viernes, 3 de junio de 2016

Que Hacer Cuando No Quieres Orar


¿Te confieso algo? A veces no tengo el más mínimo deseo de orar. Tal vez has leído uno que otro artículo de este blog que te ayudó en tu vida espiritual y no esperabas leer algo como eso. De todos modos, soy un predicador y se supone que los predicadores siempre queremos orar, ¿verdad?

Pues…no es cierto. Al menos, no todo el tiempo. Hay días en los que simplemente no quiero orar. Esto no quiere decir que he perdido mi fe en Dios. Es sólo que la experiencia subjetiva de gozo en respuesta a la realidad objetiva de mi adopción no siempre está ahí.

Si tienes algún tiempo de ser cristiano estoy seguro que sabes a lo que me refiero.

Cuando tus oraciones se sienten más como un deber que un deleite; entonces, mejor revisas tú celular.

Cuando repites frases trilladas que no expresan con franqueza el estado de tu corazón; entonces, mejor te levantas a hacer cosas más “productivas.”

Cuando tus pensamientos distraídos, que varían desde la posible reelección del presidente hasta los nuevos pañales que tienes que comprar en la farmacia, entorpecen tus oraciones y mejor enciendes el televisor.

Cuando esto ocurre… ¿qué debemos hacer?

Aquí hay algunas sugerencias. Puede que no apliquen a ti. Pero, me han servido cuando orar no me sale tan natural.

1. Lee un devocional antes de orar.
El Dr. David Martin Lloyd Jones aconsejó a sus estudiantes leer un devocional antes de orar. Este hábito calienta el corazón y reagrupa nuestros pensamientos esparcidos enfocándolos en Jesús. La belleza de Dios en el rostro de Jesús puede derretir la cera de tu corazón endurecido. Por eso, asegúrate que la lectura devocional sea Cristo céntrica y no "selfie"-céntrica. Es decir, lee algo que enfoque la mirada de tu corazón en lo maravilloso que Cristo es en lugar de lo "fenomenal" que tú eres. 

Te sugiero "Lecturas de Mañana y Tarde" de Charles Spurgeon. O "En pos de lo supremo" por Oswald Sanders. O si sabes inglés, descarga la app Solid Joys de John Piper.

2. Cambia tu postura física.
La postura más común para orar es de rodillas. Ha sido la más usada porque externaliza el sentir de un espíritu humilde y postrado. Pero, no significa que sea la única forma de orar. En lo personal, arrodillarme a orar por las mañanas es una tentación para quedarme dormido. ¡Y vaya que sí ha pasado! Así que yo oro mientras camino dentro de mi pequeño cuarto. El movimiento hace que mi mente esté alerta. 

¡Un amigo pastor dice que sus mejores momentos de oración son mientras está corriendo o escalando una montaña! , la Biblia dice en 2 Samuel 7:18 que "David fue y se puso delante de Dios." En el idioma original, la palabra "puso" puede ser traducida también como "sentó." Es decir, David se sentó delante del Señor. Así que arrodillarse no es la única manera para orar.

Cada uno de nosotros está confeccionado de manera peculiar. Encuentra la forma en la que sincronices con Dios con mayor facilidad.

3. Grita: Ayúdame, Espíritu Santo.
Si estás indispuesto a orar, la exclamación más profunda que puedes hacer es: ¡Ayúdame a orar, Espíritu Santo!

La Biblia dice que el Espíritu Santo está intercediendo dentro de nosotros con gemidos que no se pueden describir (Rom. 8:26-28). No sé con exactitud la mecánica de cómo esto se desarrolla. Pero, parte de lo que significa es que cuando hacemos nuestras oraciones, a veces un tanto patéticas y superficiales. El Espíritu Santo las lleva delante del Padre y le dice: "Estas son las oraciones de Luís, tu hijo. Yo sé que no sabe lo que está diciendo. Está distraído y su corazón está divagando. Pero, lo que en realidad quiere decir es..."

¡Oh, sublime oración, hoy puedo hablar con Dios...orando!

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-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

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