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jueves, 17 de noviembre de 2016

Más que luces y humo: el requisito indispensable en el ministerio juvenil






Comencé a servir en el ministerio de jóvenes a temprana edad. Pero, rápido me di cuenta de las cosas, o las presiones, con las que un pastor de jóvenes tiene que lidiar de forma continua. Si has estado en el ministerio juvenil por algún tiempo, tienes una idea de las presiones que estoy hablando. Algunas de ellas, claro, no son exclusivas al ministerio juvenil, sino que toda persona que sirve de alguna manera en el ministerio de forma vocacional las atraviesa de manera regular. Pero, algunas son muy características de la pastoral de la juventud.

Por un lado, están los adultos, algunos amables y con buenas intenciones, que siempre quieren decirte lo que tienes que hacer con los jóvenes. Eso no está del todo mal. La biblia dice que muchos consejos traen sabiduría. Pero, pareciera que algunas personas simplemente nunca están satisfechas. O los jóvenes hacen muy poca acción social. O se proyectan demasiado con la comunidad. O son demasiado ruidosos. O no son lo suficiente “enérgicos.”

Por otro lado, está la presión de ser continuamente creativo e innovador. Dios no permita que lleves a cabo una actividad que has hecho tiempo atrás. Estás arriesgando la vida de tus jóvenes y orillándolos a que se vayan al mundo. O lo que es peor: a otra iglesia con un ministerio de jóvenes más "trendy."

Tal vez escuchaste que "debemos cansar a los jóvenes haciendo cosas buenas porque están llenos de energías que pueden usar en cosas malas." Reconozco la buena intención detrás de esta forma de pensar. Pero, si somos honestos, a veces, en respuesta este paradigma, los pastores de jóvenes queremos inventar el agua caliente en cada reunión, ¿no es cierto?

También, existe la presión de ser culturalmente relevante. Aunque este término suene atractivo, en muchos casos, lo que de verdad significa es que debemos tener luces y humo en el escenario. Y nuestros campamentos deben tener nombres en inglés que al resto le cuesta pronunciar.

La cultura contemporánea exige varios requerimientos de aquellos que tienen la gran tarea de liderar a la juventud en la iglesia local. No debemos quejarnos. Sino, aprovechar la oportunidad para adaptarnos y crecer. Los tiempos han cambiado. Y siempre seguirán cambiando. No debemos ignorar esto. Necesitamos adaptarnos. Esto, claro está, no quiere decir que cambiemos el contenido del mensaje del evangelio. Pero sí los métodos que usamos para comunicar el contenido del mensaje.

Aunque la lista de requisitos puede continuar, vale la pena preguntarse: ¿Qué es lo que Dios requiere de los pastores de jóvenes? Pablo, el apóstol, inspirado por Dios, escribe a dos pastores jóvenes: Timoteo y Tito. Ambos ministraban en ciudades grandes y paganas. Las cartas a Timoteo y Tito son conocidas como las epístolas pastorales. Porque en ellas Pablo les aconseja a estos pastores jóvenes sobre como conducirse en sus vidas personales y ministeriales.

Así que, si la conversación sobre los requerimientos que debe cumplir un pastor de jóvenes nos interesa, debemos ver que es lo que dice al Dios al respecto, ¿no?
En 1 Timoteo 3, Pablo enumera los requisitos que debe cumplir todo aquel que sirve en el ministerio pastoral. Y sí, esto incluye a quienes estamos en el ministerio de jóvenes:

Palabra fiel es ésta: Si alguno aspira al cargo de obispo[a], buena obra desea hacer. 2 Un[b] obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, 3 no dado a la bebida[c], no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. 4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad 5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); 6 no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el[d] diablo. 7 Debe gozar también de[e] una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo.


