempre seguirán cambiando. No debemos ignorar esto. Necesitamos adaptarnos. Esto, claro está, no quiere decir que cambiemos el contenido del mensaje del evangelio. Pero sí los métodos que usamos para comunicar el contenido del mensaje.

Aunque la lista de requisitos puede continuar, vale la pena preguntarse: ¿Qué es lo que Dios requiere de los pastores de jóvenes? Pablo, el apóstol, inspirado por Dios, escribe a dos pastores jóvenes: Timoteo y Tito. Ambos ministraban en ciudades grandes y paganas. Las cartas a Timoteo y Tito son conocidas como las epístolas pastorales. Porque en ellas Pablo les aconseja a estos pastores jóvenes sobre como conducirse en sus vidas personales y ministeriales.

Así que, si la conversación sobre los requerimientos que debe cumplir un pastor de jóvenes nos interesa, debemos ver que es lo que dice al Dios al respecto, ¿no?
En 1 Timoteo 3, Pablo enumera los requisitos que debe cumplir todo aquel que sirve en el ministerio pastoral. Y sí, esto incluye a quienes estamos en el ministerio de jóvenes:

Palabra fiel es ésta: Si alguno aspira al cargo de obispo[a], buena obra desea hacer. 2 Un[b] obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, 3 no dado a la bebida[c], no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. 4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad 5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); 6 no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el[d] diablo. 7 Debe gozar también de[e] una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo.


Hay algo interesante en esta lista. Y es esto: la descripción que Pablo hace incluye más rasgos de carácter que muestras de talento. De hecho, la única habilidad que aparece nombrada aquí es que quien anhela ministerio debe “ser apto para enseñar.” En otras palabras, Dios está diciendo que el ministro debe tener un carácter sólido más que un conjunto de habilidades fuera de serie.

Dios está más interesado en tu integridad que en tu habilidad. Esto no quiere decir que el talento, las habilidades y muchas otras virtudes no contribuyan a que tu ministerio juvenil sea efectivo. Tú tienes talentos que te hacen único. Fue Dios quien te los dio. Y Él quiere que los uses en el lugar en donde estás.

Pero, más que manos hábiles, más que una mente brillante, Dios busca integridad de carácter.

Las habilidades son aprendidas. El carácter es formado. Está bien que tengamos las actividades y los juegos más divertidos en nuestros campamentos o retiros. Está bien que nuestras reuniones sean llamativas con luces, humo y música que supere los 1000 decibeles. Está bien que hayamos leído todos los libros de Lucas Leys y no faltemos a las conferencias de Especialidades Juveniles. 

Pero, Dios quiere integridad. Esto significa que tus hechos sean consecuentes con tus palabras. Esto significa cumplir con lo prometido aunque el estado de ánimo en el que lo prometiste haya cambiado. Esto significa ser de una sola pieza: ser la misma persona cuando la gente te ve y cuando la gente no te ve.

La razón por la que Dios quiere formar integridad en tu carácter antes de llenarte de habilidades es simple: quien eres cuando nadie te ve determina cuán lejos llegarás. De lo contrario, si te enfocas más en perfeccionar tus talentos antes de formar tu carácter entonces tus habilidades te llevarán a lugares en donde tu carácter no te podrá sostener. Y eventualmente, colapsarás.

Pueden haber líderes juveniles clamando para que Dios les de multitudes. Por una cosecha de almas sobrenatural. Estas no son cosas malas de pedir. El hecho que las pidamos puede ser muestra de un corazón apasionado por almas. Pero, antes de bendecirte con crecimiento ministerial Dios quiere formarte con integridad en tu vida personal.

¿Permitiremos al Espíritu Santo que nos haga más parecido a Jesús?

-Luís Luna jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 15 de junio de 2016

Cómo crecer en santidad (sin volverte un fariseo en el intento)

No soy el más indicado para escribir un artículo sobre “cómo ser santo.” Por gracia de Dios, Él me ha rodeado de personas espirituales que persiguen la santidad y me animan cada día a crecer en semejanza a Jesús. Y es, en parte, del aprendizaje de estar cerca de estas personas que comparte este artículo.

La santidad es un tema recurrente en la biblia. El libro de Levítico, con todo y sus pasajes difíciles de entender para una audiencia moderna, expresa la idea general que un Dios santo no acepta cualquier tipo de sacrificio. El profeta Isaías llama a Dios como el Santo de Israel (Isaías 43:3) e invoca diciendo que Él es tres veces santo (Isaías 6:3). Y porque Dios es santo, Él desea que nosotros, sus hijos, seamos santos también (1 Pedro 1:16). Debemos caminar en santidad para glorificar a Dios. De lo contrario, nuestra "santidad" puede ser causa de orgullo.

El orgullo tiene diferentes facetas. Una de ellas es el orgullo intelectual, como resultado de ver al conocimiento como un fin en sí mismo. La otra, es el orgullo espiritual, como resultado de cumplir las disciplinas espirituales como un fin en sí mismo también.

C.S Lewis describe que hay dos categorías de pecados, según él. La primera categoría es el "pecado animal." Son aquellas rebeliones impulsadas por nuestros instintos más bajos. Pecados como la lujuria, la lascivia, las adicciones, etc. Y la segunda categoría es el "pecado espiritual." Pecados como la envidia, los celos y el orgullo, respectivamente. Lewis, en esta categoría, tiene en mente el tipo de arrogancia que acompaña después de orar 3 horas al día o ayunar tres días a la semana.

El resultado de cometer pecados en la primera categoría es la culpabilidad. Porque nuestra consciencia reclama que hicimos mal. Pero, el segundo tipo de pecado es más sutil. Usualmente puede venir, incluso, después de ayunar 3 días a la semana. El orgullo espiritual puede residir en nuestro corazón sin siquiera nosotros darnos cuenta. Es por esto, que según Lewis, en ocasiones una prostituta llena de culpa por haber trabajado una noche entera puede estar más cerca de Dios que un pastor arrogante después de haber predicado un gran sermón.

Aquí hay algunas señales que debes examinar tu corazón en búsqueda de rastros de orgullo espiritual:

1. Cuando te sientes bien al comparar tu desempeño espiritual con el de otros. Dios quiere que vivamos en santidad. Que caminemos en oración. Que busquemos su rostro a través de la meditación en Su Palabra. Con el fin de deleitarnos en Él. Pero si te sientes mejor porque tú oras 4 horas al día en comparación con tu hermano que está luchando por orar 15 minutos diarios entonces necesitas examinar tu corazón.

2. Cuando quieres que un asunto de consciencia sea un dogma para todos. Recuerdo la primera vez que fui a un ayuno congregacional en la iglesia. Nunca antes había ayunado. Sabía que debía hacerlo. Pero, no estaba exactamente seguro de cómo hacerlo. En un tiempo de receso, fui a tomar agua. Una hermana de edad avanzada me quedó viendo con desdén mientras yo me hidrataba. Y me dijo: "¿Usted tiene el valor de ayunar bebiendo agua?" Sin saber que responderle, me quedé callado y después le dije que era mi primera vez ayunando. Ella procedió a explicarme que tomar agua mientras estaba en ayuno desagradaba a Dios y anulaba mi ayuno. Después me di cuenta que la Biblia tiene mucho que decir acerca de porqué ayunar. Pero, es un tanto silenciosa con respecto a cómo hacerlo. Este punto es la diferencia entre la santidad bíblica y el legalismo. Los legalistas son rígidos con otros, pero condescendientes consigo mismo, cuando incumplen asuntos de consciencia. Las personas que caminan en santidad bíblica son rígidos consigo mismo pero condescendientes con otros cuando incumplen estándares de consciencia o preferencia personal. Los legalistas son bulliciosos donde la biblia es silenciosa. Pero, son silenciosos en donde la Biblia es clara.

3. Cuando crees que tu desempeño espiritual es la base para obtener favor de Dios. Algunas semanas obedecer a Dios parece que está a flor de piel. Y es tan natural como respirar. Pero, en otras temporadas obedecer a Dios requiere todo el esfuerzo de cada fibra de tu ser. Una señal de peligro es cuando crees que porque has tenido una buena semana en tu santificación Dios está obligado a actuar como tú quieres. O vas a tener más favor de parte de Dios. Eso, en realidad no es el evangelio. Eso es un sistema de religiosidad. Todas las religiones enseñan que primero debes obedecer para recibir aceptación y favor de parte de Dios. El evangelio es radicalmente diferente porque primero somos aceptados en Cristo y es en respuesta a esa aceptación que nosotros obedecemos con gozo y amor. Aún en nuestros mejores días de caminar en santidad, nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia delante de un Dios eminentemente santo. Es por eso que el favor de Dios hacia nosotros es el resultado de la doble imputación. Nuestros pecados imputados a Cristo. Y la justicia de Cristo imputada a nuestra cuenta. ¡Glorioso intercambio! (2 Cor. 5:21). Todas las bendiciones que provienen de la mano de Dios son obras de gracia. No de nuestro mérito. El reclamo jactancioso se disipa cuando nuestros ojos ven la obra de Jesús con claridad.

Esto no significa que es mejor dejar de caminar en santidad sólo porque la tentación de volverse orgullo está presente. Lo que sí significa es que Dios está más interesado en la transformación de nuestro corazón que en la modificación de nuestro comportamiento.

Si hemos detectado que el orgullo ha subido a nuestro corazón como resultado de cumplir con nuestros deberes espirituales debemos comenzar por arrepentirnos. Es interesante notar Jesús fue cálido con pecadores que no se parecían a él. Pero, directo y confrontativo con fariseos legalistas y arrogantes. Aun así, la gracia de Dios puede transformar al hijo pródigo depravado como al hermano mayor religioso (Lucas 15).


Corrijamos, también, el concepto primario que tenemos sobre Jesús. Tu perspectiva sobre Jesús determina tu abordaje a la santidad. Si miras a Jesús primordialmente como un ejemplo a seguir, entonces serás tosco y rígido con aquellos que tropiezan. Pero, Jesús no es sólo nuestro ejemplo a seguir. La humanidad caída no necesita un ejemplo a seguir. Necesita un Redentor. Un segundo Adán (1 Cor. 15:45). Ese es Jesús. El sustituto que vivió la vida que nosotros teníamos que vivir. Y murió la muerte que nosotros teníamos que morir. Sólo cuando ponemos nuestra mirada en él que seremos transformados de gloria en gloria (2 Cor. 3:18). Somos salvos por fe en la gracia de Dios. De la misma manera, que somos santificados por fe en la gracia de Dios.

Si te gustó este artículo: ¡Compártelo!

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.