lunes, 21 de noviembre de 2016

6 Estrategias Para Luchar Contra El Orgullo


Dios es quien se encarga de edificar Su obra. Y lo hace otorgando diferentes tipos de dones y habilidades a diferentes tipos de personas. Si por su gracia Dios te ha dotado sobrenaturalmente para algunas tareas específicas de Su Reino, las personas se acercarán para felicitarte y afirmarte. Y aunque este no sea el impulso que te mueve a hacer las cosas, es necesario que tu espíritu se mantenga vigilante a lo que puede ocurrirle a tu corazón al recibir aprobación humana.

No hay nada de malo en expresar admiración por lo que Dios hace a través de otros. Muchas veces siento que un sermón ha salvado mi vida. Y en la manera que puedo, intento expresar mi agradecimiento y admiración hacia la persona que Dios usó para edificarme.

Muchos obreros están haciendo una labor fenomenal. Pero, a la vez, caminan desanimados. Porque casi nunca reciben afirmación de parte de aquellos a quienes sirven fielmente. Por eso, cuando puedas, agradece y felicita a las personas que Dios usa para asistirte en tu caminar con Jesús.

Sin embargo, el fin de este artículo es ayudarte cuando recibas felicitaciones o afirmación de otros por lo que haces en el Reino de Dios. La aprobación humana puede intoxicar el corazón. Y al igual que muchas sustancias tóxicas, nos podemos volver adictos a ella si no tenemos cuidado. Una señal de esto, por ejemplo, es cuando sentimos que los demás están obligados a darnos un "like", "retweet" o una palmada en el hombro después de haber bateado lo que nosotros pensamos fue un "home run."

En nuestro caminar, la clave para crecer más en conformidad a Cristo radica no en controlar o domesticar nuestro ego. Sino en atravesarle una espada para matarlo. Una y otra vez. Y las veces que sean necesarias. Al compartir este artículo, en ninguna manera pretendo haber vencido en totalidad este tipo de pecado. Pensar eso sería suicidio para mi alma. Sino que en mi lucha contra la arrogancia remanente en mi propio corazón, que no es poca, me encontré con las siguientes recomendaciones prácticas del pastor John Piper. Creo que son útiles. 

Si bien es cierto el orgullo se manifiesta de muchas formas, estas dagas son más efectivas contra la arrogancia naciente en un corazón que se quiere acostumbrar a ser alabado:

1. Recuerda que no eres auto-existente; sólo el Dios trinitario lo es. Sólo Dios es absoluto. Tú eres contingente. Recuerda que eres dependiente de Dios en tu origen, presente y futuro. Recuerda esto y medita en esta verdad.

2. Recuerda que eres por naturaleza un pecador depravado y que en todo tu pecado has tratado a Dios con desprecio, prefiriendo otras cosas en lugar de su gloria. Recuerda que no hay nada bueno que hayas hecho que no requiera arrepentimiento. Todas tus buenas obras están, de alguna manera, manchadas por el pecado. Cada una tiene algún grado de error porque Dios demanda perfección. Y por eso, Dios no te debe nada más que dolor en esta vida y en la venidera. Todo lo bueno que tienes a tu alrededor, entonces, es una obra de gracia y no por tu propio mérito.

3. Medita en la realidad que tú condición era tan desesperada que sólo pudo ser remediada por la horrible muerte del hijo de Dios, quien llevó tu pecado y proveyó tu justicia. Y gózate en el perdón y justicia que ahora es tuya en Jesús.

4. Renuncia a todos los deseos de fama y notoriedad cuando sientas que se levantan en tu corazón diciendo: "¡No! En el nombre de Jesús salgan de mi cabeza." Y voltea tu mente con frescura hacia la belleza, verdad y valor de Cristo.

5. Trata de recibir toda crítica, ya sea de amigo o enemigo, asumiendo que casi siempre hay algún grado de verdad del cual te puedes beneficiar. "Sé pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse." -Santiago 1:19.

6. Trata de acudir a escritores cristianos de siglos anteriores que conocían a Dios en profundidades que la mayoría de nosotros, gente moderna, somos incapaces de conocer.


*En lo personal, he sido redargüido, confrontado y edificado por los escritos de los Padres del Desierto del siglo IV y los predicadores puritanos del siglo 17.* 

-Luís Luna Jr. 
Pecador rescatado por Gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

Puedes encontrar todas las recomendaciones del pastor John Piper haciendo click aquí

jueves, 17 de noviembre de 2016

Más que luces y humo: el requisito indispensable en el ministerio juvenil






Comencé a servir en el ministerio de jóvenes a temprana edad. Pero, rápido me di cuenta de las cosas, o las presiones, con las que un pastor de jóvenes tiene que lidiar de forma continua. Si has estado en el ministerio juvenil por algún tiempo, tienes una idea de las presiones que estoy hablando. Algunas de ellas, claro, no son exclusivas al ministerio juvenil, sino que toda persona que sirve de alguna manera en el ministerio de forma vocacional las atraviesa de manera regular. Pero, algunas son muy características de la pastoral de la juventud.

Por un lado, están los adultos, algunos amables y con buenas intenciones, que siempre quieren decirte lo que tienes que hacer con los jóvenes. Eso no está del todo mal. La biblia dice que muchos consejos traen sabiduría. Pero, pareciera que algunas personas simplemente nunca están satisfechas. O los jóvenes hacen muy poca acción social. O se proyectan demasiado con la comunidad. O son demasiado ruidosos. O no son lo suficiente “enérgicos.”

Por otro lado, está la presión de ser continuamente creativo e innovador. Dios no permita que lleves a cabo una actividad que has hecho tiempo atrás. Estás arriesgando la vida de tus jóvenes y orillándolos a que se vayan al mundo. O lo que es peor: a otra iglesia con un ministerio de jóvenes más "trendy."

Tal vez escuchaste que "debemos cansar a los jóvenes haciendo cosas buenas porque están llenos de energías que pueden usar en cosas malas." Reconozco la buena intención detrás de esta forma de pensar. Pero, si somos honestos, a veces, en respuesta este paradigma, los pastores de jóvenes queremos inventar el agua caliente en cada reunión, ¿no es cierto?

También, existe la presión de ser culturalmente relevante. Aunque este término suene atractivo, en muchos casos, lo que de verdad significa es que debemos tener luces y humo en el escenario. Y nuestros campamentos deben tener nombres en inglés que al resto le cuesta pronunciar.

La cultura contemporánea exige varios requerimientos de aquellos que tienen la gran tarea de liderar a la juventud en la iglesia local. No debemos quejarnos. Sino, aprovechar la oportunidad para adaptarnos y crecer. Los tiempos han cambiado. Y siempre seguirán cambiando. No debemos ignorar esto. Necesitamos adaptarnos. Esto, claro está, no quiere decir que cambiemos el contenido del mensaje del evangelio. Pero sí los métodos que usamos para comunicar el contenido del mensaje.

Aunque la lista de requisitos puede continuar, vale la pena preguntarse: ¿Qué es lo que Dios requiere de los pastores de jóvenes? Pablo, el apóstol, inspirado por Dios, escribe a dos pastores jóvenes: Timoteo y Tito. Ambos ministraban en ciudades grandes y paganas. Las cartas a Timoteo y Tito son conocidas como las epístolas pastorales. Porque en ellas Pablo les aconseja a estos pastores jóvenes sobre como conducirse en sus vidas personales y ministeriales.

Así que, si la conversación sobre los requerimientos que debe cumplir un pastor de jóvenes nos interesa, debemos ver que es lo que dice al Dios al respecto, ¿no?
En 1 Timoteo 3, Pablo enumera los requisitos que debe cumplir todo aquel que sirve en el ministerio pastoral. Y sí, esto incluye a quienes estamos en el ministerio de jóvenes:

Palabra fiel es ésta: Si alguno aspira al cargo de obispo[a], buena obra desea hacer. 2 Un[b] obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, 3 no dado a la bebida[c], no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. 4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad 5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?); 6 no un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el[d] diablo. 7 Debe gozar también de[e] una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo.


Hay algo interesante en esta lista. Y es esto: la descripción que Pablo hace incluye más rasgos de carácter que muestras de talento. De hecho, la única habilidad que aparece nombrada aquí es que quien anhela ministerio debe “ser apto para enseñar.” En otras palabras, Dios está diciendo que el ministro debe tener un carácter sólido más que un conjunto de habilidades fuera de serie.

Dios está más interesado en tu integridad que en tu habilidad. Esto no quiere decir que el talento, las habilidades y muchas otras virtudes no contribuyan a que tu ministerio juvenil sea efectivo. Tú tienes talentos que te hacen único. Fue Dios quien te los dio. Y Él quiere que los uses en el lugar en donde estás.

Pero, más que manos hábiles, más que una mente brillante, Dios busca integridad de carácter.

Las habilidades son aprendidas. El carácter es formado. Está bien que tengamos las actividades y los juegos más divertidos en nuestros campamentos o retiros. Está bien que nuestras reuniones sean llamativas con luces, humo y música que supere los 1000 decibeles. Está bien que hayamos leído todos los libros de Lucas Leys y no faltemos a las conferencias de Especialidades Juveniles. 

