Yo sé. Tema
extraño. Créeme. Fue más difícil para mí escribirlo que para ti leerlo. De
hecho, al terminar de haberlo redactado, estuve tentado a no publicarlo.
Pero, en palabras del polémico Dr. Stanley Hauerwas: "Toda religión, de alguna manera u otra, le dice a sus seguidores que hacer con sus genitales."
Y también considerando que las estadísticas indican que el 95% de las personas se
masturban, y el otro 5% miente (es un chiste), creo que es necesario exponer
esta problemática a la luz de la gracia y verdad de Dios.
¿Qué dice la
Biblia?
Ahora, no le
digan esto a sus adolescentes pero, la Biblia es silenciosa con respecto a
esto. Es decir, no hay ningún pasaje que clara y explícitamente condene esta
práctica.
El Dr. James
Dobson, fundador de "Enfoque a la Familia", en una carta hacia una
consternada madre de un adolescente, opina lo siguiente:
“Es interesante para mí que la Escritura
no aborda este tema excepto en una sola referencia en el Antiguo Testamento en
donde menciona a un hombre llamado Onan.
Él interrumpió la relación sexual con
su cuñada y dejó que su "semilla" (semen) cayera en el suelo y así
evitar concebir descendencia para su hermano, lo cual era su "deber"
de acuerdo a las costumbres de la época (Génesis 38:8).
Aunque ese verso es con
frecuencia citado como evidencia de la desaprobación de Dios con respecto a la
masturbación, el contexto no parece indicarlo de tal forma."
¿Entonces, es
pecado…?
Ahora, sé lo
que están pensando. "Luís, ¿estás diciendo que la masturbación no es
pecado?" Mi respuesta: Claro que no...estoy diciendo eso. Creo que sí es
pecado.
El pastor John
Piper, en su artículo "Misión y masturbación", explica por qué:
"¿Es la masturbación pecado? Déjame
explicarlo, al menos para los hombres. No puedo imaginar el orgasmo sexual en
las entrañas sin imágenes sexuales en la mente...Evidentemente, Dios ha
diseñado la conexión entre el orgasmo sexual y el pensamiento sexual de tal
manera que la fuerza y el placer del orgasmo sea dependiente al pensamiento o
imágenes en nuestra mente.
Por tanto, para masturbarse es necesario
tener pensamientos e imágenes vívidas y emocionantes en la mente. Esto puede
ser por pura imaginación, imágenes, películas, historias o personas reales.
Estas imágenes siempre involucran a las mujeres como objetos sexuales.
Uso la
palabra "objeto" pues para que una mujer sea un verdadero
"sujeto" sexual en nuestra imaginación ella debe ser en realidad con
la que estamos experimentando lo que estamos imaginando. Tal no es el caso en
la práctica de la masturbación. Y por esto, es pecado."
Es decir, la
razón por la que este hábito es pecado es porque el combustible que lo inflama
son las imágenes mentales eróticas de una mujer, en el caso de los hombres, y viceversa
en el caso de las mujeres.
Hasta el
momento, no conozco a ningún sujeto que se emocione ante el pensamiento de
elefantes hembra. Lo cual sería muy extraño y espero nunca conocerlo.
Pero, Jesús fue muy
claro con respecto a tratar a una mujer como objeto sexual, aún en nuestros pensamientos: "Pero yo les digo que
cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella
en el corazón" (Mateo 5:28).
¿Qué tiene de malo?
Pero, ¿cuáles
son las consecuencias de vivir en este patrón pecaminoso?
Como
aclaración, la mayoría de consecuencias físicas como la ceguera o lentitud mental,
causados por esta práctica, son meramente mitos urbanos con el fin de asustar a
los jóvenes para que dejen hacerlo.
Hasta el momento no he leído o escuchado de
ninguna investigación seria que respalde tales aseveraciones.
O a lo mejor pienses: “Pero, el acto de la masturbación es solitario y no daño a nadie más.”
Pero, más allá
de los "posibles" daños físicos, los efectos espirituales son
sumamente más profundos.
En
una carta personal de parte de C.S Lewis a Keith Masson, en "Compilación
de Cartas de C.S Lewis, volumen 3", él dice:
"Para mí el verdadero mal de la
masturbación está en que toma un apetito que, en su uso apropiado, saca al
individuo de sí mismo para completar y corregir su propia personalidad en la de
otra persona y finalmente en hijos y nietos, y lo revierte: enviando al hombre
en la prisión de sí mismo para mantenerlo en un harem (palacio lleno de mujeres) de novias imaginarias.
Y en este harem, una vez aceptado,
trabaja en contra de su proceso de salirse de sí mismo y unirse con una mujer
real. Pues, el harem siempre está disponible, siempre accesible, sin un llamado
al sacrificio o hacer ajustes y dotado de atracciones eróticas y psicológicas
con las que ninguna mujer real puede competir.
Entre este conjunto de novias oscuras él
es siempre adorado, siempre el amante perfecto: ninguna demanda es hecha en su
egoísmo, ninguna mortificación en su vanidad. Al final, ellas se vuelven el
medio por el cual él incrementalmente se adora más a sí mismo.
Después de todo, la obra primordial de
la vida es dejar de enfocarnos en nosotros mismos, fuera de nuestros títulos y
de la prisión oscura en la que todos nacemos. La masturbación debe ser evitada,
como todas las cosas que retardan este proceso. Pues el peligro es que se pueda
llegar a amar la prisión."
Dios diseñó la
sexualidad en el hombre y la mujer para que fuese disfrutada dentro de una relación
matrimonial de pacto, compromiso, sacrificio y entrega mutua.
Todo deleite
sexual fuera de esta relación es prohibido no porque Dios sea un aguafiestas,
sino porque nos ha diseñado en amor y sabe que la búsqueda de gratificación
sexual antes de o fuera del matrimonio siempre resultará en quebranto, dolor y
sufrimiento.
¿Cómo vencer?
Ahora, alguien
que esté leyendo puede decirse a sí mismo, “Ok, Luís entiendo que la
masturbación es pecado. Entiendo porque es dañina. Pero, simplemente parece que
no puedo vencerla. No sé qué hacer. Ya intenté salir a hacer ejercicio. Ya
intenté baños con hielo. Ya intenté todas las tácticas posibles para vencer,
pero siempre soy derrotado.”
¿Entonces, qué
hacer? Contemplar la gloriosa gracia de
Dios en Cristo.
“¡¿Qué?! ¡¿Eso es
todo, Luís?!”
Es aquí
donde muchas personas trastornan su perspectiva sobre la gracia de Dios. Muchos
están en contra de predicar sobre la gracia de Dios porque tienen temor que la
gente siga pecando.
Una vez alguien
se me acercó y me dijo: “Yo no hablo mucho de la gracia de Dios a mis jóvenes
porque entonces van a pensar que tienen permiso para pecar. Entonces, mejor
sólo les digo lo que está malo y que tienen cambiar.”
Como alguien que trabaja
con jóvenes en la Iglesia, entiendo muy bien esta manera de pensar. Pero, es
una seria equivocación (Romanos 6:1).
Pues, la gracia de Dios no
es una licencia para seguir pecando sino que es poder para hacer la voluntad de
Dios y vencer al pecado. (Rom. 6:14)
De hecho, la
gracia no es un concepto. La gracia no es un paradigma. La gracia no es un
programa. La gracia es una Persona. La gracia es Jesús (Juan 1:14).
La única manera
de experimentar la transformación de los impulsos sexuales es a través de la
contemplación del rostro de Jesús en la Escritura y en la oración.
El pastor Matt Chandler dice, “No nos
volvemos santos tratando de ser santos sino contemplando la belleza de Dios.”
Cuando
contemplamos, genuinamente admiramos, la magnitud y la belleza del Dios que se
nos ha revelado en Jesús el poder del pecado se irá quebrantando en nuestros
corazones.
La razón por la
que la masturbación, y los demás pecados sexuales, pueden parecer invencibles
es porque Dios no tiene peso en nuestros corazones. La grandeza de Dios debe
ser mayor que nuestros impulsos; Su hermosura debe ser más atractiva que
cualquier deseo de la carne.
En pocas
palabras, dice el pastor J.D Grear, “Cedemos a la tentación no porque nuestros
deseos por esos hábitos son demasiado grandes; sino que nuestro deseo por Dios
es demasiado pequeño.”
El teólogo
puritano del siglo 18, Thomas Chalmers, llamó a esto: “El poder expulsivo de
una afección suprema.”
Es decir,
nuestras afecciones por ídolos, incluyendo la masturbación, son transformadas
cuando nuestro corazón es cautivado por una afección más encantadora y hermosa:
el rostro de Cristo en el evangelio. Y el resultado de esta afección es el impulso de postrarnos en adoración y arrepentimiento ante Su belleza. Porque Jesús es mejor que el pecado.
Pero nosotros todos, con el rostro
descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo
transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el
Espíritu. -2 Corintios 3:18
-Luís Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.