Hay algo interesante en esta lista. Y es esto: la descripción que Pablo hace incluye más rasgos de carácter que muestras de talento. De hecho, la única habilidad que aparece nombrada aquí es que quien anhela ministerio debe “ser apto para enseñar.” En otras palabras, Dios está diciendo que el ministro debe tener un carácter sólido más que un conjunto de habilidades fuera de serie.

Dios está más interesado en tu integridad que en tu habilidad. Esto no quiere decir que el talento, las habilidades y muchas otras virtudes no contribuyan a que tu ministerio juvenil sea efectivo. Tú tienes talentos que te hacen único. Fue Dios quien te los dio. Y Él quiere que los uses en el lugar en donde estás.

Pero, más que manos hábiles, más que una mente brillante, Dios busca integridad de carácter.

Las habilidades son aprendidas. El carácter es formado. Está bien que tengamos las actividades y los juegos más divertidos en nuestros campamentos o retiros. Está bien que nuestras reuniones sean llamativas con luces, humo y música que supere los 1000 decibeles. Está bien que hayamos leído todos los libros de Lucas Leys y no faltemos a las conferencias de Especialidades Juveniles. 

Pero, Dios quiere integridad. Esto significa que tus hechos sean consecuentes con tus palabras. Esto significa cumplir con lo prometido aunque el estado de ánimo en el que lo prometiste haya cambiado. Esto significa ser de una sola pieza: ser la misma persona cuando la gente te ve y cuando la gente no te ve.

La razón por la que Dios quiere formar integridad en tu carácter antes de llenarte de habilidades es simple: quien eres cuando nadie te ve determina cuán lejos llegarás. De lo contrario, si te enfocas más en perfeccionar tus talentos antes de formar tu carácter entonces tus habilidades te llevarán a lugares en donde tu carácter no te podrá sostener. Y eventualmente, colapsarás.

Pueden haber líderes juveniles clamando para que Dios les de multitudes. Por una cosecha de almas sobrenatural. Estas no son cosas malas de pedir. El hecho que las pidamos puede ser muestra de un corazón apasionado por almas. Pero, antes de bendecirte con crecimiento ministerial Dios quiere formarte con integridad en tu vida personal.

¿Permitiremos al Espíritu Santo que nos haga más parecido a Jesús?

-Luís Luna jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 10 de junio de 2016

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador



Hace algún tiempo me preguntaron cuál era el mejor regalo que se le puede dar a un predicador. Es una interesante pregunta. Nunca me había puesto a pensar en algo así. Bendecir a quien te instruye en La Palabra no es sólo una buena práctica sino un mandato bíblico (Gal. 6:6; 1 Tim. 5:17; 1 Tes. 5:12-13). Puede que tú aprecias a tu pastor o a alguien que predica la Palabra de Dios y quieres regalarle algo, pero no estás tan seguro que debes darle. En verdad, hay muchas cosas buenas que se le pueden dar a un predicador.

Tal vez estás pensando en regalarle un libro. Por lo general, a los predicadores nos gusta leer. Regalar buenos libros siempre es una buena idea. Herramientas como comentarios bíblicos, enciclopedias o diccionarios enriquecen el estudio de un predicador.

Puede que estés pensando en regalarle corbatas, trajes o zapatos. De todos modos, el pastor siempre está en bodas, funerales, graduaciones, etc. y en otros eventos que requieren una vestimenta formal.

Tal vez has pensado en bendecir a un predicador económicamente. Eso está bien. Contrario a la idea popular que mucha gente tiene acerca de los predicadores, casi nadie está en este asunto por ganar dinero fácil. Claro, hay lobos vestidos de oveja y asalariados que explotan al pueblo de Dios. Pero, la gran mayoría de predicadores que conozco personalmente han incluso renunciado a trabajos bien pagados por dar su vida a la proclamación del evangelio. Créeme, hay maneras mucho más rápidas y menos complicadas de hacer grandes sumas de dinero que predicar el evangelio y cuidar del rebaño del Señor.

