El homosexualismo ha sido un tema controversial. Muy cargado de diferentes tipos de emociones, opiniones y polémica.
Sin embargo, debemos empezar
reconociendo que esto no es algo nuevo. Pablo, en la carta a los Romanos,
describe como "los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se
encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres
con hombres" (Rom. 1:27).
También algunas fuentes
históricas indican que en la Grecia clásica, las mujeres con un instinto hacia
el mismo sexo eran llevadas a la isla de Lesbos. Según estas fuentes, ese es el
origen del término "lesbianas."
Por otro lado, la evolución de
la opinión general hacia el
homosexualismo en gran parte del hemisferio occidental es digna de estudio.
Años atrás, era considerado como un "trastorno mental" por la
Asociación Americana de Psicología. Pero, en el año 1973, fue removido,
por casi la mayoría en votación, de su categoría como enfermedad.
Tan radical es el cambio de la
opinión pública que lo que antes era considerado como patológico, en la
actualidad es celebrado como un acto de valentía.
Sólo hace falta ver cuando
una figura de la farándula toma la decisión de "salir del clóset", el
mundo lo vitorea como héroe.
Ciertamente vivimos en días extraños.
Ante esta realidad, la Iglesia
debe pensar y actuar bíblicamente. Por eso, quiero compartir tres reflexiones
con respecto a la problemática del homosexualismo.
El homosexualismo es igual que los demás pecados
Primero, debemos reconocer que
el homosexualismo es un pecado igual que el resto de los pecados. Algunos ya se
sienten escandalizados y ofendidos sólo con haber leído esa línea.
Es interesante como todas las
sociedades, en casi todas las épocas, eligen pecados para etiquetarlos como
imperdonables en comparación con los demás.
Esto puede sonar extraño, pero la mayoría de cristianos amamos odiar el
homosexualismo porque nos hace sentir bien con nosotros mismos.
Dicho de otra
manera, estamos cómodos con nuestros pecados oscuros porque "al
menos" no son tan abominables como "eso."
El asunto es que si observas 1
Corintios 6:9-10, en donde Pablo enumera los tipos de personas que no heredarán
el Reino de los cielos, los homosexuales están ahí AL LADO de los mentirosos,
al lado de los ávaros, al lado de los borrachos, al lado de los adúlteros, al
lado de los estafadores y de otros más.
Claro, esto no minimiza la
gravedad del pecado. El pecado homosexual es grave. Pero, también lo es la
mentira. También lo es la avaricia. También lo es el adulterio. También lo es
la borrachera. Ahora bien, ¿reaccionas de la misma manera cuando estás al lado
de un homosexual que cuando estás al lado de un ávaro mentiroso? Es muy
probable que no. Es probable que uno te escandalice más que el otro.
El pastor Alex Early lo pone
de la siguiente manera: "Si Jesús
tuviera una plática con dos inconversos, uno homosexual y el otro heterosexual,
Él le diría lo mismo a los dos: Los amo. Arrepiéntanse. Nunca los dejaré."
Jesús desea lo mismo para un pecador homoexual y para un pecador heterosexual: que se arrepientan y crean en el evangelio.
Así que, el resto de los pecados que consideramos “normales” o “perdonables”
son, en realidad, igual de grave que el pecado homosexual.
El homosexualismo no es igual que los demás pecados
Por otro lado, y aunque suene
contradictorio, el homosexualismo no es un pecado igual que el resto. Al menos, esa es la realidad en muchos países occidentales.
El teólogo Jonathan Parnell
explica diciendo: "Ninguno de los
pecados mencionados por Pablo en 1 Cor. 6:9-10 es aplaudido por un gran número
de personas que abogan por su normalidad. El adulterio todavía es mal visto.
Las acusaciones de avaricia pueden arruinar la campaña política de un
candidato. Robar no es todavía abiertamente aceptado, y hasta la fecha no hay
iniciativas oficiales diciendo que es normal que quieras tomar cosas que no te
pertenecen. No hay, por los momentos, protestas pidiendo a los gobiernos abolir
las restricciones de manejo para individuos ebrios.
Pero, de acuerdo al
consenso emergente, en gran parte del hemisferio occidental, el homosexualismo
es promovido con vigor y en lugares de prominencia. En este sentido, el
homosexualismo es diferente.".
Lo
que Alex Early y Jonathan Parnell están diciendo, en esencia, es que el
homosexualismo es igual a los demás pecados en el sentido que Dios los
juzga a todos por igual. Pero, es diferente al resto de los pecados en el
sentido que es promovido y aplaudido en muchos sectores de los países
occidentales.
La respuesta de la Iglesia
Entonces, el fondo del
problema no es que "DIOS ODIA A LOS GAYS." Sino, que Dios, en amor,
ha diseñado un camino para que la humanidad crezca y se desarrolle. Y es a
través de la relación heterosexual dentro del matrimonio. Un hombre y una mujer (Gen. 1:28).
Porque los
parámetros de la sexualidad y el matrimonio heterosexual no sólo reflejan al
evangelio (Ef. 5:32) sino que es plan que Dios creó para que la humanidad
florezca.
Sólo mira la manera en como
Dios diseñó la anatomía sexual del hombre y la mujer. Fuimos diseñados para
encajar y complementarnos perfectamente. Ese no es el caso con dos personas del
mismo sexo.
Sobre esto, el Dr.
Russell Moore, presidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la
Convención Bautista del Sur en los EUA, comenta: "la Iglesia debe estar preparada
para recibir a los refugiados que vengan de la Revolución Sexual."
Es decir, muchas de las
personas que ya han seguido "sus instintos y deseos" yendo en contra
del diseño de Dios, ya sea en una relación homosexual o en una relación
heterosexual fuera del matrimonio, en este momento se están preguntando:
"¿Esto es todo?"
Encontraron decepción en el éxtasis que pensaban que los haría feliz. La revolución sexual no cumple lo que
promete.
Por esta razón, necesitamos iglesias que amen lo suficiente como para
recibir en gracia y compasión a las personas con una inclinación homosexual. Y que
amen lo suficiente como para hablar la verdad en amor diciéndoles que necesitan
arrepentirse y creer en Jesús para el perdón y liberación de sus pecados.
El núcleo
del mensaje del evangelio, de acuerdo al Pastor Tim Keller, es “que somos mucho
peor de lo que nosotros nos imaginamos; pero, a la vez somos mucho más amados
de lo que nosotros soñamos.”
El mensaje de la Iglesia hacia
los homosexuales, por tanto, debe ser: “Estás equivocado. Y eres amado.”
¿Y tú? ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¡Si te gustó este artículo, compártelo!
-Escrito por Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario