miércoles, 23 de marzo de 2016

Esperanza ante el terrorismo: De Bruselas al Reparto Lempira


Un autor cierta vez dijo: La felicidad en el mundo es como un corto comercial en medio de una película de terror. La disfrutas mientras dura. Pero, de pronto el comercial termina y las cosas regresan a su programación habitual.

¿Demasiado Trágico? Tal vez. Pero, es probable que este fue el sentimiento general de las personas que sufrieron actos de terror en el aeropuerto de Bruselas en Bélgica y en la col. Reparto Lempira en San Pedro Sula el día de ayer.

En cierta manera, los actos de terror nos muestran que la naturaleza humana es muy ambigua. Por un lado, somos lo suficientemente creativos y buenos para construir orfanatos, hospitales y aeropuertos. Por otro lado, somos lo suficientemente ingeniosos y malos para hacer bombas y armas para destruirlos. 

Los humanos somos capaces de realizar gran bien. E infundir gran terror. El terrorismo, internacional y doméstico, nos muestra hasta donde el mal dentro del corazón humano puede llegar.

Y ante la existencia del mal, debemos lamentarnos. Un error común en gran sector del evangelicalismo moderno es enseñar directa o indirectamente que "los hijos de Dios no se deben lamentar." Esto es curioso. Y hasta irónico, pues la Biblia tiene un libro que se llama Lamentaciones. No sólo eso, sino que hay una sección entera de los Salmos que son “cantos de lamentaciones.” 

Parece que la psicología popular positiva ha influido tanto en el pensamiento cristiano protestante que pensamos que lamentarnos nos hace débiles.

Pero, esto proviene de una mala comprensión del lamento bíblico. Emmanuel Katongole lo describe de la siguiente manera: "Lamentarse no es desesperarse. Lamentarse no es quejarse. No es un llanto hacia el vacío. Lamentarse es un llanto dirigido a Dios. Es el llanto de aquellos que ven la realidad de las heridas profundas del mundo y el costo de buscar la paz. Es la oración de aquellos que están incómodos con la manera en cómo están las cosas. El viaje hacia la reconciliación está basado en la práctica de la lamentación."

El mal tiene diversas formas. Desde las personas inocentes corriendo por su vida ante el atentado en el aeropuerto Zavanteem en Bruselas; los vecinos de la comunidad Reparto Lempira empacando sus pertenencias para huir por sus vidas; los continuos atentados terroristas, que no son tan televisados, en Líbano y Siria; hasta las masacres en suelo hondureño que se dan con frecuencia. 

Ante esto, debemos clamar: “¿Hasta cuándo, Señor?” (Salmo 13:1)

Es por esto que el mensaje del evangelio es pertinente para las víctimas y victimarios. A los terroristas, internacionales y domésticos, Dios quiere decirles que a menos que se arrepientan, ningún sufrimiento que han causado a otros se compara con el verdadero terror y sufrimiento que experimentarán en el lago de fuego. 

A los víctimas aterrorizadas, Dios quiere que sepan que Él es un juez justo. 

Y aunque en este lado de la eternidad, la justicia humana ciertamente es imperfecta, Él un día vendrá a juzgar sin impunidad. Sin amnistía. Sin salvoconducto.

El ladrón que estaba al lado de Jesús, bajo los estándares de Roma era un terrorista del Medio Oriente, en su acto de fe no creyó que su salvación lo liberaba de dar cuentas por sus actos. Él confesó que su sentencia era justa. Y qué él estaba recibiendo "la recompensa debida por sus actos" (Lucas 23:41) aún mientras él clamaba a Jesús por una entrada misericordiosa al reino de Cristo.

Por tanto, no es contradictorio clamar para que Dios haga justicia interviniendo en grupos de terror como ISIS  y las pandillas. Y también, al mismo tiempo clamar para que tanto víctimas como victimarios puedan conocer la misericordia de Dios en Cristo Jesús. Esa oración no es incoherente porque está basada en la cruz.

La cruz significa que Dios es justo y no ignora el pecado. Por eso, Él lo castiga. Pero, la cruz también muestra a un Dios escandalosamente amoroso. Por eso, castiga el pecado...en Su Hijo. Esa es la cruz. Y los cristianos, somos el pueblo de la Cruz.

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-Luis Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.


sábado, 19 de marzo de 2016

5 lecciones que he aprendido de mi papá



He tenido mentores y amigos influyentes en mi vida. Pero, ninguno como mi papá. Hoy se celebra el día del padre. Y quiero compartir algunas lecciones que he aprendido de él. Sin ningún orden en particular, aquí están:

Mi papá me ha enseñado a valorar el estudio teológico.

Mi papá inició el ministerio pastoral reconociendo la necesidad de la preparación teológica. Había ocasiones en que venía de recibir un curso, llegaba a casa, tomaba un baño y salía hacia otro programa de estudio. En los últimos años, he tenido el privilegio de verlo cosechar sus logros académicos en dos graduaciones.

De mi papá he aprendido que amar a Dios y a las personas implica prepararse para servir mejor.

Mi papá me ha enseñado a confiar en la providencia de Dios

Yo estaba coordinando una actividad de jóvenes y unos muchachos ebrios llegaron a causar disturbios y a irrespetar a las muchachas. Con cordialidad y firmeza, les pedí que se fueran. Uno de ellos se molestó y me amenazó. De hecho, me dijo: "Cuando te vea sólo, te voy a meter un puñal." En realidad no me iba a hacer nada. Sólo estaba ebrio. (Espero que no esté leyendo este artículo).

Llegué a mi casa muy asustado. Mi papá me preguntó qué había sucedido. Yo le conté. Y él me respondió: "Vos hiciste lo correcto. Ahora, deja que Dios se encargue de las consecuencias."

De mi papá he aprendido que, por encima de todo lo demás, Dios tiene cuidado de sus hijos.

Mi papá me ha enseñado a amar a la gente aun cuando duele

Una vez después del culto, un hombre fue e insultó a mi papá en su cara. Delante de mi familia. Mi papá es un hombre grande. Y el otro hombre era bajito. Pensé que mi papá le pegaría. Al menos yo lo hubiera hecho. De hecho, yo quería hacerlo. Pero, mi papá guardó silencio. Y el hombre se fue. 

El tiempo pasó y un día ese hombre regresó a la iglesia un 24 de diciembre. Mi papá lo saludó con alegría y lo invitó a compartir con nosotros la cena navideña. En la mesa. En casa.

De mi papá he aprendido que los cristianos amamos a las personas no por cómo nos tratan sino por como Dios nos ha tratado en Cristo. 


Mi papá me ha enseñado que amor se deletrea T-I-E-M-P-O.

Cuando estaba en preparatoria, yo era un niño ansioso e inseguro. Recién nos habíamos mudado de ciudad. No conocía a nadie en el vecindario. Y no tenía amigos en la escuela. Odiaba cuando el timbre sonaba para ir a recreo. Y por eso me quedaba sólo en el aula. La maestra habló con mi papá y le explicó lo que estaba ocurriendo. 

Al día siguiente, cuando era hora de almuerzo, yo estaba abriendo mi lonchera de “Cuasimodo de Notre Dame”, cuando de pronto noté que mi papá estaba entrando por el portón de la escuela. Yo salí corriendo a abrazarlo.

Mi papá siempre ha sido un hombre ocupado. Pero, por muchas semanas él llegaba a hacerme compañía. Apagaba el radio y el beeper/pager/localizador. Y nos sentábamos a comer y a platicar. ¿De qué? No sé. Tenía 6 años. Pero, en esos 30 minutos, yo era el niño más feliz.

Mi papá me ha enseñado a seguir a Cristo

Cuando tenía 8 años mi papá lideraba un grupo de crecimiento en nuestra casa. Un día sábado él predicó el mensaje. Después de escucharle, yo fui al baño a llorar porque no entendía cómo Dios me podía amar siendo yo un niño tan malo. Recuerdo que le dije a mi mamá en mi lenguaje teológicamente inexacto "¿Cómo hago para aceptar a Jesús?"

Mi papá, por medio del Espíritu Santo, me guio a confesar mis pecados y poner mi fe en Jesús. Y desde que tengo memoria espiritual, he visto la vida de Cristo manifestarse a través de la vida de él.

No tuve objeción alguna al estudiar la doctrina de la adopción (Juan 1:12; Rom. 8:16-17) y darme cuenta que Dios, en Cristo, es un buen Padre hacia nosotros sus hijos. Mi papá en la tierra ha sido bueno. Por consiguiente, tiene sentido que mi Papá en el cielo sea bueno.

Ahora, mi papá es un gran hombre. Y lo amo. Pero, es un pecador. Al igual que todos (Rom. 3:23). Y si el amor de un padre en la tierra puede ser tan abnegado, real y sacrificial… ¿“cuanto más vuestro Padre Celestial que está en los cielos”?


Quisiera decir que he sido tan buen hijo como él ha sido tan buen padre. Pero, no es cierto. Siempre recibo mis regañadas. Y muy merecidas. Como ahorita, por ejemplo, que se levantó a reclamarme por tener las luces encendidas y quedarme escribiendo hasta tan tarde...

Gracias papá. Y gracias Papá por mi papá.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 8 de marzo de 2016

Líder de alabanza: Tú no eres el próximo __________.



En el círculo de líderes de alabanza (y de predicadores también) es muy común escuchar cosas como:


"Él es el próximo Marcos Barrientos"

"Ella es la futura Christine D'Clario"

"Ellos son los próximos Miel San Marcos"

“Él es el próximo Lucas Leys.”

Entiendo, hasta cierto punto, que al decir esto mucha gente en realidad tienen buenas intenciones. Básicamente, las personas están diciendo que vas encaminado hacia la misma trayectoria que otros grandes hombres y mujeres de Dios.

Sin embargo, hay un problema con esto. De hecho, hay varios.

Por un lado, ya hay un Marcos Barrientos. Y Dios lo usa mucho.

Ya hay una Christine D'Clario. Y Dios la ha dotado con mucho talento y unción.

Ya hay una banda (ministerio, equipo, worship team, compañía de salmistas, arpas y copas, lo que sea) que se llama Miel San Marcos. Y Dios ha bendecido a las naciones a través de ellos.

Y cuando alguien te dice que tú serás el próximo "Ministro Fulano Famoso" entonces correrás el riesgo de querer encasillarte en un molde.

Y eso es lamentable. Porque eso nos roba de lo mejor que Dios nos puede dar a través de ti: TÚ.   

Tú con tus errores.

Tú con tus limitaciones.

Aclaro, a todos, predicadores o ministros de alabanza, de alguna manera u otra nos ocurre esto. Yo creo que Dante Gebel es un fantástico comunicador. Crecí admirándolo. Mejor dicho, imitándolo. Pero, concluí que los chistes que Dante cuenta suenan mejor con un acento argentino...que yo no tengo.

Ahora, por mucho que Dios esté usando a todos estos ministros, no necesitamos réplicas de ellos. Necesitamos más versiones genuinas de ti.

Por otro lado, hay un problema detrás del problema. Cuando tratas de ser alguien que no eres estás diciéndole a Dios que se equivocó en haberte diseñado tal como lo hizo.

Estás diciéndole al Creador que tú eres más sabio que Él con respecto a la identidad que debes tener. Estás diciéndole a Dios que tú eres un mejor creador. Y en realidad, la Biblia dice que tú eres pésimo jugando a ser dios.

Otro conflicto es pensar que si emulas la identidad y esencia del Ministro Fulano Famoso, entonces, tendrás como resultado la fama, influencia y favor del Ministro Fulano Famoso.

Mira, seré sincero. Es muy probable que tú no grabes un disco. Es muy probable que tus canciones no sean escuchadas en las radios. De hecho, es probable que no te inviten a dar conferencias en otros países y también es probable que tu "plataforma" no se extienda más allá de la iglesia local en donde ministras.

Y si en este momento te encuentras aterrorizado diciendo, "Luís, reprendo tus palabras. Yo VOY a salir a las naciones. Yo VOY a salir a ministrar a conferencias. YO voy a grabar discos."

Pues, al menos estás dándote cuenta que tu Dios no es Jesús sino la fama que adorar a Jesús te puede traer.

Unos días atrás, un pastor sabio y de muchos años platicaba conmigo y me decía: "Luís, vi a un joven ministro de alabanza con bastante unción. Pero, ¿sabes que es lo que más me movió? Que pude sentir que él no tenía la intención de ser el próximo Marcos Brunet. Sino que estaba contento con sólo ser él. Eso fue refrescante."


Alégrate con el simple hecho de ser tú. Porque Dios se alegra más cuando tú eres tú. Jesús no murió en la cruz por una versión tuya 2.0 de alguien más. Jesús murió en la cruz por ti.

-Escrito por Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

lunes, 7 de marzo de 2016

La Iglesia ante el homosexualismo: ¿cuál es el mensaje?




El homosexualismo ha sido un tema controversial. Muy cargado de diferentes tipos de emociones, opiniones y polémica.

Sin embargo, debemos empezar reconociendo que esto no es algo nuevo. Pablo, en la carta a los Romanos, describe como "los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres" (Rom. 1:27).

También algunas fuentes históricas indican que en la Grecia clásica, las mujeres con un instinto hacia el mismo sexo eran llevadas a la isla de Lesbos. Según estas fuentes, ese es el origen del término "lesbianas."

Por otro lado, la evolución de la opinión general  hacia el homosexualismo en gran parte del hemisferio occidental es digna de estudio. Años atrás, era considerado como un "trastorno mental" por la Asociación Americana de Psicología. Pero, en el año 1973, fue removido, por casi la mayoría en votación, de su categoría como enfermedad.

Tan radical es el cambio de la opinión pública que lo que antes era considerado como patológico, en la actualidad es celebrado como un acto de valentía. 

Sólo hace falta ver cuando una figura de la farándula toma la decisión de "salir del clóset", el mundo lo vitorea como héroe.

Ciertamente vivimos en días extraños.

Ante esta realidad, la Iglesia debe pensar y actuar bíblicamente. Por eso, quiero compartir tres reflexiones con respecto a la problemática del homosexualismo.

El homosexualismo es igual que los demás pecados

Primero, debemos reconocer que el homosexualismo es un pecado igual que el resto de los pecados. Algunos ya se sienten escandalizados y ofendidos sólo con haber leído esa línea.
Es interesante como todas las sociedades, en casi todas las épocas, eligen pecados para etiquetarlos como imperdonables en comparación con los demás. 

