¿Te confieso algo? A veces no
tengo el más mínimo deseo de orar. Tal vez has leído uno que otro artículo de
este blog que te ayudó en tu vida espiritual y no esperabas leer algo como eso.
De todos modos, soy un predicador y se supone que los predicadores siempre
queremos orar, ¿verdad?
Pues…no es cierto. Al menos,
no todo el tiempo. Hay días en los que simplemente no quiero orar. Esto no
quiere decir que he perdido mi fe en Dios. Es sólo que la experiencia subjetiva
de gozo en respuesta a la realidad objetiva de mi adopción no siempre está ahí.
Si tienes algún tiempo de ser
cristiano estoy seguro que sabes a lo que me refiero.
Cuando tus oraciones se
sienten más como un deber que un deleite; entonces, mejor revisas tú celular.
Cuando repites frases
trilladas que no expresan con franqueza el estado de tu corazón; entonces,
mejor te levantas a hacer cosas más “productivas.”
Cuando tus pensamientos
distraídos, que varían desde la posible reelección del presidente hasta los
nuevos pañales que tienes que comprar en la farmacia, entorpecen tus oraciones
y mejor enciendes el televisor.
Cuando esto ocurre… ¿qué
debemos hacer?
Aquí hay algunas sugerencias.
Puede que no apliquen a ti. Pero, me han servido cuando orar no me sale tan
natural.
1. Lee un devocional antes de
orar.
El Dr. David Martin Lloyd
Jones aconsejó a sus estudiantes leer un devocional antes de orar. Este hábito
calienta el corazón y reagrupa nuestros pensamientos esparcidos enfocándolos en
Jesús. La belleza de Dios en el rostro de Jesús puede derretir la cera de tu
corazón endurecido. Por eso, asegúrate que la lectura devocional sea Cristo
céntrica y no "selfie"-céntrica. Es decir, lee algo que enfoque la
mirada de tu corazón en lo maravilloso que Cristo es en lugar de lo
"fenomenal" que tú eres.
Te sugiero "Lecturas de Mañana y
Tarde" de Charles Spurgeon. O "En pos de lo supremo" por Oswald
Sanders. O si sabes inglés, descarga la app Solid Joys de John Piper.
2. Cambia tu postura física.
La postura más común para orar
es de rodillas. Ha sido la más usada porque externaliza el sentir de un
espíritu humilde y postrado. Pero, no significa que sea la única forma de orar.
En lo personal, arrodillarme a orar por las mañanas es una tentación para
quedarme dormido. ¡Y vaya que sí ha pasado! Así que yo oro mientras camino
dentro de mi pequeño cuarto. El movimiento hace que mi mente esté alerta.
¡Un
amigo pastor dice que sus mejores momentos de oración son mientras está
corriendo o escalando una montaña! , la Biblia dice en 2 Samuel 7:18 que
"David fue y se puso delante de Dios." En el idioma original, la
palabra "puso" puede ser traducida también como "sentó." Es
decir, David se sentó delante del Señor. Así que arrodillarse no es la única
manera para orar.
Cada uno de nosotros está
confeccionado de manera peculiar. Encuentra la forma en la que sincronices con
Dios con mayor facilidad.
3. Grita: Ayúdame, Espíritu
Santo.
Si estás indispuesto a orar, la
exclamación más profunda que puedes hacer es: ¡Ayúdame a orar, Espíritu Santo!
La Biblia dice que el Espíritu
Santo está intercediendo dentro de nosotros con gemidos que no se pueden
describir (Rom. 8:26-28). No sé con exactitud la mecánica de cómo esto se desarrolla.
Pero, parte de lo que significa es que cuando hacemos nuestras oraciones, a
veces un tanto patéticas y superficiales. El Espíritu Santo las lleva delante
del Padre y le dice: "Estas son las oraciones de Luís, tu hijo. Yo sé que
no sabe lo que está diciendo. Está distraído y su corazón está divagando. Pero,
lo que en realidad quiere decir es..."
¡Oh, sublime oración, hoy
puedo hablar con Dios...orando!
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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por
Abba.
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