Pronto los perversos
desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes
poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad. Los malvados conspiran
contra los justos; les gruñen de manera desafiante. Pero el Señor simplemente
se ríe, porque ve que el día de su juicio se acerca. –Salmo 37:10-13 (NTV)
Padre Celestial, anticipo mucho el día en el que te escuche
reír--una risa que llenará las cortes de los cielos y las cámaras de la
eternidad; porque ese será el Día en el que cada expresión de oscuridad y
muerte, del mal y locura, mezquindad y maldad serán totalmente erradicadas. Es
difícil imaginarse un mundo vacío de cada semblante de pecado y quebranto y
lleno hasta rebosar de tu bondad, verdad y belleza; pero Tú has prometido ese
Día y Jesús ha asegurado ese Día.
Aunque no tan rápido como nosotros quisiéramos, pero con
mayor certeza de lo que nosotros nos imaginamos, el Día en donde todo será
hecho nuevo viene pronto. Y así como lo resalta esta Escritura, no serán los
poderosos y los arrogantes los que "poseerán la tierra y vivirán en
paz", sino "los humildes." Por tanto, te adoro, Padre, por la
mansedumbre y humildad de Jesús, que como un cordero (El Cordero) fue llevado a
la cruz--tomando nuestro pecado (mi pecado), derrotando el mal, y asegurando la
transformación de todas las cosas.
Es en unión con Jesús que, nosotros también, heredaremos la
tierra--por muy alucinante y a la vez, sobrio, que sea ese pensamiento; y es en
unión con Jesús que nosotros también nos convertiremos en mansos y humildes
para ser así útiles en el servicio en tu Reino.
Padre, perdona mi cinismo incrédulo, mis deseos de venganza
y mis preocupaciones amedrentadas. La venganza te pertenece a ti, no a mí. La
maldad en mi merece tu juicio tanto como requiere tu gracia. Hazme un hombre
manso que se entristezca ante el mal, pero que viva con esperanza--tu hijo y
siervo, viviendo tu historia para tu gloria.
Así que cuando los planes malévolos y los gruñidos de los impíos parezcan estar en incremento y la justicia en déficit, por favor,
Padre, permítenos escuchar Tu risa. Que tu gozo sea nuestra fuerza, tus
promesas nuestra confianza, y tu tiempo sea nuestro calendario. Decimos amen en
el tierno y triunfante nombre de Jesús.
Traducido por Luís Luna Jr.
Adaptado del blog "Heavenward" del Dr. Scotty Smith, pastor de Christ Community Church en Nashville, TN. Puedes encontrar el post original aquí
No hay comentarios.:
Publicar un comentario