Esto puede sonar extraño, pero la mayoría de cristianos amamos odiar el homosexualismo porque nos hace sentir bien con nosotros mismos. 

Dicho de otra manera, estamos cómodos con nuestros pecados oscuros porque "al menos" no son tan abominables como "eso."

El asunto es que si observas 1 Corintios 6:9-10, en donde Pablo enumera los tipos de personas que no heredarán el Reino de los cielos, los homosexuales están ahí AL LADO de los mentirosos, al lado de los ávaros, al lado de los borrachos, al lado de los adúlteros, al lado de los estafadores y de otros más.

Claro, esto no minimiza la gravedad del pecado. El pecado homosexual es grave. Pero, también lo es la mentira. También lo es la avaricia. También lo es el adulterio. También lo es la borrachera. Ahora bien, ¿reaccionas de la misma manera cuando estás al lado de un homosexual que cuando estás al lado de un ávaro mentiroso? Es muy probable que no. Es probable que uno te escandalice más que el otro.

El pastor Alex Early lo pone de la siguiente manera: "Si Jesús tuviera una plática con dos inconversos, uno homosexual y el otro heterosexual, Él le diría lo mismo a los dos: Los amo. Arrepiéntanse. Nunca los dejaré." 

Jesús desea lo mismo para un pecador homoexual y para un pecador heterosexual: que se arrepientan y crean en el evangelio.

Así que, el resto de los pecados que consideramos “normales” o “perdonables” son, en realidad, igual de grave que el pecado homosexual. 

El homosexualismo no es igual que los demás pecados

Por otro lado, y aunque suene contradictorio, el homosexualismo no es un pecado igual que el resto. Al menos, esa es la realidad en muchos países occidentales.

El teólogo Jonathan Parnell explica diciendo: "Ninguno de los pecados mencionados por Pablo en 1 Cor. 6:9-10 es aplaudido por un gran número de personas que abogan por su normalidad. El adulterio todavía es mal visto. Las acusaciones de avaricia pueden arruinar la campaña política de un candidato. Robar no es todavía abiertamente aceptado, y hasta la fecha no hay iniciativas oficiales diciendo que es normal que quieras tomar cosas que no te pertenecen. No hay, por los momentos, protestas pidiendo a los gobiernos abolir las restricciones de manejo para individuos ebrios. 

Pero, de acuerdo al consenso emergente, en gran parte del hemisferio occidental, el homosexualismo es promovido con vigor y en lugares de prominencia. En este sentido, el homosexualismo es diferente.".

Lo que Alex Early y Jonathan Parnell están diciendo, en esencia, es que el homosexualismo es igual a los demás pecados en el sentido que Dios los juzga a todos por igual. Pero, es diferente al resto de los pecados en el sentido que es promovido y aplaudido en muchos sectores de los países occidentales.

La respuesta de la Iglesia

Entonces, el fondo del problema no es que "DIOS ODIA A LOS GAYS." Sino, que Dios, en amor, ha diseñado un camino para que la humanidad crezca y se desarrolle. Y es a través de la relación heterosexual dentro del matrimonio. Un hombre y una mujer (Gen. 1:28). 

Porque los parámetros de la sexualidad y el matrimonio heterosexual no sólo reflejan al evangelio (Ef. 5:32) sino que es plan que Dios creó para que la humanidad florezca.

Sólo mira la manera en como Dios diseñó la anatomía sexual del hombre y la mujer. Fuimos diseñados para encajar y complementarnos perfectamente. Ese no es el caso con dos personas del mismo sexo.

Sobre esto, el Dr. Russell Moore, presidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur en los EUA, comenta: "la Iglesia debe estar preparada para recibir a los refugiados que vengan de la Revolución Sexual."

Es decir, muchas de las personas que ya han seguido "sus instintos y deseos" yendo en contra del diseño de Dios, ya sea en una relación homosexual o en una relación heterosexual fuera del matrimonio, en este momento se están preguntando: "¿Esto es todo?"

Encontraron decepción en el éxtasis que pensaban que los haría feliz. La revolución sexual no cumple lo que promete. 

Por esta razón, necesitamos iglesias que amen lo suficiente como para recibir en gracia y compasión a las personas con una inclinación homosexual. Y que amen lo suficiente como para hablar la verdad en amor diciéndoles que necesitan arrepentirse y creer en Jesús para el perdón y liberación de sus pecados. 

El núcleo del mensaje del evangelio, de acuerdo al Pastor Tim Keller, es “que somos mucho peor de lo que nosotros nos imaginamos; pero, a la vez somos mucho más amados de lo que nosotros soñamos.”


El mensaje de la Iglesia hacia los homosexuales, por tanto, debe ser: “Estás equivocado. Y eres amado.”

¿Y tú? ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¡Si te gustó este artículo, compártelo!

