Aunque en Honduras sólo tengamos dos temporadas: calor con
lluvia y calor sin lluvia, el planeta entero atraviesa por cuatro estaciones.
Lo mismo puede decirse acerca de nuestra vida en general y
nuestra vida de oración en particular.
En algunas ocasiones, orar puede sentirse fácil. Tus deseos
de orar se encuentran a flor de piel. Y cada vez que cierras tus ojos en
oración tienes un momento significativo con el Señor. Podríamos llamarle a eso
una primavera de oración.
Pero, puede ser que tu vida de oración esté tan seca como
la árida tierra azotada por el fenómeno del Niño.
O a lo mejor tu corazón está frío como el duro invierno
Siberiano.
Cuando estás en una temporada así, orar puede sentirse
monótono y hasta intrascendente. Aquí hay algunas sugerencias que puedes
seguir.
1. Ora Los Salmos.
Los niños aprenden a hablar escuchando a otros adultos. Los
cristianos aprendemos a orar escuchando a grandes hombres y mujeres de Dios orando.
En este sentido, los Salmos son una gran guía para nuestras oraciones pues
expresan con franqueza la realidad del corazón humano. Los escritores de los
salmos no esconden nada ni aparentan nada. Incluso, algunos salmos pueden parecer
hasta ambiguos. "Señor, porque me has dejado?" "Señor, tú nunca
me dejas."
Cuando se te haga difícil orar, toma la Biblia, abre un
salmo y ora en respuesta a la revelación del carácter de Dios declarado en el
Salmo.
2. Escribe tus oraciones en un diario.
Escribir enfoca tu mente en lo que quieres decir. Aquellas
veces en que sientas que tu corazón está por todos lados como para tener un
tiempo de oración poderoso, toma un cuaderno y comienza a escribir tus oraciones.
Llevar un diario de tus oraciones también fortalece tu fe. Escribe las
peticiones que le haces a Dios. Y también anota la fecha en que fueron
contestadas. Pues cuando te encuentres en una situación en la que dudas de su
bondad y soberanía, puedes regresar al diario y recordar las ocasiones en las
que Dios intervino a tu favor.
3. Ora a pesar que no tengas ganas.
Esto puede sonar contraproducente. De todos modos, el
artículo se trata acerca de qué hacer cuando no tienes ganas de orar. Pero, podemos
caer en el peligro de creer que la vida devocional se trata exclusivamente
acerca de tener un éxtasis. Nuestro objetivo en la oración no debe ser sentir
escalofríos en la espalda sino glorificar a Dios al conformar nuestro corazón
al de Él. ¿De veras crees que el Dios todopoderoso, Creador de todo lo que hay
decide manifestar su presencia sólo para darte "piel de gallina"?
Cuando los deseos de orar no estén a flor de piel, sólo
hazlo y deja que los deseos te alcancen. Los predicadores puritanos aconsejaban
a sus feligreses diciéndoles: "Oren hasta que oren." Suena
redundante. Pero, lo que querían decir es que debemos orar hasta pasar el
formalismo y la falta de realidad que experimentamos al comienzo de todo tiempo
de oración.
El Dr. D.A Carson dice que el poder de Dios está ausente en
aquellas oraciones que son como el típico niño bromista que sólo toca el timbre
de una casa y sale corriendo.
Oremos hasta que oremos.
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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por
Abba.
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