martes, 3 de enero de 2017

No pongas a Jesús primero en el 2017



Siempre he tenido la costumbre de ponerme metas a inicio de año. Esto no significa que las logre todas, claro. Lo digo reconociendo que necesito ser más constante. Para mí, este año 2017 significa que tengo la oportunidad de lograr las metas que me puse...en el 2014. Algunas metas son más fáciles de alcanzar que otras. Y algunas, pues rápido me doy cuenta que no lo lograré y mejor desisto. No porque sea un mediocre que le gusta renunciar, aunque tal vez sí. Sino porque prefiero enfocar mi energía en aquello que en realidad veo que está dando resultado. Pero, esa es mi opinión personal, nada más. A pesar de esto, creo que es importante y necesario que nos establezcamos metas. Y el inicio de año es un tiempo favorable para hacerlo.

Tal vez no estoy solo. Muchos leyendo esto han estado reflexionando sobre cómo quieren terminar estos próximos 12 meses. Porque dejar de hacerlo seguramente causará malos resultados. "Fallar en planear es planear para fallar", me dijo alguien. La gente que critica el proceso de establecerse objetivos debe admitir que el que a nada le apunta, a nada le pega.

Puede que a veces sea más fácil no ponerse metas. Porque si lo hacemos y no lo logramos, el fracaso duele más. Pero, esto no debe impedir que lo hagamos. Porque al menos si tenemos una idea de lo que queremos alcanzar ya sea a nivel personal, familiar u organizacional, vamos a tener un camino más claro sobre qué hacer para llegar ahí. Es mejor tener un rumbo y fallar. Que no tener un rumbo y tener un falso sentido de éxito. Las personas que sienten que nunca fracasan es porque nunca se han sentido a ponerse un objetivo.

Nuestras metas pueden ser variadas. Para algunos se trata de bajar unas libras y lograr el peso ideal. Y por eso, ya tienen en sus manos una membresía de gimnasio, aunque esto sea un artefacto irrelevante que no volverán a usar jamás. Para otros, su meta es casarse. No saben con quién, o con qué, pero ya no soportan el "infierno" de la soltería. Para algunos, su meta principal puede ser salir de una deuda. Terminar la universidad. O al fin, empezar la universidad. Cualquiera que sea el caso, las metas que nos ponemos son el reflejo de las prioridades que hay en nuestro corazón.

Por encima de todo esto hay algo que necesitamos tener presente en el proceso de definir nuestro futuro, a corto y largo plazo: ninguna meta u objetivo es más importante que crecer en nuestra relación con Jesús. Todo lo demás es periférico a esto. Para las personas que no tienen una relación con Jesús, es necesario que inicies una a través de la fe y el arrepentimiento. El presente y el futuro de tu alma dependen de esto, literalmente. Y si ya has comenzado una relación con Jesús, es necesario que crezcas en ella.

Pero, muchas veces cuando "tomamos en cuenta" a Jesús en el proceso de definir nuestras resoluciones, en nuestro deseo de ser espirituales, queremos poner a Jesús “de primero.” Y esto está mal. De hecho, uno de los mejores consejos que puedo darte en el inicio de año es que no pongas a Jesús de primero en tu lista de prioridades. Nací y crecí en la iglesia. Así que, estoy al tanto de lo que la gente se refiere cuando decimos que "Jesús debe ser primero." Normalmente, esto se traduce en que queremos leer más la biblia, o tener más tiempo de oración o congregarnos más.

Sin embargo, el problema radica en lo que estamos diciendo implícitamente. Al querer poner a Jesús de primero, estamos diciendo que hay cosas que vienen de segundo y luego de tercero. Esto quiere decir que nuestras vidas están ordenadas, entonces, por compartimentos separados uno del otro. Por un lado, se encuentra nuestro rol como cristiano. Por otro, nuestro papel como empleado. Y por otro, nuestra responsabilidad como padre. Y así sucesivamente. Al pensar así, corremos el riesgo de creer que Jesús sólo es Señor "de nuestra vida espiritual" (lo que sea que eso signifique). Ignorando que cuando decimos que "Jesús es Señor", eso tiene incidencia en el resto de quienes somos y lo que hacemos.

Por eso, el pastor Steven Furtick aconseja: Jesús no quiere ser el primero en la lista de tus prioridades, sino el centro de tu vida. No se trata de Jesús y después la familia, trabajo e iglesia. En lugar de eso, se trata de Jesús en nuestra familia. Jesús en nuestro trabajo. Jesús en nuestros estudios. Jesús no debe ocupar el primer lugar seguido por un montón de cosas más como si una cosa estuviera excluida de la otra. Jesús quiere que nuestra vida entera, cada aspecto de ella, gire alrededor de Él.

Por eso, en este 2017 no pongas a Jesús "de primero", sino en el centro.

-Luís Luna Jr.

Pecador rescatado por gracia. Hijo eternamente amado por Abba.

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