-Escrito por Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

viernes, 12 de febrero de 2016

Reflexiones sobre la nueva Corte Suprema de (In?)Justicia



Sesiones alargadas hasta la medianoche; congresistas desapercibidos del micrófono reflejando su educación (o la falta de ella) en televisión nacional; miembros de bancada acusados de traición; periodistas bailando y billetes de cincuenta lempiras volando. La nueva Corte Suprema de Justicia ha sido electa.

Unos vieron el proceso como fuente de entretenimiento. Las ocurrencias dentro del hemiciclo trajeron una que otra carcajada a más de una persona.

Otros lo vieron con indiferencia. “Yo no pierdo mi tiempo. Los diputados no me dan de comer” me dijo un amigo.

Y aún otros, con vergüenza ajena. En una tienda, escuché a una señora comentar: “Me da pena decir que soy hondureña cuando veo esos relajos.”

Cualquier que haya sido el caso, el país ya tiene nuevos magistrados. Pero, esta noticia es vista de diferentes ángulos.

Una parte de la población lo ve con fatalismo. Como una confirmación que el presidente Hernández “planea quedarse cincuenta años.”

Otra parte lo ve con optimismo. Como una manera de mostrar ante la comunidad internacional que Honduras es un estado de derecho.

El Cuerpo de Cristo está compuesto por personas en ambos lados del péndulo político. Desafortunadamente, es muy usual cometer el error de ver la fe cristiana a través de la realidad política.

Cuando, al contrario, debemos reflexionar sobre la política a través de la realidad de la fe cristiana.

Por eso, quiero compartir contigo tres reflexiones teológicas sobre la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia.

Dios es Justo

El primer homicidio en la historia aparece registrado en el libro de Génesis. Un muchacho llamado Caín decide matar a su hermano Abel. Dios lo confronta y le dice: "¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra me pido a gritos que yo haga justicia” (Gén. 4:10).

Esto es mucho antes de los diez mandamientos y la Torá. Con esta historia, estando aún en el amanecer de la humanidad, Dios está diciendo que Él es justo y no deja que mal permanezca impune.

La historia de Israel progresa y las consecuencias del pecado son más evidentes en la vida del pueblo. Dios habla a través de los profetas. Condena el mal y las diferentes formas de injusticia. Entre ellas, favorecer al mejor postor.

Por ejemplo, Amos 5:12 dice: Yo conozco sus muchas maldades y sus pecados sin fin: oprimen al justo, reciben soborno y en los tribunales hacen que el pobre pierda su causa."

¿Qué quiere decir esto? En la antigua Israel los líderes del pueblo se reunían en las puertas de la ciudad para decidir los casos que la gente les traía. Y en lugar de hacer juicios justos basados en la verdad, los hombres a los que Amos se refiere aceptaban sobornos e ignoraban completamente las peticiones justas de los pobres.

En la actualidad, algunos sectores de la Iglesia se incomodan al hablar sobre el hecho que los crímenes hacia los pobres y oprimidos permanecen sin castigo. Lo catalogan como socialismo con tinte religioso. Cuando, en verdad, accionar en favor de la justicia, hacia los pobres y oprimidos no es marxismo populista. Es simplemente cristianismo bíblico (Salmo 9:9; Prov. 14:31; Isaías 34:18; Zacarías 7:10; Santiago 2:6)

El Señor es un Dios justo. Y Él condena toda forma de injusticia. Entre ellas, recibir sobornos en la corte para favorecer a los mejores postores que buscan seguir oprimiendo a los pobres.        

El pecado, en todas sus formas, debilita la justicia.

En Génesis 3, el pecado entra al mundo de paz y orden que Dios había creado. Nuestros antepasados Adán y Eva, rechazaron la sumisión hacia un Dios bueno y lleno de amor. Y fueron detrás de la autonomía y autosuficiencia. Esto trajo consigo lo que se conoce como La Caída.

El pecado es, en esencia, desobedecer a Dios (1 Juan 3:4). Y desde el jardín del Edén, todos nacemos con la tendencia natural de desobedecer a Dios y rebelarnos en contra de Él (Rom. 5:12).

Esto ha afectado no sólo nuestra “parte espiritual” sino cada faceta de nuestras vidas. El pecado ha deformado la manera en como pensamos acerca de Dios. La manera en cómo nos vemos a nosotros mismos. Y  la manera en como tratamos a los demás. El pecado cauteriza la consciencia y hace que la persona sea "incapaz de sentir vergüenza de nada" (1 Tim. 4:2). Particularmente, ha desquebrajado nuestro sentido de justicia.

Por eso, los sistemas judiciales en los gobiernos, incluyendo gobiernos democráticos, están propensos a fallar. A pesar de esto, muchos ingenuamente idealizan la democracia.
 "La democracia, en el mejor de los casos," dice D.A Carson, "lo único que hace es garantizar que los países cambien de presidente sin que haya derramamiento de sangre.”

No debe sorprendernos, entonces, que todo intento de hacer justicia en este lado de la eternidad sea languidecido por el pecado.