Todos estos son buenos regalos. Pero, hay algo aún mejor. El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es algo intangible. No es material ni físico. No se usa para vestir ni comer ni conducir. Y es algo todos tenemos de sobra. Nunca se acaba. Y sé que tenemos de sobra porque ya la estamos dando a muchas personas en varios lugares.

El mejor regalo que le puedes dar a un predicador es tu atención mientras él está predicando.

Tal vez no lo creas así, pero tu atención es importante para nosotros. Incluso, estamos dispuestos a hacer cosas que nunca nos imaginamos con el fin de comunicar bien un punto. ¿Alguna vez has estado en algún culto o en algún evento en el que sentiste que el predicador fue un poco excéntrico o cruzó la línea? Sin ánimos de excusar o justificar su error, estoy seguro que lo hizo por una razón noble: captar tu atención.

Estar atento no significa estar de acuerdo con todo lo que el predicador dice. Donde la Biblia es silenciosa, es normal que haya espacio para diferir sobre algunos artículos. Ningún predicador serio desea que su congregación deje su cerebro en la entrada al templo. En lo personal, siempre me halaga que alguien se acerque para discutir algún punto sobre algo que prediqué. Porque eso significa que al menos pusieron atención.

Si te preguntas porque esto parece ser tan importante para nosotros, déjame explicarte. Si tu pastor o algún predicador que conozcas ama a Dios y ama a las personas es seguro que antes de pararse detrás del púlpito pasa mucho tiempo orando y preparándose. Ora por La Palabra. Y ora por ti. Específicamente, ora para que la Palabra haga efecto en ti a través del Espíritu. Lucha con el pasaje para entender su idea central. Consulta comentarios y compara interpretaciones. Y sigue orando por ti un poco más. Cuando llega el momento de servir la Palabra se siente, aunque le cueste admitirlo, vulnerable. Y hasta desnudo. Todo predicador honesto consigo mismo y consciente sobre la enorme carga de predicar La Palabra siente algún grado de inseguridad. Aunque tenga 20 años de predicar o haya comenzado la semana pasada. 

Por eso cuando estamos predicando y tú estás más interesado en el celular, lo notamos. Cuando estamos predicando y aunque tu cuerpo esté ahí pero tu mente está en la deliciosa cena que vas a comer después del culto, también lo notamos. Cuando bostezas y miras el reloj, también lo notamos. Cuando tu mirada está perdida y estás haciendo un esfuerzo desmedido por bloquearte, también lo notamos. Y porque nos sentimos vulnerables en ese momento eso tiende a hacernos sentir inseguros.

¿Quieres bendecir a un predicador y ayudarle a predicar mejor? Bendícelo con tu atención.

Pero, hay algo más por lo que tu atención es importante para nosotros. Este, en realidad, es el verdadero porqué.

Los predicadores fieles creemos que la Biblia es La Palabra de Dios. Es autoritativa. Es definitiva. Es suficiente. Como estamos persuadidos de esto, tenemos la convicción que la gente necesita escuchar lo que la Biblia dice. Porque Dios habla a través de la Biblia. Si nos paráramos a hablar por 45 minutos acerca de nuestras opiniones políticas, nuestros estereotipos y gustos, entonces merecemos ser ignorados. Total, no somos tan interesantes. Pero, es precisamente por el hecho que Dios habla cuando exponemos fielmente la Palabra que esperamos la atención de las personas que están ahí.

George Whitefield fue uno de los predicadores más poderosos de los últimos siglos. Dios lo usó como un catalizador para iniciar el segundo gran avivamiento en Inglaterra y el este de Estados Unidos. Era un orador prodigioso. Un actor británico contemporáneo solía decir que estaba dispuesto a matar por poseer la misma elocuencia que Whitefiled desplegaba al decir palabras como "Mesopotamia." 