Pero, Dios quiere integridad. Esto significa que tus hechos sean consecuentes con tus palabras. Esto significa cumplir con lo prometido aunque el estado de ánimo en el que lo prometiste haya cambiado. Esto significa ser de una sola pieza: ser la misma persona cuando la gente te ve y cuando la gente no te ve.

La razón por la que Dios quiere formar integridad en tu carácter antes de llenarte de habilidades es simple: quien eres cuando nadie te ve determina cuán lejos llegarás. De lo contrario, si te enfocas más en perfeccionar tus talentos antes de formar tu carácter entonces tus habilidades te llevarán a lugares en donde tu carácter no te podrá sostener. Y eventualmente, colapsarás.

Pueden haber líderes juveniles clamando para que Dios les de multitudes. Por una cosecha de almas sobrenatural. Estas no son cosas malas de pedir. El hecho que las pidamos puede ser muestra de un corazón apasionado por almas. Pero, antes de bendecirte con crecimiento ministerial Dios quiere formarte con integridad en tu vida personal.

¿Permitiremos al Espíritu Santo que nos haga más parecido a Jesús?

-Luís Luna jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

martes, 15 de noviembre de 2016

Una visión teológica sobre el fútbol




El fútbol forma una parte importante del tejido social que compone a la cultura hondureña. Esta es algo que pocos se atreverían a debatir. Claro, el hecho que seamos una nación apasionada por el fútbol no significa necesariamente que sobresalgamos en el fútbol. Nuestro desborde de fervor no siempre corresponde a nuestro despliegue de calidad.
Hoy una vez más, la selección nacional nos dio un triunfo. Aunque algunos estaban desilusionados después de la derrota pasada, un gane como el de hoy hace que la afición del equipo de todos vuelva a soñar en la mira a Rusia 2018.

El deporte y la religión son elementos universales que se encuentran presentes en casi todas las civilizaciones humanas a lo largo de la historia. A pesar de eso, la Iglesia necesita mejorar enseñando una visión integradora, y no fragmentaria, de la perspectiva cristiana hacia la vida entera. Y eso incluye, el fútbol.

La mayoría de los cristianos caen en dos extremos en relación con el fútbol:

1. El fútbol como algo meramente secular. 
Muchos aseveran que el deporte debe ser visto como algo secular. Como un elemento ajeno a la sub-cultura cristiana. Tanto así que, Dios no debe ser metido en el deporte porque "a Él no le interesa y no tiene nada que ver en esas cosas." Pero, esta perspectiva, lejos de ser bíblica, es más platónica que cristiana en su naturaleza. Platón, filósofo griego, dividió la realidad en dos categorías: el mundo de las ideas y el mundo de la materia. Este paradigma infiltró gran parte del pensamiento de la iglesia cristiana por mucho tiempo. 

Tanto así que vemos remanente de ello hoy cuando los cristianos hacen distinciones innecesarias y no-bíblicas entre lo sagrado (mundo espiritual) y lo secular (mundo natural).

Pero, la Escritura nos muestra algo diferente. Y mucho más hermoso. El libro de Génesis relata la historia de cómo Dios puso a Adán y Eva, nuestros primeros antepasados, a gobernar y a enseñorear sobre la tierra. Esta orden significó que Dios le estaba pidiendo a Adán y a Eva que hicieran "cultura" con lo que Dios había puesto a su disposición en el jardín del Edén. Pero, este mandato tiene diferentes facetas. Dios le comanda a Adán que no sólo desarrolle la creación sino que se deleite en la creación (Gen. 2:16-17). 

Dios nos está diciendo que Él creó el mundo no sólo para que vivamos en el o para que trabajemos en el sino también para que encontremos deleite sano en el. En otras palabras, Dios quiere que seamos buenos mayordomos de su creación. Pero, que también nos divirtamos con su creación. Dios se deleita cuando nos divertimos en lo que Él diseñó.

Y casi todas las culturas han expresado este deseo instintivo de divertirse practicando una variedad de recreación deportiva. Entonces, cuando nosotros practicamos un deporte o cuando nos deleitamos viendo el desarrollo de una gesta deportiva, estamos siendo obedientes al mandato de Dios de deleitarnos en su creación. Y esto trae gloria a Dios. 

Por eso, un jugador que se deleita pateando un balón glorifica a Dios de la misma manera que un predicador enseñando la biblia a su congregación. Ninguna cosa es más sagrada que la otra. Y si te sientes algo ofendido y lo tomas como una blasfemia, está bien. Pero, necesitas darte cuenta que tu pensamiento está siendo más influenciado por Platón que por Jesús en este asunto. El fútbol, entonces es más que "un simple juego."

2. El fútbol como algo supremo. 
No quiero herir ninguna sensibilidad aquí, pero el fútbol es el deporte rey. Cuando Luís Omar Tapia dice: "Arrancan los 90 minutos del deporte más hermoso del mundo", ese hombre está hablando la verdad. Está bien, pueden escribirme en los comentarios porque estoy equivocado, pero es sólo mi opinión. Y por lo cual, estoy en lo cierto. Es broma.

Si bien es cierto el fútbol es hermoso, porque entre otras cosas, es algo que los humanos hemos hecho con los recursos y facultades que Dios soberanamente ha puesto en la humanidad. Pero, tampoco podemos ignorar como la realidad del pecado ha afectado todo lo que nosotros somos. Y por consiguiente, todo lo que nosotros hacemos. Eso incluye, claro está, el deporte. Las manchas del pecado en el deporte son evidentes en los humanos que participan en el, aficionados y jugadores respectivamente. 

En los aficionados, el pecado se manifiesta cuando hacemos del deporte algo supremo y lo elevamos a un lugar en el que no debe estar. Una cosa es estar apesarado porque tu equipo perdió.

Pero, es algo diferente que la perspectiva de tu vida se desbarate porque tu equipo no tuvo un resultado favorable. De ser así, la lealtad a tu equipo o jugador predilecto ocupa, funcionalmente, el lugar que Jesús debe llenar en tu corazón. 

También, el hecho que vayamos al estadio como medida catártica desquitando nuestra ira acumulada contra los jugadores, director técnico y, sí como casi siempre suele suceder, con el árbitro, es una señal que buscamos el cumplimiento de nuestras esperanzas frustradas en once hombres que son meros humanos propensos a defraudarnos.

Por parte de los jugadores el pecado se  muestra dentro de la cancha como fuera de ella. Cuando un jugador lesiona a otro a propósito, cuando un delantero hace un clavado dentro del área chica para que le marquen penal y cuando el equipo le recuerda al árbitro su progenitora, estamos viendo la naturaleza pecaminosa obrar dentro de la cancha. También, cuando los jugadores se dopan para tener un mejor desempeño y cuando los partidos son amañados vemos al pecado obrar fuera de ella. 

Sí, claro el deporte es algo hermoso. Es un diseño creacional que Dios nos permite, nos ordena, incluso disfrutar. Pero, el pecado también puede afectarlo. Por eso, si bien es cierto, el fútbol es más que un juego. Pero, menos que Dios.

¿Cómo, entonces, debemos ver los cristianos el fútbol?

Así como el pecado ha afectado todas las áreas de nuestra vida, el evangelio también nos redime de forma integral. Cristo hace nueva todas las cosas. Y transforma quien nosotros somos y lo que nosotros hacemos en respuesta a quien somos.
Nuestra realidad vertical teológica tiene implicaciones horizontales sociológicas sobre la manera en que “hacemos” cultura y deporte. 

Todo lo que hacemos es influenciado e informado por el evangelio. Esto quiere decir que el evangelio nos da una nueva identidad para participar y deleitarnos en los deportes. Nuestra identidad no depende de los resultados después de un juego. Sino, que está asegurada en Jesús.

Los resultados favorables o desfavorables no determinan, por tanto, el valor intrínseco de cada individuo. Tanto de los que somos espectadores como de los que son jugadores.
Y si esto es cierto, entonces la nueva identidad en Cristo también significa una nueva ética para la vida entera, incluyendo nuestra participación en el deporte, como espectadores y participantes. 

Considerando que los resultados de un partido no ponen en tela de juicio nuestro valor delante de los ojos de Dios, los deportistas cristianos pueden, y deben, jugar honestamente. Con integridad. Porque es en vano engañar al sistema con el fin de obtener un resultado favorable. Porque si ganar significa tener que hacer trampa, entonces la victoria es ilusoria.

También a la luz de esta realidad, como espectadores cristianos del deporte, nuestras pasiones deberían estar dirigidas a disfrutar de el, sin ponerlo en un lugar en donde no pertenece.

Ninguno los muchachos de nuestra selección nacional puede soportar el peso de una nación que, en ocasiones, lo que exige no son jugadores sino salvadores que traigan expiación por los flagelos que atraviesa la población. 

Por eso, ver al fútbol, o a todos los deportes en ese caso, a través de los lentes del evangelio es la única manera de disfrutar saludablemente un regalo de Dios sin crucificar ni idolatrar a nuestro equipo después de un resultado.

-Luis Luna Jr.
Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.