Debemos entristecernos, pero no escandalizarnos, ante la realidad que las iniciativas de justicia a veces fracasan. ¿Por qué? Porque cualquier sistema judicial, por muy coherente y justo que pretenda ser, estará compuesto por pecadores cuya brújula moral es incoherente y errónea.

Ahora, esto no implica que la Iglesia debe quedarse con los brazos cruzados. Nada más viendo como la gente mala hace daño al país. Es cierto, los sistemas judiciales fallarán. Y es exactamente por eso que la Iglesia, teniendo el Espíritu y la Palabra, debe ser un vigilante a favor de la justicia en la nación.

Esto quiere decir que debemos orar por justicia. Y denunciar y trabajar en contra de la impunidad. Ambas. No una o la otra. Sino, una y la otra.

Debemos detenernos a reflexionar, por ejemplo, que según el Centro de Estudios de Impunidad y Justicia de la Universidad de las Américas Puebla, Honduras está ubicada en el cuarto lugar de los países con más impunidad en América Latina y el séptimo en todo el mundo.

En otras palabras, actualmente, Honduras es un lugar seguro para los malhechores.

Dios instituyó las autoridades para castigar a los que hacen el mal (Rom. 13:3-4). Cuando las autoridades no ejecutan este diseño divino se vuelven inefectivas. Y la impunidad se multiplica. Pues, los malos no temen seguir quebrantando la ley. Por eso, el pueblo sufre donde la impunidad reina.

La elección de una nueva corte suprema de justicia sonaba prometedora para gran parte del pueblo hondureño. Sin embargo, los magistrados que fueron elegidos representan a organizaciones políticas con miembros implicados en casos de corrupción, como el desfalco multimillonario del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).

Por esta razón, es difícil que la comunidad hondureña esté segura que la nueva corte investigará y sancionará a sus propios correligionarios.

El pecado individual en el corazón del hombre y el pecado sistémico en las estructuras sociales pueden asfixiar, temporalmente, los clamores del pueblo por justicia.

El Supremo Juez Justo tiene la última palabra

Viéndolo sólo desde este ángulo puede desalentar a cualquiera. Incluso, algunos concluirán que sólo soy un pesimista antipatriota. Pienso que no es así. Hacemos más daño al país cuando pretendemos que “el emperador no está desnudo.”

Algunos hermanos en Cristo mejor prefieren “ver el vaso medio lleno.” O mejor dicho en un lenguaje más santo: "hablar las cosas que no son como si fuesen.”

En realidad, la mala comprensión y aplicación de esta frase aislada de Rom. 4:17, cuyo tema central es el cumplimiento del pacto Abrahámico, ha contribuido a que muchos en el Cuerpo de Cristo piensen que tener fe es negar lo obvio.

Ciertamente no puede significar eso. Lo que sí significa, es que en lugar de negar, podemos enfrentar la actualidad con una firme confianza en una suprema realidad.

Respectivamente, que Dios es un juez justo.

El evangelio de Dios no dice: "¿Pecaste? No te preocupes todo está bien." ¡No! El evangelio nos apunta a la cruz en donde el pecado fue absorbido y castigado en un sustituto: Jesús (Isaías 53:4-6).

La condena justa de Dios hacia el pecado y la injusticia toma lugar en la cruz. Él detesta la maldad. Dios es justo.

Pero, Dios es también misericordioso. Él envía a su propio Hijo como castigo que satisface la deuda por el pecado.

Él es "el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús."-Romanos 3:26.
Dios es justo, el pecado es castigado. Dios es misericordioso, Él castiga el pecado en Su Hijo.

La justicia del evangelio, a diferencia de nuestro sistema judicial, no deja impune al pecado. Todos los pecados son castigados.

Para las personas que han creído en el evangelio, sus pecados fueron castigados en el Gólgota, en Cristo.

Para las personas que preservan la impunidad, oprimen al pobre con libertad y no desean arrepentirse, sus pecados serán castigados en el día del juicio cuando sean enviados al lago de fuego.

Hermanos, la institucionalidad jurídica nacional puede estar fallida. Pero, la naturaleza justa de Dios no lo está. Y eso, más que otra cosa, debe llenarnos de esperanza.

Los jueces terrenales un día responderán por sus actos ante el Supremo Juez Justo. 

Selah.

-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

jueves, 4 de febrero de 2016

Un noviazgo no sana un corazón solitario



¿Alguna vez has conocido a alguien que simplemente no puede estar sin novio(a)?

Me refiero al tipo de personas que se sienten mal cuando no están en una relación de noviazgo. Es decir, sienten que no valen nada y el hecho de estar con alguien les añade valor. Las consecuencias de esto pueden ser tristes. En el caso de las chicas, se terminan quedando con los patanes más grandes. Y en el caso de los chicos, con muchachas que no tienen ninguna otra intención más que jugar con sus corazones.