Whitefield estaba seguro que Dios habla a través de la exposición de la Escritura. Tan convencido estaba de esta realidad que mientras estaba predicando en una iglesia alguien en las primeras filas comenzó a dormirse. Al ver esto, Whitefield golpeó el púlpito y le dijo: "Si viniera a hablar de mis opiniones, tendrías el derecho a dormirte. Pero, vengo a dar un mensaje de parte de Dios. Y por lo tanto, debo ser escuchado y seré escuchado."

Si alguien predica un mensaje de parte de Dios a través de la Biblia y en el poder del Espíritu, esa persona espera tu atención porque merece tu atención. Tal vez tu predicador o pastor no sea Spurgeon. O Whitefield. O John Piper. Puede que no cautive contando una historia. Tal vez tenga una muletilla incómoda. Pero si durante el tiempo que predica está exponiendo la Escritura con fidelidad él es la boca de Dios hacia el pueblo. Y por lo tanto, debes estar atento.

¿Quieres darle el mejor regalo a un predicador? Dale tu atención mientras él está predicando.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 9 de junio de 2016

Si no oras, te mueres


 
Mucho puede decirse sobre la oración. Podemos mencionar todas las razones para orar. Podemos experimentar con diferentes métodos para que no se vuelva monótono. Incluso, podemos reflexionar sobre las ocasiones en las que Dios parece no contestar nuestras peticiones de la manera en que queremos. Pero, en el análisis final, por nuestra propia cuenta, debemos caer a la realidad que si no oramos nos morimos.
 
Tim Keller en su libro "Prayer: Experiencing Awe and Intimacy with God" relata la manera en que él llegó a esta conclusión. Mientras pasaba una temporada tumultuosa en su matrimonio, su esposa Kathy sugirió orar juntos todos los días. Tal vez eso podría rescatar su unión matrimonial. Él estuvo de acuerdo. Pero, preguntó qué pasaría si alguno de ellos, por alguna razón, simplemente no podía orar con el otro. Ya fuera porque ambos estaban de viaje y el cambio de horario se interpusiera. O porque estaban tan enfocados en algo, como en un proyecto de la iglesia,  que causaría que pasarán por alto su compromiso. Todas estas eran razones entendibles.
 
Kathy presionó un poco plasmando la idea que ella quería comunicar de la siguiente manera: "Imagina que tienes una enfermedad terminal. Pero, un día vas al médico a tu chequeo rutinario, sabiendo que te quedan pocos días para vivir. De repente, tu doctor te dice que hay una pastilla que puede salvarte por completo. Puede curar la enfermedad. Pero, hay un inconveniente: tienes que tomarte esta pastilla todos los días. Si comienzas el tratamiento y lo interrumpes, la recaída será peor. Y si dejas de tomártela por una tan sola vez, eres un hombre muerto."
 
En verdad que eso suena extremo. Pero, ¿cuál crees que serían las implicaciones? Por una parte, pase lo que pase, nunca olvidarás beberte la pastilla. Aunque estés haciendo muchas cosas a la vez siempre recordarás que debes tomártela. Tu vida depende de ello. También, nunca estarás demasiado ocupado haciendo algo más como para no beberla. Siempre encontrarás tiempo para hacerlo. Tu vida depende de ello. ¿Por qué tu agenda y prioridades ahora giran alrededor de tomar esa pastilla? Porque la realidad te ha atropellado como un camión Mack: si no tomas la pastilla, estás muerto. Tu vida depende de ello.
Cristiano, si tú no oras, estás muerto. No quiero decir que si dejas de orar un día irás al infierno. Tampoco quiero decir que si oras más Dios te amará más. O si oras menos Dios te amará menos. El amor de Dios hacia ti no está condicionado en base a tu desempeño, sino al desempeño de Cristo en su vida y obra. Pero, lo que si ocurrirá si dejas de orar es que poco a poco tu espíritu se irá debilitando. Poco a poco, tu alma se irá marchitando. Poco a poco tu corazón encontrará deleite en ídolos falsos en lugar de Jesús.
 
Lo espeluznante de esto es que serás tentado a fingir que nada está pasando y todo marcha en orden. Puede que estés tan ocupado sirviendo que todo mundo te considere en buen estado. A lo mejor estás tan involucrado en la iglesia que a nadie se le ocurre que estás en problemas. O tal vez estás liderando un ministerio tan activo que todo mundo asume que tu corazón está en el lugar correcto. Pero, si tienes algún tiempo de estar en la iglesia, tú y yo sabemos que puedes liderar un ministerio muy activo con un corazón muy seco.
 
Ahora, sólo el Espíritu Santo puede implantar esta convicción en lo más profundo de tu ser. Nadie más puede hacerlo. No es la habilidad retórica o elocuencia inteligente lo que puede bendecir a alguien con una dosis tan cargada de esta realidad sino el Espíritu Santo. Sólo Él puede soplar vida y despertar tu distraído corazón al hecho que: si no oras te mueres.
 
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Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 7 de junio de 2016

La oración no es como el portero gordito


Siempre me gustó jugar fútbol. Por eso, de niño siempre esperaba con ansias salir a recreo. Cuando sonaba la campana, todos salíamos al campo. Hacíamos una sola fila. Los capitanes, que eran los más habilidosos, elegían los jugadores de ambos equipos, uno por uno.

Hasta llegar al gordito menos habilidoso del grado. El niño que quedaba de último. Ninguno de los "capitanes habilidosos" lo quería en su equipo. Era, por así decirlo, como la última opción. 

Ya de perdida, alguien tenía compasión y lo elegía. Luego le decía una de las mentiras más grandes en la historia de la humanidad: "Ponte de portero. Y al gol cambiamos."

El gordito menos habilidoso siempre era el último en ser elegido.

Muchos de nosotros vemos la oración de la misma manera que los capitanes ven al gordito menos habilidoso.

Como la última opción en la lista de las posibles soluciones a un problema. Podemos decir mucho acerca de lo importante que nosotros creemos que la oración es. Pero, la manera en que nos referimos sobre la oración después que lo que intentamos no funcionó revela nuestras creencias fundamentales.

¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que decimos con respecto a la oración cuando después de intentarlo todo las cosas han fallado?

"Ya fui a todos los bancos a solicitar un préstamo y en todos me lo negaron. Ahora...lo único que queda es orar."

"Ya obtuve diferentes diagnósticos de diferentes médicos y no hay tratamiento para esto...lo único que queda es orar."

"Ya fui a los mejores consejeros y terapeutas sobre familia para rescatar mi matrimonio. Pero, nada ha funcionado. Creo que lo único que queda es orar."

¡¿Cómo que lo único que queda es orar?! 

Podemos hablar mucho acerca de lo grande que nosotros creemos que Dios es. Pero, nada revela la verdadera convicción que alguien tiene acerca de Dios que la manera en que ora.

La oración no es el último recurso en el “arsenal” de resolución de problemas. La oración es la vía principal para la transformación.

Cada vez que Dios quiere hacer algo radicalmente nuevo en una persona, en una iglesia, en una organización, en un país o en un continente, Él lo hace a través de las oraciones de su iglesia.

Los avivamientos en la historia de la iglesia cristiana no fueron causados por las reuniones estratégicas de los líderes denominacionales en donde ideaban que método usar para atraer más gente. No, los grandes avivamientos en la historia cristiana iniciaron mientras la iglesia se volvía consciente de su pobreza espiritual y su inmensa dependencia en el Dios Todopoderoso. Los avivamientos, antes, al igual que ahora, siempre han iniciado de rodillas.

Es curioso que mientras los hombres buscan maneras trendy y “en vogue” para resolver problemas, Dios está buscando hombres acostumbrados a oler el piso de sus cuartos, con su rostro postrado en tierra en oración.

¿Lo único que queda es orar? Claro. Desde el comienzo, la única alternativa que ha quedado ha sido y será…orar.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

sábado, 4 de junio de 2016

Que Hacer Cuando No Quieres Orar, parte 2.


Aunque en Honduras sólo tengamos dos temporadas: calor con lluvia y calor sin lluvia, el planeta entero atraviesa por cuatro estaciones.

Lo mismo puede decirse acerca de nuestra vida en general y nuestra vida de oración en particular.

En algunas ocasiones, orar puede sentirse fácil. Tus deseos de orar se encuentran a flor de piel. Y cada vez que cierras tus ojos en oración tienes un momento significativo con el Señor. Podríamos llamarle a eso una primavera de oración.

Pero, puede ser que tu vida de oración esté tan seca como la árida tierra azotada por el fenómeno del Niño.

O a lo mejor tu corazón está frío como el duro invierno Siberiano.

Cuando estás en una temporada así, orar puede sentirse monótono y hasta intrascendente. Aquí hay algunas sugerencias que puedes seguir.

1. Ora Los Salmos.
Los niños aprenden a hablar escuchando a otros adultos. Los cristianos aprendemos a orar escuchando a grandes hombres y mujeres de Dios orando. En este sentido, los Salmos son una gran guía para nuestras oraciones pues expresan con franqueza la realidad del corazón humano. Los escritores de los salmos no esconden nada ni aparentan nada. Incluso, algunos salmos pueden parecer hasta ambiguos. "Señor, porque me has dejado?" "Señor, tú nunca me dejas."
Cuando se te haga difícil orar, toma la Biblia, abre un salmo y ora en respuesta a la revelación del carácter de Dios declarado en el Salmo.

2. Escribe tus oraciones en un diario.
Escribir enfoca tu mente en lo que quieres decir. Aquellas veces en que sientas que tu corazón está por todos lados como para tener un tiempo de oración poderoso, toma un cuaderno y comienza a escribir tus oraciones. Llevar un diario de tus oraciones también fortalece tu fe. Escribe las peticiones que le haces a Dios. Y también anota la fecha en que fueron contestadas. Pues cuando te encuentres en una situación en la que dudas de su bondad y soberanía, puedes regresar al diario y recordar las ocasiones en las que Dios intervino a tu favor.  

3. Ora a pesar que no tengas ganas.
Esto puede sonar contraproducente. De todos modos, el artículo se trata acerca de qué hacer cuando no tienes ganas de orar. Pero, podemos caer en el peligro de creer que la vida devocional se trata exclusivamente acerca de tener un éxtasis. Nuestro objetivo en la oración no debe ser sentir escalofríos en la espalda sino glorificar a Dios al conformar nuestro corazón al de Él. ¿De veras crees que el Dios todopoderoso, Creador de todo lo que hay decide manifestar su presencia sólo para darte "piel de gallina"?

Cuando los deseos de orar no estén a flor de piel, sólo hazlo y deja que los deseos te alcancen. Los predicadores puritanos aconsejaban a sus feligreses diciéndoles: "Oren hasta que oren." Suena redundante. Pero, lo que querían decir es que debemos orar hasta pasar el formalismo y la falta de realidad que experimentamos al comienzo de todo tiempo de oración.

El Dr. D.A Carson dice que el poder de Dios está ausente en aquellas oraciones que son como el típico niño bromista que sólo toca el timbre de una casa y sale corriendo.

Oremos hasta que oremos.

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

miércoles, 1 de junio de 2016

¿Por qué orar?


Quisiera decir que soy un gigante en la oración. Pero, no es así.
Mis deseos e intenciones de orar se han quedado, demasiadas veces, precisamente en eso: deseos e intenciones. Siempre que escucho un sermón sobre la importancia de orar siento dos cosas al mismo tiempo. Primero, una convicción que debo orar. Y segundo, culpabilidad por no hacerlo como debo.

Puede ser que tú estés pasando por algo similar. A lo mejor te pusiste una meta de orar más tiempo este año y no lo estás haciendo. Tal vez, cuando te arrodillas a orar tu mente se convierte en una autopista de pensamientos distractores que van y vienen. O a lo mejor, reconoces la necesidad de orar pero sientes que tus días están saturados con compromisos por todas partes.

Incluso, estar en la era de la informática, muy característica de los “arreglos rápidos” con tan sólo dar un click, puede hacer que estemos siempre detrás de “la bala de plata” que hará que nuestro ministerio de jóvenes alcance “otro nivel.”

“Si cambiáramos la modalidad de los cultos seríamos más exitosos.”
“Si usáramos otro tipo de música alcanzaríamos más jóvenes.”
“Si cambiáramos la estrategia de crecimiento seríamos el ministerio de jóvenes más grande de la ciudad, etc.”

Todas estas son buenas ideas que pueden generar fruto cuantitativo. Pero, nada de esto puede sustituir a la búsqueda del rostro de Dios a través de la oración.

Ahora, puede que, al igual que todos los cristianos mortales como yo, sientas frustración cuando quieres orar pero tu mente y corazón están en otro lado. O a lo mejor, si eres honesto contigo mismo, ni siquiera estás completamente seguro del porque todo el asunto parece ser tan importante para Dios.

Si así es el caso contigo, tengo buenas noticias: no eres el único que ha pasado por esto. De hecho, las personas que más cerca han estado de Dios, literalmente, los discípulos, no sabían cómo hacerlo. Uno de los pasajes más reconfortantes en toda la Escritura es cuando los discípulos le dicen a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Afortunadamente, nosotros tenemos las palabras que Jesús dijo acerca de la oración. En respuesta a la interrogante de sus discípulos, Jesús les enseñó un modelo para orar. Este modelo es conocido como el Padre Nuestro. Que no es un patrón para ser repetido verbatim (“palabra por palabra”). Sino que es una revelación del deseo del Padre en guiar a Sus hijos a tener intimidad con Él.

Por eso, quiero compartir tres propósitos que hacen la oración relevante a nuestras vidas a la luz del Padre Nuestro (Mateo 6:9-13).

1. Oramos para reconocer a Dios como Padre. “Padre Nuestro…”
Jesús le dice a sus discípulos que la manera principal en la que Dios quiere relacionarse con los que estamos en Cristo es como un Padre hacia un hijo. Este concepto puede sonar trillado para nosotros. Especialmente si tenemos algún tiempo de asistir a la iglesia. Pero, esta idea fue revolucionaria para su audiencia original. YAHWÉ, Elohim, el Dios de los Ejércitos, El Santo de Israel, El que sacó a su pueblo de Egipto con brazo fuerte, quiere que nosotros vayamos hacia Él con la misma confianza que un hijo tiene en su papá. 

La razón por la que nos dirigimos hacia Dios como Padre es a través de lo que Cristo hizo en la cruz (Gal.3:26) . Es la sangre de Cristo la que nos ha redimido de nuestros pecados. Y por eso, Dios teniendo todo el derecho de ser un juez que nos condena, si estamos en Cristo, Él es un Padre que nos abraza.

Uno de los padres de la Iglesia primitiva, Atanasio de Alejandría, solía decir: "El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen hijos de Dios." 

Es nuestra adopción como hijos lo que nos garantiza un acceso ilimitado no sólo a las bendiciones de Dios, sino a algo mucho mejor: la persona y la presencia de Dios.

El pastor Tim Keller pinta esta imagen: "La única persona que puede entrar al cuarto de un Rey y levantarlo a las 3:00am para pedirle un vaso con agua es su hijo. Nosotros tenemos esa clase de acceso." Orar afirma nuestra identidad como hijos de un Padre amoroso.

2. Oramos para reconocer a Dios como Rey. “Qué estás en los cielos…”
Después de enfatizar que nuestra relación hacia Dios es como un hijo hacia un Padre, Jesús dice que nuestro Padre no es cualquier Padre sino que Él "está en los cielos." Este contraste es espectacular. Por un lado, Jesús enseña que Dios es accesible. Él es nuestro Papá. Podemos ir hacia Él en cualquier momento. 

Pero, si Dios  no es nada más que un ser espiritual benevolente, pero impotente ¿a quién acudimos cuando necesitemos ayuda? ¿A quién acudimos cuando las cosas se salen de nuestras manos? ¿A quién le pedimos cuando el diagnóstico muestra malas noticias? ¿A quién clamamos cuando nuestros hijos se han alejado?

Sin embargo, Jesús enseña que Dios no sólo es nuestro Padre sino que Él está en los cielos. No sólo es accesible sino que es poderoso. El poder y la bondad de Dios e complementan mutuamente y deben hacer que nuestro corazón salte de alegría. Si estamos en Cristo, tenemos acceso ilimitado y sin restricciones a un Padre que tiene poder ilimitado y sin restricciones.

E.M. Bounds solía decir que “la oración mueve La mano que mueve al mundo.”

La mayoría de los que están leyendo este artículo ministramos en Latinoamérica. La corrupción gubernamental existe en todo el mundo. Pero, es una realidad más intensa y más frecuente en gran parte de los países latinoamericanos. Muchos líderes políticos se autoproclaman los próximos libertadores de nuestros pueblos. Y así cautivan la conciencia de un pueblo harto. Por eso muchos, incluyendo cristianos, ven a su candidato político como el Mesías Redentor de la nación. Claro, es probable que ningún cristiano lo diría así. Pero, más de alguno lo cree así.

Dios a través de la oración dispersa la neblina de nuestro espíritu para confiar en Aquel que se sienta sobre el círculo de la tierra (Isaías 40:22) y en Aquel que pone y quita reyes (Daniel 2:21). Porque no importa quien está sentado en la silla presidencial, Dios sigue sentado en Su Trono y Él sigue siendo Rey.

Cuando oramos, Dios inclina su oído a nuestro clamor. El poder, la sabiduría y la majestad de Dios están más allá de lo que nuestra mente finita puede captar. Orar fortalece nuestra fe como hijos de un Padre Poderoso.

3. Oramos para glorificar a Dios como Santo. “Santificado sea tu nombre…”
Cuando reconocemos que Dios es nuestro Padre, y no sólo cualquier Padre, sino que es un Padre Poderoso que está en los cielos entonces nuestra respuesta natural a esta realidad es la adoración.

Jesús dice que oremos: “Santificado sea tu nombre.” Orar de esta manera significa pedirle al Señor que Él muestre su gloria al mundo de tal manera que las personas valoren a Dios con supremacía. Quienes tratan a Dios con desprecio y se mofan de Él nunca han visto su gloria con los ojos de su corazón. Porque cuando las personas ven a Dios verdaderamente como Él es, en lugar de como ellos piensan que es, no pueden responder de otra manera más que postrar su rostro en tierra y adorar diciendo: TÚ ERES SANTO.

Todos los seres humanos santificamos, es decir adoramos, algo o alguien. 

Santificamos nuestro trabajo cuando lo hacemos lo más valioso en nuestra vida.

Santificamos nuestros bienes cuando la marca del auto que manejamos es lo que nos da un sentido de valor propio.

Santificamos nuestras relaciones cuando la aceptación o el rechazo de otros es lo que nos edifica o destruye.

Pero, cuando oramos: "Santificado sea tu nombre" le decimos a Dios "Tú eres lo más valioso en el Universo. Ayúdame a verte así. Y a que todo el mundo te vea así y te valore así." Orar hace que nuestro corazón glorifique a Dios como el ser más valioso.

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-Luis Luna Jr. 
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.