Hace algunos días terminé de
leer "Sobre la Encarnación de La Palabra" escrito por Atanasio de
Alejandría, conocido como "San Atanasio el Grande", obispo de la
ciudad de Alejandría. Nació alrededor del año 296 d.C y murió el 2 de mayo del
año 373 d.C. Considerado por muchos entre los 5 teólogos más importantes en la
historia de la Iglesia Cristiana. Sus contribuciones a la Iglesia fueron enormes.
Atanasio fue un incansable
defensor de la teología Trinitaria en contra del Arianismo (la enseñanza que
Jesús era como Dios pero no Dios). De hecho, gran parte de como nosotros
pensamos acerca de la Trinidad hoy día es gracias a los esfuerzos de él.
También, fue el primero en reconocer la inspiración verbal y plenaria de los 27
libros que componen nuestro Nuevo Testamento. Y fue el autor principal del
Credo de Nicea, el cual es probablemente el credo más importante en la historia
Cristiana.
"Sobre la Encarnación de la Palabra" más que un libro es una especie de tratado teológico en el que
Atanasio argumenta brillantemente que Jesús es La Palabra/Verbo hecho carne. El
joven Atanasio usa argumentos filosóficos muy refinados, considerando que sus
oponentes arianos estaban fuertemente influenciado por el platonismo dominante
en el que se creía que lo espiritual era puro y lo material malo. Por
consiguiente el Verbo/Palabra de Dios era tan espiritual, tan bueno y santo,
que no podía tomar forma física, tan corrupta y mala.
Contra esto, Atanasio usa
pruebas exegéticas sólidas para probar desde el Antiguo Testamento que Jesús el
Cristo era el Verbo/Palabra en carne que los profetas habían predicho cientos
de años atrás.
A continuación quiero
compartirte los extractos más sobresalientes de esta obra
teológica. Como aclaración, cada vez que Atanasio dice "Palabra de
Dios" no se refiere a la Biblia, se refiere a Jesús: La Palabra de Dios en
carne.
La Encarnación es el misterio que los Judíos traducen, los
griegos ridiculizan, pero que nosotros adoramos.
La renovación de la creación ha sida forjada por la misma
Palabra que la hizo en el principio. Por tanto, no hay ninguna inconsistencia
entre creación y salvación porque el Mismo Padre ha empleado al mismo Agente
para ambas obras, efectuando la salvación del mundo a través de la Misma
Palabra que lo hizo en el comienzo.
La distinción de las cosas no argumenta una generación
espontánea sino una Causa pre viniente; y de esa causa podemos aprehender a
Dios, el Diseñador y Hacedor de todo.
La relación del origen del hombre con la Encarnación de la
Palabra en un hombre (Jesús) es relevante por esta razón: fue nuestra
lamentable situación que causó que la Palabra descendiera, nuestra transgresión
que llamó Su amor hacia nosotros, para que Él se apresurará a ayudarnos y a
aparecer entre nosotros.
Así que, tomando un cuerpo como el nuestro, porque todos
los cuerpos estaban destinados a la corrupción de la muerte, Él rindió su
cuerpo a la muerte en lugar de todos y lo ofreció al Padre. Lo hizo por mero
amor para que en su muerte todos murieran y así la ley de la muerte fuese
abolida y poder hacerlos vivos con su muerte a través de la apropiación de Su
cuerpo y por la gracia de Su Resurrección.
La maravillosa verdad es esta: que siendo La Palabra, lejos
de que Él estuviese contenido por algo, Él contenía todas las cosas en sí
mismo.
La muerte se ha convertido como un tirano que ha sido
completamente conquistado por el legítimo Monarca; atado de pies y manos para
que los que pasen de cerca se mofen de él, burlándose y señalándole, sin temor
de su crueldad e ira, gracias al Rey que le ha conquistado.
¿Acaso puede un hombre muerto perforar las consciencias de los
hombres, para que tiren todas las tradiciones paganas de sus padres a los
vientos y se postren ante las enseñanzas de Cristo?
Un hombre ciego no puede ver el sol, pero sabe que está
arriba de la tierra por el calor que brinda; de igual forma, que todos los que
están en la ceguera de la incredulidad reconozcan la Divinidad de Cristo y la
resurrección que Él ha traído, a través de Su Poder manifestado en otros.
El hijo de Dios se volvió hombre para que los hombres se volviesen
hijos de Dios.
Este post fue escrito por Luís Luna Jr.
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