Y lo que es peor aún, muchos están dispuestos a soportar diferentes tipos de maltrato. Todo por no perder a la pareja. De hecho, las siguientes señales pueden ser alarmas indicano que algo no anda bien:

¿Tu novio(a) continuamente te falta el respeto enfrente de otras personas?
¿Tu novio(a) te está llevando a hacer cosas en contra de tus convicciones...y terminas cediendo?
¿Te encuentras regresando a una relación que sabes que deberías haber terminado?
¿Tu novio(a) te ha expresado que tú tienes una necesidad dañina y asfixiante de control sobre él/ella?

Si la mayoría de estas cosas son ciertas en tu vida o en alguien que conoes, puede ser que el motivo fundamental que impulsa la relación no es el amor hacia el otro sino el temor a estar solo.

Por eso, para ser feliz en tu noviazgo tienes que aprender a ser feliz sin necesidad de tener uno.

Una relación de noviazgo no es la cura para un corazón solitario.

Por eso, quiero compartirte dos maneras para curar un corazón solitario, de parte del Dr. Henry Cloud en su libro "Boundaries in Dating" (Límites en el noviazgo):

1. Fortalece tu relación con Dios
El pastor Charles Stanley dice: "No hay nada más importante en el mundo que tu relación con Jesucristo." Muchas personas ven a Dios como una especie de aditivo. Piensan que su vida sin Dios está, en términos generales, bastante bien.  Pero, que no harían nada mal con ir a la iglesia un par de veces al mes y ayudar a uno que otro necesitado.

Si piensas así, Dios te vomitará de su boca (Ap. 3:16). No hay campo neutral en el terreno de tu corazón. No existe una “vida balanceada” en el servicio de Dios. Si no estás creciendo en fervor por el Señor entonces tu corazón está fabricando ídolos.

Cristo es primero. En todo. Él es preeminente (Col. 1:15-20). Y nuestras vidas deben reflejarlo.

C.S Lewis lo pone de esta manera: La vida consiste en cosas primarias (ej. tu relación con Dios) y cosas secundarias (todo lo demás). Si priorizas lo primario, Dios te bendecirá abundantemente con lo secundario. Si priorizas lo secundario, no sólo perderás lo primario sino también lo secundario.

Las relaciones amorosas serán causa de dolor en tu vida si inviertes ese orden. Así que, fortalece tu relación con Dios.


2. Cultiva amistades saludables con cristianos maduros
Hace algunos años atrás escuché a una persona decir lo siguiente: “Yo no necesito a nadie. Prefiero encerrarme a orar que salir con amigos. No necesito a otras personas. Sólo a Dios.” Quedé impresionado. Eso sonaba bastante espiritual y radical.

Lo interesante es que el matrimonio de esta persona colapsó de forma estrepitosa.

¿Por qué? Esta manera de pensar no es sólo dañina sino en contra del diseño de Dios para el humano.

Cuando el libro de Génesis relata que Dios creó el cielo y la tierra, Él contempló lo creado y dijo: “Esto es bueno” (Gen. 1:31). Sin embargo, después Dios creó a Adán. Y vio que estaba sólo. Y Él dijo lo contrario: “Esto no es bueno” (Gen. 2:18).

Así que, desde el principio, el diseño original de Dios para la humanidad es que vivamos en compañía. Y no en aislamiento.

Sin embargo, podemos estar totalmente rodeados de personas y sentirnos completamente solos. ¿Cuál es el problema entonces? Necesitamos cultivar amistades que estén fundamentadas en la confianza. Y la única forma de cultivar confianza es siendo vulnerable. Siendo transparente. Dejando de pretender.


Tus amistades más profundas son aquellas en las que puedes ser tú mismo sin temor a ser juzgado. Cuando no necesitas presentar “un título” o “un manto” o lo que quiera que sea. 

Claro, tienes que ser sabio en esto. Debes cultivar este tipo de relaciones con cristianos maduros. Porque hay muchos que les encantaría saber tus secretos más oscuros. No para ayudarte. Sino para hundirte. Ten cuidado con ese tipo de personas.

Fortalece tu relación con el Señor. Que Él se vuelva lo primero en tu vida. Cultiva amistades saludables con cristianos maduros.

Y te darás cuenta que no necesitas un noviazgo para ser feliz. Curiosamente, sólo cuando entiendas esto podrás ser feliz en tu relación de noviazgo.

¿Cuál es tu opinión al respecto? ¡Me encantaría escucharla!

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 2 de febrero de 2016

"Pero, si todo mundo lo está haciendo": ¿Cómo responder a la presión social negativa?



Tenía 6 años cuando los tenis con lucecitas estaban de moda. No sé exactamente cómo funcionaban. El asunto es que caminabas y los tenis alumbraban.

Si sabes a lo que me refiero, eres de los míos. Si no, pues quiere decir que todavía eres un niño.

