lunes, 6 de junio de 2016

La oración es un acto de rebeldía



El corazón humano tiene una habilidad inusual para amoldarse. Por eso es común que lo que antes rechazamos ahora abrazamos.

Puede ser que considerabas la mentira como un mal horrible, pero ahora mientes más de lo normal para proteger tu reputación.

Tal vez tenías un celo evangelístico implacable, pero ahora justificas tu apatía diciendo que eso ya no es tu llamado.

A lo mejor eras un esposo que amaba a tu esposa de manera sacrificial, pero ahora te excusas diciendo que los tiempos han cambiado.

Cualquiera que sea el caso, el corazón humano se adapta con facilidad hacia la tendencia natural de la carne.

Es precisamente por esto que la oración es un acto de rebelión. Orar es expresar nuestra insatisfacción hacia la situación actual de las cosas.

La oración es rebelión en contra del status quo dentro de nosotros.

Cuando confesamos nuestros pecados a través de la oración estamos rebelándonos en contra del mal presente en nuestras vidas. Es fácil señalar y hablar sobre el mal dentro de nuestras escuelas.
Es fácil hablar sobre el mal que existe dentro de nuestras iglesias.
Cualquiera puede despotricar acerca del mal que existe dentro de nuestros gobiernos, en especial cuando los periódicos exponen algún caso polémico dentro del gabinete.

Pero, del mal que no hablamos es del que habita en nosotros. Dentro de las cámaras más profundas de nuestros corazones.

Ravi Zacharias cuenta sobre una vez que estaba evangelizando a un alto ejecutivo de una prestigiosa empresa. Este hombre se autoproclamaba ateo. Él decía que la razón de su secularismo era que había visto el mal de primera mano en diferentes lugares del mundo. "¿Cómo es posible que si Dios existe permita tanto mal en el mundo entero?" se cuestionaba.  Cada vez que Ravi intentaba penetrar su muro de incredulidad este hombre volvía a la piedra angular que lo sostenía: el problema del mal. Después de un tiempo de estar conversando, Ravi Zacharias le dijo: "Veo que estás muy atento y consternado ante el mal que está a tu alrededor, y tienes todo el derecho. Pero, ahora hablemos acerca del mal que hay dentro de tu corazón."

Por eso, arrepentirnos de nuestros pecados a través de la oración es rebelarnos en contra del mal latente no en nuestro exterior, sino en nuestro interior. Volvernos a Dios es rebelarnos en contra de nuestra rebelión. En este sentido, nuestra oración es un acto de contrainsurgencia.
Cuando pedimos a Dios que nos cambie es porque gritamos: ¡YA BASTA! a nuestra pasada manera de vivir.

Así también, la oración es rebelión en contra del status quo alrededor de nosotros.

Las personas conformes nunca cambian nada. Son aquellos que han sido bendecidos con un descontento santo que tienen la compulsión insaciable de ver la realidad de Dios invadiendo su entorno.

Sólo las personas inconformes con la perdición de su país son los que piden que Dios sane su tierra.

Sólo los esposos inconformes con la frialdad en su matrimonio son los que claman al Esposo que avive la llama del primer amor.

Sólo los ministros inconformes con la falta de devoción de sus feligreses son los que importunan a Dios pidiendo un avivamiento.

Los cristianos domesticados, adaptados al mal, hablan con los hombres acerca de los problemas de los hombres. Los cristianos "rebeldes", fastidiados del mal, hablan con Dios acerca de los problemas de los hombres.

Por esta razón, no hay un grito de guerra más grande hacia el reino de las tinieblas que el acto silencioso de apretar tus manos, doblar tus rodillas y orar: Padre, aquí vengo...

"Si ustedes no quieren que el bien se oscurezca y que el mal triunfe, junten de nuevo las manos, y en nombre del que por siempre vive para interceder, prevalezca una vez más en oración para que vuelva a descender la bendición. -"Charles Spurgeon

"Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración." -2 Cor. 1:11

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

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