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lunes, 21 de septiembre de 2015

Predicador, no te vuelvas un fariseo.



Tengo un temor creciente por los predicadores hoy en día. Me temo que si no tenemos cuidado, terminaremos como los Fariseos.

Esto es a lo que me refiero.

La predicación, cuando se hace apropiadamente, debería descargar a las personas. Como predicadores, nuestro trabajo es retar a la gente, sí, pero no cargarlas.

Cuando describió a los Fariseos y lo que ellos hacían a las personas con sus enseñanzas, Jesús dijo: "Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas." (Mateo 23:4)

Lo interesante es que cuando leemos eso, automáticamente despreciamos a los Fariseos y asumimos que tenían malas intenciones. 

Pero, si estudias su historia, sus motivos eran en realidad buenos. Lo que ellos intentaban hacer al crear todas las reglas por las cuales ahora son infames era hacer la Ley aplicable a las vidas de las personas.

Ellos leían un mandamiento como "Guarden el Sabbath y manténganlo santo", y su preocupación era que todos lo hicieron en realidad. Así que creaban aplicaciones como:

Utensilios usados para el trabajo no pueden ser tocados en el Sabbath

No debes de caminar más de 500 pasos en el Sabbath.

Su motivación fundamental era ayudar por medio de darles reglamentos a las personas. Pero, en su deseo de hacer la Biblia aplicable, en realidad crearon cargas que agobiaban a la gente.

Así es como creo que esto ocurre en la actualidad. Hacemos una serie de sermones sobre el matrimonio, lo cual es magnífico. Pero, luego decimos: "Tienes que hacer estas 15 cosas con tu cónyuge para tener un gran matrimonio." 

O hacemos una serie sobre el gozo, y luego les damos 7 pasos para obtenerlo. Estamos tratando de ayudar, pero sin darnos cuenta, estamos cargando a gente que ya tenía una carga pesada en sus espaldas.

Y de repente, nos hemos convertido en el grupo que todos amamos odiar: Los Fariseos.

No estoy diciendo que no debemos darle a nuestra gente aplicaciones o pasos prácticos. Claro que debemos hacerlo. Jesús lo hizo muchas veces. Pero, lo que estoy diciendo es que debemos tener cuidado. 

Cuando nos paramos a predicar en nuestras iglesias, nuestro objetivo debe ser descargarlos. Emulando la enseñanza de Jesús cuando dijo: "Mi yugo es fácil y ligera mi carga."

Y hacemos eso al simplificar en lugar de complicar. Cuando señalamos a Dios y todo lo que Él ha hecho por nosotros. En lugar de meramente señalar a nuestra gente y todo lo que tienen que hacer.


-Traducido por Luís Luna Jr. Tomado del blog de Steven Furtick, pastor general de Elevation Church en Charlotte, Carolina del Norte. Puedes leer el blog original en inglés aquí.

Puede que estés interesado en leer Un consejo para el predicador joven: no te la desquites desde el púlpito, man.

miércoles, 13 de mayo de 2015

¿Cómo deleitarse en la Palabra de Dios?

¿Cómo deleitarse en la Palabra de Dios?

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca. –Salmo 119:103


Nunca reduzcas el Cristianismo a un asunto de peticiones y resoluciones y fuerza de voluntad. Es un asunto de lo que amamos, de aquello en que nos deleitamos y lo que sabe bien a nosotros.
Cuando Jesús vino al mundo la humanidad fue dividida de acuerdo a lo que amamos. “ Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). Los justos y los impíos son separados por el objeto de su deleite—la revelación de Dios o el camino del mundo.

Pero alguien puede preguntar: “¿Cómo puedo deleitarme en la Palabra de Dios?” La respuesta consiste en dos partes:
Ora por nuevas papilas gustativas en la lengua de tu corazón y medita en las asombrosas promesas de Dios a su pueblo.

El mismo salmista que dijo “¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras!” (119:103), dijo anteriormente, “Abre mis ojos para ver las maravillas de Tu Ley” (119:18). Él oró, porque tener nuevas papilas gustativas en la lengua del corazón es un regalo de Dios. Ningún hombre o mujer naturalmente tiene hambre por y se deleita en la sabiduría de Dios.

Pero cuando hayas orado, de hecho mientras oras, medita en los beneficios que Dios promete a su pueblo y en el gozo de tener al Dios Todopoderoso como tu ayudador y esperanza eterna.

¿Quién no se deleitaría en leer un libro cuya lectura lo cambiaria a uno de ser paja a un cedro de Líbano, de un tazón de polvo a un huerto Hawaiano? Nadie en el fondo quiere ser paja—sin raíz, peso y sin uso. Todos nosotros queremos sacar fuerzas de un río profundo de realidad para ser personas fructíferas y útiles.


Ese río de realidad es la Palabra de Dios y todos los grandes santos han sido hechos grandes por ella.

Este post fue tomado del devocional de John Piper "Solid Joys" y traducido por Luís Luna Jr.