Todos mis vecinitos los tenían. Y yo también quería un par. Alguien me los compró y me los regaló para navidad. Yo los guardé y esperé hasta el 24 de diciembre para usarlos. Eran las 5:00pm. La hora había llegado para mostrar mis tenis a todos mis amigos. Me los puse. Salí corriendo emocionado. Llamé a todos para que vieran. Y resulta que…

NO FUNCIONABAN. No encendían. No recuerdo exactamente porque. Creo que a lo mejor eran imitación. Y en ese momento todos se rieron de mí.

Ahí estaba yo. En medio de todos. Con mis tenis que no funcionaban. Siendo el hazmrreír. Y a mis 6 años pude experimentar, por primera vez, desde que tengo memoria, el dolor de no ser aceptado en un grupo.

Yo sé. Puede sonar como una historia inofensiva. No pasó nada del otro mundo. Pero, en ese momento sentí la presión de "querer encajar." Y eso es algo con lo que todas las personas en general y los jóvenes en particular tienen que luchar. El deseo desenfrenado de obtener aceptación ha llevado a muchos a hacer cosas que han traído remordimiento.

A lo mejor has pasado por algo similar. O trabajas con jóvenes en tu iglesia que están pasando por esto. Cualquiera que sea el caso, quiero compartirte dos maneras para responder ante la presión social negativa.

Predícate el evangelio...a ti y a tus jóvenes.
El corazón humano es engañoso y a veces, enfermizo. (Jer. 17:9) Una de las enfermedades espirituales más comunes es la amnesia de identidad. Es decir, olvidar con facilidad lo que Dios dice que somos en Cristo. 

Cuando esto pasa, nos volvemos excesivamente preocupados sobre lo que otros piensan y dicen de nosotros. Nos volvemos sensibles y fáciles de ofender. Nos volvemos, en esencia, inseguros. La inseguridad, en parte, es lo que genera la necesidad de sentirnos aceptados. Y esta necesidad hace que la presión social sea más fuerte.

Cuando olvidamos nuestra identidad, la gente alrededor de nosotros se vuelve grande. Y el Dios que está sobre nosotros se vuelve pequeño.

El polémico Mark Twain decía: "El ser humano necesita más ser recordado de lo que ya sabe que ser enseñado de lo que no sabe."

Necesitamos día a día taladrar el evangelio hasta lo más profundo de nuestro corazón. Con la ayuda del Espíritu Santo. 

Si estamos en Cristo, Dios, el Creador del Universo y de todo lo que hay, ha decidido relacionarse con nosotros no como una ser espiritual poderoso y apartado, sino como un Padre. No existe una realidad más fascinante que esa. Y cuando el evangelio se vuelve real en tu corazón, te das cuenta que no tienes que probarle nada a nadie. 

Así que, no estás obligado a tener el ministerio de jóvenes más grande de tu ciudad para que Dios te ame más. 

Dios encuentra placer en ti ahora. Y no en una versión futura en donde tu influencia en la ciudad es más grande.

Tampoco debes forzarte a no comer con el fin de bajar de peso de forma escandalosa, sólo porque todo el mundo a tu alrededor sí está “fit.”

Dios se deleita en ti, ahora, y no en una versión futura y más delgada de ti.

Identifica y sirve a Dios con tus talentos…y los de tus jóvenes.

Una vez alguien en mi grupo de jóvenes me dijo: “Luís, ¿puedo servir yo?” Yo contesté: “Claro.” “Pero, yo no puedo cantar y me da miedo hablar en público.”

Eso me hizo ver algo que estaba tan claro que no lo podía ver. Por años, las iglesias y los ministerios de jóvenes hemos creado una cultura dañina. 

Es decir, a viva voz proclamamos que todos pueden y deben servir. Pero, lo que muchos ministros entienden por “servir” se limita a desenvolverse detrás de un púlpito o en un escenario. Y aceptémoslo, hay personas que simplemente son introvertidas. Y eso no significa algo malo. Dios los creó así. Y Él no se equivoca. 

Cuando empecé como líder de jóvenes pensaba que algo estaba mal con los jóvenes que tienden a ser callados. Como que algún “chip” en su cerebro no estaba en el lugar correcto. Pero, me he dado cuenta que estaba equivocado. El mundo no está compuesto sólo por gente extrovertida (¡gracias a Dios!).

Esos jóvenes introvertidos o tímidos que sólo sientan a observar a “los profesionales del púlpito y del altar” están llenos de talentos y dones únicos. Tu labor, pastor de jóvenes, es identificar esos dones, lograr que ellos los puedan ver y enseñarles de que manera sus talentos pueden contribuir al Reino de Dios. 

Porque cuando lo hagan, entonces sentirán que están funcionando dentro de su diseño. Y así, no tendrán la necesidad de actuar contra su diseño en otros ambientes con el fin de encajar.

Y tú, ¿cuáles son algunas maneras que crees pueden ser efectivas para guiar a los jóvenes a través de la presión social negativa?

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-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba."